Reconozco que he tardado bastante, pero al menos la promesa de actualizar antes de que terminaran las navidades la he cumplido, algo es algo. :D

Bueno, no se cómo estará, pero espero que os guste.

¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!!

S. Lestrange

CAPITULO III: Una pasión.

El rasgar de la pluma sobre el pergamino era lo único que se escuchaba en la amplia sala, allende a la que contenía el Consejo de Magos, reunido en ese momento.

Era un día soleado de primavera y el Sol que entraba por los amplios ventanales arrancaba destellos dorados de la larga cabellera de la única ocupante. Reflejos hermosos como ella. O al menos esa era la humilde opinión del joven que la observaba desde la puerta.

Viendo que su entrada había pasado desapercibida, se acercó con pasos silenciosos desde su espalda, esperando sorprenderla y quebrar así su estudiada máscara calma. ¿Por qué era siempre tan difícil de sorprender?

Sonrió con suficiencia. No se había dado cuenta de nada, ni se había movido ni había variado el ritmo de su escritura. Apenas un paso o dos más y podría asustarla a placer. Dio uno más, levantó las manos…

- Buenos días, Gryffindor.

- ¿Cómo te has dado cuenta?- Inquirió enfadado infantilmente.

Salazar se dignó a soltar la pluma y a volver lentamente para mirarlo burlona a los ojos, arqueando sus delicadas cejas en una expresión cada vez más familiar para el pelirrojo.

- Magia

Godric gruñó molesto, mientras rodeaba la mesa para sentarse delante de ella.

- No, en serio. Sé que no he hecho ningún ruido. ¿Cómo sabías que estaba a tu espalda?

La joven Slytherin lo miró molesta ante su tono prepotente. ¿Qué sabía que no hacía ningún ruido? ¿También sabía que era ridículamente orgulloso?

Bueno, quizá debería reconocer que escuchar, lo que se dice escuchar, no lo había hecho. Lo que si había escuchado era cerrarse la sala del Consejo. Y bueno, ¿Quién además de él abandonaría el Consejo de Magos a la mitad, sobre todo teniendo en cuenta lo que se jugaban? Y tampoco es que hubiera muchos sitios adonde ir…

- No estés tan seguro de eso. – le contestó en un estudiado tono desdeñoso.

Al ver que su repentino acompañante no hacía ademán de contestar, volvió a lo que estaba escribiendo.

Pasaron unos cuantos minutos en silencio. Godric al principio la miraba molesto, cada vez más teniendo en cuenta de que la rubia pasaba absolutamente de él, pero pronto se aburrió y se dedicó a pasear la mirada por la sala y por los estantes que la adornaban.

Luego miró a la ventana. Y volvió su vista hacia la joven esperando que se diera por aludida y hablara con él. Nada. El pelirrojo estaba absolutamente pasmado. Normalmente las jóvenes con las que hablaba estaban más que dispuestas a hablar con él. O lo que hiciera falta. Pero ella… nada.

Empezó a golpear con los dedos la mesa, primero con suavidad y cada vez más fuerte. ¿Cuánto llevaba en silencio? ¿Cinco minutos? ¡Para estarse callado no se había salido del aburrido consejo!

Nada. Ni un solo movimiento que denotara que reconocía su presencia.

Era increíble. ¿Es que ni siquiera le molestaba el golpeteo? A su padre le sacaba de quicio.

Aburrido, observó con curiosidad lo que la joven Slytherin escribía tan concentrada. ¿Era un libro? O al menos lo parecía. Era sólo un poco más pequeño a los que él estaba acostumbrado. De tapa gruesa, estaba forrado en terciopelo negro. Una cinta roja de marcar serpenteaba por la mesa. Se levantó un poco sobre sus codos, echándose para delante para intentar leer lo que ya estaba escrito.

- ¿Se puede saber que intentas?

Bueno, al menos había reconocido que estaba compartiendo el aire con él. Aunque, no sabía porqué, parecía algo molesta.

- ¿Qué es?- le preguntó obviando su mirada furiosa.

- No te importa.- Su tono glacial le recordó a su estúpido hermano.

- Claro que sí.- no abandonó su tono amistoso a pesar de su actitud. Se echó un poco hacia atrás, para no agobiarla con su presencia. La mayoría de las chicas solían enrojecer si se acercaba mucho. Aunque Godric tenía que reconocer que Salazar ni se había inmutado. Ante su silencio, insistió- ¿No me lo vas a decir?

- No.

Salazar volvió a agachar la cabeza para seguir escribiendo, con la única diferencia de que colocó su esbelto brazo alrededor del libro, para evitar que Gryffindor pudiera ver lo que escribía.

