Disclaimer: Saint Seiya no es mío...bla, bla.

En una isla en medio del océano, en algún punto del Ecuador, donde la oscuridad es casi absoluta y se extiende por doquier, donde el fuego es tan ardiente como si viniera del mismo infierno, hay una tumba adornada con flores hermosas, tanto, que parece imposible que pertenezcan a un lugar tan hostil, y frente a la tumba, un muchacho de azules cabellos y tez morena, está sumido en sus pensamientos, lo embarga una pena muy grande, una tristeza profunda que amenaza con quedarse, mientras él mira la cruz de madera que está sobre la tumba, parece ausente, reflexiona un largo rato, y luego suspira, más para él que para nadie...

-Esmeralda...amor mío-

Sobre la tumba imagina la cara de su amada sonriendo, su piel era tan blanca, sus ojos tan tiernos, sus cabellos rubios tan bellos, ella le enseñó esas hermosas flores alguna vez, ella le ayudó a soportar su estancia en ese horrible lugar, ella era tan frágil, tan dulce, tan tierna, tan...tan...débil, pero, lo curioso de todo esto, es que también era idéntica a él, a su hermano, a aquél pequeño ser que juró proteger durante toda su vida, y que sin embargo tanto lastimaba, su hermano era idéntico a ella, pero sus ojos y sus cabellos eran verdes, de repente, recordó el rostro de su hermano, él siempre lo había admirado y respetado, ambos eran lo único que el otro tenía, ambos darían su vida sin dudarlo por el bienestar del otro, pero Shun siempre había sido más sensible, casi todos los recuerdos que tenía de su hermano, eran de éste llorando y diciéndole que lo quería, pero él tenía que alejarse, era por su bien, si no, su hermano siempre sería dependiente de los demás, y eso él no podía permitirlo.

Pensó en cómo estaría Shun en esos momentos, si le gustaría conocer esas flores, si lo extrañaría, ésta última estaba de más, claro que lo extrañaba. Entonces, Ikki por fin empezó, como tantas otras veces antes, a dirigir sus pensamientos a los dos seres que más había amado en su vida...

"Shun, perdóname, sé que en estos momentos me necesitas y me extrañas mucho, Hades estuvo dentro de tí hace poco, si supieras el miedo que tenía de perderte, pero no podía demostrarlo, no, no podía decírtelo y preocuparte, yo soy tu hermano mayor, y como tal debo ser quien te inspire confianza y te diga que todo va bien, aunque no sea así, aunque tú sepas que no es así, te quiero tanto, eres lo único que tengo, eres mi tesoro más preciado, eres el único con el que sé que puedo llorar y no me juzgará débil, sino que llorará conmigo y me abrazará con fuerza hasta que ambos nos sintamos mejor y hayamos desahogado toda nuestra tristeza y todo nuestro pesar, porque lo sé, tú estás triste, aunque quieras aparentar lo contrario, y me duele, me duele sobremanera, porque sé que el causante de esa tristeza soy yo, sé que te duele despedirte de mí, pero tienes que entender, yo estoy acostumbrado a la soledad, no encajo en un lugar como la ciudad, además, tienes que aprender a ser fuerte aunque yo no esté contigo, sé que no lo entiendes Shun, pero es por tu bien,...

Esmeralda, ayúdame mi amor, ayúdame como tantas veces antes, cura mis heridas de nuevo y hazme sentir que estoy en lo correcto como cuando éramos pequeños, confórtame con el contacto de tus suaves manos sobre mi espalda tensa y adolorida y perdóname, perdóname por favor, por no saberte proteger, por no cuidarte como debía, tal vez no merecía estar con alguien como tú, tal vez mi destino era sufrir, pero te pido que por favor, dondequiera que estés, nunca te olvides de mí, recuérdame con el cariño con que yo me acuerdo de tí, te prometo que seré fuerte, que algún día nos volveremos a encontrar, y los tres seremos felices por la eternidad, sólo espérame mi amor, espera a que mi misión en esta tierra termine, y recuerda por siempre los bellos momentos que pasamos juntos, y que se quedaron grabados en mi corazón, quiero que sepas que, pase lo que pase, yo nunca te olvidaré."

Una lágrima resbaló por la mejilla derecha del joven que estaba de pie sobre la tumba viendo la cruz y las flores, y al levantar la mirada al cielo estrellado, en éste aparecieron, uno junto a otro, los rostros de sus seres más preciados.