Capítulo 18:

Ese maldito Sesshoumaru la escoltaba ahora a todas partes¿porqué¿Acaso pretendía ser su dueño?. Apretó más sus manos en el manubrio mirando a través de sus gafas oscuras la escena. Ella salía otra vez de la limosina de su primo, él muy amable la ayudaba tendiéndole una mano, la cara que Sesshoumaru tenía, pasando de pronto inconscientemente la lengua por sus labios, tal vez el muy cretino deseaba un beso...

.Maldito infeliz!- Masculló rabioso mientras le daba un duro golpe con su mano derecha al manubrio. Siguió con sus doradas orbes a la chica, que caminaba rápidamente hasta la reja de entrada, y el otro mirándola hasta que ella entró a la mansión. Sesshoumaru se quedó unos segundos allí, luego, para su sorpresa, lo miró directamente, él que creía haber estado bien camuflado en la hilera de autos de la calle. Inuyasha torció la boca, muy astuto el maldito, ahora se acercaba hasta él a paso rápido. El joven abogado levantó el vidrio de su ventana.

.Lo sabía.- Dijo Sesshoumaru parándose frente a la ventana pero en ningún momento inclinándose para estar a la altura del rostro de su primo. Inuyasha exasperado, abrió finalmente la puerta de su auto y salió, tirando las gafas al asiento y posándose delante de él. Ambos se miraron con rencor y odio.

.¿Sabías qué?- Preguntó Inuyasha con seriedad con ambas manos en los bolsillos de su pantalón de tela negra, balanceándose casi en sus talones.

.Sabía que tendrías el descaro para acosarla.- Dijo Sesshoumaru con altivez. Inuyasha torció la boca de desprecio, levantando una ceja, dejando que la brisa de la noche meciera sus negros cabellos al viento.

.Eso es asunto nuestro, tú sólo estas aprovechando la situación, como siempre.

.Yo no me aprovecho de nada. Fuiste tú quien la engañó y ahora quieres su perdón... ¿crees que ella lo hará?- Respondió burlonamente, cruzándose de brazos y dando una pequeña sonrisa- te detesta, Inuyasha y no hay nada que puedas hacer ya.

.Cállate!- Respondió abruptamente, dejando su aparente aire relajado e irguiéndose hasta quedar tan alto como su primo. - ¿crees que no lo sé? Y tu... pareces un animal esperando la ocasión para atacar!

.Ella es libre ahora, puedo hacer lo que se me antoje. Al menos, yo tengo más esperanzas que tú.

Se giró altivo caminando hasta su limosina. Inuyasha lo miró con rencor pero era cierto lo qué él decía, al menos Sesshoumaru, con su intachable reputación, tenía más esperanzas que él mismo... pero no se daría por vencido, no!. Vio la limosina alejarse calle abajo y luego sus ojos dorados miraron con nostalgia la mansión, tragando saliva con dolor y sintiendo que la respiración se entrecortaba. Caminó no supo cómo hasta la reja, para su extrañeza esta contaba ahora con un citófono. Torció la boca exasperado¿acaso Kagome se encerraría en aquella fortaleza hasta ese punto?. Apretó el botón de llamada y entonces, en unos segundos escuchó la voz inconfundible de la sirvienta.

.¿Si¿A quién busca?

.Yuca, soy yo, Inuyasha, necesito hablar con Kagome.- Intentó que sus palabras sonaran serenas y pausadas. Escuchó un breve silencio, luego volvió a hablar la muchacha.

.Espere señor... veré si puede atenderle.

Unos instantes que se esperó nervioso en extremo, mirando de vez en cuando a los ventanales frontales de la mansión, el viento de la noche soplaba y mecía los árboles de cerezos del amplio jardín.

.Ella no quiere atenderlo, señor.

La voz de la sirvienta rompió el silencio, desgarrando su corazón con aquellas palabras.

.Pero... esta bien... - Murmuró entendiendo la situación. Era ingenuo de su parte creer que ella lo atendería. Miró hacia los ventanales, esperando de alguna manera que ella en esos momentos lo estuviera viendo. Tan sólo quería pedirle perdón por todo los errores que había cometido pero... el daño era tan grande y el rencor más fuerte aún.