Él, por su parte, estaba sorprendido. Su actitud cerrada y misteriosa sobre lo que escribía en vez de desalentarlo solo avivó su curiosidad. Probó con otra técnica.

- Si no me lo dices no te diré como van las negociaciones con el Consejo.

Salazar lo miró fijamente en silencio con sus ojos verdes. Luego, se encogió de hombros.

- Da igual, me enteraré de todas formas cuando salga Rowen. O si no me lo dirá mi hermano.- añadió.

Godric no pudo más que levantar una ceja con estupefacción. ¿Cómo podía ser tan… tan… ella? ¿Y porque decía que se lo iba a decir Rowen de primera?

- ¿De verdad no sientes NADA de curiosidad? ¿Nada?

Salazar suspiró cansada de sus continuas interrupciones. Cómo si no supiera como iban las negociaciones. No por nada le había regalado a Beolthan una nueva pulsera de plata maciza. Una pulsera con un hábil hechizo de escucha, por supuesto.

- A ver, ¿cómo van las negociaciones? – capituló por fin con voz cansada.

- Primero tú.

Cogió la pluma con la obvia intención de volver a su tarea.

- Vale. Yo lo haré primero. Pero solo para satisfacer tu obvia curiosidad.- ante un suspiro desesperado de su compañera, prosiguió.- Los viejos están en principio en desacuerdo, pero entre Rowen y tu hermano están convenciendo a los Lores más jóvenes, así que si ellos nos apoyan, los viejos no tendrán nada que hacer.- ignoró la mirada de reconvención que le asestó la joven Slytherin ante lo de viejo .- Ahora te toca. ¿Qué escribes?

- Mi diario.

Gryffindor la miró expectante. ¿Ya está? ¿No le iba a decir nada más?

- ¿Y…? ¿No me vas a decir que estás escribiendo en él?

En vez de contestar, lo miró burlona mientras se levantaba con gracia.

- Vamos, el Consejo ya ha terminado.

Si no fuera porque al andar delante de él, Godric tenía una impresionante perspectiva de… bueno, de ella, seguramente se habría preguntado cómo sabía que habían terminado, si los gruesos muros impedían eficazmente que se filtrara ningún sonido.


Media hora más tarde estaban los cuatro juntos, intentando matar el tiempo con una conversación civilizada mientras llegaba Helga.

- … y entonces Sir Maddock se levantó y declaró:- Rowen se puso en pie y adoptó una pose pomposa.- Vuestra propuesta es totalmente absurda y fuera de lugar en la noble sociedad en que vivimos, pero… me gusta.

Godric se echó a reír con estruendosas carcajadas. Incluso su hermano sonrió levemente recordando el incidente que había ocurrido pocos minutos antes y que dio final al Consejo: Habían conseguido permiso para abrir su Escuela.

- Ahora solo nos falta el Castillo para alojar a los alumnos.- añadió el moreno, para continuar con voz soñadora.- seguro que tenemos muchos y esta vez el Colegio permanecerá después de que nos hayamos ido y…

- También necesitamos más profesores, que las demás familias acepten llevar a sus vástagos a nuestra "escuela", libros y demás enseres. Y posiblemente una enfermera.- le cortó Salazar.

Godric la miró enfadado ante la cara de decepción que puso Rowen a ver sus sueños cortados de raíz. Le devolvió la mirada desafiante. Sabía que llevaba razón.

- Bueno, estoy seguro de que solucionaremos todos los problemas que encontremos. Nadie dijo que fuera fácil.- increíblemente fue Beolthan quién salió en defensa de Ravenclaw. Su hermana lo miró sorprendida.

Se hizo un tenso silencio. Rowen se dedicó a pasear su vista por el lugar. Estaban en uno de los paseos laterales del Castillo donde se alojaba el Consejo de Magos. Era un lugar realmente precioso, con esas columnas y arcos hasta media altura, donde se unían con un muro bajo de piedra, que permitían una vista impresionante del prado de alrededor y el lago.

De hecho, Salazar se había sentado en el muro, apoyada indolentemente en una columna, con ese aire aristocrático y levemente arrogante que la caracterizaba. Tan segura de si misma. Rowen nunca había conocido ninguna mujer así. En su época, las mujeres eran criadas para servir al hombre. Pero Salazar era especial. Tenía fuerza, espíritu…

- ¿Se puede saber que miras con tanta atención?

El joven Lord Ravenclaw no pudo menos que respingar al sentirse descubierto. Se giró para clavar sus ojos en Beolthan, que lo miraba erguido en mitad del pasillo con cara de desaprobación.

- Ehh… pensaba que el Castillo que elijamos debería tener un lago.- improvisó.

