Capítulo 29: "Desesperada Búsqueda"

Bajó del auto con los puños tan apretados que sus nudillos estaban completamente blancos, caminando a grandes zancadas y cruzando el vasto jardín hasta donde la doncella, Yuca, lo esperaba con la puerta abierta de la mansión.

-Señor... - Murmuró haciendo una pequeña inclinación de respeto frente a él pero Inuyasha ni siquiera la miró, entró a la casa atropelladamente y luego corriendo casi hasta la cocina, comenzó a abrir cajones e inspeccionar los cestos de frutas y verduras. Yuca lo miró aterrada, parecía loco, de pronto la dorada mirada se clavo fieramente en la suya que la hizo temblar del susto.

-Yuca! Dime ¿tú le preparas los alimentos a Kagome?

-Siiii- Murmuró la chica sintiendo que el corazón comenzaba a latir tan fuertemente porque él clavaba sus ojos con instinto asesino. Se acercó más a ella tomándola duramente por el brazo y casi zamarreándola le habló.

-Muéstrame todo lo que le preparas, todo!

Ella lo miró sin entender muy bien pero su mirada y la manera en que actuaba la aterraba completamente, lo mejor era hacerle caso aunque estuviera loco. Él soltó su brazo con demasiada brusquedad y ella tambaleó, en el instante que se vio liberada caminó a tropezones abriendo las alacenas y sacando algo de pan, café, azúcar, todo lo fue dejando sobre la mesa en que ella misma preparaba los alimentos. De pronto se quedó quieta y miró apenas a Inuyasha.

-Qué!- Preguntó enérgico, puesto que el saber que Kagome estaba siendo envenenada todas las sospechas recaían inevitablemente en su doncella, la persona que le preparaba el alimento a diario, por eso no podía confiar en ella, por eso la trataba tan rudamente.

-Es... todo... - Murmuró la joven. Inuyasha arrugó el ceño y volvió a tomarla rudamente del brazo.

-Qué dices! Estas loca o qué! Esto no es nada¿Y la comida¿No se la preparabas tu?

-Ella sólo desayunaba y por las tardes... cuando llegaba del trabajo pedía más café... nunca quiso comer... ¿no ve que estaba tan... delgada? Ella tiene muy poco apetito...

-¿No comía?- Gruñó en una pregunta mirándola desconcertado.

-Decía que... no tenía apetito... - Murmuró apenas.

Inuyasha se mordió los labios con impotencia y luego un pensamiento cruel se posó en su mente, haciéndole rabiar de ira. Kagome estaba enferma y no pidió ayuda!

-Maldición Kagome!- Volteó otra vez soltando a la joven y sacó unas bolsas en donde fue guardando todos los alimentos, estos se los llevaría al médico para que fueran analizados, uno por uno, debía saber la verdad, debía descubrir qué cosa era lo que le había hecho daño. Luego, subió veloz las escaleras hasta llegar a la habitación de la chica, murmurando como un demente qué más podía encontrar. Miró la habitación desde la puerta, preguntándose qué podría ser sospechoso. Caminó hasta llegar a la mesita de noche, ahí estaban las medicinas de suplemento de hierro, para la anemia... las guardó en su chaqueta y luego abrió la cajonera, buscó entre algunos documentos y lápices y allí encontró un pequeño frasco de no más de 5 centímetros de altos, semi trasparente con la mitad de pequeñas pastilla de color blanco. Él las reconoció enseguida.

-Las vitaminas- Murmuró, luego las guardó junto a las otras en su bolsillo.

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-¿Te sientes mejor?- Preguntó Sango a través de su mascarilla antiséptica, mirando con ternura a la joven que estaba postrada en la cama, quieta, con el cabello sin brillo desordenado en la cabecera, los labios resecos y febriles, el rostro tan blanco como la propia ropa de cama, inclusive sus mejillas ya no tenían color. Kagome tenía los ojos casi enrojecidos, las ojeras se marcaban profundamente en sus ojos, aún así, aún en el estado en que se encontraba le sonrió débilmente.

-Sí- Mintió. Desde que había recobrado la conciencia se sentía fatal, el mareo era insoportable y las nauseas la hacía respirar dificultosamente.

-Pues... me alegro- Sonrió Sango no creyendo tampoco en sus palabras. Qué tonta había sido en preguntarle si estaba mejor, si a todas luces ella estaba deteriorándose.

