Capítulo 17:

Apretó ambas manos en el manubrio mordiendo sus labios y agachando un poco la cabeza, tenía deseos enormes de llorar y gritar, porque el dolor era tan grande, sólo imaginarla lejos, con otro, lo mataría... ¿porqué maldita sea tenía que ser así! El verla en aquel café, por casualidad, había despertado de alguna manera su anhelo por ella. Antes, veía imposible una reconciliación, ahora, aún lo sentía así, pero no se daría por vencido, nunca. El frío de la noche se hacía presente, inclemente allá afuera. Levantó el rostro dirigiendo su mirada hasta las ventanas de aquel cuarto, con la luz tenue anaranjada. Seguramente estaba preparándose para dormir... la piel se erizó, sus manos se crisparon más, deseaba sentirla una vez más... no, definitivamente no dejaría que se le escapase, no veía su vida sin Kagome.

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Bebía el café, como siempre ahora, sola en aquella larga mesa de la sala. El teléfono sonó rompiendo el silencio del lugar y fue atendido enseguida por la sirvienta. Kagome comió casi por inercia, no tenía mucho apetito últimamente. Yuca se acercó hasta ella y la miró sin atreverse a hablar, esperó unos segundos y al fin se atrevió.

.Señorita... es el señor Inuyasha...

Kagome dejó de comer de inmediato y sintió que le dolía el pecho al escuchar ese nombre, miró con los ojos muy abiertos a la sirvienta.

- ¿Qu... qué?- Preguntó incrédula, sin creer lo que estaba escuchando.

.Es él señorita... anoche también preguntó por usted.- Murmuró. Estiró el auricular para que ella contestara pero Kagome lo miró dudando. ¿Inuyasha? Movió la cabeza arreglándose el cabello nerviosamente, mientras intentaba darle un sorbo a su café, aparentando no darle importancia al asunto.

.Dile que no estoy.

.Esta bien.

La vio alejarse colocándose el auricular junto al oído y cuando estuvo lo suficientemente lejos de ella habló excusándose, que Kagome no se encontraba. Inuyasha asintió sabiendo de sobra la verdad, era más que obvio, ella estaba pero no le dirigiría la palabra. Bien claro lo había dejado la última vez, en su oficina.

Kagome dejó el desayuno definitivamente. El día no había comenzado como ansiaba, últimamente nada funcionaba. Tal vez sería buena idea comenzar a actuar diferente. ¿Quién se creía Inuyasha¿Acaso estaba seguro que aún lo amaba¿Qué intentaba?. ¿Qué lo perdonara?.

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.Los empresarios han sido informados del nuevo cambio de gabinete para dentro de este mes.- Dijo Sesshoumaru, leyendo una hoja de papel y caminado frente a ella, que estaba afirmada, de brazos cruzados, al borde de su moderno escritorio.

.¿Qué tienen que ver los empresarios con el nuevo gabinete?

.Influencias, al fin y al cabo, quien sustenta al país somos nosotros y el gobierno desea quedar bien con nuestra gente.

Kagome movió la cabeza negativamente. Todo se reducía a eso, como siempre, conveniencias económicas. Se irguió y caminó hasta el ventanal su mirada se perdió en unos instantes, el silencio en la habitación se hizo, lo sabía Sesshoumaru, ella estaba pensando en Inuyasha.

.Hay una velada en el club ecuestre, estamos todos invitados... el primer ministro vendrá también y creo que también el emperador y su alteza.

.No iré.- Respondió cortante.

Sesshoumaru la miró con detenimiento. Nunca la había visto tan rencorosa, tan dolida, pero sus razones eran totalmente entendibles.

.Lo entiendo pero... eres la presidenta del comité...

.¿Y eso qué?- Preguntó altiva, dándose la vuelta. Sesshoumaru se extrañó más aún de su impulsiva respuesta. Los ojos de Kagome brillaban con fulgor, tenía el corazón demasiado herido y la rabia era visible en ellos.

.No te pongas así... - Respondió el hombre conciliatoriamente. Kagome lo miró con ojos penetrantes.- dijiste que sobrevivirías... tú eres fuerte, lo sé...