- A mi me parece una buena idea.- lo apoyó la rubia.

- Umm… habrá que pensarlo.- La verdad es que no parecía muy convencido, pero por ahora el peligro inmediato había desaparecido. Suspiró algo más tranquilo, aunque no se atrevió a girarse otra vez hacia la joven.

- ¡Aquí Helga!- el repentino grito de Godric los sobresaltó a todos.

- ¿Helga?- no pudo dejar de notar Salazar.

- Si vamos a montar un Colegio juntos deberíamos empezar a tutearnos.- le respondió con tranquilidad el pelirrojo.- ¡Por fin llegas! ¿Dónde te habías metido? ¡Lo hemos conseguido!

Helga no pudo evitar reírse ante el acoso infantil por parte de Godric.

- Estaba ayudando a mi padre con una nueva tienda que va a abrir. No ha podido llegar antes porque me he tenido que pasar por mi casa a recoger unos pasteles para celebrar que habíamos ganado.- les mostró una cesta llena de magdalenas y demás bollería, Godric enseguida se agenció unos cuantos.

- ¿Cómo sabías que íbamos a ganar?- le preguntó curioso, con la boca llena.

- Porque hubiera sido una injusticia que nos dijeran que no. Además lo que hacemos lo hacemos por el propio bien de nuestros contemporáneos.

Ante sus idealistas palabras Rowen sonrió, totalmente de acuerdo. Los hermanos Slytherin, por el contrario, sonrieron con cinismo.


La cena esta siendo un autentico suplicio. Todos comían en silencio, algunos, cómo su dulce madre, aun pensaban en la horrible muerte de Lord Greenwick. Esa misma mañana el médico había dado su diagnóstico definitivo. Por increíble que pareciera, las mutilaciones en la piel eran producto de la propia enfermedad que lo acosaba desde hace tiempo. De hecho, ya había habido varios casos, aunque entre muggles.

Otros, como su padre, aún intentaban digerir el sorprendente anuncio de que el Consejo de Magos les había dado permiso para fundar su propia escuela. Aunque más que sorprendidos por la fundación, al fin y al cabo el fallecido Lord Greenwick había fundado una, lo estaban por la noticia que la inscripción estaba abierta tanto a hombres cómo mujeres.

Salazar aún recordaba con satisfacción como sus padres la habían mirado de reojo cuando les dieron la noticia. Como eran parte de su familia, no habían podido asistir a la reunión del Consejo.

Gracias a Dios.

La silenciosa cena fue interrumpida por la llegada de una lechuza. Su madre enseguida se puso susurrar la falta de educación del dueño de la carta. ¡No eran horas! Sorprendentemente, la carta que asió Beolthan tenía en el dorso la estampa de un León Rampante, símbolo personal de Godric Gryffindor.

- ¿Una fiesta? ¿Es que solo piensa en lo mismo?- Gruño Beolthan cuando terminó de leer la carta. Alzó la mirada para encontrarse con la inquisitiva mirada, y algo incrédula, de sus padres.

- ¿Desde cuando te escribes con Gryffindor?- le pregunto con sorpresa su padre.

- YO no me escribo con Gryffindor. Y te recuerdo, padre, que estamos embarcados juntos en el proyecto de la iscuela.

- Escuela.- le corrigió en voz baja Salazar.

Beolthan la miro de reojo, molesto por su corrección. Se enfado aún más cuando lo único que consiguió fue que Salazar empezará a reírse por lo bajo.

- ¿Y entonces porque te invita a una fiesta?- le preguntó esta vez su madre.

- Para celebrar que nos han dado el permiso. Ya sabes como es él, madre. Sólo piensa en fiestas.- eso último lo añadió con tono de reconvención.

- Pues a mi me parece una buena idea.- los sorprendió a todos el Cabeza de Familia. Al ver sus reacciones, sonrió.- Así nuestra pequeña Salazar podrá ir viendo a posibles candidatos para el matrimonio. Además, al no organizarla nosotros no parecerá que ya lo estamos buscando. ¿A ti que te parece, cariño?

Salazar sintió que una fría furia se apoderaba de ella, al ver como los restantes miembros de su familia discutían sobre su futuro sin contar con ella, como si no estuviera. ¿Acaso le habían preguntado si había algún joven que le gustara? O más importante, ¿si se quería casar?

Miró la carta que Beolthan había dejado sobre el fino mantel de seda. Desde donde ella estaba, al final de la mesa, podía ver perfectamente que la carta estaba dirigida a los dos. Pero no, ella iría como acompañante de su hermano, como si él le hiciera un favor al sacarla de casa.

