Capítulo 05: Valor
Y entonces fue cuando corrió como nunca antes lo había hecho en toda su existencia.
Temía terriblemente que esa parte intelectual de Harry la detuviera e intentara meterle en la cabeza pesados argumentos lógicos que ella simplemente no asimilaría. No le apetecía perder tiempo con él, no cuando su prioridad estaba totalmente despejada: Hablar con Harry Potter, el joven con el cual convive en un mágico castillo de un mundo oculto para la mayor parte de la humanidad.
Hermione Granger es también cabeza dura cuando se lo propone. Es una de las mejores cosas que aprendió de su profesor de Defensas Contra las Artes Oscuras de quinto año, aunque esté mal que ella afirme que Harry es profesor, como si él hubiese sido el mentalizador de la idea, cuando fue ella misma la causante de esa experiencia.
— Pequeña tramposa — escuchó a lo lejos sintiendo también al joven perseguirla a como dé lugar. Lastimosamente este Harry tenía la condición física del original, por ello la velocidad de sus pasos acortaban cada vez más amenazante la distancia, además que ayudaban mucho las largas piernas del joven (por ello él es más alto que ella)
Claro que la condición física de Hermione no estaba mal. Después de las innumerables maratones en las que se vio involucrada en una carrera en contra del tiempo, la muerte y la injusticia, no se podía esperar más.
Pero por Merlín que Harry intelectual ya mismo la alcanzaba, y eso no le agradaba.
— ¡Detente ahí! — le ordenó el joven con fiereza y firmeza al mismo tiempo — ¡Estás invadiendo en cuestiones que no te pertenecen!
¡Sí, claro! Y Hermione estará feliz de hacerle caso.
— Anda conociéndome — le replicó Hermione como podía, apenas mirando sobre su hombro — Harry está entre mis prioridades y nada ni nadie me hará cambiar de parecer.
Apenas había terminado de decir la frase cuando de un rápido movimiento sintió cómo una ráfaga verde la envolvía con fuerza. Hermione sintió, literalmente hablando, que caía en un abismo sin fin. El intelectual la había atrapado y entonces la obligaría a irse de su mente.
¡Pero que Merlín ampare a Harry! ¡Apenas despierten, ya le escuchará!
— No te entrometas en este asunto — escuchó la voz del intelectual en solemne tono, intentando sonar normal aunque le faltara la respiración.
— Lo siento — expresó otra voz masculina, con notable firmeza y serenidad, haciendo sobresaltar a Hermione de la impresión — Estás en MI área y aquí se hace lo que yo quiera.
— Concepto errado. — el otro en su ya conocida forma de hablar le contradijo — Esto no es un terreno lleno de edificios en los cuales cada emoción o virtud ocupa un espacio físico. Somos simplemente parte...
— Blah, blah, blah... Y aún te preguntas cómo es que no te escuchan — el abrazo se hizo más firme en Hermione — Y esto YA deberías saberlo: Estoy para defenderla, aún arriesgando mi propia existencia, aún yéndome en mi propia contra.
Hermione se apartó ligeramente, descubriendo entonces que estaba arrimada a una camisa verde, que sinceramente hacían una perfecta combinación con las esmeraldas que eran los orbes de semblante firme y decidido que ahora tenía Harry.
Por impulso, y como es cada vez que ella se hallaba en una situación similar a la actual, Hermione le abrazó con fuerza, encantada de volver a sentir una parte de Harry, de esas que echaba tanto de menos. Después de todo, fue él (esa esencia pura de la principal virtud de la casa de los leones) quien la involucró en el emocionante mundo de las aventuras y el enfrentamiento en contra del mismo destino.
— Hermione... sé racional. Debes salir pronto de aquí.
Hermione se volvió hacia la parte intelectual de Harry y lo veía como si estuviese detenido por una muralla tan transparente como el cristal pero al mismo tiempo tan dura como el acero.
— Yo la defenderé — declaró el otro Harry con más decisión y determinación en su forma de hablar — A como dé lugar.
