Sumario: Una serie de Drabbles estúpidos. DRABBLE 3: Barry "el triturador" nos cuenta que tal estuvo matar a su esposa.
Descripción: Reflexión en la "forma
artística de cortar personas" de Barry. Ni me pregunten xo
¿Aguante Barry? No tengo nada más que
decir.
Personajes/Parejas: Barry el Triturador,
jeje xD Simplemente porque es un sicótico adorable, no digan
que no.
Rating: T… creo. Éste es algo más
gráfico que el anterior, así que no sé.
Género:
Angst… quizás también Horror.
Disclaimer:
No soy dueña de FMA, pero si soy dueña de ese
drabble.
Notas de la Autora: Entrar en la mente de un asesino serial es divertido. Y por eso escribo este drabble x.o Aparte, no tenía mucha inspiración. Probablemente algo parecido haya sido escrito antes, así que bueno… acúsenme de no tener originalidad. Otra vez, no me manden flames, o le digo a Barry que les haga una visita… no, mentira, sólo bromeaba xD
Reviewers:
kayter: Gracias y no te preocupes,
subiré varios capítulos más. Si me dura la
imaginación…
sanneechan:¡Gracias y
lo voy a tener en cuenta! Supuestamente este capítulo iba a
ser el de Roy, pero no tenía inspiración (y eso de mí
no es raro, jeje). Así que te prometo que escribiré lo
que pediste pronto ;
Roxie Faye: Sí, entendí
el review perfectamente Hablas muy bien español. Thank you
very much for reading!
Esto ya no es sano, lo sé, y no me interesa.
Todo comenzó un día normal, inclusive más normal que los anteriores. Ella me sonrió levemente.
–Has estado teniendo problemas con el alcohol de nuevo, Barry– afirmó mientras bebía suavemente de su vaso, lleno con agua. Fingí dar una sonrisa, aunque internamente, mi corazón daba un respingo.
–¿De veras, querida? – inquirí en la misma voz que ella usaba conmigo… falsa, hipócrita.
Ella observaba con atención como yo cortaba los trocitos de cordero y los iba colocando en su plato.
Aún sonriendo, me acerqué a ella. Pude notar como su lacio cabello acarició mi mejilla cuando mi boca se aproximó a su oído… y mi cuchillo se aproximó a su estómago.
Lanzando un alarido de dolor, comenzó a convulsionar en el suelo, tratando de quitar el aparentemente inofensivo elemento de cocina de su interior. Esperé unos segundos, hasta que respiró por última vez. Ahí fue cuando comenzó la diversión.
Comencé por sus cuerdas vocales: mi mujer tenía un pequeño problemita de hablar de más, y me dio satisfacción quitárselo yo. Atravesé su yugular con el filo, e hice presión hasta que toda su cabeza se desprendió de su cuerpo. La quité del camino, pues no me serviría de nada.
Me daba fascinación ver cómo iba quedando mi obra de arte. Le hice una incisión en forma de "Y" en el estómago, le arranque los pulmones con una rápida maniobra del cuchillo, separé su corazón en pedacitos.
Corté sus extremidades, examiné sus huesos, corté su rostro hasta que lo deformé.
Y lamí la sangre de mi cuchillo… que contenía el sabor inigualable de la lujuria.
