Hechiceros y demonios"

Por Sumire-chan

Capítulo XV:"Maravillas"

La luz comenzaba a hacerse más clara y también esas sombras frente a ella, mientras recordaba el haberse desmayado por cansancio. Una mano tomó la suya y la reconoció enseguida. Era Natsu.

Misao abrió los ojitos totalmente y miró a la elfa, sonreía, lo que le transmitió una enorme seguridad.

- Buenos días.

- Buenos, Misao-chan, ¿cómo estás? ¿Cómo te sientes?

- Mejor. Dormí hermoso. ¿qué-qué ha pasado?

Natsu suspiró y la sonrisa se borró de su rostro preocupando a Misao. Sabiéndolo, la joven volvió a sonreír.

- Mi pueblo ha vuelto a la ciudad, ellos han aceptado mi regreso y a Soujiro también.

- Oh eso es genial – comentó la muchacha de trenza mientras sonreía y se sentaba en la cama, recibió el desayuno que le habían preparado - ¿dónde está él?

"Soujiro y yo no queremos volver a mi ciudad como ellos pretenden, vamos a quedarnos en Zakuro, nos parece un bonito lugar, aunque no aquí. Cerca del bosque. Ha ido a buscar una casa para los dos. Queremos un futuro"

- Entonces, trato hecho – dijo el hechicero de cabellos castaños cerrando el reciente negocio con el dueño de la que sería su casa. La miró, era sencilla, muy bonita, en ese preciso momento se encontraba en el living, encontraría unos buenos muebles para adornar el amplio saloncito, que tenía una chimenea, porque los inviernos en zakuro eran muy fríos. Las paredes estaban pintadas de colores claros y frente al saloncito del living estaba la cocina-comedor. Cerca un baño y junto al baño un cuarto para ellos dos.

Sonrió. Estaba seguro que a Natsu le encantaría

- Creo que dormí mucho, no puedo creer que haya pasado tanto en tan pocos días. Me perdí de algunas cosas importantes.

- Así es, dormiste demasiado, Misao-chan, pero yo te contaré todo.

- Siendo así, dime, ¿Dónde está Akeru? Pensé que él vendría a verme...

"Volvió a la montaña. Pero aunque suene gracioso, no está solo, Tomoe-chan y Enishi-san fueron con él. Dijo: Dile a Misao que encontré mi persona especial pero que aún así siempre la amaré a mi manera.

Enishi-san se marchó en busca de paz, está internado en un bosque y quiere encontrarse, así que le pidió a Akeru marchar con él. Y Tomoe les siguió a ambos. No imaginas la cara de alegria que él puso"

El joven de ojos grises miraba la inmensidad de las arboledas, escuchando los sonidos de los animales sintiendo la caricia del viento. La paz. Pensó en lo feliz que debía ser Kaoru por tener al hombre de su vida a su lado. Sintió envidia de Kenshin e inmediatamente se arrepintió. Esos sentimientos no estaban bien. Ahora él era libre. Miró hacia abajo del gran árbol donde se había subido y vió a Akeru cortando leña frente a Tomoe, ella leía un libro a la sombra. Sonrió, su hermana era feliz, de eso no había duda. Olió aroma a ciruelas blancas.

- Me alegro por Akeru y Tomoe, espero que se encuentren. Ellos se merecen ser felices. Y Enishi también... lo será, lo presiento.

- Ojalá así sea.

- Todos merecemos felicidad. Natsu, ¿Porqué Kaoru no ha venido a verme? ¿Acaso también está en reposo o es que ahora está ocupada con Kenshin?

La muchacha bajó la cabeza.

- natsu, no me asustes, contesta, ¡¿Qué pasó con mi amiga!

"- Dile a Misao que me perdone - ella dijo antes de partir. Himura y ella han emprendido su propio viaje, solos. Buscando quien sabe que cosa. – Quizás algún día regresemos a esta ciudad pero ahora tenemos caminos por recorrer juntos, como siempre hemos querido – también dijo kaoru. Ha sido muy feliz." "Lo merecía"

Ella se aferró más al brazo de su encapuchado pelirrojo, caminaban frente a un playa, pronto llegarían a un bosque.

- En cuanto atravesemos una parte nos detendremos a comer.

- Genial, te demostraré cuanto he aprendido.

Kenshin hizo una evidente mueca de disgusto que no pudo evitar.