— Incluso de Harry mismo, ya lo dijiste. Y será mejor que firmes tus palabras. ¡Sabes perfectamente lo que ella puede encontrar más adelante! ¡Hemos debatido montones de veces sobre el asunto!
— Pues vaya forma la de debatir la tuya. Siempre tan seco y cortante. — Harry, el joven valiente dispuesto a defenderla a capa y espada, señaló al otro en clara muestra de acusación — ¡Tú fuiste parte de los que no la querían!
El otro atinó a esquivarle la mirada, no sintiéndose capaz de enfrentar a Hermione luego de que se enterara de esa realidad. Porque él era inteligencia, pero también era verdad. Era esa insistente parte de su mente que intentaba hacer razonar a Harry, y la parte que descubrió que Harry prestaba una ligera atención a lo que decía cuando le rememoraba el tono de su amiga Hermione.
Él era muchas cosas que Hermione no sabía.
— Es verdad — declaró con firmeza, claramente midiendo cada una de sus palabras — Pero no lo entiendes. Nunca lo entenderás.
— ¿Por qué? — preguntó Harry exasperado — ¿Porque no soy tan inteligente como tú?
El otro atinó a sonreír irónicamente.
— ¡No! No lo comprenderás porque es algo que ni yo mismo aun comprendo — reflexionó el joven arreglándose la bata blanca y acomodándose los lentes — No la entiendo a ella, no te entiendo a ti, no entiendo a esa otra parte. Lo único que siempre quiero es que Harry tenga más raciocinio que impulso — Se volvió entonces hacia su mundo intelectual, de enigmas por resolver, echándole antes una mirada a la joven Granger — Buena suerte en tu búsqueda hacia Harry, a ver si consigues algo productivo.
La joven se tomó las sienes con ambas manos mientras su frente, cubierta de castañas ondas, reposaba en la camisa verde del mago quien constantemente le acariciaba la nuca como clara señal de tranquilizarla.
Fue en este preciso instante en que Hermione, luego de exhalar una gran cantidad de aire, se dejó llevar por la sensación de caricias en su nuca, comenzando a llenarse de una extraña paz.
La actitud de Harry, en este caso, no era nueva. Siempre lo hacía cuando buscaba tranquilizarla. Parecía que Harry, de casualidad, le encontró su punto de calma. Lo hizo en algunas ocasiones luego de pasar aventuras en el Bosque Prohibido entre licántropos, gigantes, centauros y otro tipo de bestias, de esas que le agradan a Hagrid y de las que hacen que la piel se le erice de tan sólo imaginarlas cerca.
No obstante este gesto de parte de Harry no se había dado desde hace algunos meses atrás. Y quizá sea eso lo que dejaba a Hermione en este estado de nostalgia mezclada con inquietud. O quizá sea que ya extrañaba algún acercamiento con Harry de cualquier índole.
Últimamente él se estaba alejando de ella y de Ron. De una manera sutil en unos casos (como cuando le esquivaba la mirada y evitaba hablarle lo más posible) y en otras un poco brusco, frío y hasta cortante, (como cuando se negó rotundamente pasar las vacaciones de Navidad fuera del Colegio)
Y ahora, cuando la pieza caía en el rompecabezas, todo estaba armado.
Harry los quería fuera de su existencia a causa de una maldita profecía.
Hermione sintió que los ojos le picaban, seguro de las lágrimas que querían escapar de su prisión castaña. Pero no era el momento de soltar una sola siquiera. No cuando tiene otras cosas prioritarias pendientes.
— ¿Estás bien? — susurró el joven con cuidado, como si hasta sus palabras la lastimasen.
Hermione asintió, sin atreverse a mirarlo. Y no era necesario que sus ojos captaran a Harry en ese estado. Muchas veces lo ha visto, y la esencia de su actitud protectora la conserva en lo profundo de su corazón, junto a otros recuerdos importantes.
— No tienes la remota idea de lo mucho que me moría de ganas por tenerte aquí — admitió Harry posando sus manos en cada hombro de ella y observando cada detalle de su rostro sonrojado y con gotitas de sudor.
