Capítulo 08: Una batalla más


La joven dio dos pasos hacia adelante, pero apenas lo hizo y sintió un intenso rayo negro golpearla directamente, lanzándola en un instante contra la muralla.

La próxima vez no dudaré en lanzarle la maldición asesina, maldita sangre sucia — masculló Voldemort irritado, aún con la varita en alto — Ya deja de entrometerte.

Ella se tomó el hombro mientras se arrimaba a la pared. A poca distancia sintió a las dos personalidades aún golpear la muralla y sus voces las oía como un lejano eco.

El joven de ropas grises retrocedía cada vez más, tapándose los oídos y cerrando con fuerza los ojos mientras gritaba sin cesar que ella hace mucho tiempo debió apartarse de su vida.

— Deberías ayudarnos y dejar de decir tantas estupideces — Hermione apenas escuchó el reclamo del joven de ropas verdes.

— ¿NO LO ENTIENDEN? ¡ELLA TAMBIÉN MORIRÁ¡ ¡Y POR MI CULPA!

El joven lo agarró toscamente de la camisa gris y lo tumbó contra la muralla, obligándolo a ver a Voldemort evitándole la respiración a Harry y a una lastimada Hermione.

— Entonces haz algo ¡Maldita sea!

No es el momento de que se pongan a pelear entre ustedes — les reprochó Hermione mientras se volvía hacia Voldemort. Harry casi desaparecía en manos de su captor.

No te muevas, maldita perra — advirtió Voldemort apuntándola directamente con su varita.

— ¡Hermione! — la voz del joven intelectual se escuchaba a lo lejos — ¡No te acerques más! Si mueres aquí nunca volverás a tu cuerpo.

Si Harry desaparece, V..Voldemort se apoderará de él — objetó ella.

¿Te atreves a llamarme? Maldita impura. Magos más poderosos que tú temen ante mi nombre.

¿No debo decir... Voldemort? — indagó ella con la respiración agitada — Oh! Está bien.. TOM.

— Cállate — dijo el hombre secamente — Vuelves a decir ese nombre y te mato.

Igual has de querer hacerlo una vez que termines con Harry — dijo Hermione.

Voldemort sonrió ampliamente, tanto que se achicaron más las cuentas de sus ojos rojizos.

No hay escapatoria. Este es el fin.

— ¡HERMIONE NO LO HAGAS!

— NO TE ACERQUES MÁS.

La joven apenas dio un paso hacia adelante, cuando Voldemort hizo brillar la punta de su varita, un fulgor verde salía de la misma, apenas conteniéndose en salir.

— Aveda...

— ¡Accio varita! — invocó Hermione, provocando que la varita de 26 centímetros perteneciente a Harry llegara a sus manos en cuestión de instantes.

— ¡Bien hecho! — dijo la parte intelectual de Harry — Voldemort no enfrentará a las hermanas.

Hermione apenas le miró, sin comprender del todo sus palabras, pero se sintió más confiada de su acción. Además la punta de la varita de 28 centímetros dejó de brillar.

Y fue cuando se movió con toda la velocidad que pudo, abalanzándose contra Voldemort, intentando golpearlo en el pecho con el codo, haciendo que él diera toscos pasos hacia atrás, pero no logró liberar a su prisionero.

Voldemort la tomó de la mano derecha, en donde ella tenía la varita de Harry, y la aprisionaba duramente, intentando que ella soltara la varita.

Ambas varitas mágicas se chocaban constantemente y emanaban chispas eléctricas azuladas y aparte de un daño físico Voldemort no conseguía nada más.

¡Maldita! ¡Maldita y terca!

Apenas le soltó la muñeca, pero sin darle tiempo a reaccionar la aprisionó del cuello. Hermione forcejó con su mano izquierda, que era la que tenía libre, tratando de que él no le quebrara el esófago. Ella no sabía si mayor presión le hacía la varita de pluma de Fénix de 28 centímetros o los dedos fríos y alargados del mismo Voldemort.

— Suéltalo — gimió irritada, con todo lo que podía decir con el poco oxígeno que aún circulaba por su cuerpo.

¿O si no qué? — indagó con su voz arrastrada Voldemort.

— Hermione — se escuchaba a lo lejos la voz de una de sus personalidades, en forma de un lejano eco. Así de espalda ella no sabía quién era el que le hablaba, pero las siguientes palabras lo delataron — El rojo y el negro están equilibrados... Rompe ese equilibrio.

