"Hechiceros y demonios"

Por Sumire-chan

Capítulo XIII:"Fin de la batalla"

Enishi, en un momento, estaba frente a frente con Battosai pero de pronto algo lo impulsaba y caía, su pecho le dolía y quemaba a la vez y su cuerpo se sentía muy pesado.

- ¡Hermano! - escuchó la voz de Tomoe que se acercaba a él.

Entonces se descubrió en la tierra rodeado de las personas que quería y de algunos elfos y demonios que le miraban con asco. Todos habían dejado de pelear y miraban atónitos al cielo. ¿Qué pasaba? Se incorporó con dificultad mientras sentía las manitos de su hermana querida acariciando su pecho, curándole.

- No, ¡¿Qué está haciendo allá arriba?! ¡¡Kaoru detente!!

Intentó ponerse de pie pero su hermana le detuvo, todos se acercaron, Sanosuke lo agarró de los hombros, e impidió que se moviera mientras Tomoe terminaba de cerrar las heridas de Enishi.

- ¡¡Dejenme!! ¿Cómo pueden dejar que ella se enfrente con él? ¡Y sola! ¡¿Qué clases de amigos son?! ¡Puede matarla! - negó varias veces con la cabeza - ¡Debemos ayudarla! ¡Sueltame Sanosuke imbécil!

- Tu no entiendes - murmuró Misao mirándolo con tristeza, mientras ayudaba a que Akeru se pusiera de pie.

Este se sentía tan bien con las manos de Misao en su cintura y él sosteniéndose de sus hombros, parecía que incluso era él quien la estaba protegiendo. Cuanto deseaba hacerlo. Pero ella ya tenía su príncipe protector, miró entonces a Aoshi que no sacaba la vista de la hechicera de larga trenza, se alejó de ella sentándose junto a Natsu que parecía ensimismada. Quizás porque su gente no le creía...

- ¿Crees que todo mejore? - susurró ella muy suavemente.

- Estoy seguro. - sonrió.

Natsu miró hacia donde Kaoru...

- ¡¿qué pasó?! ¿Viniste por otro beso? - dijo Kenshin con una sonrisa sarcástica mientras bajaba hasta tocar el suelo - no sabía que me necesitabas tanto.

- Vine por ti, pero no por un beso tuyo.

- ¿qué clase de proposiciones son esas? De acuerdo, no importa. Aunque dudo de que sepas con quién estás hablando.

- Estoy hablando con Kenshin, ¿no es así?

- ¡¡No!! Ja, Ja, tonta, yo no soy tu Kenshin, ese murió, el mismo día que dejó este pueblucho, ahora tienes frente a ti a Battosai, la parte de Ken jamás volverá a ver la luz.

- ¡Mientes! Puedo probarte que Ken está dentro tuyo, yo más que nadie lo sé. Porque entendí que la esencia de Battosai y la de Ken son una, jamás estarán separadas y eso es algo que él debió tratar de comprender en lugar de alejarse. Algo que tu tienes que entender.

- No me hables como si fuera ese imbécil - siseó con los ojos ardiendo de furia.

Battosai se lanzó inesperadamente hacia Kaoru desenvainando su espada, ella alcanzó a correrse y envolviendo a su katana con una aura de fuego intentó envestir al hombre que amaba. ¿Porqué no se había dado cuenta antes?

Kenshin... Battosai... dos caras de una misma moneda que debían ser tratadas como un ser único, después de todo jamás estarían separados. Kaoru miró a los ojos dorados, sentía en ellos rastros del Kenshin amable, por eso deseaba con toda su alma que él comprendiera que ella amaba a ambos.

- ¡¡Jamás volverás a verlo!! - soltó el pelirrojo con una risa estrambólica.

Su locura y su ira, su poder de demonio, le dieron las energías para tumbar a Kaoru con una embestida donde usó la vaina de la katana, ella cayó hacia atrás y fue para él la ocasión perfecta, ella moriría finalmente. Ella... que tanto lo atormentaba pero también que tanto lo amaba. Sacudió la cabeza nerviosamente, otra vez ese lado que le decía que Kaoru los quería y aceptaba a ambos, esa parte que le llevaba a detenerse.

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Sano cayó por cuarta vez, tenía un ojo morado y se hinchaba poco a poco, su labio sangraba y las fuerzas para curarse le habían abandonado repentinamente. Pero no dudó en volverse a levantar. Los elfos que miraban la pelea, pues habían decidido que los demonios se harían cargo de la extinción de los humanos, soltaron exclamaciones de asombro. ¿de dónde sacaba tanta fortaleza?