Kagome lo miró a través de las cortinas del cuarto en penumbras. Con su corazón latiendo como loco, verlo allí, con su cara de tristeza y mirando justo en la misma dirección donde ella se encontraba, como si supera que estaba precisamente allí. Se volteó con amargura a su habitación, esperando olvidarse de todo, por ahora, y que Inuyasha dejara de jugar, que la dejara tranquila.

No se movió de su asiento hasta que las luces de toda la mansión se apagaron paulatinamente. Los ladridos de los perros en la penumbra de la noche rompían aquel estremecedor silencio, irrumpiendo tal vez el sueño de los habitantes del lugar. Bajó del auto sacándose primero la chaqueta de su traje que tiró al asiento trasero y aflojando la corbata caminó a paso presuroso hasta la reja nuevamente, sacando un pequeño llavero de su pantalón y buscando una llave que no podía distinguir, hasta que finalmente encontró. La introdujo en la cerradura, moviéndola de un lado a otro y maldiciéndose de vez en cuando al darse cuenta que ésta giraba en vano. Finalmente escuchó un pequeño sonido, del seguro, y sus ojos brillaron de manera triunfal. Abrió la puerta de hierro forjado con sumo cuidado, maldiciendo nuevamente porque ésta rechinaba fuertemente. Los perros ladraron poniendo más tensa la situación. Miró hacia la mansión, allá todo estaba en calma, en penumbras. Kagome no debería vivir sola en aquella casa. Gruñó asustado, al darse cuenta lo fácil que era entrar en ella. Caminó presuroso por el jardín y rodeó la casa hasta llegar a la puerta de la cocina, en el patio trasero. Nuevamente sacó una llave del fajo que tenía, sabía que entrar por la cocina le resultaría más fácil, puesto que esta constaba solamente de un seguro y la puerta principal de varios.

Ella dormía como un ángel, su respiración suave y pausada. La miró con detenimiento. Acostada de costado, sus cabellos negros caían desordenadamente en la cabecera y por el borde de la cama. Su camisola de satén color marfil parecía tan suave como su propia piel de porcelana. Un brazo se encontraba bajo su cabeza, y el otro caía a orillas de la cama, relajadamente. Se puso en cuclillas, aspirando el aroma de su cara, el dulce aroma que estaba impregnado en la habitación femenina y que era más intenso en su piel. Acercó su nariz hasta su brazo, cerrando los ojos y recordando con nostalgia las veces en que le fue permitido tocar con descaro aquella piel. Acercó sus labios, de manera incontrolable hasta esa extremidad que caía despreocupadamente a orillas de la cama, los posó en ellos al fin, sintiéndolo helado al tacto. Kagome entreabrió los ojos y al darse cuenta que no estaba sola en la habitación intentó gritar. Inuyasha se apartó y se irguió lentamente. Ella, asustada, cubriendo su pecho con partes de las sábanas, miró aterrada la figura, hasta que poco a poco, la luz de la luna llena le fue develando, que quien estaba frente a ella, mirándola de forma perturbadora, era él. Inuyasha.

.Inuyasha... - Murmuró sin creer que lo estaba viendo. Él sonrió un poco con dolor.

.Siento interrumpir tu sueño... pero necesitaba verte.

Ella lo miraba extrañada, sin poder creer lo que estaba viendo. Su corazón latía tan fuerte que le dolía. Respiró hondamente y se sentó en la cama intentando parecer calmada.

.Estas no son horas... además... tú y yo ya no tenemos nada de qué hablar.- Al decir aquellas palabras que resultaron tan duras, no lo miró directamente. Inuyasha sonrió un poco.

.Si me lo dices mirándome a la cara... entonces te creeré.

Kagome tragó saliva fuertemente¿pero quién se creía¿Que aún estaba loca por él?. Bueno si lo estaba, pero ese tonto amor había sido también su perdición. Lo miró al fin con rabia pero no fue capaz de decir nada.

.Sé que lo que sucedió... no tiene perdón.