Ella. ELLA había sido la que los había unido al grupo para fundar el Colegio de Magia. ELLA. No Beolthan. Y ahora era apartada a un lado. Comprendió que si sus padres la habían dejado no era porque creyeran que ella iba a ser útil o que realmente quería hacer eso. Sino porque así acompañaba a su hermano y de paso quedaría bien en sociedad. Cómo cuando su madre apoyaba algún grupo de Teatro o Poesía.

Pero ella valía para algo más que como el nuevo adorno de algún noble Sangre Pura. Ella valía para mucho más

Y lo demostraría. A todos.


Paseó su aristocrática mirada por el prado hasta encontrar a una figura conocida. Se acercó con paso firme hacia el muchacho, consciente de las reprobatorias miradas de las damas del lugar fijas en su espalda, al ver su descarado avance hacia el joven Lord.

Rowen miraba ausente como Godric aleccionaba a su grupo para cazar el jabalí. Odiaba las tardes de caza, pero de vez en cuando tenía que ir. Por lo menos no era obligado a participar. Por lo menos la mayoría de las veces.

Tuvo un pequeño sobresalto cuando una figura vestida de seda verde se sentó con gracia a su lado. La miró sorprendido, desde luego era una caja de sorpresas.

- Buenos días, Lady Slytherin.- la saludó solemnemente.

- Me llamo Salazar, por si lo has olvidado.- suavizó sus palabras con su típica sonrisa torcida, llena de burla. – Buenos días a ti también, Lord Ravenclaw.- le imitó sonriente.

- Muy bien, Salazar.- la observó con detenimiento. Vestía una túnica verde de corte bastante infantil, aunque a ella le sentaba de todas maneras excepto de forma infantil. Es más, estaba magnífica. Clavó sus profundos ojos en los verdes de ella, con sorpresa, advirtió en su mirada firme ambición y una inmensa inteligencia. No, no era nada infantil. Carraspeó.- ¿Te gusta la caza?

- Por supuesto que me encanta ver cómo los hombres más nobles abandonan sus modales para perseguir a un pobre animal como hace mil años. Es encantador.

Una vez más, Rowen no supo que decir. Salazar era distinta a todas las mujeres que conocía. De acuerdo que no tuviera tanta experiencia con ellas como su amigo Gryffindor, pero tampoco es que fuera un novato. Ella era diferente. El moreno siempre había tratado de ver a las mujeres como a los hombres, en materia de capacidades e inteligencia, a pesar de que la mayoría había decepcionado ese ideal. Pero ella no era igual. Era superior. Por primera vez en su vida tuvo que esforzarse en no quedarse atrás.

Para ganar tiempo, se masajeó suavemente el puente de la nariz. Hoy no estaba en plenas facultades.

- ¿Estás bien?- Ante su mirada curiosa se explicó.- Tienes ojeras.

- Sí. Bueno, no he pasado una buena noche. He tenido pesadillas.- ¿Por qué le contaba eso? Iba a quedar como un niño pequeño.

- A veces los sueños nos advierten de sucesos futuros.- perdió su mirada en los bosques.

- ¿Crees en la adivinación?- comentó más divertido de lo que se sentía.

- Creo en los instintos.- le respondió con suavidad.

Ante su respuesta el moreno no supo que decir. La contempló en silencio, admirando su perfil en la mañana. Sin saber por qué, su visión le hizo rememorar la pesadilla...

Al principio estaba en una calle concurrida, en estos sueños en que puedes ver pero no tocar. Sin saber la razón, sabía que todas aquellas personas eran magos y brujas. Y era extraño, porque que él supiera no había en todo el mundo un lugar donde se pudieran reunir tantos de los suyos con semejante libertad.

Durante un rato pudo curiosear las tiendas que se alineaban en la calle, ver a las personas. Si se esforzaba, incluso podía oír retazos de las conversaciones. Pero de repente, el anterior luminoso cielo se oscurecía y todo el callejón quedaba en sombras. La gente desaparecía y se instalaba un silencio que le martilleaba en sus oídos por su intensidad.

En el sueño no podía más que dar vueltas sobre sí mismo intentando vislumbrar algo en la densa oscuridad. Y cuando creía que ya no podía aguantar más, se empezaba a oír a dos personas discutiendo. No podía oír porqué, aunque se le antojaba algo de suma importancia. Por un momento, creía incluso reconocer las voces. Entonces un viento fuerte barría el lugar y lo obligaba a levantar la vista y entonces, enmarcado en verde sobre el cielo negro veía…

- ¿Rowen? ¿Rowen estás bien?- Recuperó lentamente la consciencia. Alguien le sacudía con suavidad el hombro. Su voz sonaba tan preocupada… Levantó con esfuerzo la cabeza, la luz del Sol se le antojaba tan brillante que apenas podía abrir los ojos.

