Capítulo 23: "El recuerdo de los Muertos"

Las nubes eran como grandes copos de algodón que pasaban rápidamente por el cielo azul y los ojos de Inuyasha se detuvieron un momento contemplándolas quietamente. Aspiró el aroma inconfundiblemente suave en la habitación volteándose a su izquierda con una pequeña sonrisa, esperando ver entre las sábanas, a su lado, a ella. Pero Kagome no estaba.

Bajó abotonando los botones de su camisa en las mangas y se detuvo en seco cuando vio a la sirvienta limpiando los muebles.

-Yuca.

La joven volteó y lo miró algo sorprendida. No era que no supiera que él estaba en la mansión, es que era siempre raro el que se quedara allí, se suponía que la casa sólo servía las veces en que la señorita estudiaba.

-Señor.- Se inclinó levemente en señal de respeto mientras el joven hombre se acercaba hasta ella mirando a su alrededor.

-Kagome¿dónde esta?

-Ella salió muy temprano señor.- Respondió mientras pasaba el paño de limpieza sobre uno de los tantos muebles.

-¿Salir? Pero... hoy es domingo... - Murmuró Inuyasha. La chica se quedó quieta sin decir nada, luego volteó mirándolo como si lo tuviera algo que decir pero no estaba segura de hacerlo. Ese era su problema y lo sabía, ser poco discreta... tal vez era porque el estar tanto tiempo en aquella inmensa casa sin hablar con nadie la había convertido así. O tal vez siempre fue así.

-Bueno... - Murmuró, intentando mirarlo e inspeccionando la cara del abogado, ya sabía ella que era un "poco" impulsivo...

-¿Si?- Murmuró el joven levantando ambas cejas con las manos en los bolsillos de su pantalón de tela negra.

-Recibió una llamada... creo que la persona que la llamó necesitaba urgente hablar con ella.

-Ah¿si?- Preguntó Inuyasha sacándose las manos de los bolsillos e intentando controlar su nerviosismo.- y... ¿Sabes quien era?- Preguntó dubitativamente. La joven sonrió a medias.

-Era el joven... Sesshoumaru.

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Kagome pasó sus dedos por el costado de sus cabellos intentado alisarlo pero eso era inútil, aquellas ondulaciones traviesas volvían a aparecer. Se acomodó en la silla tratando de no recordar la noche que había tenido puesto que sabía que se delataría en pleno con el nerviosismo que aquella situación pendiente le causaba. Sus ojos se alzaron al fin mirando ansiosa al hombre de alta estatura que vestía un abrigo muy oscuro y que luego de voltear para cerrar la puerta, la miró con una tristeza.

-Siento que tengas que venir aquí en un día como hoy, pero no encontré otro lugar mas apropiado. Y siento también no haber aparecido en la fiesta de anoche.

Kagome se puso de pie y fue a su encuentro.

-No Sesshoumaru, no te disculpes por eso... ahora dime¿qué fue lo que pasó?

El hombre la miró con detenimiento. Aquella tristeza de los últimos días ya no era tan notaria en el rostro de la muchacha. Al contrario, su cara lucía relajada y su voz retomaba lo suave¿acaso había sucedo algo y él no lo sabía?. ¿Había sucedido algo en aquella fiesta?... ¿habrá tenido que ver en algo Inuyasha?. Apretó los puños con fuerza sintiendo una sensación de celos inevitable. De pronto en su mente vio los ojos siempre alegres de alguien que él conocía hacía tanto tiempo... alguien que él... que lo estaba preocupando.

-Anoche recibí una llamada de... mi ex asistente¿la recuerdas? Rin...

Kagome asintió rápidamente mirándolo preocupada.

-Esta pasando por un... mal momento...

-¿Le sucedió algo?- Preguntó la chica con preocupación, mirándolo intensamente. El hombre esquivó su mirada, aquello aunque fuera sin intenciones de la chica lo ponía nervioso, más aún. Comenzó a caminar con lentitud alrededor del escritorio de la chica, hablaba pausado pero era notoria su angustia y preocupación.

