Capítulo 16:
Entró a su oficina con el corazón latiendo como loco, apenas volteó luego de cerrar la puerta, se encontró con muchos arreglos de flores silvestres en su escritorio, en el librero y sobre la mesa de centro. Arrugó el ceño. ¿Flores?. Caminó hasta su escritorio mirando con detención el arreglo que estaba en ese lugar, sus ojos se posaron en un pequeño sobre blanco, el cual ella tomó con los dedos algo temblorosos, y abrió, encontrándose con una tarjeta escrita a mano, una caligrafía larga y definida, esa letra, ella la conocía.
"Hermosas, como tú.
Acepta mi invitación
Sesshoumaru."
Sintió las mejillas enrojecer.
.Sesshoumaru- Murmuró pensativa, luego guardó la tarjeta nuevamente mirando el ramo de flores. Qué extraña sensación sentía, si Sesshoumaru era su amigo¿cómo no se había dado cuenta de sus sentimientos antes?. Sintió como el estómago se encogía al recordar una conversación, la tarde anterior.
.No quiero que pienses que me estoy aprovechando de la situación.
Ella, que revisaba unos documentos algo concentrada en su escritorio, levantó la vista y lo miró interrogativa, se sacó los lentes y sonrió.
.¿Qué dices? Perdóname, no te oí.
.Quiero invitarte a salir... una cena...
Kagome lo miró estupefacta, el documento comenzó a temblar casi involuntariamente en su mano.
.No me mires así... – Sonrió el hombre, dejó su actitud rígida y se recostó en el asiento, sin dejar de mirarla. Kagome bajó la vista e intentó leer nuevamente el documento.- sin compromisos, sólo quiero que te distraigas, luces cansada.
.Muchas gracias por la invitación pero...
.¿Quieres aún seguir sufriendo por él?
La chica levantó la vista, mirándolo casi enojada.
.Eso es asunto mío.- Murmuró exasperada. Lo vio cambiar el semblante y su mano se posó sobre la suya, sintió la calidez de aquel tacto, tan cercano y tan atemorizante.
.No quise molestarte, lo siento.
¿Porqué tenía que ser tan amable?. Ella sólo quería olvidarse de todo... lo vio erguirse al fin de su asiento.
.Debo irme... pero piénsalo.
Pensarlo... intentó olvidar por completo aquella invitación, es más, lo había logrado, sobre todo ahora que venía de vuelta de aquel café en donde por azares del destino Inuyasha también estaba. Salir... una cena... Suspiró cansada al sentarse en su escritorio. Pero... Sesshoumaru era tan amable, considerado... debía agradecerle de alguna manera las atenciones y molestias que tomaba para con ella. Aunque bien sabía ahora porqué hacía todo eso. Una invitación...
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Entró a su departamento sintiendo el frío que en el esperaba. La oscuridad completa en la sala, interrumpida solamente por la luz de la luna que traspasaba las cortinas. Cerró la puerta tras su espalda y dejando caer el maletín al suelo descuidadamente caminó hasta el sofá y se recostó en el. El silencio estremecedor de su departamento le dolía el alma. Recostó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos, quedando clavada en su memoria aquella fugaz visión, en el café. Kagome... con sus mejillas sonrosadas como siempre, su mirada de niña en un cuerpo de mujer. La extrañaba, su voz, su risa, sus besos y su piel. Maldición¿cómo pudo echarlo todo a perder?
Levantó la vista y sus ojos dorados y brillosos miraron con detención el teléfono¿llamarla¿y decirle qué?. Alargó el brazo y lo tomó. No importa, tal vez escuchando su voz podría dejar de tener esta dolorosa melancolía, dormirse con el tono de su voz en sus oídos podría satisfacerlo por est vez, por esta noche. Tenía que recuperarla pero ¿cómo?. Un perdón resultaba tan absurdo... tan... poco... oh, Kagome... sólo un botón que marcaba la memoria para llamar directamente hasta el número de su mansión. La sirvienta fue quien lo atendió. Tensó la mandíbula, era cierto, tendría que haberlo previsto.
.¿Si¿Diga?
Él carraspeó nerviosamente.
.La Señorita Higurashi, por favor.- Preguntó con voz ronca y esperando ansioso para que la sirvienta lo comunicara con ella. Escuchar su voz, otra vez, no importaba si era tras el auricular, la necesitaba. Y mientras los segundos se hacían lastimosamente lentos y el corazón latía con prisa, apretó el auricular más fuerte con su mano, esperando de un momento a otro aquella dulce voz que se dignara a hablarle.
.La señorita ha salido.- Respondió la doncella. El joven abogado botó todo el aire que tenía retenido en sus pulmones. Aquello no se lo esperaba.- ¿quién la busca?
.Soy... yo, Yuca, Inuyasha. – Murmuró. La joven sirvienta abrió los ojos con sorpresa.- ¿Puedes decirme donde esta Kagome?
.Fue a una cena... no sé nada más.- Mintió.
.Gracias.- Respondió desilusionado. Dejó el auricular con torpeza en el teléfono, suspirando derrotado. Necesitaba tanto de ella, aquella ausencia lo estaba matando...
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Las luces tenues del lugar y lo escaso del publico, las personas sumidas en murmullos de conversación y la lejana y suave música que se cernía sobre ellos, del daba todo los indicios que este restaurant, precisamente, era para ocasiones especiales. Se movió un poco en su cómoda silla algo inquieta, había aceptado aquella invitación por cortesía pero las demostraciones de Sesshoumaru eran más que obvias. Intentaba conquistarla.