- ¿Salazar?- su voz susurrante le sorprendió. Intentó hablar algo más fuerte.- ¿Salazar?

- Shhh. No hables. Te has desmayado.- a continuación pareció dirigirse a alguien fuera de su vista. Sólo podía ver la silueta de la joven envuelta en un halo dorado. - ¿Te sientes mejor? – Ante sus débiles intentos por sentarse lo recostó con suavidad pero con firmeza. Rowen quiso discrepar, pero al ver el lugar donde estaba recostado, la vaporosa falda de la rubia, se dejo hacer.

- Agua.- logró articular en un murmullo. Al instante, sintió un vaso apoyado sobre sus labios. Bebió con ansia. El agua clara y fresca le despejó la cabeza como la mejor de las pócimas.- Ya estoy mucho mejor.

- Menos mal, creía que ya no podrías asistir a la fiesta de esta noche.- la voz grave y divertida le indicó que su amigo Gryffindor estaba a su izquierda. Volteó la cabeza para mirarlo y responderle con una broma. Godric lo miraba ligeramente enfadado.

Rowen se sonrojó violentamente al pensar en el motivo del enfado de su compañero. Se apresuró a incorporarse. Esta vez la joven Slytherin lo ayudó en vez de protestar, pero algo le decía que sabía la razón de su repentino afán por levantarse.

- ¿Qué me ha pasado?- carraspeó inquieto.

- No lo sé con exactitud. Estábamos hablando, te callaste un momento y al mirarte estabas… cómo dormido. Supongo que te desmayaste.- hizo un gracioso gesto con la mano acompañando sus palabras. En ningún momento miró a Godric.

- Bueno, lo importante es que estás bien.


- ¿Cómo que hablando…?

- Pues hablando Godric, hablando. Aunque no te lo creas un hombre y una mujer pueden hablar. – no pudo evitar ser algo sarcástico. Pero después de tres horas en una conversación sin sentido, ¿quién no lo sería?

- He visto como la mirabas.- le replicó acusador.

Rowen dejó de caminar y se volvió para encarar a su compañero. Al principio del paseo, una acusación así lo habría hecho sonrojar y sentirse culpable. Ahora, lo que más le apetecía era retorcerle el cuello a su arrogante amigo.

- ¿Y qué?- su desafiante respuesta pilló desprevenido a Gryffindor.

- ¿Cómo que y qué? ¿Lo reconoces?

- Mira Godric,- suspiró a punto de perder la paciencia.- aunque no te lo creas Salazar es una joven muy bella y eso es algo que se nota, en especial los hombres. Y la van a mirar.

- ¡Pues no pueden!

- ¡Es que no es de tu propiedad!

- ¿Quién no es de su propiedad?

Ambos jóvenes se quedaron estáticos en mitad de la discusión, para volverse despacio hacia donde había sonado la tranquila voz. Por una vez, hasta el pelirrojo parecía algo aminalado.

- Buenos días Salazar.- le contestaron ambos con efusividad. Al escuchar un divertido carraspeo, añadieron- Buenos días a ti también Helga.

- Aun esperamos vuestra respuesta señores. De hecho, estamos impacientes por oír tu respuesta.- Salazar clavó sus destellantes ojos verdes en Godric, que tragó saliva y empezó a rebullir inquieto.

- Bueno Helga, ¿cómo te ha ido el pequeño viaje a Francia?

- Muy bien Rowen. La verdad es que París está precioso en esta época del año.

- No sabes cuanto me alegro. Nunca he visto París.- mientras hablaba, intentaba lo más disimuladamente posible apartarse del eje Slytherin-Gryffindor. Helga, a su lado, luchaba por aguantar la risa al observar la situación.

- Yo tampoco he visto…

- No me ignores Gryffindor.- siseó la rubia.- ¿Quién no es de tu propiedad?

- Eh… Verás… Realmente quién ha dicho eso ha sido Rowen así que… ¿por qué no se lo preguntas a él?

Al escuchar su nombre, el moreno susurró un traidor bastante audible y se volvió hacia Salazar. La situación lo incomodaba en extremo. Él siempre se había vanagloriado de no ser tan mujeriego como su amigo y ahora… Bueno, sí sólo pensaban que era un mujeriego arrogante y ególatra sería una suerte.

Y además precisamente con las señoritas con las que vamos a construir la Escuela.

- Yo… No había sido mi intención.- Helga le puso con timidez una mano en el brazo, ofreciéndole su silencioso apoyo. Abrió la boca para continuar, pero la propia Salazar le interrumpió.