-Ella esta bien... pero... sus padres y su hermano... fallecieron todos... en un accidente aéreo.

-¿Qué!- Kagome se tapó la boca con una mano mirando incrédula al hombre. Conocía a la familia de Rin. En el tiempo que compartieron juntas allá en Inglaterra se dio cuenta del lazo tan estrecho y arraigado que la chica tenía con los de su sangre... cuantas veces deseó ella misma haber tenido una familia así... y ahora... Rin... – No puede ser... - Dijo al fin, acercado un mano al librero cercano, sentía de pronto un mareo terrible y las piernas tambalearon. Alzó la vista a Sesshoumaru mientras sentía que el corazón casi le salía del pecho. El hombre al fin al miró.

-Me llamó angustiada... y no tiene a nadie más... debo ir... debo volver... a Inglaterra...

La chica respiró profundamente intentando recuperarse del todo. Se irguió aparentando normalidad y lo miró con seriedad.

-No dudes en ir. Ella te necesita... siempre te ha necesitado, lo sabes.

Sesshoumaru tragó saliva con dolor. Claro que lo sabía, ahora recordaba como un año atrás su asistente lo dejaba aún con palabras de esperanza en sus labios " siempre te amaré". Anoche, después de su llamada, un sentimiento de culpa y tristeza no lo había dejado dormir. Llamó de vuelta a la joven, la reconfortó con palabras jamas salidas de su boca, pero que Rin las conocía. Kagome lo sabía. La apariencia fría de Sesshoumaru era sólo su halo protector... muy pocas personas lo conocían tan bien... o a muy pocas él le demostraba su verdadera naturaleza... en su interior, era un alma hecha sólo de fuego... como Inuyasha. Kagome ladeó la cabeza al recordar a quien había dejado en su cama, sintiendo una nueva punción en el estómago. Con él había una conversación pendiente.

-Lo sé- Dijo al fin el hombre caminando hasta ella, de pronto la tomó por los hombros y sin un previo aviso se inclinó para posar sus labios húmedos sobre los suyos, un leve beso, rápido y a la vez lleno de sentimiento. Kagome no reaccionó, aquello la había tomado demasiado por sorpresa. Le sonrió al rostro que lo miraba con estupefacción.- tengo el leve presentimiento... que cuando vuelva... ya no estarás sola... - Volteó sin más para salir finalmente de la habitación. Kagome lo miró en silencio, sentía pena por su ausencia... pero era mejor así... Rin lo necesitaba... y lo más probable... es que él tampoco estaría solo.

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Caminó con paso acelerado hasta los estacionamientos ubicados en el subterráneo de la oficina del comité. Como era un día domingo, sólo su auto era el único estacionado en aquel oscuro y solitario lugar. Una sensación extraña y un miedo inusual la invadió. Miró hacia atrás, asustada, pero no había nadie más, salvo ella. Sus zapatos de tacón sonaban sonoramente a través del lugar y sentía que estaba siendo observada. Respiró profundamente cuando llegó hasta su auto, abrió la puerta y de inmediato entró en el para asegurarla con el seguro. Sintió como el corazón latía con fuerza, se llevó ambas manos para apaciguarlo, pero reprochándose a si misma por dejarse influenciar, aquellos miedos ya no tenían sentido ahora¿porqué se dejaba llevar tan fácilmente por sus emociones?. Al fin hizo andar el vehículo que recorrió de forma tranquila las solitarias calles de la ciudad. El sol brillaba de vez en cuando a través de las nubes blancas y la brisa apenas era notoria. Comenzó tocar con sus dedos el volante. Estaba nerviosa. Intentó desviar sus medios pensando en lo que Sesshoumaru le había contado a cerca de la familia de Rin. Que terrible desgracia, pobre Rin. Elevó una pequeña plegaria por las almas de aquellas personas que fallecieron de tal espantosa forma, pero el recuerdo de aquellas personas la hizo recordar a una joven, a alguien que ni siquiera alcanzó a conocer, muerta en extrañas circunstancias.

