Notas de Autor: Para evitar problemas de autor y todo esos enrolló. La idea de la historia es totalmente mía como los personajes aquí mencionados con exacción de Salazar Slytherin, Godric Gryffindor, Helena Hufflepuff & Rowena Ravenclaw. Ellos le pertenecen ha J.K.R. y a todos los demás que compraron los derechos. Yo no estoy lucrando con esto, así que no estoy quebrando ninguna ley internacional. No molesten, ni fastidien con ese punto. Solo espero que se diviertan con la lectura, así como yo me divertí escribiéndola en clase. Si quieren pueden dejar su opinión que será bien aceptada. Cuídense mucho Sak.
Nota Adicional: El siguiente capitulo contiene un hechizo que no es de mi autoría. Este hechizo le pertenece a Akiko.
Los Herederos!!!
Por Sakura corazón
Capitulo XI
¡Sin retorno!
Y aquí en mi pequeño mundo me gustaría hablar y contar,
o quizá callar y abrazar, sí, mejor en el silencio
la pena solitaria entre dos almas afines
consigue el milagro del guiño cómplice y el
latido acompasado como música de sordos y bálsamo
de mudos. Porque mudo estoy aunque mis manos se muevan,
Porque en la miseria y la barbarie la pena y el espanto
solo me hacen pedir un canto, de quien mi hálito añora
con la nostalgia de la miel desconocida, de quien mi
horror por la humanidad anhela una única mano, para apretar
como me aprieta la garganta el sordo grito del temeroso
impávido que, latido tras latido me acerca quieto
al precipicio,
de donde tú me salvarías... si no estuviera ya cayendo1
El bosque se revela hermoso y soberbio después de la lluvia torrencial que lo baño íntimamente con sus carisias. De las oscuras hojas, que quedan, gotitas de agua caen al suelo lodoso. El cielo azul observa silente.
- ¿Qué has hecho? – chilla entre lagrimas la frágil mujer, sus rubios cabellos ondean supeditados a los caprichos del aire áspero.
- Lo que tenia que pasar Sonne; Esto es por tú traición – una bofetada la tira al piso.
- Eres un... – cuanto rencor, mas su corazón sabe que ella era la única culpable de lo sucedió en aquel claro.
- No me vengas con palabras fáciles. Yo no soy el traidor niñita. Cumplí con el pacto que hice a tu moribunda abuela. – Sonne esconde el rostro entre sus manos gráciles y llora - Ah, que conveniente es olvidar todo en nombre del amor. – la ve tan frágil en el piso, llorando lo perdido, que se siente tentado a olvidar todo y llevársela, mas no lo hace.
- Haz lo que te plazca. Les indicaré a mis hombres que ya no estas bajo mi protección, pero podrás estar en mis tierras sin que te molesten el tiempo que desees. – de entre sus soberbios ropajes saca una bolsita llena de plata. – toma tu pago. – deja caer a los pies la bolsa. Sus indomables pupilas plata la miran por ultima vez ante de montar al caballo e irse derrotado por la vereda que se abre en la espesura del follaje.
Los antiguos árboles se conmueven de las lagrimas que vierte la mujer, tan sinceras, tan amargas, tan verdaderas, tan desconsoladas. Comprenden lo que ha sucedido. Se unen a la tristeza que la frágil criatura a sus pies desprende de su espíritu erosionado. En un clamor general que levanta el bosque sublime para consolarla. Y el bosque se enamora de ella.
- ¿Qué pecado cometí contra Salazar? Él me amaba de manera sincera. De verdad. Y le pago con traición. Aléjense... Aléjense... no quiero ver – aúlla con dolor ante la imagen de un par de pupilas verdes mirándola. Y llora herida. Ha malogrado un sincero amor. Ha pedido su dignidad, todo por una efímera muestra de rencor y rabia de alguien que murió hacia tiempo, de alguien marcado por el odio extremos e insano.
- ¿Cómo pude hacerte tanto daño? Yo... ¿Qué he hecho? Oh, Salazar lo siento tanto... Dioses, no tengo perdón ante el pecado consumado – con rabia golpea el piso, comprende su error y eso le duele aun más, y en ese instante toma una decisión. Pagar el daño que ha obrado
I don't mind spending every day
Out on your corner in the pouring rain, oh
Look for the girl with the broken smile
Ask her if she wants to stay awhile
And she will be loved
And she will be loved
And she will be loved
And she will be loved
Los árboles sienten como el espíritu afligido de la doncella cambia, se vuelve más tranquilo, con esperanza muerta. La observan limpiarse los cristales de hielo que se han vuelto las lagrimas derramadas. Pequeñas hadas de multicolores aparecen de entre las ramas, rocas y la tierra misma. La observan deslizarse como una diosa de luz y marfil sobre la superficie y los árboles le abren el paso, cada rama se mueve, cada tronco torcido se endereza para que transite sin problema. Hermosa emperatriz de hielo, la cabeza en alto llevando su cruz con aire de ángel caído del cielo. Y el bosque la ama, y ella encuentra, en el bosque hermoso, el perdón que busca su corazón.
Please don't try so hard to say goodbye
Please don't try so hard to say goodbye
I don't mind spending everyday
Out on your corner in the pouring rain
El bosque la guía abriéndole el paso con clara calma y ternura. Delante de sus pies, un claro se despliega como pañuelo al viento de verano. Lo reconoce, como olvidarlo. Imposible olvidar el lugar que contempló como ella traicionó a aquel que llamaba SU AMOR. En el piso marchito, la sangre de un inocente dispersada en siniestros charcos. Da un par de pasos y queda en el borde del precipicio. El agua corre abandonada por el caudal, debajo de sus pies, ya no esta turbia y oscura como en la fatal hora, ahora es clara, limpia, pura. Y el Sol en el alto cielo la contempla y se entrega a ella, sin pudor, sin saber lo que ella piensa o desea, lo que anhela su alma.
And she will be loved
And she will be loved
And she will be loved
And she will be loved
Y ella sonríe liberada de sus ataduras, de sus temores, de sus problemas, de sus pecados cometidos. Como risueña avecilla dorada y negra se alza en vuelo, libre al fin, libre para volar a la cadencia de su corazón seco y no volver a lastimar a nadie con sus quimeras de falsos amores. El Sol admirado por esto la recibe, en su seno, bajo su protección, y el bosque despide a su emperatriz de hielo con lamentos derretidos, mientras el río se lleva con su corriente el cuerpo extinguido de la mujer que no supo amar.
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Han pasado dos semanas desde que encontraran al Heredero del regentado de Slytherin. Las situaciones vividas en los últimos meses no han mejorado del todo. Todavía hay revueltas, pero en menor intensidad. Los espías no saben dónde se encuentra el Regente del Este, a pesar de los esfuerzos por encontrarlo. Lo que preocupa en el castillo de Slytherin, en realidad, es el estado de salud y disposición del joven para asumir el cargo como Regente. Ya llevan varios días discutiendo esta situación, Lady Adriana con el Terrateniente del Noroeste Lord Joshua Hufflepuff y Lord Harold Boisauvage, Regente del Norte. El Guardián Errol McColt, se ha unido a las reuniones por insistencia de su señora.
El día está frío, el invierno pronto se manifestara. La imperturbable dama del norte nuestra su presencia encantadora con gélidas brisas y pequeñas tormentas. Los árboles desnudos cubren el bosque y el susurro de las aves es lo único que realmente rompe la monotonía de los días intranquilos.
- ¿Sabes cómo pudo pasar todo lo que ha contado Joshua? – pregunta la anciana dama.
- No tengo la menor idea Adriana. La joven que trajimos con nosotros ni siguiera se acuerda de lo que paso y Salazar menos. Y no me explico que paso en realidad. – aclara el hombre de rubia barba.
- Creo que por seguridad para ellos dos, lo mejor será guardar palabra de lo sucedido en esa casa. –indica la mujer, su rostro con pequeñas arrugas muestra preocupación – el joven que murió era algo de nuestra invitada.
