Capítulo 22: "Olvidando el orgullo"

Kagome no fue capaz de pronunciar palabra, aún no era capaz de pensar en nada, salvo en el cansancio y disfrutar de lo que quedaba del placer que había tenido momentos antes al lado de Inuyasha. Él siguió besando los costados de su cara, mientras ella recuperaba la respiración y la calma, cerrando los ojos poco a poco de cansancio.

-Llévame a casa.- Dijo de pronto, en un murmullo. Inuyasha detuvo en seco sus caricias e intentó mirarla¿acaso todo lo que habían tenido no significaba nada?. Kagome tomó las manos de él que aún estaban pegadas en su vientre y se separó al fin, sin mirarlo comenzó a buscar la ropa perdida y vestirse rápidamente. Inuyasha hizo lo mismo y luego sin decir más pasó al asiento de adelante, mirando a Kagome como se encontraba con el rostro totalmente diferente a cuando iniciaron el trayecto. La incomodidad y antipatía e incluso su frialdad ya no eran visibles en ella. Todo lo contrario, sus mejillas enrojecidas aún y su mirada perdida que se clavaba observando a través de la ventanilla el paisaje. Lo ignoró por completo, se podría decir. ¿Ahora qué¿había sido todo?. Apretó fuertemente ambas manos sobre el manubrio sin decir una sola palabra también. Este juego no le gustaba, a veces creía que al fin podría obtener su perdón y en otras como ahora, simplemente aquel anhelado deseo se alejaba definitivamente de él. Pero no lo aceptaría, aunque fuese en el peor de los casos, ya estaba acostumbrado a los retos imposibles, su misma naturaleza era así, no dejarse vencer por nada, ni por nadie, por esa razón había elegido la profesión de abogado.

Redujo la velocidad al ingresar a la calle principal, todo el lugar estaba en absoluto silencio y finalmente se detuvo frente a la mansión. Ella pareció no darse cuenta que habían llegado, hasta que Inuyasha bajó del vehículo y abrió la puerta, tendiéndole la mano. La chica pestañeó repetidas veces y lo miró con confusión.

-Ya estamos en casa.- Murmuró el joven con seriedad, aún con la mano tendida. Kagome lo miró unos segundos, aún sin saber... si debían seguir con la noche de pasión. Asintió levemente bajando la vista aún, y le tendió la mano, la cual el hombre sostuvo con fuerza, sintiendo un golpe eléctrico al sentir nuevamente la piel tersa y cálida contra la suya. Bajó apenas sintiendo aún las piernas temblar, soltándose de él bruscamente cuando ya se encontraba de pie y caminado de manera rápida hasta la entrada, llamando por citófono a la sirvienta que en unos segundos la reja emitió un ruido y se abrió. Inuyasha permaneció de pie junto al automóvil mirando con el corazón casi destrozado como ella escapa de él, maldición, otra vez estaba perdiendo... la estaba perdiendo...

tu orgullo ha construido una muralla, tan fuerte

que no puedo atravesar

¿De verdad no hay oportunidad

para comenzar otra vez?

sigo amándote...

Kagome entró hacia los jardines caminando a paso acelerado, abriendo la puerta y en el momento que la iba a cerrar, la mano de un hombre se lo impidió. Se asustó pero luego esta se abrió de inmediato, dejando ver el rostro de Inuyasha demasiado serio, y con aquella mirada que conocía tan bien... no, él no se detendría ahora, no lo haría, nunca lo hacía...

-Inuyasha...

La tomó en brazos con la mirada aún seria, dejándola totalmente descolocada.

-¿Qué haces¡Inuyasha¡Suéltame!

-Tú me pediste que viniera a tu casa... ahora no te quejes...

Sus palabras demasiado bruscas y serias la hizo callarse de inmediato. Subió con ella a las extensas escaleras hasta llegar a su alcoba. Cuando estuvo en ella la lanzó a la cama como si nada, ella lo miró asustada.

