"Hechiceros y demonios"
Por Sumire-chan
Capítulo VII: "Visiones que previenen el ataque"
La puerta se abrió de repente y una mujer bastante joven salió a recibirles, llevaba un pañuelo en su cabeza y por detrás caían sus largos cabellos negros azabaches amarrados en una cola de caballo baja, sus grandes ojos eran del mismo color que estos, fríos y serios. Su expresión parecía inmune a cualquier situación.
- ¿Si? - les preguntó ladeando ligeramente la cabeza.
- Enishi-san nos dijo que si necesitábamos un lugar donde hospedarnos viniéramos a aquí - explicó Kaoru adelantándose.- nos conocimos hoy a las puertas del consejo.
- Ah ya veo... ¿estuvieron con las deidades? - todos asintieron- pasen por favor.
*~*~*~*~*~*¡¡¡Hermano!!! - gritó una mujer interponiéndose entre un joven y el ataque de un demonio, este impactó de lleno en ella y la lanzó lejos de donde se desarrollaba la batalla. Misao corrió hacia ella intentado negativamente detener la hemorragia, mas sucedía como con los otros ataques... la magia no funcionaba para curar las heridas. La abrazó fuertemente.
- no me dejes tu también, onegai - sollozó sin poder contener los ríos de lágrimas- yo sé que tu puedes...
- Misao-chan... - susurró la mujer, sus ojos negros casi ya inanimados se habían vuelto cálidos, avandonando esa frialdad que acostumbraba tener- eres fuerte... eres... - gimió de dolor- eres... valiente... yo sé... que tu... puedes... Misao-chan...
- Shh... no te esfuerzes - le suplicó con dulzura, mas la mujer continuó.
- debes... vencer... debes lograr... esa paz... que... tanto anhelabas... porque... porque... lo mereces... Misao-chan...- dijo dificultosamente, su respiración cada vez se hacía más agitada- te quiero...
- ¡¡¡NO!!! - gritó viendo como ella cerraba los ojos exalando su último suspiro y sintiendo como su vida se le escapaba en él, la abrazó fuertemente. - ¡¡¡¡TOMOE!!! *~*~*~*~*~*
- ¿Señorita? ¿Señorita? ¿se encuentra bien? - dijo una voz sacándola de esa horrible visión.
- "¿Porqué todo lo que veo siempre es muerte?" - pensó para sí misma- eh... sí... sumimasen - dijo dándose cuenta que estaba parada bajo el marco de la puerta y la mujer que les había atendido le miraba de manera rara.
El recibidor estaba muy bien decorado, con bellos tonos pasteles y había distintos artilugios colgados en las paredes, desde cuadros hasta talismanes de protección contra la magia. Se podía sentir sus esencias en toda la casa, como una barrera mágica bastante poderosa.
La mujer se acercó a los leños sin encender de la chimenea y colocó una de sus blancas manos sobre ellos, inmediatamente encendieron.
- "hechicera" - pensó Misao.
- Tomoe Yukishiro - dijo aquella extendiendo una mano hacia Kaoru, esta la estrechó amablemente- Kaoru Kamiya, supongo. Mi hermano me ha hablado mucho de usted.
La kendoka de cortos cabellos azabaches rió nerviosamente. ¡Si hacía tan poco que se habían conocido!
- "imposible" - pensó Makimachi - "no puede ser..."
Sus pensamientos se quebraron en su mente, esa visión le había revuelto los sentimientos y su cabeza le daba vueltas. ¿Porqué tanta muerte? Parecía repetir la voz consoladora de su conciencia, su voz interior.
- Así que visitaron a las deidades - comentó Tomoe sentándose en uno de los sillones que había dispuestos en la salita de estar contigua, también bellamente decorada y con un gran ventanal que daba a la calle, ahora cubierto por gruesas cortinas floreadas.
- Sí, ellas accedieron a encontrarse con nosotros - le dijo Misao.
- Fue en la puerta del consejo donde encontramos a Enishi - agregó Kaoru - a propósito... ¿dónde está él?