Intentó seguir dándole ánimos pero sus palabras fueron interrumpidas por el sonido corto y exasperante del teléfono. La llamada de la secretaria de Kagome. Ella atendió el teléfono despreocupadamente, pasando un mechón de sus cabellos por la oreja.

.¿Sí?

.Tiene una llamada señorita.

.¿De quien?

.No lo sé.

.Pásala.

La secretaria cortó y ella extrañada, preguntó.

.¿Sí?- Un silencio fue todo lo que a través del auricular pudo escuchar. Arrugó el ceño extrañada.- ¿quién habla? – La respiración algo fuerte al otro lado de la línea la hizo sospechar de quien se trataba. Recordó de inmediato la inesperada llamada de la mañana y luego, cuando Sesshoumaru la miró con ojos interrogantes al ver que ella afirmaba una mano en el escritorio para no desfallecer, escuchó al fin, después de tanto tiempo, las voz varonil ronca que la llamaba.

.Kagome...

Ella apretó el auricular en su mano fuertemente¿Era él?. Se preguntó incrédula. Su corazón comenzó una loca carrera que llegó a doler el pecho.

.Kagome...

Incapaz de responder, y él incapaz de pronunciar otra palabra, ambos se quedaron así, de una manera tan tortuosa como anhelante. Kagome al fin reaccionó, mordiendo sus labios de rabia¿qué demonios quería Inuyasha?. ¿No dejarla vivir en paz¿martirizarla?. Cortó de golpe el teléfono y éste casi se hizo trizas. Sesshoumaru la miró con los ojos muy abiertos, levantando las cejas interrogativo y ella, respirando fuertemente, su pecho subía y bajaba, descolocada, enojada, roja de rabia. Volteó tapándose la boca con una mano, intentando no llorar. No, no se dejaría abatir ahora, no por él. Reclinó la cabeza, los cabellos azabache cayeron a su alrededor.

.Estoy bien.- Dijo al fin, tomando aire a bocanadas y recuperando la compostura, adelantándose a lo que él iba a preguntar. Sesshoumaru permaneció en silencio, mirándola, sabiendo en su interior que aquella llamada era de él, de Inuyasha, y que Kagome... aún lo amaba.

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Kikyo tomó el auricular en sus manos, sentada al borde de la lujosa cama en su suite de aquel exclusivo hotel. Mientras esperaba, repasaba en su mente una y otra vez las pocas ocasiones en que podía acercarse a Inuyasha. Desde aquella vez, luego de la noche de sexo que habían tenido, el abogado la había evitado hasta el punto de no hablarle. Pero ella en aquella oportunidad ya se lo había dejado en claro: "Lo hecho, hecho está". Y aunque él no quisiera, ya tendría la oportunidad de volver a mezclar la "dopamina" con un trago de licor. Ella, Kikyo, no lo dejaría escapar, nunca y menos ahora, que se aprestaba a ser un ministro de Estado.

.¿Qué es lo que te sucede, Kikyo?- Preguntó una voz algo enronquecida, al otro lado de la línea. Ella miró la manicure de sus uñas distraídamente.

.¿Cómo sabías que era yo?

.Me lo imaginé... luego que supe que Aska había muerte "sospechosamente".- Rió burlón.

.Vaya, te enteras de todo.- Murmuró la mujer coquetamente. Lo escuchó reír y ella sonrió.- así que imagino, que sabes, que ya me enteré de tus tratos previos con Aska.

.Aska fue mi sirvienta, ella estaba encargada de vigilar a Inuyasha... no sabía que también trabajaba para ti...

.Sí, bueno... no hizo todo lo que le encomendé y supongo que a ti tampoco te obedeció. ¿no?

.Supongo que no... Inuyasha aún esta con vida... - Respondió el hombre. Kikyo sonrió más ampliamente. Afortunadamente esa asistente de cuarta se había enamorado de Inuyasha y no había hecho caso a las ordenes de Naraku, para asesinarlo. Eso era favorable para ella, porque deseaba ahora más que nunca vivo al joven abogado.

.Tranquilo, querido Naraku... sé que Aska hizo un buen trabajo... no lo que planeamos... pero es favorable para nosotros... de alguna manera, igual los verás sufrir...

Continuará...