.¿Lo que pasó?- Interrumpió Kagome llena de rabia- ¿te refieres a cuando le hiciste el amor a Kikyo¿A cuando me engañaste? Porque tú sí lo hiciste, no yo!

Él la miró con detenimiento, mirando sus ojos, intentando de alguna forma buscar algún indicio de amor en ellos.

.¿Qué puedo hacer... para que me perdones?

La pregunta al fin estaba formulada. Kagome lo miró asombrada, no podía creer lo que estaba escuchando.

.¿Qué dices?- Murmuró apenas, él se acercó hasta ella que aún permanecía sentada en la cama.

.Dímelo.- Dijo sentándose a su lado, acercando su cara a la de ella, que lo miró atónita.

.Tú estas loco- Dijo al fin la chica intentando alejarse de él pero el joven fue más rápido que ella y se lo impidió sujetando ambos brazos fuertemente. Ella resopló asustada, mirándolo turbada.- ¿Qué haces? Suéltame.

.Estoy loco y siempre lo he estado!. ¿Ahora te asombras? Desde que te conocí estoy loco por ti.

Ella intentó soltarse, estaba disgustada e intentaba evitar mirarlo, él acercando su cara cada vez más hasta la suya.

.Suéltame!

.No!.

Kagome se movió disgustada y con fuerza pero él era mucho más fuerte. Cayó de espaldas en la cama y él se posó encima suyo.

.Suéltame!- Le gritó enojada pero la cara del abogado estaba muy seria. Tenerla bajo su cuerpo con poca ropa estaba despertando sus instintos y deseos tan anhelados, por ella. Kagome se movió intentado zafarse de su agarre pero era inútil, su cuerpo pesado y varonil la tenía completamente bajo su merced. Lo miró al fin mordiendo sus labios y sintiendo que la sangre bombeaba con fuerza en su cabeza.- eres un mald...

Los labios de Inuyasha se posaron sobre los suyos antes de terminar el insulto. Kagome movió la cara intentando desviar sus besos, pero Inuyasha soltó una de sus manos y con la mano libre ahora le tomó la cara con fuerza y la besó adentrándose en su boca con una pasión desbordada, sin límites, añorantes, saboreando sus labios que a cada instante querían ser esquivados, Introdujo su lengua recorriendo su boca que extrañaba en demasía. Kagome finalmente se quedó quieta y respondió a sus besos sin pensar en nada, saliendo al encuentro de su lengua con la suya provocando escalofríos en su cuerpo y un respirar entrecortado. Inclinó una de sus piernas cuando él se movió acomodándose sobre ella, finalmente soltó su otra mano y ella se abrazó a su cuello. Inuyasha besaba una y otra vez a la chica que respondía de igual manera a él, hasta sentir que ahora pasaba una de sus manos por su pierna desnuda, recorriéndola entera, subiendo lentamente la camisola de satén hasta llegar a su muslo. La imagen de él junto a Kikyo se posó en su cerebro y Kagome abrió los ojos con sorpresa, reprochándose por dejarse llevar, ahora que sus manos se encontraban libres las posó sobre su pecho alejándose de él y ladeando finalmente la cara, sintiendo repugnancia de sólo pensar que aquellos labios que la besaban estaba aún con el sabor de los besos de la otra.

.Suéltame!- Gritó enojada y a punto de llorar. Inuyasha se incorporó un poco mirándola con dolor.- déjame, sal de aquí!

.Sé que aún me amas, hoy me lo has demostrado.- Respondió. Ella se movió con fuerza hasta salir de su prisión. Se puso de pie al lado de la cama y el hombre hizo lo mismo. Ella se pasó el dorso de su mano por la boca, un gesto para demostrarle que deseaba limpiarse de sus besos.

.Cómo amarte si sólo me recuerdas que has estado con ella! Siento asco, asco... - Respondió llorosa y se fue hasta el baño, cerrando la puerta con seguro. – Fuera, Vete con ella! Déjame en paz, Déjame sola!

Él se acercó hasta la puerta apoyando su frente en ella. Por unos segundos había sentido la victoria, ahora todo se desmoronaba. ¿Cómo hacerle olvidar todo el engaño¿Cómo?.

Continuará...