"Hechiceros y demonios"
Por Sumire-chan
Capítulo XI:"Cuando la esencia es la que llama..."
- Uno de los motivos por el que abandoné mi reino fue porque me sentí traicionada, ellos habían asesinado a mis padres, eso lo sabes... y el otro motivo, fue porque ellos querían comprometerme con uno de los soldados del reino vecino, este tenía mucha influencia en la corona y pediría que nos protegieran, a cambio de eso me quería a mí... y yo, jamás pude amarle, le odié y escapé.
- Natsu...
- ¡Y cuando te encontré! Oh, por mi reina que pensé que me había enamorado de verdad, que todo iría bien, y eso me trajo esperanzas. Si yo me unía con un humano, jamás volvería a mi reino... pero perdería mis poderes. ¿Es que eso es suficiente?
- ¿unirte a mí? ¿Tu accederías a eso aunque perdieses tus poderes?
- ¡Por supuesto! Yo te amo, quiero estar contigo.
Soujiro pasó su brazo por la espalda de Natsu y la atrajo a él. Miró hacia arriba sintiendo como ella se amoldaba a él y le daba un poco de calor, la barrera se veía mucho más brillante que otras noches, las estrellas estaban lejanas y el viento soplaba suave. Siguieron caminando hasta la casa de Enishi y se quedaron contemplando las calles vacías, quién pensaría que eso sería, algún día, un infierno. Y es que lo sabían, las guerras no traían armonía si no descontrol y dolor. Todo sería llamas y sufrimiento allí.
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Kaoru estaba sentada frente a un espejo, su cuarto estaba mucho más silencioso que de costumbre pues Misao había bajado a cenar, junto con el resto. Ella, en cambio, no tenía apetito. Su piel se veía, en el reflejo, muy pálida pero suave, con las mejillas sonrojadas que le sentaban bastante bien. Sus ojos estaban rojos y le ardían, había llorado mucho, pero ya no lo haría más, no... porque él no se merecía sus lágrimas.
Si Kenshin pensaba que no era el adecuado para ella, pues bien por él, quizás no la amaba tanto como decía, y Kaoru debía adaptarse a ello.
Se quitó algunos mechones rebeldes del rostro y sonrió, fingiendo... como lo haría de ahora en más, no pensaría en espadas brillantes, en cicatrices en forma de cruz, ni en ojos violetas. Jamás recordaría a un espadachín, a un hombre y a un niño de cabello rojo, su mente, esa noche, terminaría de cellar esa etapa de su vida....
Meses después
Una joven de cortos cabellos negros del idéntico matiz de la noche estaba parada en una gran montaña, tras ella se veía un amplio bosquecillo y una ciudad edificada que se veía protegida por una barrera mágica. Sus ojos azulados oscuros parpadearon varias veces mirando en todas direcciones, llevaba unos pantalones cortos de cuero con un cinturón alrededor de ellos y una espada larga envainada. Arriba, usaba una camisa atada por arriba del ombligo y un talismán que colgaba a la altura de sus pechos, su cabello apenas si tocaba sus blancos hombros y unos aros largos en forma de pluma adornaban sus orejas.
Comenzó a bajar corriendo la montaña, elevando sus brazos, una sonrisa nítida estaba en su rostro. Finalmente, llegó a la parte plana y su cara se volteó justo en el momento en que una flecha roja pasó a su lado, pero llegó a rozarle la cara. Se limpió la sangre que escurría de una pequeñísima abertura y sonrió, corriendo hacia donde había salido la flecha, desenvainando la espada.
- ¡¡¡No te escaparás de mí, Misao-chan!!!
Una risa se escuchó a lo lejos...
Más allá, una mujer vestida de blanco, de cabellos plateados, estaba sentada en posición del loto, observando todo mientras levitaba. Sus ojos dorados no perdían de vista los movimientos de dos muchachos que estaban peleando.
- ¡eres... muy... fuerte...! ¡Qué bien! - exclamó un joven de cabellos castaños, Sanosuke.
- ¡¡Aún puedo mostrarte más!! - le respondió otro, de ojos dorados, de apariencia extraña, un hanyou de ropas rojas.
- ¡Mejor!
- ¡Vamos, Vamos! ¡Me aburro!
Sano soltó una risa.