Hermione frunció el entrecejo de manera inconsciente, de esa forma que ella siempre hace cuando lo que escucha adquiere un sentido tan ambiguo. ¿Él se refería a tenerla entre sus brazos? ¿O acaso a que ella, de una u otra manera, llegara a su mente?
— ¡Cielos! — siguió hablando Harry con una sonrisa genuina. Ella le miró por impulso y fue cuando el impacto de sus ojos verdes la estremecieron intensamente, porque los orbes parecían brillar más, o quizá sea la ausencia de los lentes lo que resalta el color esmeralda de los mismos — Esto tiene que ser un verdadero milagro.
— O un accidente — comentó Hermione bajando ligeramente la mirada, descubriendo en la barbilla del joven unos raspones que se extendían débilmente a lo largo del rostro y del cuello. Pero ninguna de esas marcas resaltaba tanto (por su tamaño) como la que tiene en forma de rayo en la frente. Y la cicatriz ni destellaba ni era rojiza. Sólo formaba parte de su rostro como muestra de un fatal pasado, nada más. Hermione estuvo más segura que nunca de que tenía frente a sí al Harry aventurero y valiente, que en centenares de ocasiones la protegía del peligro incluso utilizando su propio cuerpo.
— Lo que sea — él no se atrevió a contradecirla — Lo importante es que estás aquí. Y tienes que ayudarme.
La última frase estuvo tan llena de súplica y ansiedad que preocupó de inmediato a Hermione.
— No entiendo — admitió ella apretando los puños y mordiéndose el labio inferior — Tienes una mezcla de emociones. Me pides que no te abandone, que nunca más me acerque a ti, me dices que salga de tu mente (como si yo hubiese venido a propósito) y ahora que me necesitas aquí.
El otro sonrió con ironía y extrañeza.
— Bienvenido a mi mundo de conflictos, Hermione — le dio como única respuesta.
La joven le dio una mirada de preocupación y, dejándose de morder el labio inferior, deslizó una mano por los azabaches y desordenados cabellos, principal característica en todas sus personalidades hasta ahora conocidas.
— ¿Desde cuándo estás así? — indagó ella con suavidad. Por una parte sentía que ahora el joven estaba más accesible, y que no hacía falta nada más que suavidad para que él le confesara absolutamente todo lo que sucedía, o al menos lo que ha deducido.
— Desde hace casi dos años — le respondió amargamente, y el color verde de su camisa comenzó a perder color.
— ¿Por qué sucede esto? — preguntó Hermione posando una mano en su pecho, en el lado izquierdo, señalando al mismo tiempo su vestimenta descoloriéndose.
— ¡Demonios! — masculló irritado e inspiró profundamente, controlando sus propias emociones al posar una mano en donde ella tenía — No te preocupes... No pienso desaparecer. No creo desaparecer, al menos no completamente. Aún me necesita.
Hermione parpadeó un par de veces, asimilando el acontecimiento con sus palabras y enlazándolos.
— ¿Depresión? — expresó llevándose el índice y pulgar de su mano libre a la barbilla — Si te dejas llevar por ella... ¿La zona gris aumentará?
— Veinte puntos para Gryffindor.
Hermione sonrió, pero de manera breve. De inmediato recordó el gráfico de colores que había visto con anterioridad.
— ¿Qué emoción es la negra? ¿Y la roja?
Y por primera vez en todo ese tiempo, el joven le esquivó la mirada.
— Bien... Hermione... lo que sucede...
— Confías en mí ¿Verdad? — Hermione hizo más firme el contacto de su mano en donde estaba el corazón del joven — Puedes decirme todo —
— A ti te confiaría hasta mi vida, Hermione — admitió el joven — Eres una parte tan importante de mí... que tengo miedo que un día te aterres de lo que soy y te alejes de mí.
— Pues métetelo en la cabeza — Hermione le tomó una mejilla — No me voy a alejar de ti. ¡Nunca! ¡Ni aunque tú lo quisieras!
— Sí, me he dado cuenta — dijo él con una semi sonrisa — Has sido muy terca ¿No?