-¿Qué te pasa?- No pudo evitar que si voz sonora atemorizada y angustiada. Lo miró sin siquiera tener las fuerzas suficientes para ponerse de pie y huir pero... ¿quería huir?. Él se desabotonó su camisa blanca, dejando su pecho musculoso al descubierto. Las luces estaban apagadas pero la visibilidad era notoria. Se inclinó hasta la chica, con las rodillas en la cama y de una manera casi felina se acercó hasta ella que lo miró sin decir absolutamente nada, tragando saliva con algo de dificultad, sintiendo que las mejillas se volvían a enrojecer, el deseo de él era tan notorio tal vez como el de ella, que comenzó respira fuertemente, su pecho subía y bajaba con rapidez al verlo aproximarse más y más a ella. Sacó sus zapatos de taco aguja besando los tobillos mientras Kagome, que se encontraba afirmada de los codos sobre la cama, lo miró sin expresión aparente.

Deberías darme una oportunidad

esto no puede ser el fin

aún te sigo amando

aún te sigo amando, necesito tu amor

aún te sigo amando...

Ella recogió suavemente la pierna que él comenzaba a besar, Inuyasha se inclinó para mirarla, ella no dijo nada, siguió con su cometido, acariciando la suavidad de su pierna y subiendo con sus besos algo mojados, sus manos subieron nuevamente la tela del vestido para llegar a su muslo y Kagome se recostó finalmente en la cama sin decir nada, respirando profundamente y tratando de experimentar aquellas sensaciones nuevas... no era que no las sintiera antes, era la manera en que ahora comenzaba Inuyasha, nuevamente, a hacerle el amor... ¿porqué antes nunca fue así¿porqué ahora lo hacía?... Cerró los ojos al sentir que sacaba de manera demasiado fiera su ropa interior, introduciendo su boca en su sexo que lo besó con ahínco. Kagome gimió al instante apretando sus manos en la colcha de la cama y encorvándose un poco, al hacerlo sólo pudo ver la cabellera negra de Inuyasha entre sus piernas, que la estimulaba besándola y acariciándola con la lengua. Kagome volvió a dejar caer la cabeza sobre la cama, sintiendo un golpe de descargas eléctricas en la piel, retorciéndose levemente pero él sujetó con fuerza sus muslos, besándola aún entre sus piernas ya húmedas de excitación, levantando la vista al hacerlo y Kagome haciendo lo mismo, a pesar de lo incómodo que era mantener el rostro sin expresión, eso lo sabía Inuyasha, ella estaba haciéndose otra vez la indiferente. Besó más adentrando su lengua en ella y a Kagome se le escapó un ahogado gemido demasiado placentero, no podía negarlo ni evitarlo, apretó más fuertemente las manos en la colcha, inclinando la cabeza sabiendo que ya estaba perdida, puesto que esa actitud le demostraría que lo estaba disfrutando. Inuyasha sonrió y se levantó al fin sólo para acomodarse hasta ella, tomando con fuerza el rostro de la chica que se encontraba de lado, obligándolo a mirarlo.

-Mírame.

Kagome se quedó quieta, sin enfocar sus ojos en los de él, respirando súbitamente, sintiendo sus manos tan fuerte sobre su rostro, finalmente cedió a su petición. Sus ojos castaños intentaron de alguna manera vislumbrar el alma de su abogado a través de ellos. ¿La amaba en verdad aún?. Inuyasha sonrió un poco, acercándose hasta ella, rozando sus labios tan cálidos sobre los suyos, una y otra vez, solo roces, leves y lentos al principio. Kagome entrecerró nuevamente los ojos dejándose hacer y sintiendo que el agarre sobre su mandíbula se aflojaba. Inuyasha al fin la besó, justo en el momento en que ella comenzaba a desesperarse ante tanta tortura, saboreando de manera casi involuntaria sus propios labios esperando el anhelado beso. En el instante que sintió al fin su boca presionada fuertemente sobre la suya le respondió de igual manera, abrazándose enseguida a su cuello suspirando y saboreando los labios varoniles que se desbordaban sin medida sobre los suyos, mordiendo levemente y luego besándolos otra vez una manera nueva¿porqué antes no fue así¿Porqué estaba conociendo maneras diferentes del amor¿de su amor?.