¿Romperlo? ¿Cómo? ¿De qué forma separarlos? Seguramente el desgraciado de Voldemort se ha ido adentrando en la mente de Harry de a poco. ¿Qué podría hacer ella?

«... Hazle entrar en razón... Todo lo que me dijiste... Todo lo que me hiciste sentir»

Hermione alzó un poco la mano derecha, tratando de no soltar la varita, y aprisionó entre sus dedos el dorso y la palma de la mano izquierda de Harry, cuyo rostro estaba pálido por la falta de circulación de sangre.

Al contacto de su piel, Harry abrió un poco los ojos.

— Esta es tu mente, Harry — gimió Hermione con lo que podía de voz — Sólo tú decides quién está aquí y quien no.

Harry se soltó de Hermione, pero por breves instantes, luego tanteó con su mano, llegando a la de ella y buscando entre sus dedos obtener lo que ella portaba.

Apenas Harry tuvo la varita en su mano, la blandió contra la muralla negra que los envolvía. Un sonido retumbó por todo el sitio, el eco hizo vibrar la tierra y todo este acontecimiento logró que Voldemort bajara la guardia y dejara de quitarles la respiración.

Hermione sintió que Harry la halaba y ambos rodaban por el piso. Él cubriéndola con su cuerpo mientras la muralla negra se resquebrajaba. Al cesar el fuerte sonido, la muralla se rompió en millones de pedazos y los fragmentos volaron por todas direcciones.

Sin barrera aislándolos, las personalidades sobrevivientes del poderío de Voldemort se adentraron al escenario (eso sí, al aterrado joven de gris el de vestimenta verde tuvo que casi arrastrarlo)

— Excelente estrategia, Voldemort — admitió el joven intelectual mientras hacía aparecer su varita mágica en medio de los reproches silenciosos de los otros 3 — ¿Qué? Es la verdad. No por ello significa que esté de su parte.

Con aliados como tú... — comentó el de camisa verde colocándose delante de los dos jóvenes.

A cada lado de Harry se colocó el joven de personalidad feliz y el intelectual. Atrás de la pareja quedó la última de sus emociones.

Harry ayudó a levantar a Hermione ante la mirada de furia de Voldemort y la observación de los demás.

— Hermione, he de declarar que nunca conocí a una joven tan hermosa (y no me refiero sólo a algo superficial) y tan inteligente al mismo tiempo — le dijo el intelectual Harry — Incluso entre los documentos que poseo sobre ti estaba planificando una teoría sobre si esas características en una misma mujer es lo que hace que los genes Potter pierdan la cordura.

Entonces extendió la mano hacia el hombro derecho de Harry, antes de soltar su siguiente declaración: Llegó el momento de romper el equilibrio.

Hermione suspiró aliviada al darse cuenta que él iba a fusionarse con Harry, para que así el rojo sea un poco más grande que el negro, entonces se sobó la garganta, en donde aún tenía las marcas de Voldemort, y dijo unas últimas palabras antes de dejarlo partir.

Sobre lo que me preguntaste... La respuesta es que no es lo mismo. Jamás se pondrán los dos al mismo nivel. Y espero que a estas alturas ya sepas quien es el primordial.

El joven analizó brevemente sus palabras ante la intriga total de Harry. ¿Cómo rayos se ponían en esas enigmáticas conversaciones en esos instantes? Y lo peor aún, ahora su amiga tenía secretos con una parte de su propio ser que él desconoce.

Con una sonrisa en los labios el intelectual tocó el hombro de Harry, su cuerpo desintegrándose en miles de partículas y adentrándose en el cuerpo del joven Potter.

Bueno, ya que estamos con eso de los discursos — dijo el púrpura, se acercó a Hermione y le dio otro cálido beso en la mejilla — Espero que diga todo.

Y antes de que ella le pudiese contestar el joven se había desintegrado para fusionarse con su origen.

— Espero ser de ayuda... aunque sea una vez en esta vida — comentó en voz baja el joven de vestimentas holgadas, remangándose las mangas — ¿Y sabes? Antes te mentí. La verdad es que no quiero que te apartes de mí... ¡Nunca!

Y ante estas palabras tocó la espalda de Harry, volviendo a ser parte de él.

No lo olvides — dijo el último, de esencia valiente, coincidentemente del color de sus orbes — Siempre te protegeré, desde donde esté.

Y retrocedió unos pasos, encontrándose con Harry y formando parte de él.

Un aura bordeaba todo el cuerpo de Harry, su semblante distante había cambiado por el de determinación que tantas veces Hermione había visto, apreciado y admirado en él.