- Salió con unos amigos que también están hospedándose aquí, acaban de llegar a Zakuro y Enishi les invitó.
- Ustedes son muy amables - halagó Kamiya.
- gracias - le dedicó una sonrisa, aunque con esa enmarcada frialdad a ellos les pareció una pequeña mueca sin sentido- no deben tardar, fueron a la tienda de magia.
Ella se puso de pie mirando el relog colgado en una pared cercana.
- Acompáñenme, les mostraré sus cuartos.
Tomoe Yukishiro parecía a simple vista una mujer fría y sin corazón, sus ojos negros profundos realmente congelados en su rostro le desfavorecía en su amabilidad y dulzura al entonar su voz. Era como una melodía cálida al hablar.
Les indicó un cuarto a cada uno, la carta contaba con varios pisos y un ático en la parte superior de la misma, donde según la mujer, tenían las armas de la casa.
- ¿Sucede algo, Misao-san? - le preguntó mientras bajaba las largas escaleras de madera con grabados. La joven Makimachi estaba sentada junto al ventanal viendo como el cielo se debatía a punto de llover.
- nada – contestó de manera suave- sólo pensaba... los momentos me envuelven con demasiada crueldad, ¿sabe usted? Una de las deidades me dio a probar el dulce sabor del futuro... mas para mí... es tan amargo como la muerte.
- ya veo – susurró Tomoe- Fuyu es una deidad muy inteligente, alguna razón habrá tenido para eso...
- Ella dijo que aveces el destino necesita ser cambiado – dijo sin preguntarle acerca de su conocimiento sobre el nombre de la deidad.
Entonces, la puerta principal se abrió y volvió a cerrarse inmediatamente.
- ¡Tadaima! - se anunció Enishi entrando en el recibidor, llevaba una camisa desabrochada que dejaba ver su bien esculpido torso y unos pantalones anchos de mezclilla.
- ¿y los...? - comenzó a preguntar Tomoe al verlo solo, pero no pudo terminar ya que su hermano menor estaba parado en la escalera con sus ojos azulados oscuros fijos en la figura que miraba desde arriba.
- ¡Kaoru-san! - exclamó el muchacho – me alegro que finalmente decidieran venir.
- ¡oh si! Debo agradecerle su habitación – sonrió ella ladeando ligeramente su cabeza, con lo que Enishi sintió que se desmayaría allí mismo, sobre los pies de esa diosa tan hermosa y magestuosa - demo onegai, dígame Kaoru, no me trate de usted.
- Entonces te pido lo mismo Kaoru – sonrió seductoramente sin ocultar el rubor delicado en sus mejillas – y no dudo que mi oneesan también.
Ambos sonrieron. Tomoe y Misao se dirigieron miradas cómplices antes de reír tímidamente.
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*~*~*~*~*~* La lluvia era torrencialmente peligrosa, Akeru y Soujiro estaban preocupados por la posiblidad de la inundación de las calles que eran más bajas que el resto. El hanyou estaba pegado al ventanal de vidrio, muy aparejado al cristal reluciente, sentía el olor inconfundible a muerte, sangre y descontrol *~*~*~*~*~*
- Akeru-kun, ¿daijoubu ka? – le preguntó Misao apareciendo en la sala de estar. Había estado junto a Tomoe en la bella y aromática cocina, donde la mujer le enseñaba a Kaoru sus artes culinarios.
- eh... sí, Misao.
Ella se acercó donde el mitad youkai había permanecido junto a Soujiro las últimas horas. Sonrió y casi le susurró al oído, estremeciendo los sentidos del joven.
- Milla... ya te dije que mis amigos me dicen Milla – dijo con una voz muy dulce y volvió la vista a la ventana.
Akeru rió nerviosamente y también miró cómo la lluvia acariciaba el ventanal lentamente.
- Algo te preocupa, ne? – dijo Misao sin quitar la vista de la calle.
- Sí, siento... – susurró quedamente, su corazón se le aceleraba sin su control y eso realmente le preocupaba. Su parte youkai siempre le había impedido demostrar sus sentimientos y ahora, en cambio, esa muchacha de grandes ojos esmeraldas y aroma a cerezo le revolucionaba- siento el aroma a guerra, sangre..