- Himura Kenshin, ¡¿Porqué pones esa cara!

Y El Pelirrojo supo que lo mejor era correr antes de que ella lo golpeara con su espada que rápidamente ya tenía en su mano. Por supuesto que corrió, escuchando tras él, la sonoramente hermosa risa de Kaoru que le perseguía. Se escondió tras unos árboles y al parar ella frente a su lado la rodeó con los brazos llevándola al suelo.

La besó, intenso, pasional. ¡¡La amaba tanto!

- Ken... – se quejó ella bajo él.

- Kaoru, ¿Quieres saciar mi apetito con una buena cena?

- Ken, ¿Qué propones?

Él sonrió y ella abrió grandes los ojitos.

- Extrañaré a Kaoru pero tengo fé en que volveré a verla – murmuró con evidente tristeza que no pasó desapercibida para su amiga – Natsu, ¿y qué será de esta casa?

La muchacha le abrió la mano y depositó en ella las llaves.

- Es tuya. Decisión de Tomoe. – sonrió – sabes, ayer Atakai vino a verte, quería contarte que tiene una nueva recepcionista.

- ¿recepcionista?

- es una gran mujer, toda una diosa, pero la encuentro muy extraña. Quien no la encuentra muy extraña es otro – sonrió y luego dudó - ¿Cómo era su nombre...? ¡Tokio! Así me dijo que se llamaba. Que nombre raro, ¿no? Dice Atakai, que tendrías que ver al lobo, todo un gatito, así dijo ella.

- No quiero ni imaginármelo – soltó riéndose.

- Será mejor que descanses. Ahora iré al mercado – dijo antes de salir.

Misao caminó hasta la ventana y un palomo se sentó en ella, lo tomó con las manos admirando su belleza. Pensó en los días en el hogar y en cuanto habían cambiado las cosas, agradecía a Kamisama por mandarles felicidad a sus seres amados. Quizás ella también sería feliz pronto, si luchaba por ello; se reprendió por no preguntar por Aoshi a Natsu a pesar de haberlo querido desde un principio. Y también por tratarlo mal, cuando él no tenía la culpa de nada.

La puerta del cuarto se abrió y el dueño de sus pensamientos y sentimientos estuvo frente a ella, la paloma salió volando de entre sus manos y ella soltó una tímida sonrisa.

- Me alegro saber que te encuentras mejor – dijo él.

Inmediatamente ella se sintió descompuesta.

- Perdoname – murmuró Misao suavemente – Aoshi-sama me comporté muy mal con usted. Fue la presión del momento, podría justificarme así pero... ¡uhmp!

La conversación pasó a otro momento más importante, en el que Aoshi tenía el control mientras ella se derretía en sus brazos y movía su lengua inquieta. Un beso que el eligió para acabar con esa conversación. ¡Él no tenía ada que disculparle!

- Aoshi-sama – murmuró ella al separarle. Él le selló los labios con un dedo.

- No, Aoshi está bien. Misao me he vuelto un hombre locamente enamorado de ti, por lo tanto te necesito y te quiero. ¿te casarías conmigo?

Ella pestañeó varias veces antes de entender, y desmayarse. El muchacho apenas atinó a tomarla en brazos. Era normal, muchas presiones para la jovencita, acababa de despertar y encontrarse con esa proposición ocasionó una explosión en su interior. Al despertarse se encontró con unos grandes luceros de cristal azulado y ella sonrió. Inmediatamente hizo una cara de pánico recordando lo sucedido.

- Dios – murmuró – dime que no lo he soñado.

- Fue verdad.

- Oh dios – gimoteó escondiendo su rostro entre sus manos – no, no, no, no.

- Misao... no llores, no te presiono a nada.

Ella levantó la mirada...

...Y se encontró con unos hermosos ojos azules, pertenecientes a aquel niño que había visto en el almuerzo. El agua corría por su mejilla y su cabeza se encogió.

- sal de allí. Todos andan buscándote.

- Tengo... tengo miedo – susurró ella – vete.

Aoshi abrió los ojos.

- ¿Qué te pasó?

- Se viene algo horrible... vi cosas horribles.

- No pienses en ello.

- Mi destino...

- ... lo construyes día a día.

Ella se reflejó en esa mirada tan bonita...

Y sonrió, recordado el precioso momento en que había cruzado sus primeras palabras con el Shinomori de 10 años, tan frío en este entonces.