Batalla perdida, Voldemort — replicó Harry más sólido que las rocas que inundaban el sitio, alistando su varita de 26 centímetros, ahora que el equilibrio estaba roto. Incluso con temores, Harry era más él mismo — Devuélveme lo que me has arrebatado.

Bien has dicho, pedazo de mocoso ¡BA—TA—LLA! La guerra aún queda pendiente.

Harry mandó a hacer algo a Voldemort que ni con todo el coraje del mundo le hubiese dicho a Snape y Draco juntos.

Voldemort empezó a dividirse en algunos seres más, que quedaron como grandes manchas sin rostro. Salían de su cuerpo con brusquedad, adentrándose en el de Harry, uno tras otro, de forma tan rápida que era imposible llevar una cuenta de cuántas etapas de Harry el manipulador de Voldemort había absorbido para debilitar mentalmente a Harry y hacerle creer que la única forma de ganar era alejando a todos de su entorno. Las rocas alrededor comenzaron a desintegrarse con la rapidez con la que una pastilla efervescente se diluye en el agua.

Al final quedó Voldemort, tan transparente que parecía un reflejo en el agua cristalina. Incluso los fantasmas se verían más sólidos si se pusieran a su lado.

Todo lo que quedó en el entorno fue un inmenso espacio blanco.

¿Sabes cuál es el secreto de la Oclumancia? — preguntó Harry a Voldemort — Es evitar que vuelvas a ingresar a mi mente, por cualquier medio. Hasta nunca, Voldemort.

Pronto arreglaremos cuentas — le aseguró el reflejo — Y sólo entonces veremos qué tanto te ha servido tu estupidez y la asquerosa impura que tienes por compañía.

Y, notablemente irritado, desapareció de la mente del joven, dejando en su sitio a una sombra sin cicatriz ni rostro. Completamente negro. Cualquiera diría que era Harry cubierto de pies a cabezas con un manto negro, como lo eran los ninjas en el antiguo Japón. Pero esta sombra negra era la esencia verdadera de la ira de Harry.

La sombra levantó la cabeza, apenas se veía en su pecho, como si fuese tatuado con hierro rojizo en la piel, los caracteres que en conjunto formaban 3 palabras importantes: Sirius, James y Lily, como si fuesen un permanente recordatorio de por quiénes Harry deja que en su alma habite ese sentimiento.

Ni Harry ni Hermione podían ver sus ojos, pero ambos estaban completamente seguros que la esencia de ira de Harry les estaba mirando.

Harry inspiró una gran cantidad de aire antes de soltarla de forma pesada y resignada. Luego extendió la mano hacia la sombra, invitándola a volver a su origen.

Debo controlarte — le dijo Harry — Eres necesario en mí, pero no puedes... no debes dominarme.

La sombra asintió con un gesto.

— Comprendo esto. Después de todo... — dijo con una voz que parecía un eco lejano, aunque no se le notaban los labios ni de dónde podría salir esa voz, quizá se comunicaba con telepatía — ...soy tu ira, no tu envidia.

Y al fusionarse con Harry un brillo nuevo envolvió al muchacho, dejando sus ropas en el absoluto blanco.

Hermione suspiró aliviada. Era como cerrar una etapa en la vida, aunque de inmediato se abría otra más. Y a diferencia de todo lo que podía creerse, el mismo Amo de las Fuerzas Obscuras le había ayudado a Hermione esclarecer absoluta y totalmente todo, sin opción a error alguno.

Era a ella a quien Harry quería alejar de su vida... porque influía mucho en él.

Era a ella en quien Harry veía el mayor enigma... por eso un secreto interés en ella.

Era a ella con quien deseaba una cercanía más profunda... mucho más de lo que ha sucedido en todo este tiempo.

Fue ella a quien el mismo Voldemort consideró un «verdadera molestia»... en su objetivo de destruir a Harry.

Hermione sintió que el corazón le latía con fuerza, como si se escaparía en cualquier instante de su pecho.

Harry se volvió hacia Hermione, un tanto incómodo de verla al principio. La mente fue un cúmulo de abruptos pensamientos. Su parte intelectual le daba una síntesis de todo lo sucedido, insistiendo nuevamente en resolver el asunto que desde hace mucho ha dejado pendiente. Su parte valiente le explicaba con lujos y detalles la forma decidida y firme en que debía acercarse, su parte alegre le explicaba detalladamente lo suave que eran sus mejillas y lo encantador que es verlas sonrojarse, su parte temerosa admitía que se calmaba cuando estaba entre sus brazos, pero podría estar mal interpretando todo y peor será perder la amistad que tiene con ella.