- ¡Tori-atama! - gritó Megumi histérica, siendo detenida por Misao - ¡¡deja de pelear con ese salvaje!!

- ¡¿Quiéres probar si soy un salvaje?! - Saito levantó una ceja significativamente y la atrajo con una mirada, ella no podía moverse...

El grandísimo baka del tori-atama, (como ella misma le llamaba) intentó interferir pero de una manotada Saito lo lanzó al otro lado del campo de batalla. Misao se acercó también, al parecer ese tipo había encontrado a Kenshin en sus peores momentos y le había sacado a la luz esa parte de demonio, por ello un gran odio hacia él surgia de la muchacha. Se cubrió con un campo de protección y vió con asco como Saito manoseaba a Megumi, ella parecía estar aficciándose, con una mano del demonio en su cuello.

- ¡¡¡Dejala carajo!! ¡¡Hijo de puta déjala!! - gritaba Sano totalmente fuera de sí. ¡¡Maldito demonio!! Corrió con poca fuerza, casi arrastrándose y al estar cerca de ellos chocó contra un campo de energía. Misao arremetía contra él con fuerza.

- ¡¡Misao calmate!! Piensa por favor, no actúes así - se enfadó Aoshi sosteniéndola de los hombros, era tan pequeña a su lado.

- ¡¡¡Dejame en paz insensible!! ¡¿No ves que ese patán va a violar a Megumi?!

- Pero...

- ¡¡Eres un insensible, frío y desgraciado!! No necesito de ti, si vas a estorbar vete

Ella realmente no quería decir eso, por supuesto que Akeru lo sabía. Él se puso de pie y llegó hasta donde ellos, sostuvo el brazo de Aoshi y lo corrió antes de que este dijera algo que hiriera mucho a Misao. Pero Shinomori estaba muy asombrado, bajó la cabeza y desenvainó su espada corta de la espada, atravesando con ella, tal como si fuera una fina tela, el escudo de Saito.

Sano se apresuró a llegar y quitar al demonios de encima de su mujer, los golpes, los insultos no le fueron suficientes, su energía había resurgido como ave fenix, se sentía totalmente fuera de sí. Misao cubrió con sus brazos a una aterrada Megumi, mientras Aoshi aguardaba a un costado, se miraron e inmediatamente corrieron la vista.

- "Soy una tonta..." - se dijo Misao sabiendo que había estado mal.

- oh... Misao... no... ese sujeto... es un asco... es tan horrible...

- ya no pienses en ello, Sano se encargará.

Y era así. Mientras Soujiro, que había corrido en unos segundos pronunciaba conjuros para mantener inmóvil al resto de los demonios que querían defender a Saito, Sano lo golpeaba con todas sus fuerzas mientras que Akeru arremetía cada instante, pues había sido uno de esos demonios quien cuando niño le rechazara. Mas... ¿aún tenía odio hacia ellos? Realmente no. Había aprendido que de esa manera no llegaría a ningún lado.

- ¡¡Te mataré desgraciado, hijo de puta, nadie... escuchame...!! ¡¡Mirame!! ¡¡¡Nadie toca a mi mujer!!! ¡¡Nunca!! ¡¿Escuchaste imbécil?! Te arrepentirás de haberla mirado, yo me encargaré de ello.

- Sano... - murmuró Megumi.

- Él necesita esto. Te ama y tiene mucha bronca. Dudo que puedas detenerlo.

- Sano es un gran tipo - dijo Misao con una sonrisa.

- Por eso lo amo, Misao-chan. Por eso Sano es el tipo que elegí para amar. Pero ya no quiero que se enfrente a ese sujeto, ya no quiero que continúe con esto, sólo lo necesito aquí conmigo.

- Es su deber...

- No, su deber siempre fue ser fiel a la raza, convertirse en un hombre. Dios, su meta sólo era pelear conmigo. ¿Por qué habría de estar haciendo esto?

- lo hace por ti. Todos hacemos algo fuera de lo común por quienes amamos - dijo Aoshi mirando de reojo una escena que le hizo sobresaltar.

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Justo cuando Sano dio su último golpe a Saito, Kaoru caía y Kenshin se acercaba peligrosamente a ella. Sus ojos dorados brillaban intensamente. Cuando ella estaba por ponerse de pie, levantó la katana sobre su cabeza dispuesto a dar el toque final, dudando de sí mismo. Sabiendo perfectamente que esa mujer era la única posibilidad que tenía de ser feliz, pero él era un demonio... y no necesitaba de esas cosas.

