Capítulo 14:

Inuyasha se sentó pesadamente en el sofá y tomó su cabeza con ambas manos intentando entender qué estaba pasando. Ahora estaba solo, completamente solo y verse de esa manera lo hizo al fin abrir los ojos. ¿Qué demonios había hecho¿Cómo una relación que parecía perfecta pudo destruirse por completo?. ¿Dónde comenzó el error?.

.Un hombre como tú debe aburrirse con una mujer como yo.

No!- La palabra salió casi con un grito de desesperación de su garganta. Apretó los puños con rabia, un instinto casi asesino lo embargó, esto no podía estar pasando, no, no podía¿acaso estuvo tres años soñando y volvía a despertar a su miserable rutina solitaria¿Kagome había sido un sueño? – Kagome... -¿Qué demonios había hecho?. Levantó la vista nublada por las lágrimas y miró con impotencia a su alrededor. Todo estaba igual, las fotografías en los muebles, las cosas de ella, su decoración, las rosas secas en el florero de la mesa principal...

.¿Estas listo?

La imagen sonriente de Kagome sosteniendo una bandeja de carne se apareció casi ante sus ojos.

.Kagome...

Un hombre como tú debe aburrirse con una mujer como yo.

Se levantó con desespero de su asiento caminando hasta los ventanales, apoyó la frente en ellos y unos segundos más tarde golpeó con furia sobre el cristal, una y otra vez.

.Maldición, maldición, maldición!

Sintió la amargura dolorosa en la garganta, un nudo que apenas le dejaba respirar, sus palabras fueron ahogadas nuevamente por ellas, el dolor era tan grande y lo sabía, sabía que era su culpa, su egoístamente culpa.

.Te dejaré sola como quieres, me iré a Estados Unidos... no sé cuando volveré... tal vez este tiempo separados... nos sirva... así lo espero.

Se tapó al fin los ojos con sus dedos, sin dejar de sollozar como un niño, cayó derrotado al piso. ¿Qué había hecho?. La imagen de Kikyo en aquella fiesta, su despecho por no encontrar a Kagome dispuesta a aceptar su propuesta de matrimonio, los rumores que la inculpaban con ese compañero de clase y luego su propio y detestable primo Sesshoumaru... la voluntad de acostarse con Kikyo y ser sorprendidos por la propia Kagome, en su cama, la cama de ambos, y... ¿su aceptación ante la traición cometida?. Ese no era él! No lo era¿porqué recién ahora se daba cuenta¿Qué pasó aquella noche que había terminado tan fácil y sin remordimientos en los brazos de aquella detestable mujer¿Qué pasó?... ¿qué pasó?...

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."Dopamina"- Murmuró la mujer con voz lenta y suave, mientras se cruzaba de piernas y sostenía un pequeño frasco de plástico color ámbar con una etiqueta blanca con el nombre en tinta negra.- Do-pa-mi-na... - Sonrió más abiertamente, tendiéndose sobre la cama y riendo juguetonamente. Ahhh, cómo todo lo que planeaba últimamente salía a la perfección. Y quien lo creería, que una sola de esas pequeñas píldoras podían inhibir las emociones de un sujeto convirtiéndolo en un ser a voluntad de otros, y lo mejor, sin que se diera cuenta del engaño. Vaya, su esposo sí que sabía utilizar ésto con ella todo ese tiempo que la retuvo a su lado. Pero el maldito al menos era inteligente, de algo servían los millones que tenía... y que tenía ella ahora. Sonrió al darse cuenta lo libre que era, si, porque el estado de viudez era inigualable. Sola, con millones a cuestas y un séquito de personas de baja calaña que podían ayudarla a lograr lo que quisiera, eso sí era vida.

.Ahhh, Inuyasha... creí que te odiaba pero... aún tu extraño.- Murmuró con nostalgia. Se levantó caminando hasta el espejo de su tocador, mirándose con detención, intentando visualizar si aquella monstruosa cicatriz que le había quedado por culpa de él y su espada samurai aún era visible. Cómo lo odió todo ese tiempo allá en su mansión, cuando Onigumo ni siquiera le brindó los cuidados de una cirugía para borrarla.

.Para qué recuerdes querida... que no debes ser infiel...

Frunció el ceño al recordar la angustia y el llanto provocado cada vez que se miraba en el reflejo de algún objeto y veía aquella cicatriz. Y su furia y rencor contra Inuyasha crecía día a día. Pero la furia contra su esposo era primero, aprovechando los medios de bajeza que él mismo utilizaba contra sus enemigos, ella lo fue envenenando día a día en sus comidas, hasta morir sin remedio, de un infarto. Nadie lo había sospechado, el veneno era tan efectivo que no era detectable a los análisis. Vaya, si que la medicina había avanzado. Y luego, libre al fin, su objetivo, Inuyasha. Pero aquel camino ya estaba siendo acomodado por Aska, aquella chica que conoció casi por casualidad. Ella sirvió a sus propósitos, envenenando con mentiras y dudas el corazón salvaje de un joven hombre, de Inuyasha. Kikyo sonrió abiertamente. Ya no odiaba a Inuyasha, aquella sesión de sexo fue lo mejor que le había sucedido. Y lo perdonaba, por todo.

