Dos vidas

Capitulo 2: El Rey

Vegeta caminaba furioso por los pasillos del palacio. Los esclavos traídos de otros planetas, que hacían las veces de criados, se apartaban a su paso lo más rápido que podían clavando la mirada en el suelo, pues les estaba prohibido mirar a cualquier saiyan más arriba de los tobillos. Sin darse cuenta sus pasos le dirigieron hacia la habitación de su hijo, y frunció el ceño al ver que nadie la estaba custodiando. De pronto una muchacha de tez azulada salió a toda prisa de la habitación donde se encontraba el joven príncipe y chocó contra él. El rey ni siquiera lo notó, pero comenzó a mirar a la chica, que había caído al suelo, como si se tratara del insecto mas gordo y horrible que hubiese visto en su vida. La joven paralizada por el terror que le producía el imponente saiyan no podía apartar la mirada de sus oscuros ojos.

El monarca alzó su mano apuntando a la muchacha y comenzó a formar una esfera de energía. La chica cerró los ojos fuertemente mientras una lagrima resbalaba por su mejilla esperando su final. Ya podía percibir el calor en su piel cuando la puerta volvió a abrirse.

.-. ¡Maldita esclava! – gritaba el saiyan que por ella apareció con una mano en la cabeza y soltando miles de injurias, pero enmudeció al descubrir que frente a él se encontraba su rey.

Vegeta se volvió hacia el guerrero que había comenzado a sudar. A sus oídos llegó el llanto del bebe y frunciendo más el ceño miró por encima del hombro del guerrero y vio la habitación medio revuelta, con trozos de cerámica en el suelo. Su vista se volvió de nuevo al guerrero recordando que era ese al que le había ordenado custodiar la alcoba del príncipe. Entonces observó de nuevo a la chica desapareciendo en él cualquier rastro de hostilidad. Sus rasgos eran delicados y su cabello largo, liso y de color índigo brillante. Se dio cuenta que la sencilla túnica que vestían todos los criados del palacio aparecía rasgada por varios sitios y que un hilo de liquido carmesí se deslizaba desde su boca bajando por su cuello y manchando el vestido. Haciéndose una idea de lo sucedido volvió a girarse hacia el guardia, éste retrocedió mientras se estremecía al sentir la mirada furibunda del rey de los saiyan contra su cuerpo.

.-. Mi... mi señor... yo p-puedo explicarlo, fue ella q-que... – intentó expiarse el saiyan, pero fue interrumpido por la atronadora voz de su rey.

.-. ¡No debiste haber abandonado tu puesto! – gritó mientras lo cogía del cuello y lo lanzaba varios metros a través del pasillo. – ¡Vosotros dos! – le llamó a un par de guardias que se habían acercado a ver el alboroto- Llevadlo abajo y dadle un lección¡no quiero volver a ver a ese insecto hasta que haya aprendido a obedecer las ordenes!

Los dos hombres no se lo pensaron dos veces, agarraron a su compañero y se lo llevaron de ahí lo más rápido que pudieron. El monarca hizo una mueca al oír que el llanto del bebe se intensificaba y se volvió hacia la muchacha que aun seguía sentada en el suelo.

.-. ¡Que haces ahí parada, estúpida¡Haz que ese crío se calle!

La joven se levantó antes de que el rey hubiese acabado de hablar y entró en la habitación para atender al jovencísimo príncipe, oyó como el saiyan cerraba la puerta tras ella. La esclava se aproximó a una cuna de metal y cristal forjada en forma de media luna, cogió a la criatura en brazos y la estrechó contra su pecho. El bebe comenzó a calmarse al oír la suave voz que comenzó a arrullarle. La reina la había elegido a ella entre todas las criadas para que le ayudara con las necesidades del pequeño príncipe y ella había accedido sin reproches ¿qué otra opción le quedaba? Su mundo, cercano al planeta Vegeta, había sucumbido ante los saiyans y ahora ella valía menos que el suelo que pisaba. Al igual que otros tantos esclavos los odiaba con toda su alma y sobre todo ahora... todavía sentía las sudorosas manos del guerrero sobre su piel. Por un momento pensó en la venganza, en dejar caer al niño que tenía en brazos sin importarle que le pudiera pasar a ella después... y ¿por qué no? Se dijo a si mismo, era el futuro heredero y la reina había muerto, sería un duro golpe para el orgullo del rey que hacía unos momentos había estado a punto de matarla. Lo pensó... mataría al niño y después se suicidaría, así evitaría la cruel venganza del monarca y al fin sería libre. Despegó al niño un poco de su cuerpo y lo miró. Ya se había calmado y la miraba con sus pequeños, oscuros y entrecerrados ojos de recién nacido. "Vamos Citlalli", se dijo a sí misma "solo debes taparle la boca y la nariz y esperar a que deje de moverse..."

Por mucho que lo pensara sus manos no se movían. Era tan pequeño, de apariencia tan frágil... no podía dañarlo, ella provenía de una raza pacifica, no era una asesina. Pensó por un momento en el futuro de ese niño, en el ser que se iba a convertir y eso le dolió... pero aun así no pudo moverse. Entonces recordó la lasciva mirada del guerrero que había intentado abusar de ella... pero algo le decía que no tenía nada que ver con ese bebe. En ese momento un movimiento tras ella atrajo su atención, estrechó al niño de forma protectora contra su pecho y se volvió. Frente a la ventana que había al otro lado de la habitación estaba Vegeta mirando al horizonte con los brazos cruzados y expresión fría. Citlalli se llamó a sí misma idiota, había estado a punto de asesinar al hijo del rey delante de éste.