- ¡¡¡NO!!! - gritó Kaoru viendo como una kodachi se acercaba a su pelirrojo.

Miles de cosas pasaron por su mente y por las mentes de las personas que estaban allí.

Misao sintió un soplido intenso de viento y una imagen se acercó a ella, rozándole el cuerpo, haciéndola temblar.

- Voy a extrañarte - decía una Kaoru envuelta en sudor, sus ojitos brillaban intesamente, y la sangre que emanaba de sus labios manchaba su cuello, haciendo un recorrido doloroso. Misao, a su lado, apretaba un paño a una herida en el vientre de su amiga. - No... no te irás, no, no. - Misao, debes entender. Yo elegí esto. ¡¿Cómo podía estarle diciendo eso?! Ella no había decidido que eso pasaría, Kaoru tenía sueños, casarse con Kenshin, tener un hijito y llamarlo Shinta, tener una niña y decirle Tae. Vivir en una casita cerca de campos de arroz. Cultivar. Crecer. Y ver cómo sus hijos se hacían adultos. Ser feliz. Ella... ¡¡Ella había deseado tantas cosas!! No podía estarle diciendo adiós. - No llores Misao - le rogó Kaoru aconcojada - No debes llorar por mí, porque yo siempre estoy contigo y lo seguiré estando. - ¡¡No puedes morir!! No hagas tonterías, Kaoru. - Es mi momento de hacer algo mal. Pero estoy contenta. Dile... dile a Ken que lo amo... y a ti también te amo, Misao... no... no me olvides.

Las lágrimas bañaron sus ojos y una oleada de dolor salpicó su rostro.

-Misao, siempre cuida a Kaoru-dono. Yo la quiero, pero jamás podremos estar juntos. - ¡Himura eres un imbécil! ¡¿Porqué dices eso?! - Yo tengo parte de demonio, lastimo a la gente, no quiero que con ella sea así. - No será así, Kaoru no es una niña, no es una muñequita de cristal... no va a romperse - lo es para mí, Kaoru puede lastimarse, no quiero que eso le suceda. La... la necesito bien.

Misao sonrió, sin duda Kenshin Himura era un chico especial.

Misao corrió con todas sus fuerzas, seguida de los demás, cayendo lentamente junto al cuerpo que estaba tendido en el piso, Aoshi a su lado movía los brazos y hablaba, ella no entendía lo que decía. Sus recuerdos comenzaron a interrumpir las premoniciones, y ella... ya no sabía de sí.

-Megumi, eres una zorrita malvada. ¿Porqué hiciste eso con mi hermoso cabello? - ¡¿Qué le hice?! - ¡¡LO has asesinado!! - Sanosuke Sagara, ¡¡eres un exagerado!! Un corte no te haría nada de malo... simplemente contigo no se puede, además has quedado hermoso. - ¡Siempre he sido hermoso!! - ¡GRR!! - ¡¡Ya basta los dos necesito estudiar!! - Siempre estudiando, Jo-chan disfruta un poco de tu vida, ve a pasear con Kenshin.

A Kaoru se le encendieron las mejillas.

- ¡¡Callate cabeza de pollo!! - Ja, Ja.

Misao rió, y volvió a undir su rostro en un libro, no sin antes mirar a Aoshi que parecía estar muy interesado en el color de su jugo de fresa, se veía tan triste...

- No... es imposible - murmuró Natsu - ¡¡¡Eres un imbécil Shinomori!!

- ¡¿Qué?! ¡¡No fue mi culpa!! Yo simplemente...

- ¡¿No fue tu culpa?!

- ¡¡¡YA CIERREN LA BOCA LOS DOS!!! - Bramó Akeru no queriendo escuchar sus peleas.

Natsu agachó la mirada, era una tonta, Soujiro la rodeó con los brazos y le dedicó una mirada de disculpas a Aoshi, se enterró en el pecho de su pareja y lloró mucho. Este le acariciaba el cabello... escuchando los sollozos de Megumi a su lado, escuchando como el viento susurraba recuerdos...

-Así que tu pueblo.... lo suponía. - ¿Crees que hice mal en no decirles, Kaoru? - Creo que si tienes la intención de construir un futuro con Soujiro, deberías decirle. - tengo miedo que me rechace, que le de asco...

Kaoru le sonrió con su infinita comprensión y después hizo una mueca severa.

- ¡¡Nunca lo sabrás si no lo intentas!! - exclamó - ¡¡Debes ser valiente!! ¡Animo!

- gracias Kaoru.

Natsu se sintió agradecida, y sonrió con alivio, por un momento pensó que Kaoru iba a golpearle, ja.