- Solo eran amigos. Helga no cree que fueran parejas. – responde el Lord Hufflepuff.
- ¿Alguien le ha dicho qué murió? – interroga la dama
- No, ella despertó esta mañana Lady Adriana. La dama Helga ha estado con ella todo este tiempo, y no le ha informado lo sucedido. – indica Errol.
- No le digan nada, yo se lo pienso comunicar. Ahora bien, tenemos mas cosas que discutir, como si Salazar esta en condición de asumir el mando del regentado – los hombres se miran entre sí buscando apoyo, lo que dirán puede ser buena información, como mala. – señores necesito saberlo.
- Lady Adriana voy ha hablarle con franqueza – la dulce mirada de la mujer adquiere un cariz de ánimo y fuerza característico en ella para cuando toma decisiones. – No lo sé. Por lo que he visto y sentido, se comporta como el Salazar que siempre hemos tratado, con su melancolía usual y su amabilidad. – hace una pausa, no sabe como dirá lo que sigue.
- Hay un pero verdad.
- Si, lo hay... En Salazar hay algo que me inquieta, es su apatía y falta de vida, me recuerda al niño que rescate del castillo de sus padres hace dieciséis años atrás, y no me gusta ello. También siento que oculta algo, es su magia mas bien quien lo oculta.
- Además Adriana esta la situación de hace un mes en la casa de la joven. – toma la palabra el Terrateniente del Noroeste.
- Continua Joshua
- El crear bestias protectoras con magia en un momento de peligro es una cosa; otra opción seria que la bestia protectora sea hecha de pura magia.
- Explícate Joshua –pide Harold.
- Por lo que vi y sentí las bestias fueron creadas por la magia.
- ¿Cuál es el problema? – Intervente Lord Harold curioso.
- Ese es el problema. Al nacer nuestro cuerpo tiene la capacidad de manipular y hasta cierto grado controlar la magia. Cosa que no tiene los no magos, sin embargo ellos tiene magia también, lo único que un grado que no se manifiesta o no hace daño para su cuerpo.
- Eso lo sabemos Joshua. – Manifiesta el Lord con cierto dejo de impaciencia.
- Ese es el punto. Por ejemplo, Errol creo a Frey, el uso parte de su magia y convoco a un ser superior para que lo ayudara, para darle la forma y características que deseba, que necesitaba. Después de esta invocación Errol estuvo por lo menos una semana tratando de recuperar la magia usada, y estoy seguro que hoy día no ha recuperado su nivel mágico.
- Es verdad lo que dice Lord Hufflepuff, pero no comprendo a que punto quiere llegar. – Errol asevera lo dicho por el Lord.
- El punto al que quiero llegar es, ellos no invocaron a nadie, es mas, no reunieron la magia suficiente para hacerlo. Lo que ellos crearon no fue a partir de su magia, si no, fue su magia quien creo a las bestias.
- ¿Qué esta tratando de decir? ¿Qué las bestias fueron invocadas por su magia? – Errol asombrado. Y recordó cuando vio a la enorme serpiente protegiendo al niño hace dieciséis años atrás. – gélido escalofrió asalta su cuerpo.
- No confundas. Las bestias fueron hechas de magia pura, no invocadas. Y lo peor, fue que no tenían ningún tipo de control.
- ¿Esto podría suceder de nuevo? ¿Qué la magia se exteriorice? ¿Sin control?. – pregunta Harold interesado.
- Posiblemente... Sí. Ya que esta manifestación en particular sucedió en un momento de mucha ira, miedo y estrés por parte de ambos. – con cansancio se quita de la frente un par de mechones que caen ligeros - Salazar estaba irreconocible. Lo que vi en sus ojos fue a la muerte rondando en las sombras. La joven Rawenclaw también mostró esa misma sombra, pero la de ella estaba acompañada de frustración y miedo, y otros sentimientos mezclados.
- Basándose en lo expuesto Joshua, ¿Es conveniente qué tome Salazar el trono como regente? – pregunta la mujer con aplomo, tiene que hacerlo, a pesar de que son amigos con quien esta hablando, el destino de un regentado esta en peligro y ella no se puede dar el lujo de perder lo que tanto a costado.
- Mi Lady, ese es el derecho de Salazar por nacimiento y no creo que se le deba quitar por algo que paso ahora, además no conozco a nadie mejor para ocupar ese puesto. Salazar ha sido educado toda su vida para reemplazar a Lord Lokë - expresa Errol a la pregunta dicha por su señora.
- Estoy de acuerdo con McColt. Salazar sabrá responder de manera adecuada a la carga que representa ser regente. Lo que ha sucedido en las ultimas semanas lo ayudara a forjar un mejor carácter y temple – manifiesta Joshua.
- Lo que han dicho es verdad, pero si hay otro intento de ataque. Él fue detrás de una mujer que ni siquiera era de nuestro clan.
- Harold eso ya lo discutimos. Lo que discutimos ahora es si puedes ser regente. Sí o no. – dice firme la mujer.
- Sí, puede ser regente – dictamina Lord Boisauvage.
- Sí, mi Lady – responde McColt.
- Estoy de acuerdo – expresa Lord Hufflepuff
- Bien. La ceremonia para coronarlo como regente se llevara a cabo en la primera luna llena de la primavera. Errol te encargaras de los preparativos.
- Como ordene mi señora.
- También deseo que convoquen a los regentes faltantes, incluyendo al Regente del Este, altos sacerdotes y a los terratenientes. Para la segunda luna llena de primavera.
- Inmediatamente. – realiza una reverencia y sale de la habitación con paso firme. Los nobles hombres permanecen sentados en sus asientos, saben que la conversación no ha terminado.
- Harold y Joshua, deseo pedirles un favor más. Quédense para el concilio. Creo que es el momento oportuno para firmar y establecerlo ya en vigencia. No soporto más esta estúpida guerra entre nosotros los regentes.
- Cuenta conmigo Adriana. – manifiesta Joshua. Harold se pone de pie y camina hasta el borde da la ventana. Su mirada cansada se fija en el horizonte marchito.
- ¿Harold? – Joshua lo mira tratando de leer los pensamientos de su amigo.
- Conmigo también. – cansancio. Tanta sangre derramada y la fracción de los clanes.
- Gracias. – la mujer se levanta, esta a punto de retirarse.
- Adriana, Harold deseo comentarles algo. Pueden quedarse un rato más.
- ¿Qué cosa Joshua? – Pregunta Harold. Adriana toma su trono nuevamente.
- La joven Rawenclaw mostró a sus pies el emblema de la familia Meed. El de Lady Amelie Meed Schawarzerbär exactamente. – dice serio
- El de Amelie. ¿Qué tratas de decir Joshua? – sorpresa ahí en sus palabras.
- ¿Qué podría ser la hija de Amelie y de Arthur?
- Imposible. Amelie murió hace veinte años atrás mientras daba a luz. – rebate lo dicho Harold. – por ello los Gryffindor se alejaron de los Schawarzerbär.
- La joven tiene veinte años. ¿Porqué no puede ser?. Ten en cuenta que todas las mujeres del clan Meed al cargar su magia al máximo muestran el distintivo, su emblema. Esto es desde tiempo inmemorable. Tú lo sabes bien.
- Sabe que significaría lo que dices. Ella seria la heredera directa del Regentado del Este. Si es que el idiota de Schawarzerbär ha muerto. – señala Harold.
- Si es quien creemos que es de verdad. ¿Puede ser hija de alguna de las hermanas de Amelia?. – Joshua sigue hablando.
- El clan Meed desapareció hace 20 años. No hubo heredero varón para perpetuarlo; Todas las mujeres se casaron y por desgracia murieron. Y estas diciendo que ella podría ser la ultima. – recuerda Adriana con pesar.
- ¿Hay forma de comprobarlo? – inquiere el Lord
- No creo conocer ningún conjuro para ellos. Sabes que no soy bueno en la aplicación de conjuros.