Megumi y Tomoe, un poco más allá, estaban vestidas igual que la primera joven sólo que no llevaban espada. Megumi, por su parte, estaba convinando pociones en un caldero muy al estilo bruja, del que su querido tori-atama se había mofado a gusto. Mientras que la de cabellos negros estaba sentada leyendo un libro y comiendo una manzana, que cada tanto, se mantenía suspendida en el aire.
Una muchacha de cabellos negros caminó hacia Atakai, quien seguía levitando, su expresión era de mucha calma.
- Atakai-sama, sabe usted, las chicas están mejorando mucho.
La mujer de blanco volteó a verle, y sonrió. Omasu y Okon habían llegado a la ciudad de Zakuro cuando más las necesitaban, habían ayudado a Misao a levantar su espíritu y a Kaoru a salir de ese ensimismo que había mantenido desde que el pelirrojo se había marchado.
- Estamos a fecha. ¿Qué cree que haya pasado?
- Ellos son listos. Esperan el mejor momento, cuanto antes...
- mmm... entiendo.
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- ¡¡Aquí!! ¡No, no, no! ¡¡Frío, Helado, Aoshi!! - rió una muchachita de larga trenza azabache moviéndose en el aire, su amiga seguía sin verla, lanzó una flecha tenzando el arco que llevaba comunmente en su espalda, y sacó una nueva flecha del carcaj. Había mejorado, Okon realmente sabía como enseñar.
- ¡¡Deja de jugar!! - protestó molesta la morena.
- No estoy jugando, no es culpa mía que no sepas encontrar la presencia.
- Nunca lo aprendí, no es divertido que aproveches de eso.
- Oh, de acuerdo... - dijo sarcástica - cuando te enfrentes a un demonio haber si le dices eso y te hace caso, jaja, señor demonio, no se esconda que no puedo sentirlo.
- ¡¡Misao!!
- Maa, Maa.
La mente de Kaoru voló un momento, esa frase se le resultaba muy familiar, sacudió la cabeza y se encogió de hombros, no conocía a nadie que la dijera.
- ¡Te voy a atrapar, Misao-chan!
- Ya lo veremos.
Metros más allá, Aoshi estaba observando, ¡por supuesto que él sentía la presencia de la muchachita! Por su parte, él estaba invisible, ¿sentiría ella la de él? Tan concentrada estaba que... ¡No! No la sentía. De pronto, vió venir ese rápido cuerpecito hasta donde estaba él, dándole tiempo apenas de sacar el encanto y aparecer frente a ella. Misao abrió grandes los ojos...
- ¡¡Aoshi-sama!! - exclamó viéndose en brazos del joven.
Ambos impactaron en tierra, y los que estaban cerca acudieron a ver, Megumi no era uno de ellos, pues estaba demasiado concentrada en sus pócimas, Tomoe había perdido el hilo de lo que estaba leyendo y Enishi estaba lejos corriendo y cortando árboles con su nueva espada. Podía ser muy bueno manejándola.
En fin, cierto mitad demonio no estaba de acuerdo con lo que estaba viendo.
- Misao... - susurró antes de salir corriendo a toda velocidad, ¿porqué lo hacía? Grrr... su corazón y alma de youkai le exigía quedarse y pelear por lo suyo, pero esa otra parte, la que tanto odiaba, le había ordenado correr y no quedarse a ver la sonrisa feliz de Misao por estar en brazos del hombre al que amaba. Porque él sabía que ella estaba enamorada de ese tal Aoshi. ¿él le correspondería?
Makimachi vió como Akeru corría y no dudó en salir tras él.
- Sumimasen, Aoshi-sama.
Su corazón. ¡Kami su corazón le estaba latiendo a mil por segundo! Y estaba a punto de salirse de su pecho y correr a los brazos de ese hombretote de ojos como hielo. Pero akeru era su amigo, y quería saber qué le estaba sucediendo, pasó por alto a Enishi que la miró asombrado, mientras se llevaba su espada a la espalda y sostenía una rama cortada. Miró a Atakai sobre el hombro y siguió corriendo, Akeru...
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- ¿Está bien Aoshi-sama?
- Sí, Kaoru-san, gracias.
- No se preocupe por Misao, ella estará bien - dijo con una suave sonrisa.
- Lo sé. Conozco a Misao.