Hermione recordó entonces cómo constantemente Harry la evitaba, y a tanta perseverancia de ella, él cedía y volvía a ella, (como cuando le hizo caso y se mantuvo tranquilo en las clases de Pociones) aunque luego quisiera distanciarse nuevamente (se marchó dejándola a solas con Ron antes de que el pelirrojo se fuera a reunirse con su familia)
— Alguien me enseñó sobre terquedad — le respondió devolviéndole la sonrisa — La suficiente para ser su complemento.
Sus dos manos viajaron suavemente por sus brazos hasta llegar a las manos de él, y las aprisionó entre las de ella.
— Y dime... ¿Qué son esas emociones?
— Pues.. se debe a que Harry — sonrió irónico al decir el nombre del joven mago, cuando él es una parte del mismo — Él tiene la teoría de que para enfrentarse a Voldemort, debe controlar o incluso eliminar todas las emociones que le sean desfavorables en la batalla.
— Pero... — balbuceó Hermione — Eso... implica...
— Pues eso mismo le dice su mente, (ese tipo que te venía persiguiendo) que eliminar sus emociones trastornará su personalidad y esencia. Si le domina el gris será un ser depresivo, con constantes temores. Si se deja dominar por su lado púrpura será un ser completamente feliz, sin preocupaciones pero al mismo tiempo que no sabrá asumir sus responsabilidades. Y así con las siguientes características personales.
— Tiene que mantener un equilibrio entre una emoción y otra, y saber darle prioridad a todo.
Los ojos verdes se volvieron repentinamente hacia ella.
— También eso dijo su estado intelectual — le comentó un tanto asombrado — Pero bueno, ya sabemos que Harry precisamente no se la pasa escuchando a la voz de la razón. Si no hace rato que, en conjunto, hubiésemos hecho un montón de cambios en su vida.
— Y Harry quiere sólo tener como única emoción...
— Odio, desprecio, indiferencia — le respondió el otro — Claro que se ha encontrado en una interesante situación, porque en primer lugar el odio y la indiferencia no van tomados de la mano — Desvió la mirada, como si buscase una luz brillante a la distancia. — Además de que no se pueden desterrar emociones sin que pase por un proceso de confusión, en especial porque hay unas que están tan impregnadas en él... como es mi caso y como hay otro por ahí.
Hermione recordó a su estado depresivo. Y llegó a la conclusión de que Harry necesitaba desahogarse de cuando en cuando para poder visualizar su futuro con una mejor perspectiva.
— Sin embargo su odio está ganando, ¿No? Por ello se aleja de mí, y de Ron... Por eso se aísla y ya no confía en mí.
— Si existe un ser superior y supremo a nosotros, Hermione, pues no sé qué es lo que habré hecho para que me concediera estar cerca de alguien como tú.
— Pues mira cómo lo agradeces — le reprochó ella — ¿Por qué no me contaste de La Profecía?
El otro se encogió de hombros, intentando no darle importancia al asunto.
— Se puede decir que ganó el temor, Hermione. No a Voldemort, sino a ti, tu actitud y tu consecuente distanciamiento.
— ¿Y por qué asumiste que me alejaría? — le reprochó más ella — Entonces ¿A dónde yo dejaría lo que siento por ti? Mi lealtad, mi cariño, mi amistad...
— Eso es otro asunto — le cortó Harry intentando soltársele de las manos, pero Hermione le evitó la huída.
— Me duele... cuando me evitas — dijo Hermione aprisionando sus manos — Cuando te alejas de mí sin que yo sepa el motivo, sin saber si te fallé como amiga, o te defraudé como persona — Respiró profundamente, con seguridad para tener valor ante sus siguientes palabras. — ... o quizá mi dolor sea mi propio miedo a que un día ya no me necesites.
Harry sintió que Hermione abrió sus manos. Si él quería alejarse de ella, nuevamente, Hermione esta vez no haría nada por evitarlo.
Las masculinas manos abandonaron el calor de las manos de Hermione. Ella bajó el rostro, sintiendo que el calor que invadían sus mejillas era diferente al de antes, cuando estaba agitada por huir de una de sus personalidades. Y al mismo tiempo una punzada fría atravesaba el pecho de la joven.
