Capítulo 9:
Despertó agitado y su negra cabellera se pegaba a los costados de su cara producto del sudor. Pasó la mano por la cara despejándose de ellos y sintió que el corazón latía aprisa dentro de su pecho. Se llevó una mano hasta el, intentando apaciguarlo y se recostó poco a poco en la cama, recordando las últimas imágenes que se quedaban plasmadas en su memoria, del sueño, no, de la pesadilla que acaba de tener.
.Kagome- Susurró. Y de pronto ya no creyó buena idea lo que había hecho. De pronto tuvo un mal, muy mal presentimiento. Volvió a incorporarse sintiendo el sudor frío en su frente y encendió la lámpara que estaba sobre el velador. Tomó el teléfono y marcó rápidamente unos números que conocía de memoria. Sango ya estaba en casa, frente al televisor y contestó de inmediato.
.Ah, hola Inuyasha- Saludó con un poco de preocupación.
.Sango, dime¿Viste a Kagome?
La chica tomó el control remoto y bajó el volumen.
.Fui a su casa, pero no encontré a nadie. La reja estaba cerrada con seguro, creo que ella debe haber ido a alguna parte.
El joven apretó la mandíbula conteniendo la respiración.
.Pero... esta en clases- Musitó apenas. Apretó el auricular con rabia.- ella debe estar en algún lado...
.Fui a la empresa y encontré a su asistente... ella no sabe nada.
Contuvo el deseo de lanzar lejos el teléfono solo por respeto a la mujer que le estaba haciendo un favor.
.Esta bien, gracias- Fue su tono cortante, mientras lo colgaba de forma estrepitosa.- No, no, no- Apretó los dientes y pasó fuertemente sus dedos por entre sus cabellos- se suponía que no debía ser así... maldición, Kagome... dónde estas...
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Despertó sintiéndose mejor y se desperezó abriendo los brazos. Al fin sentía que recuperaba las fuerzas. Se quedó escuchando atenta un ruido que desde su llegada había percibido casi de manera inconsciente. Se levantó con los pies desnudos y arreglándose la pijama blanca de seda, caminó despacio hacia los ventanales, descorriendo las cortinas y encontrándose de frente un gran paisaje azul. Las gaviotas volaban traviesamente surcando el cielo también azul y el vaivén de las olas era suave y tenue. El día era claro y apenas una pequeña brisa soplaba por sobre los grandes árboles de los alrededores.
.Vaya, ya estas mejor.
Ella se giró sorprendida para encontrarse con la alta figura del hombre que parecía siempre estar vestido de traje, aunque esta vez la chaqueta era reemplazada por un sweter oscuro y en sus manos una bandeja con el desayuno.
.Sí, mejor- Acotó ella con una pequeña sonrisa.
.Entonces esta vez si terminarás tu comida.
Ella se acercó hasta la cama y se sentó al borde de ésta.
.Has sido muy amable conmigo, Sesshoumaru.
El hombre desvió su mirada y dejó con algo de torpeza la bandeja a los pies de la cama.
.No ha sido nada- Murmuró.
.Claro que sí, me has cuidado en estos días... siempre has sido así conmigo, desde que nos conocimos¿recuerdas?
El hombre sonrió al traer a su memoria a una Kagome hecha niña aún que corría a su lado aferrándose a sus piernas, escapando de Inuyasha.
.Claro. – Murmuró. Ella volvió a sorprenderse de la sonrisa del hombre. Jamás lo había visto de esa manera. Encontró entonces prudente entablar una conversación más personal.
.Sesshoumaru... - Lo miró expectante, él aún de pie, desviando la mirada. - ¿porqué estas tan solo viviendo aquí?...
.Me gusta así- Respondió con brusquedad.- toma tu desayuno y acuéstate luego.
Ella ladeó la cabeza.
.Ya me siento mejor. ... ah, tomaré las vitaminas.
El hombre volteó y levantó una ceja.
.¿Vitaminas?
.Me las recetó el médico... por el cansancio.- Se apresuró a decir.
Yo creo que el mejor medicamento para que te mejores es que te relajes y descanses por un tiempo.