Kaoru se alejó pensando en lo afortunada que era su amiga y subió alegre la montaña que hacia minutos había bajado. No entendía como si los meses habían pasado, la guerra no se llevaba a cabo. De pronto, su mirada captó varios puntos en el desierto, usó un hechizo para ver mejor y ajustó su espada mientras comprendía de qué se trataba. Había un ejército de humanos... y un ejército del... ¡¡del mundo mágico!! Volteó a sus espaldas, Kami... lo que se perdía por no sentir presencias. ¡¡¡Demonios!!!
Bajó a toda prisa, siendo detenida por la dura y angustiada mirada de Natsu.
- Se acercan... el ejército de mi reino está a punto de llegar. Es ahora o nunca... estoy segura, ellos van contra los demonios.
- ¿cómo estás tan segura?
- Puedo escuchar sus voces.
- ¡¡Pero Natsu!! ¿y los humanos?
- No creo que ellos quieran pelear con humanos. - bajó la vista apenada - algo malo va a suceder por culpa de tanto odio.
Ambas salieron corriendo hacia donde Atakai estaba, la mujer había bajado a tierra luego de meditar las cosas, su mirada era severa pero tenía una suavidad indescriptible.
- Es hora. No tengo muchas palabras para decir, pero ante todo... eviten la pelea por favor.
Y desapareció.
- Malditos medios de transporte - murmuró Enishi - esa mujer tiene una suerte...
- ¡Enishi! Shhh... puede escucharte.
- Que lo haga, Kaoru, no estoy diciendo nada fuera de lo normal.
Ella rió. Enishi simplemente podía con su coraza de rectitud. Todos se avalanzaron contra el desierto, traspasando la segunda barrera, sabiendo perfectamente que la ciudad podía no estar a salvo, a pesar del escudo que la protegía.
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- ¿qué pasa, Akeru? - preguntó Misao cuando al fin lo alcanzó y le lanzó un hechizo de parálisis.
- Vienen los demonios, será mejor que volvamos - contestó friamente.
- ¡al diablo con los demonios! Quiero que hablemos.
- Dejame en paz, Misao. Es hora de pelear.
- ¡¡Ya hablé!! No vamos a ir hasta que me expliques que te pasa. ¿Por qué saliste corriendo?
- ¡Porque lo odio!
- ¿qué? ¿A Aoshi?
- ¡¿A quién más?! Sí, lo odio. Porque él es feliz, y no lo merece, se comporta de una manera fría y si bien yo fui así, entendí las cosas cuando me las presentaron. ¿porqué él no puede hacer lo mismo?
- ¡Él es distinto!
- ¿y por eso lo amas?
Misao le miró incrédula, sus piernas le temblaron, por una parte, sentía la esencia del peligro y por otra parte, no podía dejar al mitad youkai en esas condiciones. Se reflejó en los ojitos dorados y le levantó la cara con las manos.
- ¿Es ese el problema?
El youkai miró hacia un costado con brusquedad.
- Aoshi es un hombre... que ha estado en cada una de las etapas de mi vida. Y al que necesité... y al que amé desde el primer momento en que lo ví. ¿puedes entenderlo? Lo busqué... pasó el tiempo y pude encontrarlo, saber que quizás él siente algo por mí me hace muy feliz.
- Espero que sea así, Misao...
- Akeru...
- ... porque tu me gustas, y no quiero verte sufrir, especialmente por él. Mientras sea en batalla, yo podré protegerte, en este caso... no interferiré.
- Yo.. etô.. yo.
- No me digas nada. Vamos a pelear, Misao, vamos que él estará preocupado por ti.
Ella no supo que decir, y se dejó cargar por el hanyou, que corría muchísimo más rápido que ella y era capaz de llevarla. Entonces, mientras veía su cara de tranquilidad y cómo una sonrisa se curvaba en su rostro, escuchó lo que susurraba.
- Te protegeré... y velaré porque seas feliz, Misao.
¿Qué podía decirle ella a eso? Akeru eres uno de mis mejores amigos, yo te quiero mucho pero no te correspondo. No, su corazón, más sabio, fue quién le dijo.
- Yo también te protegeré, a ti y a tu felicidad.
Akeru sonrió, pero ese gesto desapareció cuando vió a los demás, frente a frente con los ejércitos, dispuestos... a luchar.
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- Deben detenerse. Esta guerra es una equivocación - habló Natsu a su gente.
