Los personajes de este fic no me pertenecen son de Maki Murakami (excepto algunos que son invención propia)
Secuestrada
Mika, Mika ¿me escuchas? – La voz de Tohma resonaba por la habitación, aunque su mujer no le hacia caso, tenia algunas cosas más importantes en que pensar que en las tonterías de su marido-
Si, Tohma te oigo, pero no me interesa nada lo que me cuentas.
¿Qué no te importa, ¿no estas preocupada por tu sobrina, la cual ha sido secuestrada?
Pues no, ¿y sabes por que, porque esta bien. ¿Te crees que la harían daño?
Mika, no lo sé. Lo único que tengo claro es que quiero que vuelva ya.
En esos instantes el joven Shindou caminaba por la calle con la esperanza de encontrarse con su hijita.
Incluso en esos momentos tan duros en su vida, los que fueron sus antiguos amigos no estaba, ni su familia.
Todos se habían separado del cuando se fue a vivir a New York.
Apenas tenia noticias de ellos, ni siquiera se hablaba con sus padres ni su hermana. Hiro y Suguru no le hablaban por haber dejado Bad Luck. Tampoco mantenía contacto con Ryuichi, y aunque este fuera su cuñado, se veían muy poco.
La única familia que tenia eran su hija y su querido Yuki. Y ahora su pequeña había desaparecido y su querido Yuki se pasaba todo el día tratando de encontrar algún indicio de Meiko, y apenas se veían.
La noche cada vez estaba más cercana, y Shuichi se alejaba mas de su casa. No tenia un rumbo fijo, solamente caminaba y caminaba con la esperanza de encontrar a la pequeña en algún parque jugando, pero el sabia la cruel realidad. Estaría en alguna habitación a oscuras, temblorosa, y llorando sin consuelo.
En esos instantes un escalofrió recorrió todo su cuerpo, desde los dedos de los pies hasta su cabellera rosada. Sabia que le estaban haciendo algo malo a la niña y el no podía hacer nada por impedirlo.
Tan solo a dos calles de donde se encontraba Shuichi, una mujer delgada, alta entraba en un almacén donde unos hombres de negro custodiaban la puerta.
La mujer entró y se dirigió a la segunda planta del sótano. A la puerta de una habitación, de donde se oían sollozos que provenían de dentro.
En esa habitación se encontraba una niña asustada, con el pelo desgreñado, y un tazón de avena desparramado por el suelo. En sus brazos sostenía un peluche muy viejo y destrozado. En su corazón tenia la esperanza de que su tía le dejara marchar de esa horrible habitación y le llevara con sus padres.
La mujer de afuera sabia que lo que tenia que hacer era muy duro, pero debía hacerlo o algo malo le pasaría a su hermano. En una de sus manos sujetaba un chuchillo bien afilado, mientras que en la otra llevaba una jeringuilla con anestesia. Sabia que la niña lo pasaría mal, pero eran ordenes, y tenia que cumplirlas.
La mujer abrió la puerta de la habitación. Entro dentro y se sentó a lado de la muchacha.
¿Cuándo voy a poder ver a mis papas tía?
Dentro de muy poquito cariño, solo tienes que ser paciente.
¿Pero por que me tenéis aquí encerrada, ¿he hecho algo mal?.
No cariño, tu no has hecho nada malo. Ahora cierra los ojos, puede que lo que te haga te duela un poquito.
La mujer le puso la inyección de anestesia, y al poco rato la mano de la pequeño quedo completamente dormida. Cuando esto sucedió, vendo los ojos de la muchacha con un pañuelo, le corto uno de sus pequeños deditos.
La mujer estaba llorando, no podía creer lo que estaba haciendo. Pero ahora no podía salir de la organización, acabarían con su vida y encontrarían a alguien que hiciera su trabajo, y seguramente lo haría bien, demasiado bien.
La sangre salía a borbotones de la mano de la pequeña. Esta apenas notaba dolor gracias a la anestesia, pero cuando el efecto se pasara, lo pasaría muy mal.
La mujer antes de salir le pido que no se quitara el pañuelo de la cara, y que no intentara mover la mano. Recogió el pequeño dedo, que todavía estaba caliente y le puso uno de los anillos que llevaba Meiko.
La mujer salió sollozando, cerro la puerta y se puso a llorar desconsoladamente. Guardo el pequeño dedo en una cajita y se lo dejo a uno de los guardas para que se lo entregara al hombre que había ideado todo este macabro plan: Sakuma Ryuichi.
La mujer todavía se acordaba de cuando el muchacho le contó su plan.