Ella abrió grandes los ojos.
*~*~*~*~*~*- ¡¡Milla!!! – le gritaron casi al oídoy la cubrieron de un ataque de rayos eléctricos que impactaron en su espalda, y cayó al suelo bruscamente.
- ¡¡¡Gomen nasai!!! – dijo ella presurosa lanzándose sobre él, este la apartó.
- Estoy bien – dijo poniéndose de pie.
- ¿Seguro?
- Hai, no te preocupes – sacó sus garras- hay que acabar con todos.
La sombra que impactaba en su rostro le impedía a Misao observar de quién se trataba realmente, pero estaba segura que era Akeru, sus ropas le delataban. Él gruñó gruiosa y salvajemente. Makimachi le miró atentamente, intentando ella también poner atención a la batalla, los ojos dorados matizaban un blanqucino antes de convertirse en un rojizo malvado. Volvió a gruñir totalmente fuera de sí, destajando con sus garras cada ser endemoniado que se le acercaba, cubriendo de manera inconsciente el cuerpo de la muchacha y manchándose con la sangre enemiga.
- ¡¡¡¡¡Akeru!!!!!!!! – soltó desesperadamente antes de toparse con esa mirada endemoniadamente repulsiva, sus colmillos sobresaliendo de sus labios empapados en rojizo y sus garras goteando del líquido de vida. *~*~*~*~*~*
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- Enishi-nii ¿Porqué no sales de aquí? ¿No ves que distraes a Kaoru-san? – protestó pícaramente Tomoe llevándose una de sus manos a su cadera y similando estar disgustada.
- Ja, ja, oneesan – rió él.- eres mala, oneesan. Está bien, voy a ver si vienen los chicos.
En ese momento, la puerta se abrió una vez más y volvió a cerrar. Suponiendo que allí llegarían los huéspedes de su hermano menor, Tomoe le indicó a Kamiya que sirvieran los variados platos que ambas habían preparado con dedicacio y salieron al recibidor que comunicaba la sala de estar con el comedor muy bien adornado cargando las fuentes.
El corazón de la mujer de cortos cabellos negros azabaches y espada luminosa en su cintura dio un vuelco, se detuvo repentinamente para comenzar a acelerarse sin control, quitándole la respiración, las piernas le temblaron. Ahí estaba Enishi y a su lado... ¡¡Era tan difícil de creer!!
- Kenshin... – susurró y él volteó a verla. Tomoe había tomado el recipiente de sus manos y lo había ido a depositar en la mesa iluminadamente tenuemente con velas. Más tarde se lo agradecería. ¡Sin duda ella las hubiese dejado caer! Pero ahora no podía hacerlo, ya que su mente se encontraba en un estado de descontrol y deseos de tirarse en brazos de su pelirrojo... de su Kenshin.
- ¿Pasa algo Kaoru? – preguntó Enishi sin entender el repentino silencio y esa mirada en la joven.
Akeru miró los ojos de Misao con mucho detenimiento, estaban extremadamente dilatados como si la vida se hubiese escapado de ellos y ella le estuviera viendo huir, desbordantes en lágrimas que ella no dejó caer. Mirando a un sujeto alto, de cabellos negros y ojos de un azul parecido al de Kaoru, sólo que de un sentimiento muy frío. Estaba parado al lado de otro sujeto que no quitaba sus ojos violáceos de Kamiya, tenía los cabellos rojizos amarrados en una cola baja. Había una mujer entre ellos, sus ojos eran como la miel y sus cabellos castaños oscuros, tenía un mechón azulado cayendo sobre su rostro blanco y suave a la vista. Donde se leía sorpresa y una alegría extraordinaria, era igual para el muchacho que estaba a su lado, tomándole la mano, tenía los cabellos castaños oscuros en picos y los ojos del mismo matiz, muy cálido. Era alto y llevaba una banda roja atada a la cabeza. Los cuatro vestían ropas realmente extrañas.