- Si la hay. – manifiesta la mujer seria desde su silla - Mejor dicho hay dos formas de saber si ella es realmente quien creemos que es. Una podría ser, un hechizo realizado por algún miembro de las familias Meed, Gryffindor, Zolak o Schawarzerbär para mostrar su linaje.
- Sabes bien que los Meed desaparecieron, Gryffindor difícil, pero factible, lo mismo que Zolak, pero Schawarzerbär imposible.
- Harold deja que termine de hablar Adriana. – el hombre calla, la mujer retoma la palabra.
- La otra forma es que ella eleve su magia al máximo y salga a relucir el escudo, prueba fiable de que es una heredera del clan Meed.
- Imposible. Ella no está educada para ello.
- Harold comprendo que no te agrade la idea, pero es nuestro deber hacerlo. Ella podría ser la clave para terminar todos los conflictos y ceder nuestros tronos por medio del concilio. Te imaginas, poder contar con tres de los cuatro nuevos regentes. Todos jóvenes de una misma ideología. – el rostro del lord muestra que esta pensando las palabras dicha.
- Harold, Joshua, el joven que fue traído del campamento de Schawarzerbär tiene tatuado en la espalda el León que lo identifica como del clan Gryffindor. –informa la venerable mujer.- él puede hacer el hechizo.
- Verdad Adriana, lo había olvidado. Sí, el muchacho es del clan Gryffindor.
- ¿Qué? Uno de los hijos de Francis esta aquí. – sorpresa por la noticia.
- Sí. Creemos que es el menor. Godric No ha querida hablar con nosotros desde que lo trajeron, mas bien con nadie. Creemos que lo torturaron y otras cosas más, ya te las imaginaras, de parte de Schawarzerbär y sus allegados no se puede esperar nada bueno.
- Dioses. ¿Qué edad tiene el muchacho? – pregunta Joshua preocupado.
- Unos veintiunos, la misma edad de Salazar – responde molesta la mujer. – esta bastante perturbado. No quiero pensar que hará Francis cuando sepa lo sucedido.
La conversación para un momento. El tocar sobre la puerta la interrumpe. Afuera los suaves copos de nieve caen tiernamente sobre las pétreas paredes del castillo. Ha iniciado la primera nevada del largo invierno que mustio se levanta.
- Adelante – claramente dice la dama. Los hombres se miran con melancolía
- Mi Lady disculpe la intromisión. – una reverencia hace el joven moreno.
- Habla Damián. – apremia la mujer.
- Ha llegado una comitiva procedente del Sur. La delegada principal desea habar con el regente.
- Guía a comitiva a los aposentos preparados para ellos. Encárgate de que estén cómodos e instalados.-indica la mujer - Una vez que estén acomodados y comidos, trae ante nuestra persona al enviado.
- Como indica mi señora se ejecutara su orden.
- Damián quien es el enviado.
- Mi señora, es una dama de gran porte. Se identifico como Lady Laura McCold.
En una alejado recinto del castillo el traquetear de la leña al quemase baña la habitación. Una pequeña de castaños cabellos juega alegre con su muñeca de tela, cerca de la chimenea, ignorante de todos los problemas que a su alrededor se levantan. Desde la butaca azulada, la mirada atenta de la mujer observa a la pequeña jugar, una sonrisa aparece en el rostro austero de alegría.
- Tía Aislin cuando podré ver a la Tía Fionna – pregunta con inocencia la pequeña. – es que la extraño mucho.
- Pronto London, muy pronto – responde la mujer, su voz serena cubre la habitación. La pequeña se levanta y se acerca a la butaca donde esta sentada la mujer. En su carita redonda una tímida sonrisa se asoma, y sus deditos regordetes de niña toca el rostro triste de la mujer.
- No te sienta triste Tía Aislin – dice con su vocecita infantil. La mujer la mira con dulzura, la toma entre sus finos brazos y la abraza con fuerza, no desea que nada le pase.
- No es nada mi pequeña luna. – responde mas alegre. Sabe que no es bueno para la niña que la vea triste, mas después de que sus padres fueran masacrados brutalmente delante de sus ojitos castaños. Esa era la razón de que llevara el cabello tan corto, cuando la compañía del buen Lord Boisauvage llega al lugar de la masacre, solo quedaba una pequeña con la cabeza rapada. Sus grandes ojos miraban todo espectadores silente de lo sucedido.
- Sabes donde esta Frey, quiero jugar con él. – un puchero de fastidio brota de su boquita rosada.
- Tendría que preguntarle a Errol cariño. – responde dulce.
- Ah. Esta bien. Mientras tenga a Susys todo estará bien. Verdad – dice alegre la pequeña al tiempo que muestra la remendada muñeca de trapo.
El sonido áspero de la puerta al ser tocada interrumpe la conversación. La pequeña con facilidad se baja de las piernas de Aislin y sale corriendo a la puerta. Con alegría la abre. Su mirada alegre cobra más intensidad al ver quien esta parado ahí.
- ¡Tío Errol! – chilla de contento la chiquilla. Errol al verla la levanta con sus poderosos brazos y le da un tierno beso en la frente. La pequeña London lo abraza.
- ¡Hola duraznito!.
- ¡Errol, que grata sorpresa!. ¿Cómo estas? - pregunta cordial la mujer a su lado.
- Hola Aislin – saluda con voz calmada y cansada.
- ¿Algo ha pasado? – cuestiona, al escucharlo y verlo tan agotado. Es verdad ya hace tres semanas que el conjuro había sido invocado y él había sido llevado al mundo de los sueños y regresado triunfador con su amada em brazos.
- No, nada a pasado. Estoy aquí para darte las gracias. Con todo lo que ha pasado no había podido hacerlo.
- Errol – susurra la mujer conmovida. Ellos son amigos de años, y estos son los gesto por lo que ella se había enamorado secretamente de él.
- ¡Tío Errol, te has olvidado de mí! – reclama la pequeña, su rostro rasa muestra un mohín de molestia muy gracioso.
- ¡Claro que no, mi duraznito!. ¿Cómo te voy a olvidar?
- ¡Ah! Pensé que si me habías olvidado es que ya no me visitas – sus ojitos adquirieron un cristalino color. Y sus labios se unieron en un puchero de llanto reprimido.
- Sabes quien es Naira, duraznito. – le pregunta dulce. No le gusta ver lagrimas de por medio.
- Sí, Tío Errol, ¿porqué? – responde al acordarse de la dulce mujer de rojos cabellos que la cuido un tiempo.
- Ella ha estado muy enferma, y yo la he cuidado todo éste tiempo, por ello es que no había venido a verte dulzura.
- Y ella esta mejor ahora tío – pregunta la niña. Aislin observa como ellos dos se hablan, se da cuenta que la pequeña adora a Errol y que Errol adora a London. Eso le alegra, esta ahora segura que si algo le pasa, ella estará en buenas manos.
- Si, tu tía Fionna y tu tía Aislin me ayudaron mucho para cuidarla. – Aislin asiente afirmativa cuando la pequeña la mira asombrada. London mira a Errol.
- Tío y Frey, puedo jugar con él
- Claro duraznito, pronto podrás jugar con Frey. – la niña considera lo dicho por el hombre, y le responde con un movimiento afirmativo de su cabeza.
- Errol puedes venir a ver esto – pide desde la ventana la mujer. El traje rojo vino contrasta notablemente contra la pared de tono grisáceo. Las suaves cortinas cremas se mecen delicadas por la brisa fina que se cuela impertinente por la ventana.
- ¿Qué desea que vea Aislin? – pregunta con curiosidad, la pequeña apoya su cabecita sobre le hombro.
- Nuestro futuro – responde con sencillez.
Desde la ventana donde sé encuentra la habitación, se contempla de manera hermosa el inmenso jardín, que es el orgullo de la Dama del castillo. El suave manto de nieve nívea y pura lo cubre íntimamente, como una sabana que cubre a los amantes exhaustos. Los débiles rayos del sol bañan con calidez el lugar, no hace tanto frió como parecería. A pesar de que no hay aves cantando y mucho menos hermosas flores. Ahí paz, aunque delicada, la hay.