.¿Conocías este lugar?- Preguntó Kagome intentando romper con su propio nerviosismo. Tomó la copa que estaba frente a ella y le dio un pequeño sorbo de su vino blanco, evitaba su insistente y seductora mirada, no podía evitarlo, se parecía tanto a la de él... aunque...
.Claro que no.- Respondió algo inquieto. Intentando hacerle saber que lo que estaba haciendo, no lo hacía con cualquiera.
.Ya veo... - Murmuró sintiéndose más incómoda. Oh, pero porqué tenía que sentirse tan mal por aceptar una invitación de él, sólo intentaba ser amable. Lo miró de reojo, sintiendo las mejillas enrojecer. Era atractivo, bastante atractivo y su actitud y manera de ser tan reservada también resultaba ser atractiva, era innegable, un hombre misterioso... sabía lo que representaba para el común de las mujeres. Pero de ahí a... siquiera pensar en... no, nunca¿cómo podría? En su adolorido y atormentado corazón el dueño era aquel ingrato amor llamado Inuyasha. Comió en absoluto silencio, mirando de vez en cuando a su alrededor para no tener que seguir mirando aquellos ojos dorados que parecía escudriñar su alma, tan penetrantes y fuertes... sólo esperaba que la velada terminara pronto. Pero siempre el destino nos trae sorpresas a nuestras visas, y allí estaba, riendo de buena gana, una mujer con un grupo de más o menos su misma edad, cerca de los 30, de cabellos negros y lisos y su traje dos piezas color gris. Las joyas abundantes llamaban notoriamente la atención. Kagome la miró con sorpresa, luego la imagen de ella junto a Inuyasha en la cama le dolió tanto que sintió como los ojos se cristalizaban. Pero no sólo eso, sus manos se crisparon de furia y rabia. Mordió sus labios y se irguió tensamente en su puesto. La actitud de la muchacha llamó notoriamente la atención de su acompañante, que extrañado, frunció el ceño dirigiendo su mirada hasta donde ella los dirigía. Y allí la vio. La mujer que destruyó la vida de Kagome.
.No te hagas esto, Kagome.
La chica escuchó su voz profunda, despertó de mutismo y lo miró asustada, dejando relajar sus músculos, tomó la copa nerviosamente y bebió otro pequeño sorbo de vino.
.Lo sé. No tienes que decirlo.
.Ella no es mejor que tú, todo lo contrario.
Kagome asintió ante sus palabras, pero no pudo evitar sentirse con tanta pena y tristeza... ¿cómo Inuyasha pudo haberla engañado con ella¿Precisamente con ella?... y en su mente volvía preguntarse lo que infinidad de veces se repetía, cuando estaba sola, cuando la nostalgia hacía presa de su ser, cuando en las noches su desvelo por él era aterrador¿porqué ella¿Porqué?
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Bajó del auto, él tomó su mano para ayudarla a salir. Kagome lo miró con detenimiento, la cara de él estaba tan cerca de la suya, se había inclinado tanto para estar a su altura. Ella se apartó un poco, Sesshoumaru lo entendió. Claro, sabía que en una primera cita ella jamás le respondería con un beso, que era lo que esperaba.
.Gracias- Murmuró Kagome soltando su mano pero que él retuvo y ella lo miró asombrada.
.Perdona si te hice pasar un mal rato... Tokio suele ser demasiado pequeño cuando quieres evitar a alguien.
Ella asintió, lo entendía bien, perfectamente bien... dos encuentros no deseados en un día no era algo realmente grato... menos el último... aquella mujer le daba náuseas y la comida quedó allí, sin tocar.
.No te preocupes.
Intentó soltar su mano nuevamente, él al fin la soltó. Pero su mano se alzó hasta sus negros cabellos y los acarició con lentitud. No podía evitarlo, ella estaba tan cerca pero a la vez tan lejana, quería demostrarle que la amaba, de verdad. Ella al fin se alejó de él, con rapidez, no fuera que estuviera alimentándole esperanzas pero... ¿Acaso ella jamás pensaría en rehacer su vida?. Demasiado pronto para hacerse esa pregunta... a apenas un mes del rompimiento... pero ya de antes estaban separados... y además... seguramente, Inuyasha estaba con "esa mujer"... ¿debería darle esperanzas a Sesshoumaru?. La reja de entrada se abrió y Kagome entró, al voltear lo miró, él aún seguía allí, mirándola, con el semblante serio y enamorado. La muchacha tragó saliva con dolor. ¿Porqué tenía que ser así?
Otros ojos dorados, brillosos por las lágrimas que intentaba retener, miraban tras gafas oscuras a pesar de las sombras de la noche la escena, dentro de su auto. Su corazón se encogió al verlos allí, tan juntos y la actitud de Sesshoumaru tan... aquel maldito la estaba cortejando... y ella... ella parecía dejarse... maldición¿Podría competir con la intachable forma de su primo?... o... Tendría que quitársela, quitársela antes de que fuera demasiado tarde.
Continuará...
N/A: A riesgo de sanción, decirles que cada uno de sus reviews son importantes para mi, la opinión de ustedes me da a conocer qué les parece mi trabajo. Gracias por eso. Un beso a mi amado Enzo, (que lea esto es simposible...:-) pero la esperanza es lo último que se pierde¿no? sino... pregúntenle a Inuyasha...)