Claro que todos al mismo tiempo, entre murmullos y gritos.

Ganaba el pánico, pero su esencia valiente no podía permitirlo. Y la parte alegre apoyaba a la valentía.

— ...sumamente suave... créemelo, y eso que me falta un poco de valor para deslizarse hacia sus labios... De tan sólo pensarlo...

— ...además no hay prueba de que sus actitudes sean a causa de un amor... de pareja... ya sabes... Después de todo... no tenemos experiencia en ello... Así que no lo arruines... Podríamos perderla... Y eso no lo soportaría... lo sabes muy bien.. no te acerques... no te acerques...

—... Sólo envuelve tus brazos alrededor de su cintura (¿Sabías que su piel es muy tersa?)

— Haz un simple análisis: Esto que vives con ella aumentará mucho más los datos en su carpeta, de por sí ya bastante gruesa.

Las demás voces dentro de él cesaron al instante. Seguramente alejándose de esa parte intelectual, con miedo a que se les llegara a pegar esa forma tan romántica de expresarse.

Sin embargo esas últimas palabras declaradas por el intelectual encerraban una gran verdad. Después de lo sucedido la confianza que Harry había querido negarle a Hermione volvió, trayendo como consecuencia que el lazo invisible que los une se fortaleciera más.

Y bien — Harry expresó con una leve sonrisa al volverse hacia ella — ¿Regresamos?

Se vio reflejado en esos ojos castaños que eran su perdición y bendición al mismo tiempo. Por ello muchas veces necesitaba tan sólo verla para sentirse comunicado con ella, y por ello muchas veces evitaba su mirada, cuando no podía confesarle la verdad.

Hermione inspiró una gran cantidad de aire, mientras se acercaba a él y le rodeaba la espalda con sus brazos. Si Harry deseaba un signo más, ella se lo iba a brindar. Ese y todos los que quisiera.

— No sé — le respondió con una actitud de estarlo pensando seriamente, pero una cálida (y a decir verdad nerviosa) sonrisa le hacía un hermoso juego con las mejillas sonrojadas — Con todo lo que puedes hacer aquí adentro... Apuesto a que lograrías aparecer una ciudad con sólo imaginarlo.

¡Nah! Con todo lo que he visto en el mundo mágico, la imaginación se me ha fundido — Harry cerró brevemente los ojos, ignorando por ahora esas marcas horribles que ella portaba en su cuello, tratando también de que los ojos castaños no le provocaran tembladera en las piernas y le hicieran retroceder. Así, con un notable temor, logró arrimar su frente en la de ella.

Hermione retrocedió con suavidad, pero sólo fue para quitarle los lentes y no le incomoden para su siguiente acción.

De un sólo movimiento sus labios chocaron contra los de él. Y así como repentinamente hicieron contacto, así mismo se separaron. Aun así bastó ese breve instante para que una corriente eléctrica le recorriera la espalda y el corazón le amenazara con escapar de su pecho para fusionarse con el de ella.

— Nunca me alejaré de ti ¿Entendido? — Hermione dijo. Su voz sonaba sutil y en susurros.

Harry asintió feliz, sintiéndose por primera vez libre en tantos meses.


Continuará...


Notas finales: Falta sólo uno más, espero poder subirlo pronto. Esta es una época muy pesada para mí (laboralmente hablando) y la ventaja es que este fict ya está terminado o sino no terminaría nunca. Pronto he de escribir en las demás historias.

Les quiere,

Hikari.


Harry Potter y Hermione Granger pertenecen a la escritora Joan K. Rowling, la causante de que pase parte de mi existencia escribiendo ficts (principalmente sobre estos dos), todo lo escrito y utilizado es hecho sin fines económicos, sólo quiero entretener (y de unir más partidarios al ya saben qué n.n)

Y seguiré siempre con los momentos shippers, a pesar de cual sea el desenlace final, estos son, como bien me escribieron una vez, los instantes en que el corazón se queda estancado en la garganta debido a la emoción.


Ya te lo he dicho, lo he visto...

¡Por favor, Harry, te lo suplico! — exclamó Hermione, desesperada — Déjanos comprobar si Sirius se ha marchado de su casa antes de salir en estampida hacia Londres. Si no está en Grimmauld Place, te juro que no haré nada para impedir que te vayas. Iré contigo, haré... lo que sea para ayudarte a salvarlo.

Harry Potter y la Orden del Fénix. Capítulo 32 Por la chimenea.