-¿Inuyasha... ¿dónde esta?- Preguntó con un hilo de voz, intentado enfocar sus ojos en la habitación, recorriéndola lentamente con la vista, posándose en una sombra masculina.

-Señorita Higurashi.- Murmuró Miroku acercándose hasta la joven también con una mascarilla cubriendo su nariz y boca. La chica sonrió levemente nuevamente.

-Ya no me digas... señorita...

-¿No?- Preguntó el asistente levantando una ceja. De pronto Sango rió feliz y se acercó más a ella.

-¿Se casaron verdad? Sí, esa es la sortija, sí, lo hicieron!- Tomó la mano con suavidad teniendo cuidado de no desconectar las intravenosas que se colaban por la dermis de su muñeca.

-Sí

-Vaya, vaya.. y no invitaron a la fiesta.- Acotó Miroku también con una pequeña sonrisa, echándose ambas manos a los bolsillos pero alegrándose enormemente por lo que ambos había hecho. Luego no pudo evitar sentirse algo triste. Dio una mirada rápida Sango pero esta no le miró, estaba demasiado emocionada.

-Ah, yo sabía que ustedes lo iban a hacer, lo sabía, siempre lo he dicho, las reconciliaciones son lo mejor en una relación.- Sonrió la joven con toda la fuerza vital de su entusiasmo y juventud. Kagome sólo pudo responder con una sonrisa, se sentía demasiado cansada, sólo quería saber en dónde estaba Inuyasha.

-Inu... yasha...

El joven abogado la miraba con los ojos absortos en ella, Sango y Miroku se pusieron enseguida de pie, era mejor dejarlos solos.

-Kagome... - Susurró a través de la mascarilla, se acercó con lentitud escuchando sólo el sonido de una puerta que se cerraba, ambos ya estaban solos en la habitación, él se sentó en la cama

-Perdóname- Murmuró Kagome sintiendo que las lágrimas se agolpaban a los ojos. Ya sabía en qué estado se encontraba y tenía una leve sospecha de que era por lo mismo que le había sucedido a Inuyasha. Había tomado o comido algo indebido... pero la diferencia radicaba en que ella estaba envenenada y ni siquiera la cara del médico pudo disimular que estaba en riesgo de vida. Él tomó su mano fuertemente, sintiendo la casi gelidez de su cuerpo, sonriéndole aunque su sonrisa no era visible, sus ojos demostraban amor y ternura que la chica supo reconocer de inmediato.

-¿Y porqué?

-Por... estar así... - Murmuró ella.- porque... ni siquiera pudimos tener... una luna de miel... porque tal vez esto... de estar casados... no dure...

Él abrió los ojos inmensamente sintiendo que el corazón se detenía por unos segundos en su pecho, se inclinó, asustado hacia ella, hablando con fervor.

-No digas eso! No lo digas Kagome... esto no es nada, lo sabes... vas a mejorar, ya verás, yo te protegeré.

Kagome sonrió levemente clavando su mirada sobre la suya.

-Mi padre... mi padre... - Desvió su mirada castaña ahora hacia el techo de la habitación, como si estuviera buscando en el fondo de su memoria, recuerdos ya lejanos.- me dijo un día... qué tu eras el chico más testarudo que había conocido... y que... que llegarías muy lejos... porque eras un ambicioso- Inuyasha la miró en silencio, ella prosiguió-... pero me dijo además... que siempre confiara en ti... - Finalizó volviéndolo a mirar con intensidad

Inuyasha esbozó una pequeña sonrisa.

-Me agrada tu padre, se nota que era una persona muy inteligente- Acotó en tono bromista, intentando traer un poco de humor a la chica. Ella respondió con una sonrisa más amplia- la verdad es que... esa vez que quemé tus trenzas... - Kagome rió apenas al recordar el incidente-... mi padre y él me dieron una buena reprimenda... creo que Sesshoumaru al final igual fue con el chisme... entonces tu padre me dijo, que tú eras su pequeña, y que cuando él ya no estuviera, yo iba a tener que cuidarte... - Su voz se tornó suave y tierna, y sus bellos ojos dorados se volvieron casi vidriosos de la emoción, era un secreto que tenía muy guardado, pero ya era hora de decirsélo, al fin y al cabo, las palabras de ese hombre amigo de su padre las recordó aquella vez cuando la encontró con una bomba en su departamento, sola, desamparada, a merced de una madrastra cruel y despiadada. Kagome sollozó ante la revelación y él volvió a la realidad, intentando tranquilizarla depositando un beso que ni siquiera ella pudo sentir por la mascarilla, pero lo sabía, él tomaba todas las precauciones para que nada la dañara, más ahora si su estado era tan débil, el mínimo contacto con algún virus, bacteria o algo parecido ella podría enfermar...y si sistema inmunológico no lo resistiría. Cuando él se inclinó con un nudo en la garganta, ella se sujetó fuertemente de las mangas de su esmoquin, reteniéndolo por unos segundos, solo para susurrar, un "te amo".