- ¡¡Milla-chan!!¡¡Kao-chan!! – exclamó la mujer lanzándose a los brazos de las dos mujeres. A ambas les costó trabajo reaccionar hasta que al fin lograron abrazar a su vieja amiga.
- Meg-chan, has cambiado – exclamó Kaoru tomando el mechón azulado que caía sobre el rostro de su amiga.
- tu también, Kao-chan – sonrió- y tú, Milla.
Misao debió entender la cara de desconcierto de Akeru porque se le acercó a tomarlo del brazo, Aoshi notó esto también y se sobresaltó interior, por fuera, su cara seguía tan seria como siempre.
- son viejos amigos – le comentó Makimachi - ¿recuerdas que te hablé de ellos?
- Hai, Milla – dijo quedamente. Olfateó rápidamente el ambiente.
- ¿Tienes hambre?
Él bajó el rostro apenado y ella soltó una carcajada apretando aún más su brazo fuerte, oculto tras la manga de sus ropas. Misao volvió a mirar a sus amigos. Llevaban ropas muy fuera de lo común, Megumi tenía un pañuelo dorado alrededor de su frente que caía en un moño al costado de su cabeza, rozando sus hombros descubiertos por la camisa que usaba desde la altura de sus pechos atada hasta por arriba del ombligo. Luego tenía una falda larga holgada de una tela muy fina al parecer. Eran ropas de otro continente, Misao estaba segura de ello.
- Meg-chan, ¿y esas ropas? – preguntó sin poder contener la curiosidad.
- Ah! ¿te gustan? – dijo tomando entre sus manos la delicada tela de la falda- son extranjeras, es de un pueblo que visitamos, luegos le contaré.
- Realmente no entiendo nada – dijo Enishi aprovechando el momento- ¿Los conoces, Kaoru?
- Eh... Sí, somos amigos, íbamos al mismo instituo de magia. – le contestó evocando un recuerdo en la escuela de magia la estrella blanca.
*~*~*~*~*~* Flashback*~*~*~*~*~*
- ¡¡Que sueño!! – exclamó Misao tirada bajo un inmenso árbol en el jardín del instituro, siempre bien cuidado, aromatizado por millones de flores de los más diversos tipos. Los rayos del sol iluminaban su blanco rostro e impactaban en sus largos y negros cabellos iluminándolos tenuemente, aún recogidos en su típica trenza.
- Estoy aburrida – comentó Kaoru también recostado bajo la sombra del cerezo- ¿Qué hacemos? ¡¡Como odio estos tontos recesos!!
- uf... – soltó – yo en realidad los agradezco, un descanso no nos viene nada mal.
-¬¬*
- ^_____^
- Calma chicas, piensen algo que podamos hacer – sugirió Megumi desde una rama florecida, su cabello yacía sobre uno de sus hombros y su sonrisa permanecida esculpida en su rostro, desde que ella y Sanosuke estaban juntos parecía más feliz que nunca.
Kaoru miró el edificio imponente cercano a ella, las paredes ya se encontraban resquebrajadas por el paso del tiempo y aunque Seijuro intentaba que la edificación se encontrase en las mejores condiciones ciertamente estaba deteriorada. Ella muy pronto avandonaría las jaulas que la encarcelaban del mundo exterior, pero que a su vez le habían dado la calidez y cobijo que quizás afuera no hubiese encontrado solitariamente. Un lugar al que llamar hogar... eso le venía a la mente.
*~*~*~*~*~* Fin del Flashback*~*~*~*~*~*
Los ojos de Kamiya se nublaron levemente, ¡¡Como extrañaba el instituto!! Pese a todo había sido y siempre sería su hogar. Seijuro-sama era esa figura partenal que le había faltado durante toda su infancia o la mayor parte de ella.
- ¡Que bien que se conocen! – exclamó de pronto Enishi- así no tendré que presentarlos. ¿Vamos a comer, si?
- ¿dónde está Natsu? – preguntó Misao sin soltar el brazo protector de Akeru para arrastrarlo consigo al comedor.