- No te disculpes Rowen.- su mirada volvía a ser dulce.- Todos aquí sabemos que el ególatra no eres tú.- Ambos jóvenes se quedaron con la boca abierta. Godric no daba crédito a sus oídos.- Respecto a ti,- se volvió hacia el pelirrojo, que ya creía haberse librado.- que te quede muy claro que yo no pertenezco a nadie, y menos a un estúpido mujeriego que no sabe ni atarse los faldones solo.

Dicho lo cual, se volvió con elegancia y se marchó hacia donde los demás habían preparado la comida. Helga los miró sonriente (a Rowen) y se marchó tras ella.

- Bueno…- Rowen aún no podía creerse su suerte.

- ¿Por qué cree que soy un mujeriego?- se quejó

Rowen se limitó a mirarlo.


Por fin había llegado la esperada noche de la Celebración. O por lo menos, esperada para algunos, porque a cierta joven rubia estaba a punto de darle un ataque de ansia asesina y eso que aún no había llegado al Castillo de los Gryffindor.

- Estate quieta, mi niña, o no van a poder terminar de acomodarte el cabello.- su madre la observaba ligeramente apartada, mientras se cercioraba de que todo estuviera perfecto.

¿Y qué quiere que haga, que no respire?

- Sí, Madre.

- Esto ya esta señora. A menos que sus eminencias deseen algún retoque.- la voz sumisa su ayudante de vestuario la sacó de sus reflexiones. Suspiró con alivio. ¡Por fin!

- La verdad es que ese collar no me acaba de convencer. Las perlas…

- Tiene toda la razón señora. ¿Desea que saque las esmeraldas?

- Sí. Definitivamente sí. Pero entonces habrá que cambiar las pulseras y los pendientes.

Salazar hundió los hombros con desanimo.

- Sally cariño, ponte recta. Y no te muevas.

- Sí, Madre.


Después de lo que le pareció una eternidad los inmensos portones de la Casa de los Gryffindor se abrieron a su paso. El Cabeza de Familia había decidido celebrar la recepción en la Sala de Baile de la entrada. Dicha sala era enorme y circular, bordeada de dos amplias escalinatas de mármol que subían al segundo piso y a una pequeña balconada que daba al centro de la Sala, iluminada por infinidad de velas flotantes.

- No te entretengas.- la voz prepotente de Beolthan le impidió disfrutar como quería de la vista.

Y empezó el infierno de las presentaciones. El ir cogida del brazo de su hermano mayor resultó ser una ventaja, pues le iba avisando de quién era quién y de algunos datos de interés, que más de una vez impidieron que cometiera un error.

- … y quién le acompaña es su amante, muy desconsiderado por su parte. Su esposa se encarga de los niños…

- … El joven de allí es el heredero de los McKinnon, pero no le preguntes por su madre, pues se rumorea que es bastardo…

En medio de la más rancia aristocracia también pululaban algunas de las nuevas familias de comerciantes y profesionales, la nueva clase: la burguesía, que su amplia cartera les había permitido la entrada. Aunque en otra situación Beolthan los habría ignorado, su amante madre había pensado que el enlace con una rica familia podría ser de utilidad… al fin y al cabo, Salazar no era la primogénita.

Así que Beolthan tuvo que hacer un esfuerzo para parecer cortés y se la presentó a estos nuevos ricos. En la mayoría de los casos, sin embargo, Salazar tuvo que darle la razón a su hermano y comprobar que la mayoría tenían menos educación que sus sirvientes, pues no todas las familias habían tenido el acierto de ingresar a sus hijos en las instituciones de los nobles.

- Ah, hermana, te presento al primogénito de la familia Malfoy, Luthien. Luthien, tengo el honor de presentarte a mi hermana menor, Salazar Slytherin.- ni siquiera intentando ser amable Beolthan iba a darle el título de Lord a los nuevos ricos.

- Es un placer. Enchanté – el joven le besó la mano con galantería. Salazar le sonrió de vuelta. La verdad que además de un adorable acento francés, el joven no estaba nada mal. Tenía un cabello negro que combinaba a la perfección con sus ojos grises.

- Espero que este disfrutando de la fiesta, señor.

- Ahora más que nunca.

Beolthan hizo un amago de querer llevársela, pero en ese instante fue requerido por su padre, que charlaba con sus amigos de negocios. Sabiendo que la presencia de cualquier mujer no sería bienvenida, tuvo que alejarse solo y dejarla allí.

- Veo que su hermano está muy solicitado.

- Sí, así es. – Lo miró con sus grandes ojos verdes, sabiendo el efecto que producían en la mayoría de los jóvenes.- ¿Puedo preguntar a que se dedica su familia?