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La chica miró a su alrededor con el corazón en la mano, sintiendo que los pasos se volvían torpes y débiles, pero tenía que llegar al hospital, debía hacerlo ahora. Sin embargo, no contaba con que el piso en donde estaba la enferma estuviera resguardo por agentes de policía y que luego de pedir y suplicar, no la dejaron llegar hasta donde las personas que podrían ayudarla. ¿Y ahora?... pero no se daría por vencida, debía hablar con alguien de su círculo, tal vez el novio abogado podría ayudarla, sabía que la clave estaba cerca, tal vez si la pudieran ayudar...

Inuyasha suspiró derrotado, el medico le había solicitado unos cuantos días para analizar los alimentos consumidos por Kagome pero él creía que si no se apuraba el riesgo que corría la chica era extremadamente peligroso. ¿Y qué hacer?... de pronto se fijó en una figura femenina que le hacía señas desde el otro lado de la barrera de policías. Él arrugó el ceño mirándola confundido ¿dónde había visto ese rostro antes?

-Señor Inuyasha... Señor Inuyasha, por favor, necesito hablar con usted...

Inuyasha la miró dubitativo, preguntándose en dónde era que la conocía. La imagen de una joven vestida igual que Kagome, seduciéndolo en su propio despacho le dio escalofríos.

-¿Aska?- Murmuró, pero no podía ser, aquella chica había sido asesinada. De pronto recordó que ella tenía una gemela... una gemela que había hablado con Kagome. Frunció el ceño más aún, acercándose hasta donde la muchacha, dejándola pasar a su lado.

-Oh, Gracias señor, gracias- Murmuró la chica con gran alivio. Se aferraba a una pequeña maleta y luego lo miró ansiosa.- Perdón señor, gracias por dejarme pasar aún sin conocerme...

-Eres la gemela de Aska¿no es cierto?- Preguntó el intrigado, llevándose ambas manos al pantalón. Ella asintió rápidamente con la cabeza.

-Kosho, mi nombre es Kosho- Murmuró extendiéndole una mano blanca y delgada, que él apenas tomó.

-Ah, sí... - Murmuró el abogado- Kagome me habló de ti...

-Vi las noticias señor... lamento mucho lo que le sucedió a la señorita...

Inuyasha bajó la vista, ahora todo el país se enteraba del estado de Kagome, maldición, eso sucedía por ser personas públicas ¿no sería además demasiado peligroso?

-Bueno... - Dijo el hombre tomando aire y mirándola casi con severidad- usted desea...

-Oh, señor, necesito que me ayude, la señorita Higurashi debe haberle contado mis sospechas... mi hermana fue asesinada por una mujer... aquí- Finalmente apartó de su pecho el bolso y extrajo de él un pequeño notebook.- aquí hay información que puede ayudarme... ayudarlos, estoy segura...

El joven movió la cabeza algo exasperado ¿pero porqué venía a él? Y ¿en que podría ayudarla?

-Mira niña, este no es el momento para...

-No, no es por mí solamente, es por ella, por su novia... yo sabía que esto sucedería, estaba planeado ¿sabe¿ella no se lo contó?

Inuyasha se detuvo en seco ¿planeado? Cerró los ojos intentando concentrarse a con algo de dificultad, pero de pronto sintió que el corazón latía a mil, miró a la chica con asombro y apenas pudo pronunciar palabra.

-Qué... qué es lo que buscas exactamente...

-Necesito la clave... lo he intentado con todo, puede ser cualquier cosa, un objeto, un nombre...

-Kikyo.- Murmuró Inuyasha impávido. La chica lo miró extrañada.

-¿Qué dice?

Inuyasha volvió a clavar su mirada en ella.

