'¿que es lo que quieres, Legolas?' dijo la voz en su cabeza y se cambio de posición en su cama, siseando inconfortablemente.

'¿Cual es tu único deseo?' volvió a decir un poco mas tarde, y si una voz podía sonar entretenida, esta lo hizo.

Legolas trago y cerro sus ojos. 'No voy contestar,' pensó, su determinación de repente llena de rabia y ese extraño, maldito miedo. 'No voy a contestar. Eres solo un fantasma del pasado. Nada mas.'

En ves de eso, se enfoco en otras cosas. En la suave sensación de las sabanas en su piel. En el olor confortable de tierra de su cuarto. En la gentil caída de la gotas de lluvia afuera. El relajante calor de sus alrededores. Era un perfecto estado y una perfecta noche para dormir. Entonces por que demonios, no podia dormir!

'Todos queremos lo que no podemos tener,' de repente dijo y Legolas se sentó rápidamente, en contra de lo extraño. "Mithrandir!" susurro en el silencio del cuarto, mientras la melodía de la lluvia continuaba y tan pronto como la palabra salio de su lengua, una cegadora furia crecía en el por enseñar tal debilidad. Salto de la cama, con las ganas de romper las sabanas en pedazos y patear la cama hasta destrozarla pulsando en el como un loco deseo. Por lo contrario tiro el conjunto de sabanas y tumbo algo en su vuelo, causando un sonido estrenduozo en el cuarto. E elfo no escucho nada estaba cegado por su temperamento, que rehusaba soltarlo por un largo momento, chupando su espíritu, cazándolo locamente. Puso una mano en su cara, cerrando sus ojos y apurando la calma en su corazón.

¡Realmente un fantasma del pasado! '¡y tan obstinado como siempre!' pensó amargamente, de repente se encontró a si mismo saliendo de su cuarto, por el oscuro pasilloel cual no era obstáculo a su aguda vista. Su furia también el distante miedo de dejar las premisas de donde el pasado dolía como un látigo que caia en su espalda sin piedad, el camino con un paso determinado, sin saber realmente a donde se dirigía a estas horas de la noche pero con la necesidad de caminar de todas maneras.

Con ese oscuro humor encontró y entro en un cuarto donde la chimenea todavía encendida y el sillón en frente le estaban invitando con todo su confort. Se lanzo en este con un suspiro, el loco destello de sus fantasmas lentamente muriendo en el reino de los sueños y dejando su dolorosa atadura en su cuerpo. Se sentó por un tiempo muy largo, deleitándose en su ida, feliz por su ausencia.

En la primeras horas de la mañana, uno de sus sirvientes se deslizo dentro del cuarto, todavía sentado, su cara había ganado un color rosado por estar tanto tiempo expuesto al calor por tanto tiempo. Indecisivo por la expresión que vio e la cara del hombre paro brevemente, entonces tentativamente avanzo y pregunto: "¿Señor¿Esta usted bien, mi Lord?"

Legolas solamente inclino la cabeza cortamente, sin voltearse o volteando la vista.

El sirviente, agradecido de haber recibido una respuesta pero igual de alarmado por lo cortante de esta, se preparo para retirarse, entonces se acordó de un detalle que tenia que preguntar a su jefe.

"Señor... Lady Victoria llamo ayer. Como hizo anteayer... ¿que desea que le digamos?"

Legolas no respondió inmediatamente, enojado de ser molestado y fastidiado por ese pequeño e insignificante detalle y mucho mas enojado por el hecho de que esto era de todas maneras, inevitable. El sirviente espero pacientemente mientras. "le enviare flores hoy," dijo, aun sin voltear su mirada. "si de repente llama después de eso, díganle que no tengo nada que hablar con ella."

Por el rabo del ojo vio que el sirviente sacaba papel y bolígrafo y ofrecérselo. "para la tarjeta señor," dijo el hombre. Se refreno de suspirar y por fin dirigiendo al hombre una pequeña mirada, tomo las cosas de su mano. Después de silenciosos momentos, el bolígrafo y el papel fueron devueltos y tuvo al final su momento de paz. Paz para ver las flamas de la chimenea morir mientras los rayos del sol despertaban.

El sirviente pasó el salón con largos pasos. Sus pasos no faltaron mientras la curiosidad le comía tomo una vista a su alrededor; el abrió el papel para leerlo.

"querida Victoria,"

decía y le fue difícil no maravillarse a la increíble belleza de la letra.

"lo que compartimosfue calmante, físico y natural. Eso, y nada más. Tu eres una mujer muy especial para demandar de mi lo que soy incapaz de dar. Y por eso serás siempre respetada por mí.

nota: por favor no llames o inquieras más. Mis esperanzas y deseos son de un brillante futuro para ti."

Heath Greenleaf."

El sirviente sonrió para si mismo. "aquí va otra mas," murmuro inaudiblemente, doblando el papel otra ves y resumiendo su caminata. "nada nuevo y que valga la pena de un chisme todavía."

El elfo sentado en su sillón no paso mas tiempo acordándose de Victoria quien –el sin saber- había pasado días en agonía y dolor en su negación de responder. No es que este conocimiento moviera algo en el. Ella era una buena memoria. Gentil y apasionado. Hecho y resuelto. No era tanto que el buscaba frecuentemente el placer físico o intimidad con una mujer. Y los elfos tomaban este tipo de acto bastante serio. Pero todavía… era la naturaleza jugando sus juegos. Era electricidad jalando y soltando. No más. Uno podía mirar una tormenta y maravillarse de su estrenduosidad. Uno puedo ver una película y sentirse intrigado de cuanto trabajo, esfuerzo y creatividad se unieron para algo tan pequeño. Uno puede ver un avión volar y quedarse mudo al talento de la mente que lo creo. Todo esto, uno puede admirar todo esto y sentirse pequeño en su comparación. Pero el hecho físico entre un hombre y una mujer no era nada como eso. Era una tranquilidad. Un acto de mutua necesidad. Bello y precioso. Pero no un acto que necesariamente debe tomarse como una promesa para el futuro o para algo más.

Humanos hablan de la pasión. Hablan de la necesidad. De amor. Y todavía no conocen nada de esto. Ellos conocen solo una ínfima parte de esto. Una flama de la fogata. La repentina iluminación de un rayo. Y después….silencio y oscuridad. Un breve pulso, luego nada. Esa es la naturaleza humana – Legolas aprendió eso mucho tiempo atrás. Una simple incapacidad. en lo Viejos Tiempos habían sido débiles e inmaduros. Pero ahora eran incomparables ni siquiera con su estado en aquel entonces. Eran solo sombras – siempre sedientos de sangre y carne. Malditos de fallecer en las sombras de lo que pudieron una ves haberse convertido.

Todas las virtudes se perdieron para ellos. Toda la pasión arrebatada de ellos. Todos los sentimientos extraídos.

'amor,' pensó el elfo y sonrió débilmente, la primera en días, "claro! Amor!" se rió, sacudiendo su cabeza a tal niñería. Levantándose de su puesto, satisfecho de que la oscuridad de hace un momento le dejo por fin en paz, camino hacia la ventana, viendo el pasaje. "un gigante entre niños es lo que soy," susurro para si mismo, mientras sus ojos recorrían el nuevo escenario, mojado de la lluvia del la noche, "uno que no le importa donde pisa."