- Por supuesto, Milady. Nos dedicamos a la alquimia. Pociones. – sonrió sesgadamente.- Aunque parezca increíble, su uso está muy demandado y en Inglaterra faltan expertos…

Aunque la conversación del joven era interesante, por increíble que pareciera, al poco tiempo, se encontró pensando que alguien con esos conocimientos sería bienvenido en la nueva Escuela. Aunque su propio hermano era bastante bueno en Pociones, la verdad es que no se lo imaginaba enseñando. Además, probablemente estaría bastante ocupado como heredero de su familia con los negocios y demás tejemanejes.

- Todo lo que me cuentas es muy interesante, señor Malfoy…

- Sería un gran honor que me llamaras Luthien.

- … Luthien. La verdad es que debe ser una gran carga para ti. La complejidad de las …

- Transacciones.- le apuntó con una sonrisa encantadora.

- Gracias. Supongo que dichas transacciones te quitaran gran parte de tu tiempo. ¿o me equivoco?

- La verdad es que mi hermano menor me ayuda mucho. E incluso mi hermana también, pues mi padre se empecinó en que recibiera la misma educación que nosotros en lo referente a la alquimia.

- Vaya, eso es muy interesante…


Por fin se había librado de todos los aduladores y padres manipuladores y podía disfrutar de la fiesta. Sin embargo, en medio de la parafernalia de las presentaciones y bailes de cortesía había perdido a su hermano de vista y se encontraba sola.

Paseó su mirada por la pista esperando encontrar a una cara amiga, a ser posible Helga o Rowen. Bueno, al único que veía era a Gryffindor, bailando con una jovencita. No estaba tan desesperada.

¿No tenía la mano demasiado baja?

Sacudió la cabeza. Alguien debería advertir a la muchacha que así no iba a conseguir nada. Como mucho perder su virtud.

Gracias a Dios. Cerca de la mesa de los refrescos pudo atisbar a su vieja amiga.

- ¡Helga!

- ¡Buenas noches, Salazar!

Aunque la saludó con la efusividad acostumbrada, la perspicaz mirada de la rubia no pudo dejar de advertir que parecía bastante decaída, aunque lo intentaba disimular con relativo éxito.

- Tengo buenas noticias. En caso de que mi hermano no se pueda dedicar a las clases de Pociones he encontrado a un posible sustituto. Bueno, realmente a una familia de sustitutos. La hermana menor quizá sea la que este más disponible y su padre parece lo suficiente abierto para que la deje enseñar.

Aunque su objetivo era animarla un poco, pues la idea de la Escuela la había entusiasmado desde un principio, su mención había conseguido que sus ojos se apagaran un poco más.

En otra situación Salazar habría utilizado todas sus dotes de manipuladora nata para conseguir saber lo que necesitaba sin que la persona en cuestión fuera consciente de lo que hablaba. Pero la jovencita sentada enfrente de ella había sido la única que le había permanecido fiel y la había animado. Así que se decidió por una técnica más directa y que le permitiera ayudarla.

- Helga, ¿Qué te ocurre?

- ¿A mí? No me ocurre nada, sólo estoy ago apabullada por tanto… glamour.- le sonrió, a la vez que hacía un gracioso gesto circular con las manos.

- Helga, sé que te ocurre algo y sé que está relacionado con el proyecto.

- ¿No se te escapa nada, verdad?- su tono había perdido gran parte de su alegría.

Le sonrió con dulzura, invitándola a seguir. Sentadas debajo de las amplias escalinatas, estaban lo suficientemente apartadas para poder hablar en intimidad.

- La verdad es que últimamente me he dado cuenta de que verdaderamente no… no tengo un lugar en el proyecto.

- ¿Cómo que no? – Salazar no podía creer lo que escuchaba. ¿Tan rápido se rendía?- Si algunos de los jóvenes te ha dicho algo no debes escucharlos, tú eres tan buena bruja como ellos…

- No es eso, Salazar. Mi querida Salazar, yo… Rowen, Godric y tu hermano han conseguido el permiso. Gracias a ellos podemos construir el Colegio. Y otras personas no habrían podido ni presentar su petición ante el Consejo. Tú, tú eres de una familia rica e influyente. Gracias a ello puedes codearte con quién quieras y proponerle ser parte de ello y lo verían como un honor. En cambio yo… no tengo dinero para ayudar con la compra del terreno o del material, ni influencia y cualquier intento de convencer a alguien para que se nos una lo verían como un deshonor… No sirvo para esto.- concluyó con voz triste. Realmente parecía desolada.