Ella lo miró extrañada y asintió. Lo vio salir con elegancia de la habitación y ella miró luego la bandeja no muy lejos, con café, jugo y tostadas. Bebió el café en silencio, mientras otra vez sus pensamientos volaban hacia Inuyasha y la manera cruel que la había dejado en Japón. Incapaz de sentir algún tipo de remordimiento contra él, sólo sentía el dolor de estar demasiado lejos de su presencia. Eran tres años a su lado, y además, nunca había estado tan sola en la vida, ni cuando vivía con Lady Kagura. Un sonido algo conocido la hizo despertar de sus recuerdos, dejó el café en la bandeja y se levantó con lentitud, buscando con la vista de donde prevenía el sonido. Sus ojos castaños se detuvieron en el pequeño bolso que su sirvienta le había traído. Caminó, dudando, hasta abrirlo y escuchar la música de su teléfono móvil sonar con fuerza, mientras en la pantalla aparecía un nombre: Aska.
.Hola Aska.- Respondió. La chica al otro lado de la línea sonrió levemente.
.Señorita Kagome¿esta bien verdad?
.Claro, estoy bien.- Sonrió Kagome. Había pasado un día completo sin contacto con los demás.- perdona, debí haberte avisado.
.Estaba muy preocupada, señorita... ¿dónde ésta?
.Estoy bien, no te preocupes.
.¿Terminaste tu desayuno?
La voz demasiado ronca de Sesshoumaru fue escuchada claramente por la asistente que abrió inmensamente los ojos, no adivinando de inmediato de quién se trataba. Kagome tapó el auricular y sonrió a Sesshoumaru.- enseguida lo termino.
El hombre arrugó el ceño y salió de la habitación.
.Aska, estoy bien, ocúpate de los asuntos. Confío en ti.
.La señora Sango preguntaba por usted...
.No te preocupes, la llamaré.
Cortó el celular y en su mente recordó aquellas palabras: - Te dejaré sola como quieres. Me iré a Estados Unidos... no sé cuando volveré... tal vez este tiempo separados... nos sirva... así lo espero.
.Inuyasha... - Sus palabras temblorosas se formaron en pequeños sollozos. No podía evitarlo. Aquella partida tan cruel que él había utilizado, y era seguro que Sango estaba preguntando por ella por órdenes de Inuyasha. Qué insensible y cruel era. Miró el celular a través de las lágrimas que retenía a duras penas en sus ojos, mordiéndose el labio y apretando el botón de apagado de su teléfono móvil. No quería saber de nadie, menos de Inuyasha.
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La brisa cálida soplaba sobre la arena blanca y los árboles de agitaban apenas ante ello. Miró el mar azul intenso. Cómo adoraba el océano, era la demostración de libertad que siempre añoró. Respiró profundamente cerrando los ojos y sintiendo el aire marino, mezclado a sal y verde, se introducía en sus pulmones. Sonrió complacida. Aquel lugar era maravilloso, tan tranquilo, sin problemas, parecía que el tiempo incluso allí pasaba más lentamente. Sesshoumaru la observaba atento desde el balcón de su departamento, mirando con detenimiento cada uno de los movimientos y gestos de la chica, allá abajo, en la playa. Ya llevaba cuatro días a su lado y parecía que todo era un sueño, un irreal sueño. La vio alejarse de la playa y caminar con lentitud, jugueteando con las olas de vez en cuando, en dirección a la caleta. El hombre se volteó, afirmándose ahora en las varandas de su balcón, con una fina copa en su mano, que de pronto bebió de un sorbo. ¿Qué sucedería cuando ella se fuera?. ¿Tendría que aceptar dejarla ir, así sin más?. Apretó sus dedos contra la delgada copa sintiendo que irremediablemente ese era el destino. Ella, amaba a Inuyasha, su detestable primo y él, volvería a su solitaria rutina, como siempre. La copa se quebró entre su mano, chorreó la sangre lentamente por ella y él sólo seguía divagando en su inestable futuro emocional... sin sentir el ardor de la herida que mezclada con el alcohol, producía en él.
Regresó soltando el elástico que sujetaba sus cabellos, pegando una pequeña sacudida y cayendo éstos desordenadamente por su espalda. Cerró la puerta tras de sí. Estaba algo complacida, había encontrado un lugar, una caleta no muy lejos de donde estaban. Le diría a Sesshoumaru que la acompañase por la noche, a comer a uno de aquellos restaurantes al aire libre. Había sabido que la vida nocturna en aquel lugar era de lo más agradable y tranquila. Quería conocerla. Caminó buscándolo por la habitación. Él se había convertido en un buen amigo, debía agradecerle lo que hacía por ella. Lo encontró afirmado en el varandal del balcón, con una mano impregnada de sangre ya seca y trozos de cristal en el piso. La sonrisa de la chica desapareció de su rostro y corrió hasta él.