Y sintió dos brazos rodeándole con firmeza la espalda, y la barbilla del joven posándose suavemente en uno de sus hombros. También sintió el aliento de Harry haciéndole cosquillas al susurrarle.
— Siempre voy a necesitarte, porque ya eres parte de mí.
Ante esta declaración ambos sintieron la misma corriente recorrerle la médula. Y fue el punto final para toda la conversación entre ambos al mismo tiempo que fue la pauta, el inicio para que volviesen a mirarse, pero de una distinta forma, con un cariño que sobrepasa la fraternidad, hermandad y amistad.
Como la esencia de Harry actualmente es pura valentía, no mostró ni dudas ni temores para sostener la barbilla y con un pulgar entreabrir los labios temblorosos de Hermione. Y más que nada, rozarlos con los suyos, como preámbulo al desborde de sentimientos retenidos por tanto tiempo.
Fue una caricia fugaz y casi imperceptible. Las puntas de sus narices rozaron en el proceso, y cuando Harry estuvo a punto de profundizar el contacto, Hermione sintió que algo la arrancaba abruptamente de los brazos del joven.
Hermione cayó de rodillas, sobre la palma de sus manos. Distinguía unos zapatos negros y en el preciso instante en que Hermione alzaba la mirada para averiguar quien la había halado de esa forma tan brutal, el joven de camisa verde se interpuso entre ambos, cumpliendo completamente su papel de utilizar su cuerpo como escudo para protegerla del peligro...
— ¿Qué demonios crees que hacías? — indagó irritado.
— No te incumbe — le respondió el otro mientras Hermione se incorporaba y veía sobre el hombro del joven al tercer integrante en el sitio.
... y quizá de él mismo.
Continuará...
Notas finales: Este fict ya está terminado y no sólo en mi mente sino en mi preciosa y amada Pc, así que por primera vez en mi existencia como escritora de ficts no tardaré en actualizar esta historia (y ustedes tampoco tarden en dejar reviews)
Harry Potter y Hermione Granger pertenecen a la escritora Joan K. Rowling, la causante de que pase parte de mi existencia escribiendo ficts (principalmente sobre estos dos), todo lo escrito y utilizado es hecho sin fines económicos, sólo quiero entretener (y de unir más partidarios al ya saben qué n_n) y aunque en otro fict ya usé estos fragmentos, pues los repito aquí, no por falta de momentos entre Harry y Hermione, sino que quedan simplemente precisos para la actitud de Harry-valiente n.n primero ve por ella y su seguridad física y después él se pone a resguardo.
De pronto la mano de Grawp salió lanzada hacia Hermione, pero Harry agarró a su amiga, tiró de ella hacia atrás y la escondió tras un árbol. La mano de Grawp rozó el tronco, y cuando se cerró sólo atrapó aire.
— ¡ERES UN NIÑO MALO, GRAWPY! — gritó Hagrid mientras Hermione se abrazaba a Harry temblando y gimoteando...
Harry Potter y La Orden del Fénix (Cap. 30 "Grawp", Pág. 717 )
— ¡Cállese! — le gritó Hermione, pero era demasiado tarde: la profesora Umbridge apuntó con su varita a Magorian y gritó:
— ¡Incárcero!
Unas cuerdas que parecían gruesas serpientes saltaron por los aires y se enroscaron con fuerza alrededor del torso del centauro, sujetándole los brazos: éste soltó un grito de cólera y se encabritó, intentando liberarse, mientras los otros centauros cargaban contra la profesora Umbridge.
Harry agarró a Hermione y la tiró al suelo; él se tumbó también boca abajo...
Harry Potter y La Orden del Fénix (Cap. 33 "Pelea y huída", Pág. 777 )
— ¡CORRAN! — gritó Harry mientras las estanterías oscilaban peligrosamente y seguían cayendo esferas de cristal.
Agarró a Hermionepor la túnica y tiró de ella hacia delante, a la vez que se cubría la cabeza con un brazo para protegerse de los trozos de madera y cristal que se les echaban encima.
Harry Potter y La Orden del Fénix (Cap. 35 "Detrás del velo", Pág. 811 )