- Creo que está en el balcón del 1er piso con Sou-kun - contestó Kaoru.
- ¡Iré a llamarles!
Aoshi la miró de reojo, la muchacha que había comenzado el instituto con 8 años, indefensa, no se parecía a la mujer que veía ahora. Le costaba admitirlo, Misao era ya una mujer hecha y dereha, con el destino fijo en su corazón y en su alma, y él... ¿parte de su pasado? No, no quería ser eso, lo evitaría a todo costo.
- ¡Konban wa minna-san! – saludó una muchacha entrando en el comedor, tenía los cabellos castaños largos y los ojos celestes muy profundos.
- Buenas noches – saludó también el joven que la acompañaba, sonreía de manera muy dulce como si ese gesto estuviese siempre esculpido en su rostro.
Natsu se acercó a la silla que le correspondía pero antes de sentarse su cabeza comenzó a dar vueltas, sabía lo que significaba. Gimió dolorosamente antes de caer de rodillas al suelo. Soujiro que estaba a su lado, la tomó de los hombros mientras veía como la joven se sostenía la cabeza.
- ¡¿Qué rayos pasa?! – gritó Tomoe, Natsu se retorcía de dolor.
- Natsu-chan, Natsu-chan, dime... ¿Qué pasa? – reclamó insistentemente Misao. Ya la había visto así una vez.
El cuerpo de la muchacha expedía una luz muy poderosa, de cristalinos colores y sus ojos permanecían cerrados. Su cabellera comenzaba a levantarse a causa de su esencia y también emitía luz.
- ¡¡Dinos!!
- no te preocupes, Milla-chan – susurró Natsu antes de ponerse de pie costosamente, el dolor había cesado – ¡¡¡pero algo muy grave va a suceder!!!!
- ¿Nani? ¿A qué te refieres? – preguntó Enishi.
- ¿Lo sientes Akeru? – intentó serciorarse la muchacha - ¿Sientes el aroma a sangre y muerte?
- Sí – susurró él olfateando el aire- hay peligro...
*~*~*~*~*~* El cielo estaba rojizo de pronto, matizando un atardecer que ya no debería existir, pues la noche había caído sobre ellos hacía horas atrás. Acababa de dejar de llover, por lo que las persona salían a las calles. Despreocupados. Y en un abrir y cerras de ojos sombras tenebrosas cayeron sobre ellos, como si barrera no existieran. Prendiendo fuego viviendas, arrancando gritos de terror y sollozos que se quebraban en gemidos y suspiros muertos. *~*~*~*~*~*
- Oh no... – gimió Misao.
- ¿¿Los viste?? – preguntó Tomoe que sabía de la habilidad de Makimachi. Ella asintió tristemente mirando de reojo la ventana, ya no llovía.
- Debemos detenerlos.
Todos salieron a las calles, efectivamente la gente comenzaba a abandonar sus casas, intentando reparar algunos de los destrozos hechos por las lluvias, abriendo negocios, sin saber nada del peligro. Detuvieron a la mayor parte de los aldeanos, advirtiéndoles que algo grave estaba acechando Zakuro.
- Atakai-sama – susurró Misao sintiendo la presencia de la mujer de ropas doradas - ¡¡Es terrible!!
- Por eso mismo es que Fuyu te ha mostrado el futuro – le aseguró ella – aveces merece y debe ser cambiado.
De pronto, algo estrelló contra el techo mágico que protegía la ciudad y se esparció por toda su extensión. Como si fue cristal comenzó a resquebrajarse lentamente hasta que se vió el polvo mágico con que había sido creado. Sombras extrañas penetraron en Zakuro aprovechando la confunsión y el repentino quiebre de su preciada barrera.
- "Esto emociona" – pensó Makimachi, volvería a luchar con Shinomori y también vería el accionar de las deidades.