.Pero... ¡qué ha pasado!- Preguntó consternada, tomando su mano sin permiso lo que hizo al hombre sentir escalofríos. Ella la miró con el ceño arrugado.- Sesshoumaru... mira qué herida... voy a curarte...
La soltó como si nada y al instante volvió con algo de algodón, alcohol y vendas.
.Deberías tener cuidado con esto... las copas de cristal son peligrosas- Murmuró, mientras pasaba alcohol por la herida y luego la vendaba con suavidad. Él observó cada unos de sus movimientos, sintiendo el corazón palpita locamente. Oh, dejarla ir... dejarla ir... no podía hacer eso, no podía. Ella levantó el rostro y por un segundo creyó ver a Inuyasha, aquella mirada se parecía tanto a la de él... pero sólo fueron segundos, Sesshoumaru ladeó el rostro y cuando lo volteó, otra vez encontraba aquella mirada tan perdida y a veces inexpresiva. Ella se mordió el labio, reprochándose su actitud, cómo podía confundir así a los dos.- Listo.- Musitó incómoda. Soltando su mano y sintiendo de pronto algo de vergüenza. ¡Qué estaba pasando!
.¿Pasa... algo...? - Preguntó dubitativo el hombre. Ella se separó más de él y miró el océano con nostalgia.
.Nada... no es nada.
Se produjo un enorme silencio que estremeció el corazón de Kagome. Por Dios, extrañaba tanto a Inuyasha, día y noche... pero las cosas eran así, no había remedio. Sonrió de pronto y miró a Sesshoumaru.
.Esa caleta es muy bonita... ¿porqué no me habías hablado de ella?
Él se miró el vendaje.
.Porque sé que existe, aunque no la conozco.
.¿De verdad?. ¿Porqué no vamos a cenar allá esta noche? El clima es agradable y creo que pasaríamos un buen rato.
Él abrió los ojos con sorpresa. La miró y ella sólo sonreía.
.Pero... estas enferma... no deberías salir por la noche.
.Me siento mucho mejor... tenían razón, sólo necesitaba descasar.
La miró y finalmente asintió, con una pequeña sonrisa que a ella ya no le sorprendía. Sesshoumaru la vio alejarse de él. Era cierto, aunque ya se encontraba mejor, la palidez de su rostro de había acrecentado demasiado y el brillo de sus ojos castaños disminuido¿porqué, tal vez, aunque no lo dijera, extrañaba a ese estúpido maldito.
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Volvió a cortar el teléfono con violencia, sintiendo deseos enormes de destruir aquel objeto, pero ya lo había hecho con uno y la polémica en el hotel había sido inesperada.
.Es un violento.- Murmuró una sirvienta cuando salió con los trozos de el en una bolsa de basura.
.Es irritable, mejor ni te acerques- Era el consejo cuchicheante que se daban unas a otras en el pasillo cuando lo veía salir del ascensor con el maletín en la mano y mirada de fuego. ¡Maldición! Las cosas no eran como él pensó que serían. El no saber nada de Kagome, absolutamente nada, salvo el comentario de aquella asistente, lo estaba enloqueciendo
Flashback
.La señorita dijo que estaba bien y que necesitaba descansar... pero... no me atrevo a decírselo señor. maldita sea!
.Escuché la voz de un hombre... creo que era el señor... Sesshoumaru...
End flashback
¡Dónde demonios estaban!. ¡Y porqué Kagome estaba con ese sujeto!
.Me gustan tus ojos. Son como los de él... Sesshoumaru... Sí... Sesshoumaru... tu primo...
Se sentó en la cama con los primeros botones de la camisa desabrochada y tomándose la cabeza con ambas manos intentó de alguna manera acallar las voces que escuchaba de ella, refiriéndose a su primo.
.Me gustan tus ojos, son como los de él... Sesshoumaru... Sesshoumaru... Sesshoumaru...
"se fue la luz, todo calló
y yo aquí estoy en un rincón
soñando amor, te sueño a ti
y ni siquiera sé por qué.
.Kagome...
sin ti
el viento me estremece el corazón
sin ti
la lluvia se desata alrededor
sin ti
la noche es un martirio sin final
sin ti, sin ti, por ti.