Dos jóvenes caminan tranquila, bajo la atenta y escrupulosa guardia de los soldados del castillo. Ellos siempre guardando distancia prudencial. Los gruesos abrigos de piel les brinda el calor necesario para los cuerpos delgados de ambas, así pueden dar su paseo por el jardín. Lo necesitan. Tantas preguntas, sobretodo tantas dudas rondan en su mente. Llegan hasta una banca de madera. Ambas se sientan. Un suspiró confuso brota de los labios carmín de la mujer de cabellos ébano, como la noche impía.
- ¿Qué has tratado de decirme Helga? ¿Qué no puedes tocas a nadie? Por ello los guantes que portas.- largos guantes azul oscuro cubren los brazos, su cuerpo esta igual de cubierto, solo dejando que el rostro quede visible.
- Sí, Rowena. Es por el extraño don que tengo. Eso de estar percibiendo los sentimientos y emociones de las demás personas, no es muy placentero y mucho menos sanos que digamos. Es bastante confuso sabes, sentir emociones que no son mías.
- ¿Por ello los guardias están alejados de nosotras? – comenta.
- Si, aparte de que no me gusta que me sigan, mucho menos que me fiscalicen. – responde. La brisa asota sus cuerpos martirizándolos con el frío que carga.
- ¿El estar cerca de mí no te lastima?. – pregunta preocupada al comprender las palabras dichas por su amiga.
- No, a menos que te alteres, y tu aura inicie a gritar por el ambiente lo que sientes. Ahí si estaré en problemas. Con los guardias es diferente, ello siempre están alerta y por ello en cierta manera exteriorizan mucho más sus emociones. – manifiesta tranquila, como si no importara lo que tiene. – sabes Rowena, me alegra que estés aquí, no será muy solitario mi aislamiento.
- ¡¿Aislamiento?! – exclama consternada. Helga la mira y sonríe tranquila, como el mendigo que sabe lo que necesita para vivir.
- Para aprender a controlarlo. Una vez que pueda controlar este don podré regresar a mi vida cotidiana, regresar a lo que siempre hacia – manifiesta optimista - no tendré que usar esta ropa y menos los guantes.
- Te ayudare, estoy segura que tu me ayudarías. – una sonrisa es la respuesta.- te puedo preguntar algo.
- ¿Claro qué puedes preguntar?.
- De verdad no recuerdas nada Helga – pregunta cansada. Solo hacia unos días que había despertado después de un largo sueño, y aun su cuerpo mostraba claras señales de agotamiento.
- Solo recuerdo ver a mi padre llegar a la casa y verte a ti forcejeando con Salazar. Después solo gritos y más gritos. – responde tratando de no dejar que lo escuchado la afecte de nuevo. A su lado Rowena la mira inquieta, siente que algo oculta. No se atreve a cuestionarla. Expone lo que ella siente ante su posible amiga.
- Siento que algo malo ha pasado, que alguien murió. Por ello te pregunto si te acuerdas de algo, desde que he despertado siento el hálito susurrante de la muerte cerca de mi cuello, pero lo graciosos de todo esto es lo pacifico, puedo decir que hasta casi alegre. Me recuerda a Mark.
Solo basta escuchar el nombre de aquel extraño de cabellos blanco para que inicie el desfilar de imágenes fragmentadas. Una gran serpiente... Miedo... Un hombre enrollado por el poderoso cuerpo del animal... Gritos desesperados... Incomprensión... La brisa gélida... Rabia... El golpear seco de algo al caer al piso... Ira...
Helga se levanta de la banca lívida por lo que siente. Rowena la mira extrañada por el comportamiento que manifiesta.
- ¡¿Helga estas bien?!. – le pregunta al verla llevarse la mano al cuello desesperada.
- No... puedo... respirar... - Miles de agujas siente que se entierran en su piel. La mirada perdida de un hombre al lado de su amiga. Dolor sobre su pecho. Agonía sin sentido. Pánico al comprender que esta muerto. Siseo constante de palabras sin sentido. Miedo... Pavor... Incomprensión... Caos... Luz... Nada...
- ¡Guardias! – Grita desesperada al verla desplomarse contra el piso.
La traslucida luz del rey del cielo se filtra diáfana por el vidrio teñido de la biblioteca. El suave fuego en la chimenea calienta sutil el ambiente que el frío inclemente del otoño ha decidido no tocar aun. Las bajas voces se dispersan hasta perderse en la habitación llena de libros antiguos y estantes vetustos.
- Lady Adriana presento mis condolencias por la pedida del su consorte y Regente del Oeste – expresa prudente la mujer de extraña belleza.
- Muchas gracias Lady Laura McCold, apreció su pronta presencia en mi hogar. – ajado rostro mira con cierta amargura a la dama.
- Tratamos de llegar con anticipación Lady Slytherin, pero nos fue bastante difícil ya que la muerte de nuestro Regente nos tomo por sorpresa. – manifiesta. Con descuido se arregla un mechón del fino cabello noche. Los nobles la examinan con detalle.
- ¿Murió Francis? – desconcierto por parte de todo los presentes ante la noticia.
- Sí mi Lord Boisauvage. Mi señor, Lord Francis Gryffindor ha muerto. – rabia aguantada en la voz - El cuerpo sin vida de mi amo fue escoltado por hombre de Schawarzerbär a nuestro castillo, hace una semana, justo después que llegara la misiva en donde Lady Adriana avisaba que el joven Godric Gryffindor estaba bajo su protección.
- Esto no lo sabíamos – informa Lord Joshua. Su mente calculadora evalúa las repercusiones de la muerte del Regente del Sur. Y el resultado que da no es bueno. Inestabilidad, temor y posiblemente mas batallas.
- ¿Quién ocupara el puesto de regente ahora? – interviene Lady Slytherin. Las miradas de los presentes se vuelven inquita ante la respuesta.
- Mi señora, será el Joven Gryffindor. – Harold sé masajea la sien, una terrible jaqueca se está presentando. La situación que se inicia a pintar ante ellos no es muy alentadora, hay desequilibrio.
- ¿Qué hay de sus hermanos?
- Todos los hermanos han muerto en batallas y los menores son muy jóvenes para el cargo. – la dama sé esta impacientado ante las preguntas y lo deja saber con su voz ofendida.
- ¿El joven Godric fue entrenado para ocupar el puesto de su padre? – Lord Joshua pregunta.
- Sí fue entrenado Lord Hufflepuff, no habrá ningún percance. Si le preocupa alguna posible enemistad entre los regentados, no hay razón para ello. Se lo prometo. – la hostilidad sé esta mostrando. - ¿Quién se cree para preguntar esto? Es nuestro asunto si será un buen regente o no.
- En caso de que el Joven Gryffindor no pueda ocupar el puesto de regente, ¿hay una contingencia? -Harold interviene al sentir la hostilidad en las palabras de la mujer.
- El joven Gryffindor podrá ocupar sin ningún problema el puesto de su padres lord Boisauvage – responde segura. Esta a punto de levantarse para terminar la conversación, mas la mano callosa del Lord Joshua se lo impide. Ella desafiante lo mira, mas al ver el pesar en la mirada se preocupa.
- No estamos muy seguro de ello Lady McCold. – manifiesta con prudencia, lo que sigue es delicado de explicar - El joven Gryffindor llego a está morada en una situación bastante delicada y podría comprometer su desenvolvimiento como Regente el Sur
- ¿De que están hablando? –inquietud - ¿Qué paso?
- Lady Laura el Joven Gryffindor llego al castillo... – silencio. La mujer se levanta y camina hasta la anciana, quien con tristeza le quita el rostro viejo.
- El joven Gryffindor fue torturado y violado a mano del Regente del Este y sus hombres. – sencillamente divulga el Terrateniente del Noroeste.
Silencio...