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Con las piernas recogidas y ambos brazos enrollados a su alrededor, la cabeza entre sus piernas intentaba no pensar ya en nada, en nada más. No era fácil, el silencio aterrador del departamento, aquel estado de abandono era indescriptible. Ni siquiera había ido a su trabajo en los últimos dos días. No, no podía creer que estaba solo otra vez. La extrañaba tanto pero la traición que había cometido era imperdonable¿qué decir¿Qué hacer?

Más allá de todo, más allá de ti

Ya no tengo nada que me pueda hacer vivir

Más allá, la nada, solo quedo yo

Dónde estas¿quien te hará el amor?

Cuando pienso que te puedo superar

vuelvo a ver tus cosas y te vuelvo a amar

nuestra cama esta, tan fría sin tu amor

y las rosas se han secado al no sentir, ya tu voz...

Más allá de todo, más allá de tí

ya no tengo nada que me pueda hacer vivir...

-Tal vez, desde hoy... te de motivos para lo que dijiste.

El ruido en la cerradura de la puerta lo hizo levantar la vista asustado y asombrado, la imagen de la chica abriéndola y sonriendo hizo que su corazón se paralizara por completo.

.Kagome... - Murmuró luego de unos angustiosos segundos para que su anhelo se hiciera realidad. La puerta al fin se abrió y él se puso de pie como pudo. Era Miroku, su asistente, que intentaba ver a través de la penumbra de aquel lugar, encendiendo luego las luces y encontrándose con Inuyasha que lo miraba con el rostro desencajado.

.¿Está aquí?- Preguntó Sango apareciendo detrás de él. Ambos miraron en silencio el aspecto de Inuyasha. La camisa abierta y los pantalones de tela arrugados, el cabello medio desordenado y los ojos rojos de llanto, a los esposos les causó al principio un impacto enorme encontrarlo así pero luego aquel sentimiento cambió a uno de pena.

.Inuyasha... amigo... - Susurró Miroku y Sango cerró la puerta tras su espalda.

.Inuyasha... - Murmuró su secretaria.

El joven volvió a caer al suelo sin decir nada, con los ojos ambarinos que miraban con confusión a su alrededor.

.Lo siento Inuyasha... pero... te mereces lo que estas sufriendo.- Dijo al fin Sango, un poco enojada. Miroku le dio una mirada de desaprobación y la chica se cruzó de brazos haciendo un desprecio, aunque en su corazón le conmovía verlo así, la traición de él era más detestable aún y por eso solidarizaba con Kagome. El asistente caminó y se colocó en cuclillas frente a él.

.Inuyasha... anda, levántate... tú no eres así, vamos, ya pasó, te repondrás, lo sé, siempre ha sido así...

.Déjalo Miroku, un egoísta como él solo tiene lo que merece- Volvió a decir Sango. Inuyasha levantó los ojos hacia ella sin decir nada, incapaz de decir algo.- no me mires así, fuiste un tonto desde el principio, lo dos lo fueron, pero Kagome es inexperta y es perdonable, tú en cambio, la dejaste sola... ¿Sabías que estuvo muy enferma?. ¿Sabías que sufría de náuseas y mareos y que la hizo creer que estaba embarazada?. ¿Sabes la desilusión que se llevó al comprobar que no era así?

Inuyasha al escuchar aquellas palabras de su secretaria abrió los ojos enormemente, totalmente sorprendido.

.Un egoísta como tú no merece una mujer como ella. Porque si no te has dado cuenta, Kagome es una mujer.Una mujer y no una niña a la cual tu quisiste chantajear.

.¿Qué... dices¿Enferma?

.Y gravemente... por eso la cuidó Sesshoumaru. – Inuyasha se volvió a poner de pie.- y tú creyéndola infiel, cuando el infiel eras tú mismo... tal vez ella... esta vez... encuentre en tu primo lo que tú no pudiste brindarle...

Odiaba ser tan dura y odiaba tener que romper aquella promesa que se hizo junto a su pareja el de no entrometerse en la vida de los demás, pero aquello lo tenía atragantado en la garganta y su jefe se merecía que le dijeran unas cuantas, a riesgo de perder su empleo.

.Yo me voy de aquí- Dijo al fin con rabia la joven, saliendo del lugar. Detestaba que todo saliera mal, que la estupidez de algunos pudiera destruir a otros. Tal vez Inuyasha nunca cambiaría, tal vez él siempre sería el hombre que solía ser y Kagome sólo había pasado a engrosar su lista de conquistas. Ya dudaba del amor que decía tenerle a su amiga. Suspiró cansada mirando las estrellas. Su amiga... ¿lograría recuperarse de éste tremendo pleito?

Continuará...