- ¿y quién ha decidido eso? ¿tu? ¡Traidora! - gritó uno.
- ¡¡Traidora!! - exclamaron todos juntos lanzando millones de hechizos que jamás llegaron a la muchacha, pues Soujiro se interpuso rápidamente y la cubrió con un escudo.
Entonces, Misao recibió una descarga eléctrica.
- No quise ir contra mi pueblo, pero ustedes mataron a mis padres, y me quisieron atar con alguien a quien yo nunca amé. ¡¿cómo quieres que reaccione ante ello?!
- ¡Asumiéndolo! Como todas hicimos, porque no eres la única, Natsu.
- Lo sé - susurró - pero yo soy distinta. Yo no quería aceptarlo, no me parecía justo.
- Nada es justo en la vida - murmuró otra voz, quien se acercó despacio destajando por completo a la persona que hablaba con Natsu, era una niña, cayó bruscamente al suelo. Luego se acercó a la druida y la miró a través de sus ojos.. ¡eran violetas!
- ¡¿Porqué hace esto?! ¡Deténgase! ¡¿Qué pretende?!
- Mi destino es acabar con todos, porque soy un destajador.
- No, no. Usted no era así. ¡¿Porqué quiere hacer sufrir a los que lo quieren?!
- Porque está en mi sangre, ahora despídete...
Varios druidas se acercaron al asesino de uno de ellos, pero... ¡¿Qué hacía la traidora con él?!
- ¡¿Qué estás haciendo Natsu?! ¿Ahora también ayudaste a matar a Ninfa? - le dijo uno señalándola.
El asesino le sonrió.
- Nadie está de tu lado ahora. ¡Adiós..!
Natsu esperó el golpe...
- ¡¡¡¡¡NATSU!!!!!!
Un grito se escapó desgarradoramente de sus labios, ¿porqué la había protegido? El cuerpo de su querido hechicero cayó inerte en sus brazos, sus ojos... estaban totalmente blancos y su piel mortalmente pálida, intentó, por dios, ansió escuchar su corazón, pero la música había callado
- "oh no... dime que es mentira. Ahora más que nunca, sé valiente, Kaoru" - se habló a sí misma la morena viendo a los demonios que la observaban desdeñosos.
- Huelo peligro - dijo Akeru adelantándose.
- Yo también lo siento. - soltó Misao.
Kaoru no dejó de mirar a los demonios, como si esos ojos agudizados la hipnotizaran.
- Ha pasado el tiempo, Kaoru - sobresalió una voz, y el portador de la misma se acercó a ellos sonriendo.
- imposible... - se oyó murmurar a Tomoe.
- No es él.
- zorrita, dime que estoy soñando.
- No es él - repitió.
La morena kendoka de ojos azules pestañeó varias veces.
- Has cambiado...
Y siguió pestañeando, ahora se sentía... muy aterrada...
- Kenshin...
Cerca, muy cerca, un lobo aulló.
Fin del capítulo número 11
uf... Sumire-chan de rodillas ¡¡¡¡¡¡GOMEEEEEN!!!!!! Lo sé, sé que he tardado mucho, he sido una malvada. Prometo no tardar mucho. Quizás no les preocupe, pero el fic se terminará pronto, jijijiji. Bueno, espero ansiosa sus reviews, ya que no tengo mucho más para contarles. Paso a contestar:
bizcochia U-u: buenasss, amigui, ¿cómo te ha ido? Espero que te haya gustado este cap. y para el próximo te explicaré que idea me diste y si no... por MSN, si nos vemos, ya sabes que no me conecto mucho, pues estoy más en casita, ahora que estoy de vacaciones. Intentaré, sin embargo, conectarme un poco más. Nos vemos.
Gaby (hyatt): Kaoru no quiere saber nada de su muerte, ni tampoco de Ken. ¿cómo crees que actuará ahora que él está de part...? ups, creo que estoy hablando de más, nos vemos!!
Kazenoangel: que bueno que te guste! Gracias por el review, besitos.
Ahora, un agradecimiento especial a Misao-20, que renació de entre las cenizas para dejarme un review en el cap. 9 y a Asumi que me mandó en el cap. 8. Pero que no han regresado. Misao-20, malita, bueh... al menos actualiza Aoshi Peluche!!!!!
Besos minna-san!!!
Suu-chan (nuevo apodo)
Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de