Kaoru desenfundó su espada que brilló con inmensa luminosidad, la blandió frente a ella asegurando tener certera precisión al atacar mientras que Misao se le acercaba con sus kunais entre sus dedos, también estaban iluminados. Ella se colocó en posición de Kempo a la vez que Natsu se puso en guardia del otro lado y Soujiro concentraba su energía haciendo que su cuerpo brillara. De la nada, la muchacha sacó un precioso báculo de colores pasteles y brillos cristalinos. Akeru también se les unió.
- Milla y Kaoru han cambiado – comentó Megumi sacando su boomerang gigante de detrás de la espalda. Ella le había dejado en el cuarto mientras iban a la tienda de magia pero ahora el objeto tendría un poco de sangre – ya no son las niñas que necesitan que ustedes las protejan.
- lo sé – susurró Kenshin quedamente.
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Tomoe fue la primera en recibir ataque alguno, el demonio se le acercó para enfrentarse cara a cara con una mujer indefensa, y ella pudo comprobar lo peligroso de sus colmillos puntiagudos, lo inmenso de sus alas negras y lo tenebroso que se escondía tras su rojiza mirada. Ella apretó los puños y atacó al demonio con sucesivos ataques.
- ¡Cuidado Aoshi-sama! – gritó Misao lanzando un kunai al demonio que se le acercaba por la espalda al joven.
- "¿Aoshi-sama?" – se preguntó Akeru ante la extraña forma de llamarle de la muchacha.
Shinomori le miró sin darle importancia a lo ocurrido y siguió blandiendo sus relucientes kodachis sobre los sujetos que atacaban. Misao estaba acostumbrada a que pocas eran las muestras de calidez que él brindaba.
- ¡¡Misao!! – sintió cerca suyo y vió a Soujiro interponerse entre un ataque y ella, las garras destajaron su costado y él usó un hechizo en el demonio antes de caer bruscamente al suelo, gimiendo levemente.
- Sou-kun, gomen nasai, me distraje.
- No te preocupes, no es nada – colocó una mano en la herida donde la sangre brotaba y esta cerrró por completo- ¿ves?
- me alegro – sonrió quitándose las pocas lágrimas que asomban en sus ojos.
- sólo... ten cuidado.
Misao levantó la vista hacia el cielo, quedaban pocas criaturas sobrevolando la ciudad. La mayoría de ellas se cubrieron tras lo que parecía el líder y este habló con voz ronca.
- El reino de los demonios ha declarado finalmente la guerra, disfruten del mundo que conocen, porque dentro de tres meses... ya no quedará nada positivo en él – sonrió malignamente y se alejó de allí volando, seguido por los demonios que quedaron.
- Es horrible – susurró Kamiya viendo como levantaban, algunos aldeanos, los cuerpos de las criaturas destajadas o heridas y otros intentaban reparar los daños.
- es una guerra – le dijo Atzu, una de las deidades.- sucedió hace siglos y ahora... la humanidad se enfrenta nuevamente contra los diferentes a ella.
- Entonces... ¿ya pasó una vez?
- Hai.
- Ganaremos – aseguró Misao que estaba a su lado, sus ojos esmeraldas brillaban de esperanza y seguridad – no podemos perder...
Fin del capítulo
Se vienen las batallas, supongo que a muchos les gustarán aunque tengo que admitir que he recibido pocos reviews con respecto al principio, en este cap. cuento con solo dos valiosímas seguidoras: gaby (hyatt)( ya viste a Tomoe? Creo que habrá conflicto con ella, no se depende de los mensajes) y angel Kaoru chan (ya veras que no es nada lo de la derrota, porque Kao es muy fuerte y poderosa, lo demostrará, te lo aseguro).
Bueno, a los que siguen el fic y no han dejado review pido por favor que lo hagan porque no estoy segura que vaya a continuarlo, aunque sé que si hay por lo menos un review lo seguiré haciendo para esa persona.
Espero recibir pronto sus mensajes, los quiero, y con respecto a la historia, prepárense porque vienen las batallas.
Sumire-chan
Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de
AYUDA!!! Quiero saber... ¡¿realmente piensan sacar a Inuyasha del aire?! ¡¡Por favor no!! Si es así, hagan correr la voz, que no podemos dejar que hagan eso.