-Prueba con "Kikyo".

La chica asintió y luego se sentó, a su lado Inuyasha hizo lo mismo, viendo a la muchacha que abría carpetas y luego algunos documentos, ingresando como clave el nombre, no muy segura, pero con sorpresa cuando los archivos se fueron abriendo, uno a uno. Inuyasha se inclinó y la joven tembló de miedo. Al fin tenía acceso a los documentos de Aska.

-Aquí... aquí hay una bitácora... - Murmuró la chica sintiéndose algo emocionada. La leyó en voz alta.

-Día 1: Ya soy su asistente. Sabía que me escogerían, mi curriculum es de lo más notable, ahora sólo debo seguir las instrucciones de la señora Kikyo, debo separar a aquellos dos.

Kosho tragó saliva con dolor, recién ahora podía comprobar el corazón de su hermana. Inuyasha se revolvió inquieto a su lado, respirando con algo de dificultad, como si de pronto tuviera un mal presentimiento...

-Día 2: ...Él es demasiado apuesto, no puedo hacer lo que él me ordena, no puedo...

-Día 3: No lo haré, no lo mataré porque él me lo ordena, pero si a ella, a ella sí, confía demasiado en mi, no se dará cuenta, vi que toma unas vitaminas, puedo mezclarlas con las demás, no lo notará...

Inuyasha dio un brinco mirando casi con odio a la joven, que se mordió los labios y enrojeció de vergüenza y tristeza, no podía creerlo ella también, sabía que Aska estaba en malos pasos pero... ¿hasta ese punto?

-Las vitaminas!- Pronunció con voz grave, luego se estremeció por completo, arrebató el notebook de las manos de la chica, leyendo ansioso el archivo.

-Maldición!- Gimió luego de unos segundos y entregándole el computador. Apretó los puños y enrojeció de ira al instante. Salió como un loco del lugar, dejando a la chica pasmada, luego ella miró el notebook que estaba en su regazo, las palabras parecían tan irreales, esto parecía una mentira, un sueño, no, una pesadilla.

-Día 10: Según sé, irá debilitándose poco a poco, su sistema inmunológico quedará dañado, enfermara por nada... el señor Naraku quería una muerte lenta para el joven Inuyasha, pero no sabe que la muerte lenta será para ella, ella que me roba el amor de ese hombre... ella morirá, inevitablemente morirá y yo me quedaré con él...

Inuyasha recibió el frío de la noche en su cara y se detuvo de pronto, maldiciendo una y otra vez a aquellos dos, sintiendo que poco a poco la sed de venganza se acomulaba en su ser, tenía deseos de retorcer el cuello de aquella maldita prostituta y de aquel detestable hombre. Dos malnacidos que habían planeado estrategias diferentes, pero un solo fin, su fin. ¿Cómo encontrarlos ahora? Ni siquiera sabía dónde estaba su ex amante, su paradero le era desconocido. El teléfono móvil sonó de pronto, lo sacó del bolsillo de su arrugado pantalón y miró el número... no lo conocía...

-¿Quieres hablar conmigo?

-Kikyo!- Gimió con desesperación. Sus ojos se abrieron y miraron a su alrededor, aquella mujer debía estar cerca, claro, ahora que todo el país se enteraba de la enfermedad de Kagome, seguro que ella estaba cerca también- Maldita Kikyo, tú lo planeaste!

La escuchó reír y él sintió un escalofríos recorrer su cuerpo, pensando en cuán maquiavélica era la mente de esa mujer.

-Kikyo!- Gritó con todas sus fuerzas, corriendo por entre los automóviles del estacionamiento del lugar, buscando con desesperación aquel rostro que una vez tanto le gustó y que ahora sólo deseaba matar.

-Tranquilo mi querido Inuyasha... si me quieres ver, vas a tener que guardar la compostura... tengo algo que puedas necesitar... tengo la cura para esa niñita... pero no será gratis, vas a tener que sacrificarte...

Continuará...


N/A: Quiero saludar a mi amiga Sesshi porque fue la primera que siguió mis fic, casi un año atras en CZ.Gracias Sesshi por seguirme tanto tiempo, por confiar en mi y darme ánimos, tal vez sin tu apoyo jamas hubiera seguido escribiendo... Gracias a Paz también por hacerme los avatares para mi messenger... nos estamos viendo entonces, gracias a todos por sus reviews.