- Sano... Sano... ¿Porqué has hecho eso?

- Yo...

- Lo sé, amor mío, sé que no querías matarlo. Callate, Akeru, tu no entiendes. El infierno está aquí mismo, con vida, matarlo no serviría nada, Sano sólo se convertiría en uno más de ellos.

Sin duda tenía muchas cosas que aprender de la vida, miró al grupo reunido. Sí, había cosas que él quería descubrir, la amistad, quería saber en dónde terminaba el cariño y empezaba el amor verdadero. Iba a luchar mucho todabía, pues quería descubrir qué era lo que todos llamaban amor.

- Aoshi es la persona especial de Misao y Misao es su persona especial. - ¿cómo estás tan segura? - Porque sé que ambos se aman - Lo has notado - todos lo hemos hecho...Sé feliz Akeru, vas a encontrar pronto a la mujer de tu vida, ella te enseñará cosas buenas y tu la protegerás a costa de tu propia vida - ¿de verdad lo crees? - estoy segura, ella te amará - gracias, Kaoru.

Tomoe se sintió rodeada por Akeru y lloró en su pecho, porque Misao también estaba fuera de sí, porque su hermano no quería ver lo que estaba viendo, porque las deidades habían aparecidos a ambos lados de dos cuerpos tendidos en el suelo y los observaban con una expresión neutra.

Los combatientes habían quedado en silencio, este inundaba el campo de batalla, con muertos que comenzaban a desaparecer, en destellos de diferentes colores. Era la magia de la vida, y era Atakai quien hacía que los cuerpos inertes desaparecieran.

Todos morimos es parte del ciclo – ¿Y que pasará cuando yo me muera? No quiero, porque extrañaré a Aoshi-sama y a ti, y a los chicos – no nos extrañarás, pues estarás feliz, serás un angel, tu eres muy buena Misao-chan – y tu Kaoru. Pero sé que igual te extrañaré. – de acuerdo, entonces yo prometo extrañarte, pero no llores. Cuando yo muera, no deberás llorar... – sin duda lo haré – entonces yo regresaré a golpearte – que mala que eres Kaoru-chan – ja, ja, ja, eso no lo dudes.

- No llores – murmuró una Kaoru que ya no resistía, cuyas fuerzas estaban a punto de abandonar totalmente su cuerpo. Una Kaoru que estaba muriendo, porque tenía una herida profunda en su pecho.

- ¿O volverás a golpearme?

- Lo haré.

- ¡Resiste!! ¡¡Tu has algo demonio de mierda!! No te quedes mirando así como imbécil, ¡¿Eres imbécil?!

- Yo...

- ¡¡LA MUJER DE TU VIDA ESTÁ MURIENDO Y TE QUEDÁS ASÍ COMO SI NADA!! ¡¡Demonio de mierda!!

- Misao...

- ¡¡No!! Tiene que ayudarte, es el único que puede.

Pero Kenshin no podía... porque él no entendía lo que estaba sucediendo, no comprendía porqué esa mujer le había salvado, y porque lo había cubierto con su cuerpo de un ataque que evidentemente habría acabado con él. Si le había dicho tantas cosas malas. No entendía. Se suponía que esa mujer le odiaba. Pero no era asi. Y él tampoco la odiaba. Él...

- Misao, no llores ni le grites a Ken. Lo hecho, hecho está.

- ¡¡¡Ese no es Kenshin, Kaoru!! ¡Es un maldito demonio del infierno!

- Él... Él es mi Ken, Mi-Mi.. sao...

Y murió. La hechicera de cabellos negros y ojos azulados como el mar cuando el sol se pone se desvaneció, pero su cuerpo no desapareció.

Y Misao cumplió su promesa, no lloró, sólo se quedó observando atónita los ojos cerrados de la muchacha, escuchando repentinamente el grito descontrolado que lanzó Battosai el destajador, su mirada dorada luchando por convertirse en una violeta.

Battosai luchando por ser Kenshin.

Fin del capítulo 13

Bueno, este cap. ha acabado y muy pronto se termina este fic, dirán todos: SI, esta loka va a dejarnos en paz por fin, pero nooooo voy a regresar, muahahahahahahahahaha, jamás se librarán de mí, jajaja.

Quiero agradecer los reviews y mandarles un besito a todos aquellos quienes leyeron el fic, pero especialmente a ella-shin y a bizcochia U-u, lamento millones la tardanza con el fic y me alegro otros millones más de que me hayan dejado su apoyo, eso está genial.

Y ahora nos vemos.

Chauchis.