Flash Back
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Era una tarde de agosto. El sol se iba escondiendo lentamente entre las montañas, aunque la luz seguía siendo muy intensa.
En una pequeña cafetería se encontraban reunidos dos personas. Una de ellas, era una mujer joven, morena, y llevaba puestas unas gafas de sol. El otro era un hombre con el pelo verde. Llevaba una gorra y gafas de sol puestas, también llevaba consigo un conejo de peluche.
Bueno querida hermanita de Yuki. ¿qué piensas sobre mi plan?
Eres retorcido Ryuichi. ¿Te crees que voy a colaborar contigo en esto?. ¿Te crees que le haría algo así a mi sobrina y a mi hermano?.
Pues si, lo harás. No te queda mas remedio.
¿A si, que me impide ir ahora mismo ir a la policía y contárselo todo.
Porque sé todo tu pasado, el tuyo y el de tu familia. Y si no quieres terminar en la cárcel juntos con tu familia, colaboraras conmigo.
Jamás, ¿me oyes?. Jamás.
Lo harás, tarde o temprano lo harás.
Fin del flash back
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Tan solo un día después, Yuki encontró una carta en el buzón. Junto a la carta había un pequeño cofrecito.
La carta decía lo siguiente:
Queridos Yuki y Shuichi:
Parece que os falta alguien en vuestra casa ¿verdad?. Tranquilos ella esta bien.
Bueno, la verdad es que no lo se. Esta encerrada en una habitación, con un triste muñeco de tela.
Tengo que deciros que su hija es una llorando, se la oye desde mi habitación, y es insoportable.
Para que sepáis que sigue con vida en la cajita os he traído un regalito.
Espero que disfrutéis de él.
Cuando tenga un rato libre me comunicare con vosotros.
Sayonara
Yuki estaba rabioso. Como se podía atrever ese tipo a escribirle una carta. Le partiría la cara cuando lo encontrase.
Yuki cogió la cajita y desenvolvió el lazo pensando que podía ser una grabación o una foto, pero lo que encontró le sobresalto de tal manera que empezó a gritar.
Shuichi que se encontraba en la cocina, corrió al encuentro de su koi para saber porque venían esos gritos.
Cuando llego al estudio de Yuki, el panorama era desolador.
Yuki se encontraba pálido, y en sus manos sostenía una cajita de color rojo.
Shuichi se acerco mas a Yuki para inspeccionar la caja, y cuando vio lo que contenía su interior, creyó morirse. Se trataba de un dedo de su hija. Junto al dedo había otra nota.
Si, es un dedito de vuestra hijita. Y por si no o habéis notado es el pulgar. Pobrecita, seguro que le estará doliendo mucho, y preguntando porque sus papas permiten que le hagan eso.
Como ya te dije en la carta, me pondré en contacto contigo.
Shuichi estaba tan paralizado como Yuki, incluso mas. Yuki volvió antes en si que Shuichi, por lo que le cogió de la cintura y lo acomodo en el sofá. Mientras Shuichi se reponía Yuki marco el numero de Tohma y le pidió que fuera a su casa.
Mientras Tohma venia Yuki se sentó a lado de Shuichi y le cogió su temblorosa mano.
A los diez minutos Tohma llego al departamento y vio la caja se quedo sorprendido, sorprendido y dolorido.
Estuvo charlando con ellos, e intentarlos consolarlos aunque fue en vano, incluso Yuki se había puesto a llorar.
A la hora de su llegada Tohma se marcho y marco un numero de teléfono en su celular.
Moshi moshi
Jazuki, soy Tohma.
Pero si no hace ni una hora que hablamos.
Ya lo se pero, tengo nuevas noticias.
¿Cuáles?
Les han enviado un dedo de la pequeña en una cajita, además de una carta.
¿¿Quéee?
Lo que oyes, ven tan pronto como puedas. Puedo que tengamos mas pistas de las que ellos saben
Continuará
Bueno, aquí otro capitulo mas. Este lo he subido mas rápido que los anteriores, y espero seguir así.
Antes de nada, Rikku-tomoe me matara por lo que le he hecho a Meiko pero es que tenia un dia muy sádico jejejeje.
Bueno ahora contestare a los reviews:
A Rikku-tomoe: Etto, no me mates por haberle hecho esto a Meiko, y para que no te quejes le puse anestesia. Bueno muchas gracias por leer mi fic.
A Emy: Gracias por leer el fic, me hace mucha ilusión. Espero que sigas leyendo
Muchas gracias a todos lo que leen este fic, y espero que sigan haciéndolo.
Sayonara