Recordó la lluvia...

que refrescaba sus sonrojadas mejillas mientras ese niño la abrazaba, ella lloraba en su pecho y él contenía sus espasmos, la consolaba con lo que apenas podía decir.

- Aoshi-sama... – murmuró ella con admiración – es usted una persona maravillosa, gracias.

Y al verla sonreír...

Ese muchacho se inclinó sobre ella y la dejó terminar de cerrar la distancia.

- te amo – articuló sin sonido.

- y yo... desde mis más tristes noches – contestó acercándose a rozar, una vez más, sus labios.

---------.---------------------------.----------------------.-------------

Tiempo después

- mira Ken – dijo una mujer sentada al lado de un río, un hombre de largo cabellos rojos nadaba hacia ella. Había un palomo recostado en sus piernas y ella sostenía un papel amarillento – es una carta de Misao.

- ¿y que dice? – preguntó el sentándose a su lado.

Querida Kaoru: ¿cómo te encuentras? Espero que estés bien... ¿La panza? ¿Cómo se encuentra mi sobrino? Ojalá sea un niño...

Kaoru miró su abultada pancita y sonrió, mientras Kenshin recostaba su cabeza sobre ella como tenía la costumbre de hacer siempre.

Aoshi y yo estamos muy bien, felices. Ayer recibimos una carta de Tomoe. Ella y Akeru tienen un niño, ¿puedes creerlo? Son muy felices

- No, ¡levántate de ahí! Vamos papá, llévame.

- Preguntale a tu madre.

- Oh, Feh, tanto escándalo para salir a caminar un poco.

La mujer de largos cabellos negros caminó hacia su amadísimo hanyou sonriendo.

- ¿puedes llevarlo?

El levantó la cabeza y vió en esa mirada lo mismo que vio el día en que supo que la amaba.

- de acuerdo – soltó y el niñito salió de detrás de las piernas de su madre, sólo para sacarle la lengua a su infantil padre quien le devolvió la seña.

- ¡Akeru!

Tomoe dice que en lugar de tener un niño tiene dos. Sabes Kaoru, me alegro de que él haya encontrado una mujer para amar. También sabemos de Enishi, ha partido hacia otra ciudad nuevamente, y ahora se dirige a las montañas...

Y se reflejó en el río, miró con atención su imagen, sus cabellos blancos, sus ojos azules. Azules... ella tenía hermosos ojos de ese matiz, y un cabello que olía a jazmines. Por un momento él pensó que podría olerlo por siempre y luego todo se desvaneció. Pero él no tenía que pensar en ello, porque esa muchacha, a la que amaba, era feliz. Miró su reflejo una vez más y luego observó el paisaje, ya era hora de seguir su camino...

Creo que él está en paz, aunque dudo que pueda olvidarte. ¡pero Kaoru! Yo no quiero hablar de cosas tristes, soy tan feliz, hoy cada día que abro los ojos miro a Aoshi, ¿recuerdas esa sensación que me producía cuando era niña y me reflejaba en sus ojos? Aún lo hace. ¡¿Pero qué me dices tu! ¡Tengo ganas de verte! Por favor, una pequeña visita a Zakuro, sabes que Aoshi y yo les estaremos esperando, a los tres...

Te quiero Kaoru...

Misao Makimachi

P.D: deberás disculparme por aquel llanto… a propósito, me debes un golpe

Kaoru terminó de leer con los ojos llorosos, miró a Ken y entendió de lo que hablaba su amiga. No pudo evitar preguntare si esta sensación duraría por siempre. También se preguntó cuanto dulce se podría saborear la vida y una sonrisa se escapó de sus labios, por ahora, la vida sabía a maravillas...

Se inclinó hacia Ken y lo besó. Sí, a maravillas...

FIN DE HECHICEROS Y DEMONIOS

MILLONES DE PERDONESSSSSS! La verdad he tardado más de lo que esperaba, lo siento mucho, pero prometo no tardar más, nos veremos en los próximos fanfics, y realmente muchas gracias por todo su apoyo, no se olviden de dejar sus e-mails asi puedo contestar sus lindos reviews que realmente tomo mucho en cuenta. Ojalá les haya gustado el ultimo capitulo de este fic, yo disfrute mucho de hacerlo. No se preocupen, que todavía no abandonare asi que me tendrán molestando aquí un tiempo más.

Los quiere y le manda todos sus besos y abrazos

Su amiga

Sumire-chan