- Todo lo que has dicho es verdad.- ante sus palabras, la morena se hundió en el asiento, a punto de echarse a llorar.- pero se te han olvidado un par de cosas, la primera es que quizás no tengas ni dinero ni influencia, pero de aseguro que cuando haya que poner el colegio en pie, nuestros queridos niños se echaran para atrás y se le ira el asunto de las manos. Yo misma no se nada de organización. Pero tú, tú serás la que convertirá el sueño en realidad. Tú.

- ¿Tú… tú crees?

- Por supuesto, mí querida niña. No necesitamos a tu familia, te necesitamos a ti.- le sonrió y consiguió que le sonriera de vuelta.- No te preocupes por el dinero…

- No lo hará.

La nueva voz les hizo girarse sobresaltadas. Detrás de ellas se encontraba una anciana cargada de joyas y pieles, observándolas con una sonrisilla en los resecos labios. A la joven Slytherin le sonaba, pero en la vorágine de las miles de presentaciones, era incapaz de ubicar su cara.

- Soy Lady Nooberland. Nos hemos visto antes, hermosa niña. La verdad es que en un principio he cometido el error de pensar que eras solamente unas de esas niñas de bien que solo tienen paja en vez de cerebro. Pero veo que tienes voluntad.

- Gracias, señora.- compartió una mirada de desconcierto con Helga, que intentaba secarse los ojos con disimulo.

- Decidme, ¿Qué edad tenéis?

- Diecisiete años, milady. – Salazar se levantó con la elegancia habitual, recobrando su aplomo de costumbre. Le tendió la mano. La anciana se la cogió ampliando su sonrisa.

- Muy jóvenes. – sus claros ojos parecieron oscurecerse un poco.- Ojalá hubiera tenido yo la mitad de tu espíritu a tu edad.- miró con afabilidad a Helga.- tienes una gran amiga.

- Sí milady, lo sé.- Salazar no pido evitar ruborizarse un poco.

- Bueno, creo que me estoy desviando del tema del que quería hablaros cuando os he interrumpido, perdonad a una vieja dama.- ambas jóvenes asintieron y murmuraron, a cada segundo más curiosas.- no he podido evitar escuchar vuestra conversación. La verdad es que la idea del Colegio me parece muy buena, hay que continuar la excelente labor del querido Hogwarts.

- Bueno, este Colegio será para tanto hombres como mujeres, milady.- le interrumpió Slytherin con orgullo.

- Entonces con más razón os digo lo siguiente. ¿De verdad necesitáis un Castillo?


- Hola muchachos.

Rowen, Beolthan y Godric se giraron hacia la persona que se atrevía a llamarlos con semejante descaro. Increíblemente, se encontraron con una sonriente Helga y una orgullosa Salazar, que los miraban alegres (Helga) y con arrogante suficiencia (Salazar).

- Si estáis aburridas ir a tomad algo y después bailaremos, pero ahora estamos hablando.- les gruñó Beolthan, molesto por el apelativo.

- Tranquilo hermanito. Sólo veníamos a deciros que ya tenemos terreno para el Colegio.

- Nos vemos en tres días en la casa de Sally.- se despidió Helga.

Y ambas mujeres se dieron la vuelta con tranquilidad y dejaron a los tres jóvenes pasmados.


- ¿Pociones? ¿Por qué Pociones?

- Madre, a mi siempre me han gustado las Pociones.

- Preferiría que te especializaras en Defensa contra las Artes Oscuras, ya que tu Colegio no tiene Artes Oscuras.- riñó al niño, que se erguía con orgullo en el amplio Salón.

- Déjalo Narcissa. Es algo de familia.



¡¡¡REVIEWS!!!! Que si tengo muchos escribiré más rápido, jejejeje.

Contestación a los reviews:

Eva-Midal: Bueno, espero que este capítulo te haya dejado aún más miel en los labios. ¡Claro que he cambiado el sexo de Rowen y Salazar! Lo he hecho totalmente aposta, igual que se va viendo en por qué dicha confusión. Es decir, porqué después se piensa que Salazar es un hombre y Rowen una mujer.

Jejeje.

Espero tu opinión sobre ese capítulo pronto. Besos

Aliena2: Bueno, ya actualicé Quinto Año, así hasta que no me mandes reviews no pienso subir los nuevos capítulos. Jajajajaja. Viendo tu review me he dado cuenta de cuanto llego sin actualizar, ¡Qué vergüenza! Pero tú sabes que el año pasado fue de locos, esta vez actualizaré más rápido, de verdad.

Me alegro que tu ordenador te deje, ya no tienes excusa.

Snif, que pocos reviews en este capítulo.

Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa