Hola a todos, tanto a mis antiguos lectores como a los nuevos. Se que prometí en mi otro fic (Quinto año, publicidad gratuita, XD) que subiría este antes, pero aunque parezca increíble, no me dejaba meterme en Internet!!!
Ahora al grano, estos personajes no son míos sino de JKR, blablabla… Espero que os guste y REVIEWS!!! Ya sea para tomates o lechugas…
Un abrazo
S. Lestrange
SALAZAR
Hay quién dice que la historia la escriben los vencedores, que la verdad sobre los hechos sucedidos queda oculta bajo el velo de la hipocresía y la conveniencia. Muchas historias han sido sepultadas, muchas pasiones borradas. Pero he aquí el verdadero relato de los orígenes de una gran historia, sin velos o sombras, solo los hechos.
Quizá a algunos sean sorprendidos, pues esta es una historia que muchos conocen, pero desvirtuada. Más conveniente para las ideas y leyendas que se han basado en ella. Oh, seguro que muchos me diréis que si ha cambiado algo, lo fundamental ha perdurado. Tenéis razón. Pero se ha perdido lo más importante, lo que nos puede salvar en estos tiempos de penumbra, que los hechos no ocurren porque sí, que todo tiene un inicio.
Y este es su inicio.
CAPITULO 1: Una reunión social.
La marea blanca que eran los amigos de su padre giraba y bailaba mientras el eco de sus risas y charlas resonaba por el lugar. Él aún no entendía porque las reuniones sociales de su padre debían hacerse imitando a la antigua Roma. Por Dios, ¡hacia 7 siglos que había caído!
Pero nada. Su padre siempre se empeñaba en lo mismo. Y no es que él no disfrutará de la fiesta, al fin y al cabo era agradable ver a las jóvenes damas con vaporosas túnicas de seda y no esos, esos… vestidos que tapaban incluso lo que a nadie le interesaría ver.
Al fin y al cabo, había otras opciones. El antiguo Egipto o alguna otra antigua sociedad cuyas damas fueran… más ligeras.
- ¡¡GODRIC!!
Giró su pelirroja cabeza hacia la fuente del sonido. ¿Por qué siempre le chillaban?
- Quizás porque es la única forma de sacarte del limbo donde sueles estar.
- No me gusta que me lean el pensamiento, Rowen.- le replicó levemente molesto a su moreno amigo.
- No te preocupes, no lo hago. Pero para saber lo que piensas solo hace falta conocerte. Apuesto lo que quieras a que pensabas en chicas.- añadió sonriendo burlón.
Cualquiera que no los conociera diría que era imposible que dos muchachos tan diferentes fueran amigos, cuando lo único que tenían en común era que ambos eran los primogénitos de sus respectivas aristocráticas familias.
Godric Gryffindor era apuesto, atlético. Era uno de los mejores cazadores de la región, tanto a caballo como a pie. Uno de los espadachines más renombrados de Inglaterra, sus admiradoras, que no eran pocas, lo apodaban el León. Pero la verdad que con su cabellera entre rubia y pelirroja, y su mirada franca y directa parecía un autentico León. Quizá demasiado para desespero de su madre, que no había día en que no intentará domar su esplendida cabellera. Pero no había forma, siempre se rebelaba y acababa con los pelos de punta, totalmente despeinados.
En cambio, Rowen A. Ravenclaw era un chico más estudioso, de cabello castaño oscuro y tez demasiado pálida, pero es que prefería estar enfrascado en antiguos tomos de magia que salir con Godric de caza. Aunque siempre hacia una excepción para sacar al aire libre a sus aves rapaces, en especial a una pequeña águila que le regalo su ya fallecida madre. Mucho más reposado que su explosivo amigo rubio, tenía el don de tranquilizar y dar confianza a quien quiera que hablara con él.
- Pues para que lo sepas estaba pensando en que mi padre se repite con el tema de Roma… - Rowen lo miró alzando una ceja con incredulidad.-… y en lo bien que le sienta la túnica a Lady Siria.
Las risas de ambos jóvenes resonaron por el lugar, provocando que varias cabezas se volvieran hacia ellos con desaprobación. ¡Vaya escándalo que estaban montando! ¡Quién diría que eran de buena familia, de las mejores!
El patriarca Gryffindor giró la cabeza hacia el molesto ruido que estaba estropeando su fiesta. Gimió cuando descubrió la fuente del sonido. Maldito Godric. ¿Es que no sabía comportarse? No tenía que mirar para saber que su querido amigo, patriarca de la Casa Slytherin, estaría sonriendo. Su hijo nunca armaría alboroto semejante. Sabía muy bien donde estaba su lugar.
Ya iba siendo hora de que su hijo también lo supiera.
- ¡Godric!
Cuando llegó donde estaba su padre, comprobó el porqué de su llamado. Estaba con un viejo amigo de la familia, acompañado de toda su casa. Para su desgracia Godric conocía al hijo mayor, orgullo de su padre y de la casa Slytherin. Habían coincidido en el castillo de su tutor común, Lord Greenwick Hogwarts.
Lord Greenwick había revolucionado la educación mágica de los jóvenes de buena cuna de Inglaterra. Mientras que las jóvenes damas asistían desde hacía siglos a seminternados donde aprendían magia y buenos modales, además de conocer a las que serían amigas y damas de compañía, los jóvenes nobles aún recibían clases de sus padres en el castillo familiar
Y no es que fuera tan malo, pero así lo único que se conseguía era que fallaran en las mismas materias que sus padres. Amén de algunas nuevas. Así que Lord Greenwick había tomados medidas para evitar el deterioro de las artes mágicas fundando un seminternado para varones.
Había recolectado a su familia como profesores y su castillo como aula, para que los jóvenes tuvieran una buena educación. Aún así había encontrado problemas, porque los padres no estaban dispuestos a que compartieran clase con gente de menor nivel… o porque los mimos muchachos no estaban dispuestos.
Así, Godric y el primogénito de la Casa Slytherin habían coincidido en algunas de dichas clases. No se habían soportado desde el principio. Godric no podía tener menos que desprecio hacia el altivo, orgulloso y tremendamente clasista que era Slytherin. Y él no soportaba ni en pintura al arrogante Gryffindor.
Así que después de saludar cortésmente a su padre y a Lord Slytherin, haber matado un par de veces con la mirada a su ilustre enemigo y haber presentado pertinentemente a Rowen, se preparó para desaparecer discretamente de la agradable reunión.
Pero entonces la vio.
La perfección en persona. Ligeramente por detrás de los varones de su familia, la dulce joven miraba con atención la discusión amigable en la que se habían enfrascado sus padres. La observó con atención. Una delicada cabellera rubio platinado se deslizaba en mechones sueltos por sus hombros hasta su cintura, rozando con delicadeza su rostro de porcelana. Pero lo que más hechizó a Godric fueron sus ojos. Unos hermosos ojos verde esmeralda, misteriosos, peligrosos, que en ese momento destellaban con inteligencia y ligera ironía.
Su cuerpo tampoco estaba mal, según pudo apreciar el pelirrojo. Largas piernas, cintura esbelta, una proporcionado bu…
- ¡Godric!
El codo de su moreno amigo lo sacó de sus agradables contemplaciones, Alzó la mirada ligeramente irritado para encontrarse con unos ojos verdes que lo miraban con furia. No le importó lo más mínimo. Sonrió con arrogancia a Slytherin mientras se juraba para si mismo que sería suya. Solo suya.
Rowen miró con preocupación a su amigo. Aunque normalmente tomara partido por él, estaba vez comprendía el enojo de Beolthan. La descarada mirada de Godric podría enervar a cualquiera, pero es que estaba vez traspasaba los límites de la buena educación y decencia. Menos mal que la joven integrante de la casa Slytherin no había dado muestras de enterarse, porque su reacción seguro que hubiera aportado un nuevo escándalo a la lista de Godric. ¿Por qué tenía esa fijación en las mujeres?
Podía imaginar la cara avergonzada de la adorable joven, sus verdes ojos llenos de vergüenza, destellando de ira. Quizá se tornarían oscuros como las hojas de los bosques en invierno, tan suaves…
Rowen agitó la cabeza con energía, reprendiéndose mentalmente por su excesiva imaginación. Se volvió hacia el pelirrojo, dispuesto a interrumpir el duelo de miradas que tenía con el Slytherin. No valía la pena comerse la cabeza. Había visto con demasiada frecuencia la mirada de decisión de Godric.
Mandroc Gryffindor observó con preocupación por el rabillo del ojo la incipiente pelea entre su hijo y el vástago de su amigo y aliado político. Debía interrumpir antes de que el altercado se le fuese de las manos, ¿Es que su hijo nunca iba a aprender donde estaba su lugar?
- Mi querido Beriel, ¿conoces a mi hijo Godric? – Mientras hablaba cogió con firmeza a Godric del codo y lo adelantó con cierta brusquedad.
- Sí, mi hijo Beolthan y el suyo van a las clases del Castillo Greenwick, sino me equivoco. – ante la sonrisa de asentimiento de Godric continuó.- a quién seguro que no conoces es a mi hija pequeña, que acaba de terminar sus estudios.- se volvió hacia la deliciosa rubia.- Acércate Sally, cariño.
La rubia Slytherin se acercó con garbo. Sus pasos eran sinuosos, más que andar se deslizaba hacia ellos. Durante un segundo, sus ojos se prendieron ante Godric, quién sintió un escalofrío ante la decisión y pasión que destilaban. Ante su intercambio de miradas, Rowen tuvo un súbito presentimiento.
- Maldroc, joven Godric, Lord Rowen, os presento a mi hija:
Salazar Slytherin.
- Mi querida señora, ¿Tiene nombre?
- Sí, me llamo Sarah Lecroix. ¿Y usted?
- Tom Ryddle. – Le sonrió.