- ¡¿Qué?! – la mujer se derrumba a los pies de la anciana mujer. El Terrateniente se acerca a la mujer, la levanta del piso y posa en la silla, y con suavidad vuelve a hablar, mientras le sostiene la mano con ternura.
- Por ello creemos...
- Me están diciendo que el joven Godric fue violado. – turbación en la voz que se ha vuelto frágil.
- Sí, me temo que sí dama. – contesta la anciana mientras le pasa un vaso con una infusión calmante - Nuestras curanderas lo han cuidado y lograron sanar las heridas físicas en su totalidad, sin embargo, no han podido sanar la mente y el espíritu del joven.
- Puedo verlo – pide con aprensión. Necesita ver a su protegido, su razón de permanecer como guardiana del Regentado del Sur.
- Yo la llevara a los aposentos del joven Gryffindor. – La matriarca del clan Slytherin la mira con misericordia, sabe lo que le espera al clan de Gryffindor, como si ella no supiera. El cuidar con una persona torturada no es fácil y más si las heridas del alma y el espíritu son tan profundas como las muestra el joven Gryffindor.
- Gracias mi Lady, Señores – una reverencia leve.
- Damas – y las mujeres salen de la habitación.
La oscura noche del insipiente invierno se yergue suntuosa. La hoguera rompe la oscuridad como si fuera ella una copa de cristal estrellándose contra el duro y áspero piso. Las sombras creadas juegan con la mente de los incautos, al mostrarse ante ellos como horribles seres nocturnos.
Cerca de las llamas un hombre esta sentado. Su ropa de soldado indica que es de la guardia del Lord Hufflepuff. El semblante serio y estoico es el único adorno de su rostro. A su lado, sobre el tronco esta su espada, mas atrás un caballo espera. Sobre las fulgurantes llamas un caldero reposa. En su interior el contenido burbujea placidamente.
El aullar de un lobo en la lejanía rompe el silencio abrumador. El viento pasa siniestramente entre los denuedos árboles. Pasos ágiles se escuchan. Ante el hombre una figura encapuchada aparece. Su larga túnica azul levanta inmisericorde el polvo del piso, es una hechicera. El hombre sigue jugando con el fuego.
- Llegas tarde – manifiesta el hombre con pastosidad.
- Tuve problemas - se quita la capucha y un rostro pálido y ojeroso se muestra.
- ¿Lo trajiste? – inquiere sin inmutarse a verla.
- Sí, aquí esta la poción – le tira un frasco delgado; el contenido del frasco de un color gris plomo se jamaquea violentamente. Él atrapa el frasco en el aire.
- Puedes irte – señala.
- Mi dinero – el hombre saca de entre sus ligeras ropas una alforja pequeña de cuero.
- Toma, ahora desaparece – dice al tiempo que le tira la alforja.
- Como quieras Ion. – la mujer cuenta las monedas, veinte de plata. El precio comedido. – ¿Sabes algo?... ella o él no merece el sacrificio que piensas hacer. – señala mientras guarda el dinero.
- No es tu problema, ahora desaparece – ordena.
Resignada la hechicera se acomoda la capucha y desaparece de la vista del hombre. El hombre se levanta y acerca al caldero hirviente. Mira al caldero con un aire de ironía disipliente por lo que contiene. Sin titubear vierte el contenido del frasco. Una explosión sucumbe y la consistencia viscosa y pútrida se vuelve cristalina, como agua de manantial. Toma una copa y en ella vierte el contenido. Palabras en latín brotan de sus labios y bebe para sellar lo que crece en su interior, con la luna de fiel testigo.
El hechizo actúa rápidamente mezclándose en su sangre. Lo hace haciéndole ver lo que esta a punto de arrancarse mientras el espíritu "guardián" se materializa y le sonríe de forma siniestra, como si se burlara de su decisión.
- "Aun puedes arrepentirte" susurra el espíritu dando volteretas a su alrededor y soplando a su oído ese aliento helado, intentando hacerlo parecer una caricia.
- No –dice decidido. El espíritu se regodea como si fuese el más interesado en que ese sentimiento se arrancara.
- Esa persona estará aun más unida con esto... Verá cómo te arrancas el amor y te odiará por rechazarle... Un día la muerte llegará y yo volveré para regresarte el amor, para hacerte sufrir aun más de lo que sufres ahora - Si. Ya sabe eso.
- Hazlo...
- ¡¡¡NO!!! –grita con rabia, impotencia, dolor, levantándose agitada de la cama. Lagrimas como perlas pulidas caen de sus pupilas cristalinas. Ravenclaw desde la silla donde se encuentra la observa sorprendida. Hacia rato que velaba su sueño inquieto.
- Calma Helga – la mirada histérica de la mujer, le indica a Rowena que algo malo a pasado.
- Lo hizo, lo ha mato – murmura consternada entre lagrimas.
- Nadie a muerto Helga – dice con aplomo Rowena, Helga la mira. Sus dos perlas azules la miran desamparadas y en busca de confort.
Rowena con maternal cariño la toma entre sus brazos y la abraza, trata de reconfortarla, de decirle silenciosamente que el mundo esta bien, que no se preocupe todo saldrá adelante. Helga como cachorro lastimado se refugia en los brazos protectores de la mujer.
La titilante luz de la vela ilumina la habitación austera de calidez. El suave respirar de un hombre se escucha claramente. Divaga en sus pensamientos, que son tan oscuros como la noche. Alguien toca puerta con fuerza, entra un hombre vestido de militar. Se acerca con paso moderado a donde se encuentra el que esta en la habitación.
- Señor aquí están los informes de las 5ta y 8va tropa de infantería. – el hombre indica con su largo dedo que lo ponga en la mesa llena de mas informes iguales. El cabello suelto cae sobre el rostro serio del regente.
- Mi Lord desea algo mas – pregunta el hombre, para ver si puede sacarlo del estado en que se encuentra.
- No. Retírate y no regreses si no tienes nada importante – responde manera seca.
- Mi Lord las tropas están preocupados por usted, desean saber como esta.
- Fuera de mi presencia – ordena molesto. El hombre procede a realizar una reverencia marcial, se retira de la vista de su amo. Afuera una mujer de la servidumbre lo espera.
- ¿Cómo esta el amo?. – pregunta ansiosa por la información, aunque sabe cual será la respuesta.
- Igual. Vete a trabajar – ordena y ambos se alejan del lugar.
Adentro, el regente del Este vuela lejos en sus reflexiones. Trata de darle sentido a lo que siente y vive. A lo que ha perdido y no podrá recuperar nunca.
Viviré en tu recuerdo
Como un simple aguacero
De estrellitas y duendes
Vagaré por tu vientre
Mordiendo cada ilusión.
- He perdido todo. A mi hermano querido y amado. Mi orgullo soberbio Mi dignidad marchita. Mi razón. Mi ser y mi existir. Mi cordura. Y a ti, mi dulce amor.
- ¿Qué estupidez?
- Sí... tú lo sabes. Sabes que estoy hablando. ¡Claro!
- Lo has vivido. La opresión en el pecho, martillando tú corazón con rabia cuando no esta la persona amada a tú lado para llenarte con su calor exquisito y aliviar las heridas y pesares del alma condenada.
- ¿Que digo?. ¡Estupideces!. Ella es la culpable de todo.
- ¿Dónde estas Saxen Rivers?
- ¿Dónde estas condenada mujer?
- Solo con decir tu nombre siento que me quemo por dentro y muero. Que cada gota de sangre lleva tu nombre escrito.
- ¿Qué me has hecho?. Dímelo maldita. Soy un estúpido y no tengo la respuesta.
- Calla. Calla que tus hombres te escucharan y se burlaran de tu flaqueza, de tu pocoa fuerza de voluntada. Se burlaran de tu debilidad
- ¡¡¡¡CALLA!!!!...
- ...¿Porqué lo hice?....
- ...¿Orgullo? No lo sé, no lo creo. Solo se que esta quebrado en un rincón, como una flecha despedazada por el viento duro.