-Inu... yasha... – Como un estertor suave y desesperado se le escapó de sus labios, no dándose cuenta que momentos antes se había autoimpuesto no pronunciar su nombre, pero eso ahora parecía al olvido, sólo tuvo que decirlo para que Inuyasha la besara como loco, haciéndola rodar por la cama, acariciando su cuerpo, separándose luego de sus labios para seguir con su cuello y su pecho, quitando el vestido con fuerza que este se rasgó de los tirantes superiores, los que sujetaban de sus hombros. Ver la desnudez pálida de su cuerpo a la luz de los tenues rayos de la luna que se colaban caprichosamente a través de las cortinas de la alcoba, sintió un nudo en la garganta. Ese cuerpo estaba hecho para él, tocado sólo por él, casi crecido de una manera alarmante bajos sus propias manos. El busto abundante y la cintura estrecha, sus caderas anchas y las piernas que parecían no acabar, era el cuerpo de una mujer... ¿porqué antes no lo vio?.

-Creo que... no me di cuenta... que eras ya una mujer... ese fue mi... otro error...

La chica inclinó la cabeza y comenzó a besarlo en la garganta, fuertes y desesperados besos justo en su manzana de adán, aferrando sus manos a su espalda ahora, tan ancha y musculosa, permitiendo que sus dedos desviaran de vez en cuando su camino para palpar cada músculo sobresaliente, excitándola aún más, rozándose y arqueándose tan fuerte hasta él que el hombre sólo pudo morder sus labios con fuerza al sentir como rozaba su miembro con su sexo, queriendo de una vez por todas otra ansiada unión.

-¿Me... amas... aún?- Las palabras de Inuyasha fueron dichas casi en tono de súplica, Kagome pareció no irle, aún seguía besando su cuello y de pronto, cuando él hizo un ademán más fuerte rozándose contra ella, la chica en un lapso de instinto casi salvaje mordió con fuerza su hombro, escuchando como él gruñía junto a su oído, sintiendo el aliento caliente sobre su oreja, mientras la piel se erizaba de escalofrío.- arrrggg...

-¿Te... duele?- Le preguntó ella haciéndose la sorprendida.

-No... me excita...

Se desabrochó con rapidez los pantalones quitándoselos con destreza, Kagome había caído nuevamente sobre la cama, mirando con ojos llenos de deseos como él se desnudaba, ansiando que lo hiciera pronto. Cuando lo estuvo la miró y vio en sus ojos castaños el brillo que hacía tiempo no percibía, de aquellos ojos que resultaban tan inocentes, que conocía desde la infancia. Se inclinó hasta ella besándola nuevamente y Kagome respondiendo mientras él inclinaba sus piernas hasta más arriba de su cintura y embistiéndola con fuerza. El grito ahogado de la chica cesó al cabo de la segunda embestida ya más suave, acercó sus labios nuevamente a ella saboreando el sabor de sus labios con besos que él mismo le enseñó.

-¿Me... amas?- Volvió a preguntar con la voz ahogada – necesito... saberlo... Kagome...

Ella se arqueó más sintiendo que él lograba entrar ya más en ella. La angustia de su silencio no impidió que con ello se fuera su excitación, la acomodó más bajo su cuerpo, con fuerza haciendo que ella inclinara más la cabeza jadeando débilmente.

-Dilo... tan sólo... dilo...

-Siii... si te amo... te amo...

Sintió como se derramaba dentro de ella, cayendo entre su pecho, respirando aún ahogadamente esperando recuperar las fuerzas perdidas. El sollozo de Kagome lo hizo de inmediato levantar el rostro aún unido a ella. La chica volteó la cara y sus lagrimas resbalaron por sus mejillas.

-Te amo... - Murmuró sin mirarlo.

Sintió como el corazón se destrozaba en su pecho, ella lo amaba aún, a pesar de todo lo sucedido. Le tomó la cara y con su otra mano le quitó las lagrimas. Kagome lo miró con infinita tristeza.

-Ya no llores más... - Le dijo con convicción, mirándola con ternura.- podemos comenzar... de nuevo... podemos hacerlo... sé que podremos...

Continuará...