.Dónde estas, amor...
dónde estarás, en qué lugar
en qué traición te ocultarás
dónde quedó tu corazón
que al mío sin piedad mató.
.Qué he hecho!- Gimió sintiendo un nudo en la garganta.
sin ti
el viento me estremece el corazón
sin ti
la lluvia se desata alrededor
sin ti
la noche es un martirio sin final
sin ti, sin ti, por ti.
por ti
mis lágrimas no cesan de brotar
por ti
no hay nada que me pueda consolar
por ti
la vida ya no es vida sin amor".
Se levantó de imprevisto con los ojos vidriosos y se dirigió hasta el ropero de donde extrajo algunos trajes y los fue dejando sobre la cama. Miroku llegó en ese instante y miró todo.
.Pero... ¿qué haces Inuyasha?
.Vuelvo a Japón.- Respondió secamente, sacando la maleta que estaba en el mismo lugar y dejándola sobre la cama.
.Pero el ministro dio órdenes expresas de quedarte hasta tres días más... Inuyasha...
.No puedo quedarme aquí... sin saber de Kagome... - Murmuró, haciendo los moviendo más lentos. Sin duda su asistente tenía razón. Eran órdenes del ministro.
.Tranquilo... ella esta bien... ¿no se comunicó con su asistente?
El recuerdo de ello lo hizo cambiar el rostro de congoja por uno de ira.
.Escucha, tranquilo... todo ésto vuelve a ser un mal entendido... quédate tranquilo...- Intentó apaciguar la ira que iba creciendo nuevamente en el hombre. Inuyasha se sentó pesadamente al borde de la cama.
.Tú no entiendes... ésto... ésto es diferente... - Murmuró.
.Tranquilo...
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Las luces de los puestos y la de la propia luz de la luna hacía del lugar algo tranquilo y mágico donde todos los que allí paseaban admiraban lo pintoresco de lugar.
Caminaban lado a lado Kagome admirando y deteniéndose de vez en cuando para admirar los puestos de artesanía que ofrecía el lugar, hasta que llegaron al área de restaurantes, Kagome sonrió y señaló uno casi vacío al final de la avenida, donde se sentó admirando el alumbrado de enredadera que adornaba los arbustos y árboles de su alrededor.
.Este lugar... se parece en un poco a los restaurantes del Puente de Brooklin.
.¿Brooklin?
.En Estados de Unidos... – sonrió- pero aquí es mucho más agradable... más tranquilo. ¿No lo conoces?
Kagome se arregló el cabello que la brisa se empeñaba en desordenar.
.El único país que conozco es Inglaterra... - Murmuró.
Una camarera se acercó hasta ellos con dos cartas de comidas que dejó sobre su mesa.
.Deberías viajar... conocer el mundo.
Ella se inclinó hasta él sonriendo.
.¿Sabes qué me gustaría conocer?. El mediterráneo... he visto algunos documentales, me interesan mucho los lugares históricos, Grecia, Italia... además el clima es muy agradable.
.Lo es... te gustaría... y creo que este lugar tiene algo de las tierras del mediterráneo también.
Kagome rió divertida.
.Así que vives cerca de Estados Unidos y el mediterráneo.
Sesshoumaru sonrió ampliamente y tomó la carta que descansaba sobre la mesa. Kagome lo imitó pero abrió los ojos con sorpresa cuando vio que los vendajes del hombre, de su mano izquierda, estaban manchados de sangre.
.¡Sesshoumaru!. ¡Tu herida!
El hombre se miró la mano y no respondió, arrugando el entrecejo le recordaba la circunstancia de cómo se había provocado aquella mano lastimada. Kagome la tomó inesperadamente y la observó.
.Pero... ¿porqué?- Murmuró asustada. Se había inclinado sobre la mesa mirando la herida hasta que escuchó la respiración algo fuerte del hombre. Kagome subió lentamente la vista hasta encontrarse con sus ojos, que la miraban fijamente. Ella sintió las mejillas enrojecer y soltó de inmediato su mano, volviendo a su puesto y tomando con manos torpes la carta.
.La curaré... en casa... - Murmuró apenas, sintiendo que el corazón comenzaba a latir aprisa. Algo andaba mal, lo vio en aquella mirada, en aquellos segundos pudo sentir algo... algo en Sesshoumaru... qué estaba pasando...
Continuará...