- ...¿Poder?. Tengo un montón de poder y no me sirve para nada en esté momento. No... No... No... Ahora no tengo el poder, ni siquiera puedo traer a mi hermano de regreso y mucho menos a ti.
- !Te extraño amor! !Te extraño! !TE EXTRAÑO!
- Extraño tú olor a miel con jazmín. Tú forma de hablar tan fuerte, tan segura, tan convencida de las cosas diarias. Tú silueta sobre la mía envuelta entre las sabanas. Tus labios de seda pura, deseosos de calor, de pasión. Tú hablar afectuoso al oído. Tu caminar inocente al lado mío. Tu sonrisa pura, angelical, llena de amor, devoción por mí.
- ¡Aaaaahhhhh!
- Imaginé que podía olvídate fácil. Que equivocado estoy y con creces. No te puedo arrancar de mi corazón muerto y eso que pensé que no tendría uno por haberte apuñalados sin titubear, pero equivocado estoy. Lo tengo y late, late desesperado por sentirte a mi lado de nuevo, por tener tú paz, tú armonía diáfana. Tú eres su cordura y su salvación, su remanso de calma.
- No... No... No... Otro error mas a la larga lista de errores que llevo. Oh Saxen, como sufro al no tenerte a mi lado, aquí abrazada y pegada a mi pecho triste. No sabes lo duro que es levantarme y salir de la cama.
- ¿Qué estoy diciendo?. Me culpo de algo en lo que no soy culpable. Qué bajo he caído.
- Tú escogiste irte, no fui yo.
- Fuiste tú... ¿Quién me traicionó?.
- Fuiste tú. ¿Quién se marchó?
- Fuiste tú. ¿Quién me engañó?
- Fuiste tú ¿Quién me enteró el puñal en la espalda?.
- Fuiste tú. ¿Quién me dejó solo?.
- Fuiste t.
- ¿Porqué? ¿Porqué? ¿Porqué? ¿Porqué entonces siente dolor mi corazón, mi alma? Me dañas tus palabras.
- ¡¡¡Maldita esas!!! ¡¿Qué me has hecho?! ¡Soy un titere y tú eres el titiritero!
- ¡¿Dónde estoy?! ¡¿Dónde estas?!. ¡¿Qué hago?! ¡¡¡Dímelo!!!
- No... No puedes decírmelo. Hazlo como lo dijiste la ultima vez. Clávame en mi pecho desnudo tu afiladas palabras, clávame sin temor el puñal para acabar esta agonía tortuosa. Te lo ruego. Hazme sangrar con ello, así sé que estoy vivo y no muero.
Vivirás en mis sueños
Como tinta indeleble
Como mancha de acero
No se olvida el idioma
Cuando dos hacen amor.
- ¡Dímelo, cómo lo hiciste hace unas horas atrás!. Dime que me amas y por ello me dejas. Dime que te preocupas por mí, que me quieres con ternura y deseas con pasión, que solo tus ojos limpios ven los míos, que ven mi alma manchada de sangre por ti.
- Mentira, basura. ¿Qué me has hecho?. No soy nadie sin tu presencia a mi lado.
- ¡Chíllamelo, sin miedo a nada! ¡Dímelo, no te contestaré, te lo juro! ¡Grítamelo, que te deseo oír hablar, de verdad! ¡Restriégamelo en mi rostro ajado sí es necesario! ¿Pero qué digo?.
- ¿Cómo me lo dirás?.
- No estas aquí. No, no lo estas. Y mis días se hacen amargo al igual que la vida que llevo ahora. No lo soporto más. No puedo. Siento que han pasado años, o son meses... No, son días... Míseros, perversos, largos días de soledad efímera. Mentira... mentira... mentira... Han pasado solamente horas. Malditas horas que gasto pensando en ti y como no estas a mi lado para hacerme feliz.
- ¿Qué me hiciste?
- ¿Dónde está el orgulloso guerrero que soy? Mejor dicho ¿dónde yace moribundo el guerrero que cabalgo a tu lado por está tierra salvaje? Adonde lo mandaste sin misericordia. Al olvido, porque es ahí que me encuentro ahora.
- ¡¡¡Oh Saxen, mi Saxen!!!.
- Palabra maldecida, nombre maldito. Mucha razón tuvo tú madre para ponerte ese nombre. Verdad mi bella guerrera mortal.
- Me estoy volviendo loco
- Ahora te veo, como siempre. Hermosa mariposa letal de mil colores, bella sirena del mar furioso, perfecta flor efímera del bosque. .
Y entonces, la ve. Sentada cerca de sus doloridos pies, como antes que se fuera, como cuando era feliz aun que no lo admitiera. La ve con tal claridad y brillantes que hace daño. Sin embargo, no se permite parpadear para no perderla de vista.
- ¡Estás aquí!. ¡Estas aquí! De verdad estas, delante mío. No puede ser, no puedes estar postrada a mis pies. Estoy seguro que te apuñales. Estoy seguro.
La calidez del fuego inunda la gélida habitación, y la indiferente brisa se vuelve acogedora y llena de carcajadas gráciles. Saxen con el cabello suelto, semejante a llamas danzantes, sonríe hermosa, como salvaje flor a la luz de luna impía; marrones ojos lo observan ávidos de devoción absoluta por él, su señor.
- Hola amor – saluda voz aterciopelada, seductora, llena de sentimientos.
La mujer se levanta del piso, con la elegancia de un gato salvaje, se acerca donde está Allen, mirándola con pupilas anhelantes. Se sienta sobre las piernas firmes. Manos juguetonas lo acarician con la paciencia de una hechicera experta. Su dedo delinea el fiero torso hasta llegar al cuello cremoso. Uno a uno los botones seden ante las manos de la mujer. Besos repartidos por la piel fresca, labios bien administrados, lo hacen estremecerse hasta el ultimo de sus huesos. Allen la deja hacer asombrado de verla, ahí, sobre su regazo. La tibieza del aliento sobre su rostro demacrado por le cansancio lo reconforta y alienta, y sonríe con locura.
Me tosté en tus mejillas
Como el sol en la tarde
Se desgarra mi cuerpo
Y no vivo un segundo
Para decirte que sin ti, muero.
Me quedé en tus pupilas
Ya no cierro los ojos
Me tiré a lo más hondo
Y me ahogo en los mares de tu partida
- Me extrañas amor – no deja que le responda, un furioso beso asalta la boca del hombre. Hambriento, húmedo, lleno de ardor, de fuego.
Sin recato alguno la hábil mujer mete su mano donde sabe que tiene que meterla para dar placer. Allen suspira excitado ante la incursión. La habitación se llena de gemidos eróticos, besos ardientes y caricias sensuales hasta que un tirón delicioso lo hace acabar rendido en los prodigiosos brazos de su amada.
Debilitado, la abraza para sentirla de verdad, para saber que no esta loco, y que ella está presente, y que todo lo que sintió es solo un horrible sueño. Y como brisa de verano desaparece para dejarlo vacío.
Andaré sin saberlo
Calzare de tu cuerpo
Como huellas en hierro
Comeré lo que sobre
Dentro de tu corazón.
- ¡¡¡SAXEN!!! – grita con rabia, odio y pasión.
Se levanta alterado. La silla cae de espaldas. Tira la mesa contra la pared, añicos se hace. Todo a su alrededor vuela por los aires y es destruidos en miles de pedazos. Cuadros quebrado, la costosa reliquia de barro reventada. Toda la habitación es desbaratada por la ira que siente.
- ¡¿PORQUÉ?!
- ¡¡¡¿PORQUÉ?!!! – la amarga realidad lo abraza soñadora para zarandearlo con brusquedad y crueldad al mostrarle que no tiene nada y que todo lo ha perdido.
Y seré un mar desierto
Una frase silente
La elegía de un beso
Un planeta de celos, esculpiendo una canción.