-Aska.- Murmuró. Qué dolor sintió la vez que supo de su destino trágico. Pobre chica, tan joven y haber fallecido así. Desvió el automóvil con dirección al cementerio general. No tenía idea en cual de los cementerios descansaba sus restos, pero la buscaría.

Las flores que llevaba en su mano eran campanas blancas que había comprado a una de las tantas floristas que tenían sus negocios fuera de lugar. Luego de preguntar en la administración del cementerio por Aska Moshino, aquellos le habían confirmado que estaba en sus registros. Que suerte había tenido, el primer lugar que había visitado resultaba ser el acertado. El cementerio general.

El sol de media tarde brilló con sus débiles rayos aquellos sombríos lugares. Kagome miró a su alrededor. Hacía tiempo que no visitaba un lugar así... los restos de sus padres reposaban en uno de aquellos exclusivos lugares, las pocas veces que fue con su madrastra, Lady Kagura, de los que casi nada recodaba. Enfiló sus pasos hasta un alejado pasillo sintiendo otra vez un escalofriante presentimiento. Miró hacia atras pero nuevamente todo parecía tranquilo. Ah¿qué le estaba pasando¿se estaba volviendo paranoica?. Retomó de nuevo su caminar apretando involuntariamente el ramillete de florecillas en su mano. A medida que se iba acercando hasta el numero que la administración le había dado, se estaba dando cuenta que se acercaba más a una joven que se encontraba sentada tristemente en la tumba. Kagome caminó más lento hasta comprobar que si, que la joven estaba sentada sobre la tumba de Aska. No podía ver su rostro porque ella miraba hacia la cabecera del lugar, en donde Kagome pudo leer el nombre de la que un día fue su asistente.

"Aquí descansa Aska Moshino 1986 – 2005

Siempre te recordaré, querida hermana"

¿Tenía una hermana?. Carraspeó sintiendo un nudo en la garganta, no podía creer que bajo aquella pesada loza de cemento se encontraban los restos de una joven chica. La mujer se volteó con lentitud, alertada ante la presencia de Kagome. Cuando sus ojos se concentraron en los castaños de Kagome, el ramillete de campanas blancas se soltó de la mano de la chica, cayendo al suelo. Kagome abrió los ojos inmensamente sintiendo otra vez que las piernas le temblaban. Tragó saliva apenas, mientras se daba el valor para preguntar ¿era una visión?. Esto debía tener una explicación.

-As... ¿Aska?- Preguntó con un hilo de voz. La chica se puso de pie al fin y la miró con el rostro sereno. Sonrió luego con lentitud, una sonrisa que a Kagome la hizo sentir extrañamente confortable.

-No... soy Kosho... la hermana gemela de Aska.- Dijo al fin. Kagome luego de unos segundos botó el aire retenido en sus pulmones y la miró con confusión arrugando el ceño pero visiblemente ya más relajada. Se rió internamente por pensar que había tenido una visión del "otro mundo" y estiró su mano, en señal de saludo.

-Perdóname... soy una tonta... lo siento... soy Kagome... Kagome Higurashi.

La otra chica alzó las cejas algo sorprendida y estiró su mano apretando las de Kagome con infinita alegría.

-Oh! Señorita Higurashi... Cuanto gusto... cuanto gusto de conocerla... justo ahora necesitaba hablar con usted... creo que puede ayudarme...

-¿Ayudarte?- Preguntó Kagome intrigada. La muchacha aún retenía su mano entre las suyas, hablaba con fervor y emoción.

-Usted puede ayudarme a descubrir... quien mató a mi hermana...

Continuará...