Está seco, no hay lagrimas en su rostro mustio, marchito como planta maldita que es en realidad. Su corazón dolorido yace herido, despedazado en miles de fragmento sobre el suelo. No hay consuelo alguno, no hay paz, no hay esperanza alguna. Que ha perdido lo que verdad valoraba y amaba. Que cabo su propia tumba de manera satisfactoria y eficaz. Sus piernas se deslizan al piso duro, como la verdad que aporrea su alma.
Con rabia golpea una y otra vez el piso con sus puños, cabeza.
- NO, NO, NO. Esto no puede ser – levanta el rostro con demencia y la ve nuevamente. Está al pie de la ventana, recostada. Lo mira divertida, alegre, envuelta en el hermoso manto piel que le regalo hace un par de años atrás, hombros desnudos.
- ¿Quieres estar conmigo? – pregunta juguetona.
Su lengua sensualmente delinea el rojo y carnoso labio invitándolo a tomar de ella lo que él desea. Como demente se levanta y la toma entre sus brazos. Ella se carcajea. Dedos temblorosos tocan el rostro amado. Es de verdad, está ahí.
- ¿Quieres estar para la eternidad, de verdad, conmigo? – le vuelve a preguntar.
Ladea un poco su cabeza mirándolo interesada en la respuesta.
- Sí – responde deseoso de sentirla.
- Así será – lo abraza deliciosamente, y él contentó al fin, se deja llevar por la sensación placentera que su piel recibe.
Me tosté en tus mejillas
Como el sol en la tarde
Se desgarra mi cuerpo
y no vivo un segundo
Para decirte que sin ti, muero.
Me quedé en tus pupilas
Ya no cierro los ojos
Me tiré a lo más hondo
Y me ahogo en los mares de tu partida
El guardia observa el horizonte desde su muro. Todo tranquilo, no hay enemigos. Al volver el rostro a la torre ve con espanto el cuerpo de su señor caer al vacío. El final del Lord llega, igual que tormenta de invierno tempestuoso, sin anuncio. Y la dinastía marcada con el símbolo de la destrucción, cae al olvido del tiempo.
Las cortinas cerradas, y solo la efímera luz de un candelabro ilumina el oscura habitación.
- Hola Godric – Saluda la mujer desde la penumbra de la vela.
- Laura, eres tu – sorpresa en el rostro marcado. Se levanta de la silla. Las manos le tiemblan – eres tu. De verdad eres tu
- Aquí me encuentro mi señor "mi amor" – susurra – aquí estoy – Gryffindor la abraza con desesperación. Teme que sea una ilusión de su mente que desesperada la desea ver.
- Pensé que te había perdido – voz quebrada.
- Siento tanto lo de tu padre – dulce al oído le dice, mientras que sus dedos acarician la cabeza para tranquilizarlo.
- Laura... Yo... – rompe en llanto. Las piernas se le aflojan.
- Oh Godric – se deja arrastrar al piso para no romper el abrazo. Con ternura lo acuna entre sus brazos. Con cariño espanta casa sombra que se agazapa sobre el alma del chico.
Ya, ya. Aquí estoy, no te preocupes. No tienes la culpa de lo sucedido. – la abraza mas fuerte y el llanto más doloroso se convierte.
- Godric no te pienso dejar. - le habla en tono firme y seguro - Vez mis manos. – lo hace mirarla y que vea sus manos delgadas - Siempre estarán a tu alcance. No importa lo que pase. No importa el porqué, el cuándo o el cómo, siempre estarán para ti. Me has escuchado Godric. Siempre. – toma entre sus manos delgadas, las fuertes del joven y las besa con ternura. Inmediatamente siente como se tensa el cuerpo del hombre joven, el daño causado por el general del Este, está muy fresco todavía. Laura lo percibe con demasiada claridad, sus profundos y duros ojos cielo plomizos se oscurecen, ante la ira que se prende dentro e su cuerpo.
- Confía en mi, Godric, no te pienso dejar, no pienso faltar a mi juramento como guardián, no nuevamente.
Resuena quedamente en el cuarto el abrir y cerrar de la puerta. El hombre joven con cuidado se acerca a la cama que está en el centro de la habitación. El claro dosel deja ver a la mujer que duerme cubierta por la pesada sabana de piel gruesa. Su piel cubierta, siente la frialdad del cuarto, mira hacia donde esta la chimenea. Ve que los leños están por apagarse. Le echa mas leños, el fuego se aviva.
Agarra una silla que se encuentra al lado de la chimenea. Coloca la silla, con suavidad y sin hacer ruido, cerca de la cama. Se quita la capa, la coloca en el respaldo de la silla. Se sienta. Entre sus manos ase la fría mano de la mujer.
Sus pupilas castañas la perciben descansar con tranquilidad, paz, por primera vez en la semana que la conoce. Sonríe para sí mismo. Cierra los ojos un momento para descansar el día. La curandera le ha informado que esta fuera de peligro, y el pequeño que espera también.
- Un bebe – piensa con algo de inocencia.
Un apretón de mano le advierte que la mujer esta despertando.
- Hola – Saluda suave
- ¿Quién eres? – no lo reconoce. La mujer trata de levantarse. Ewan la detiene.
- No está en condición para ello, debe descansar. – informa para que se tranquilice - Tu herida aun no a cicatrizado del todo Lady Rivers. – la mujer lo mira con un gran signo de interrogación en su rostro. – Así es, hace unos cinco días atrás. Una apuñalada en el abdomen. Yo la encontré. Fue un buen susto el que nos dio.
- No me has dicho tu nombre.
- Ewan Foxtroll. – revela suave - Se encuentra en el castillo principal del Clan Slytherin por si no recuerda.
- Lo recuerdo, gracias por la información. – curiosidad siente al verlo ahí sentado, en vez de una doncella como regularmente se acostumbra -¿Qué haces aquí vigilando mi descanso?
- Eso mismo, vigilando su descanso. – de la mesa toma un vaso lleno de una tibia infusión, se lo ofrece. Ella lo acepta y bebe el contenido con avidez. Su cuerpo esta seco.
- ¿No tienes nada mejor que hacer? – cuestiona, una vez que ha terminado de beber.
- En realidad, no.- mohín afable - La he cuidado todo esté tiempo, ¿le molesta que lo haga?
- Aprecio lo que hace, pero creo que perder el tiempo con un enemigo de tu clan no es algo muy bueno que digamos.
- Enemigo, no. Está aquí como huésped. Así lo ordeno la dama Adriana.
- ¿Huésped? – no espera esa respuesta. Ewan toma nota de cada gesto en el rostro.
- Sí, usted ayudo desinteresadamente al Guardián McColt, con la Dama McCook, poniendo su vida en peligro. Es lo mínimo que podemos ofrecerle hasta que usted decida que hacer con su vida. Además, no podemos maltratar a una mujer que está esperando un niño.
Consternación. Pupilas dilatadas, llenas de incertidumbre se muestran con vergüenza.
- Embarazada ¿Cómo es posible? ¡¡¡Dioses!!!
- Dioses. – murmura. Siente como el mundo se le viene encima.
- Eso fue lo que me informo nuestra curandera. Ella ha calculado entre dos o tres meses de gestación. – habla sin detenerse, sin haber notado la preocupación que envuelve el rostro turbado de la mujer - Se encuentra bien Lady Rivers. ¿No sabia que está gestando?.
- No lo sabia – responde aturdida - tenia mis sospechas, pero no la había podido confirmar. – se incorpora en la cama con ayuda del joven. Sus manos apoyadas sobre las sabanas. El rostro bajo, sombrío. Cabello largo, cascada hermosa cae sobre el rostro ocultando la impresión.
- Disculpe dama, pero tengo la obligación de preguntar – lo enfrenta, no hay lagrimas, no hay sollozos. Solo mirada limpia, llena de determinación, de seguridad. - El niño que está esperando, ¿de quién es?
- Es del Lord Allen Schawarzerbär – responde apelando a su aplomo, a su voluntad de hierro, para no derrumbarse llorando. Estupefacción viste el rostro del joven ante el nombre pronunciado
- Lord Schawarzerbär – Problemas. Ahora entiende porqué utilizo la palabra "enemiga", es la amante del Lord. - ¿sabia de sus sospechas, el Lord? – continua con las preguntas.
- No, no se lo mencione. Solo lo sabia el General Silbernesblatt, su asesor, pero él esta muerto. – comenta.
- ¿Cómo sabe que el General Silbernesblatt está muerto? – no le gusta lo que escucha, solo unos cuantos en el castillo saben de la muerte del General supremo del Este. Y ella no es una de las personas esas.
- Simplemente lo sé. – responde, no le gusta el tono de voz que ha utilizado el joven. Las defensas se van levantando.
- ¿Porqué ayudo al Guardián McColt? – cuestiona.
- Me desilusiona ver, que un aprendiz a guardián no puede deducir el motivo, ante los entrenaban mucho mejor – esas palabras hieren el orgullo del aprendiz.
- Quiero escuchar en sus palabras la respuesta y sí sé porqué lo ayudo. Por miedo a regresar a las manos del Lord Schawarzerbär y vivir la vida de una cualquiera.
- ¿Cómo te atreves? – trata de levantarse, pero un mareo se manifiesta.
- No me subestime Lady Rivers. – la ayuda a tenderse nuevamente sobre la cama.
- No me subestimes tú a mí, impúber niño – responde tomándolo por el cuello de la camisa de manera brusca, dura.
Se encuentra algo débil, pero un mocoso no le va a venir a tratarla como una cualquiera, y mucho menos humillarla con insinuación cruel. Porque ella no es una cualquiera. Ella es una orgullosa hija de la Luna brillante y del imponente Sol mismo, descendiente de los grandes señores del bosque.
Lo mira con sus indómitas pupilas, y Ewan descubre que al final de la turbación acuosa que cubre esas pupilas castañas, un fuego que se inflama, expande rabioso, ardiente con el poder del mismo Sol y la Luna mezclado en una sola llama pujante. Y siente como el miedo arrollador, que se esparce por cada célula de su cuerpo joven, reacciona al poder que flota en el ambiente. Anhela gritar, mas no puede, la magia le priva el derecho. Los vellos castaños se eriza.
Con voz suave, sedosa, nítida y al mismo tiempo dura, inflexible, soberbia la mujer expresa lo que opina.
- Ayude a McColt porqué no me gustó, en lo mínimo, lo que hizo el General Silbernesblatt al joven que torturo por horas, lo mismo aplica para la mujer que el Guardián McColt me encargo. No soy la despiadada mujer piensas y mucho menos la oportunista como has dicho tan tajante. Me canse de ver tanta violencia sin sentido, es tan difícil de entender. Me has juzgado sin conocerme siquiera. –
Aumenta la presión que ejerce sobre la mano que lo somete inclemente. Lo acerca mas a su rostro fatigado, para que la mirara bien. Que viera el rostro de una mujer dominada, una mujer avergonzada, una mujer apesadumbrada, pero que aun así, intenta hacer lo correcto, lo justo, lo bueno. Pero sobre todo, una mujer que no dejara que un niño idiota la humille, la menosprecie y la castigue con sus palabras insolentes.
- Y vuélveme a decir que soy una asquerosa amante cualquiera, si quiera piénsalo una milésima de segundo, y con lo que me quede de poder, te borrare del mapa, no te lo advierto, te lo juro. Has escuchado bien impúbero chiquillo insolente.
Ewan Foxtroll, estático devuelve la mirada, no puede responder.
- Has escuchado lo que te dije niño. – lo zarandea un poco para sacarlo de la conmoción que está sumergido.
- Si lo escuche. – apenas audible manifiesta.
- Bien, ahora vete.
La mujer lo deja ir. El joven con el orgullo herido se retira de la habitación para dejarla sola con sus pensamientos.
- ¡Dioses! ¡¿Qué voy a hacer?!
- Allen me va a perseguir por todos los rincones del mundo cuando averigüe, que en mi vientre fértil traigo a su vástago deseado. No podré huir. No podré vivir en paz. Me dejara tener al niño, para luego intentar matar como lo indica la ley. Como lo intento hacer.
- ¿Es inútil lo que hice entonces?.
- ¿Porqué me castiga así destino?. ¿Oh era lo que me tenias trazado desde un principio?
- Ser la amante de un hombre amoral, sin escrúpulos para matar, para destruir, solo creador de muerte, entregador de desdicha. Manos sangrientas, impuras.
- ¿Eso es lo que tenias, tienes trazado para mí?.
- Yo que soy la hija del sol y la luna y de todas las estrellas en el firmamento nocturno y diurno. La ultima de mi clase olvidada.
- ¿Es eso lo que tiene para mí, destino?.
- El destino que me trazaste, es vivir enamorada de quien mato a mi hermano y a toda mi familia, enfrente de mí persona. ¿Es ese mi destino?
- Oh lo que escogiste de verdad, es vivir con quien destruyo a mi estirpe, y aprender a idolatrarlo como a otro Dios hermosos. ¿Será esto entonces?
- No, lo que deseabas para mí, era que aprendiera a desear con el corazón cada beso que me obsequio, que repartió sobre mi cuerpo.
- A desear con el alma enardecida cada caricia, cada toque, cada noche de pasión.
- A no saber como vivir sin él al despertar todas las mañanas y verlo dormir dulcemente a mí lado. Amado ángel demoníaco. Mi locura y mi amor. Mi cordura, mi hilo de salvación del asedio de mis fantasmas, de mis pecados, de sus pecados.
- Y después...
- Me obligas ser testigo silente de cómo Allen torturo con el placer de un orgasmo delicioso corriendo entre sus piernas;
- A saborear con mi mente, como la sangre inocente que fue vertida con deleite sobre el piso tierno por sus manos firme;
- A sentir el miedo palpitante de los hombres caídos por su espada vigorosa;
- A presenciar a la muerte perfecta, inexorable bailar con Allen, dulce, exquisitamente y disfrutar en extasiada embriaguez el vals que tejieron al pasar delante de mío, con los alaridos de los moribundos como música de fondo;
- A oír los gritos de clemencia de las mujeres que murieron al paso de los caballos furiosos, chillidos de horror punzante de los niños consumidos por las llamas purificadoras, lamentos sin sentidos de las viejas asesinadas a la luz de la noche lóbrega;
- A escuchar las suplicas de piedad no concedida, ruegos de pecadores por perdón que no nunca llega.
- Para luego...
- Quitarme el velo que sujetaste con fuerza abrumadora ante mis inocentes ojos de niña maltratada. Para acosarme con imágenes que deseo olvidar para siempre de los jamases, fantasmas de gente que no conozco, pero sé que él mató con placer.
- Y la sangre... por todos lados... sobre mí cuerpo como pintura derramada con descuido... sobre mis manos tibias como rocío de la mañana turbia... sobre mi cabeza rendida a la verdad doliente... Sobre mi alma miserable, sin futuro, sin razón.
- Solo para que al final del día, viera que mi vida no me pertenece; sintiera que aun tiemblo entre sus brazos como la primera vez que dormí con él; aceptara lo designado por su voluntad, que muriera en su regazo cálido y que no intentara evitarlo.
- No...
- No puede...
- No puede ser.
- No...
- Destino, no me condenes más de lo condenada que estoy. Por favor.
- No puedo caer mas bajo, o ¿sí podré caer?.
- Caer al abismo que temo, abismo que me enseñó una vez Allen, con sus manos mismas.
- No quiero sumergirme en ese lugar, no lo soportare. Lo sé con la certeza que no llegare a vieja. No quiero mas ha la oscuridad. No mas fantasmas persiguiéndome por mí pecar.
- No me humilles mas de lo humillada que estoy, te lo pido. Oh, destino inseguro.
- Ya me quitaste la luz de mi cuerpo, no me quites la esperanza.
1 Tormenta Adentro; sacado de esta dirección de web. http:www.ciao.es/AmorOpinion793685