Vegeta había entrado tras ella en silencio, cerrando la puerta tras él y sumiéndose en sus propios pensamientos ignorando a la criada y al bebe. La muchacha volvió a centrarse en su trabajo y comenzó a entonar una suave canción en su lengua materna con el fin de dormir al príncipe. Él bebe bostezó y comenzó a cerrar y abrir los ojos sin querer entregarse todavía al sueño. Un suspiro tras ella la hizo volver a mirar; el rey seguía ahí de pie con los ojos cerrados y expresión más calmada. Citlalli sonrió para sí, en ese momento no le pareció tan peligroso como en el pasillo.

Por su parte el monarca se había entregado a los recuerdos por culpa de la melancólica canción de la esclava. Recordaba sus días junto a Niobe antes incluso de ser nombrado rey, lo feliz que le había anunciado que iban a ser padres y sobretodo reacordaba su aroma y su calidez. Comenzó a sentir un fuerte nudo en la garganta y desechó todo aquello con un sordo gruñido. Al abrir los ojos se dio cuenta de que el niño ya estaba en la cuna y la muchacha se afanaba en recoger lo desordenado en el altercado. Tras echar un rápido vistazo a su heredero, se dirigió a la puerta. Citlalli se aparto de su camino con la vista clavada en el suelo. Cuando acabó de recoger todo, la chica se fue a su habitación que estaba contigua a la del príncipe y por supuesto era mas pequeña y austera. Tras curarse las heridas que tenía se tumbó sobre su camastro y se durmió, pero por alguna razón no podía sacar de su mente la profunda mirada del rey.

Por centésima vez en la mañana Vegeta increpó a una de las consejeras de la Asamblea Social y por centésima vez se preguntó a sí mismo que hacía en aquel lugar. La Asamblea Social estaba compuesta principalmente de mujeres, ellas eran quienes discutían todo lo relacionado con los habitantes de Vegeta-sei. Viviendas, sanidad, cultura... todo se manejaba desde ahí, aunque por lo que Vegeta pudo comprobar se pasaban las tardes hablando de nimiedades en vez de los asuntos a tratar. Era la reina quien presidía la asamblea, pero tras su reciente muerte el rey debía ocupar su lugar hasta asignar a alguien cualificado... cosa que iba a hacer muy pronto, solo por dejar de escuchar los chismorreos de aquel grupo de marujas. Tras estar mas de 5 horas intentando, sin éxito, que se centraran en su trabajo, Vegeta estaba a punto de reventar. Justo cuando ya no podía mas he iba a callar definitivamente a una de las representantes de la asamblea un soldado apareció por la puerta.

.-. Majestad. – saludó a tiempo que hacía una reverencia.

.-. ¿Qué ocurre? – preguntó el rey calmándose visiblemente.

.-. Hemos recibido un mensaje desde el espacio, señor.

.-. ¿Desde el espacio?

.-. Si, señor. Una nave a entrado en la orbita del planeta y pide permiso para aterrizar. Dicen que buscan hablar con el dirigente para comerciar con él.

.-. Mmm... ¿Comerciar? Diles que no me interesa. – respondió sin mas miramientos y dando la espalda al guerrero.

.-. P-pero señor...

.-. ¿Qué¿Qué diablos ocurre ahora?

.-. Han... han amenazado en atacarnos si nos negamos a hablar con ellos.

Vegeta se volvió rápidamente y aferró al guerrero por la coraza acercándolo a él hasta que sus narices se rozaron.

.-. ¿Cómo has dicho?

.-. Q-Que han... han amenazado con des-destruirnos...

El rey lanzó al mensajero hacia atrás haciéndole caer estrepitosamente al suelo y comenzó a andar furiosamente hacia la Sala de viajes, lugar donde se regulaban todos los despegues y aterrizajes que se efectuaban en el planeta. Aporreó el interruptor de apertura de la puerta dejándolo inservible y entró en la habitación pisando fuerte. Los saiyans que trabajaban ahí le miraron aterrados; Vegeta se acercó al panel de control y observó la cantidad de lucecitas que parpadeaban en la pantalla, pero no entendía nada de lo que en ella aparecía, aun así no lo mostró en ningún momento.

.-. ¿Quién demonios está amenazando a MI planeta? – preguntó con una voz tan seria como letal.

.-. Pu-pues verá, señor, - habló uno de ellos- se ha identificado como el Lord de la galaxia y... bueno... pide hablar con usted para llegar a un acuerdo de comercio y...

.-. ¡Eso ya lo se, insecto! – Con un profundo suspiro trató de tranquilizarse, sabía que en esos momentos debía mantener la cabeza fría – ¿Qué clase de armas posee esa nave?

.-. El escáner indica cero, majestad. – Contestó el otro trabajador mucho mas tranquilo que el otro, se trataba de un antiguo amigo de Vegeta y ya conocía su temperamento explosivo- Pero en cambio su capacidad de ataque indica 68.000 unidades.

.-. ¿68.000 unidades y no lleva ni un arma? – preguntó el monarca con incredulidad.

.-. La única explicación es que en su interior haya guerreros extremadamente poderosos.

Vegeta se quedó pensativo unos segundos, calibrando la información que acababa de recibir. En ese momento una voz se oyó por el Intercomunicador, querían conocer la respuesta del rey.

.-. E-exigen una respuesta, majestad¿Q-que debo decirles? – preguntó el primero.

.-. ¡Pues que va a ser, idiota!- le gritó Vegeta fuera de si – Recibe a nuestro invitado cordialmente. Haz que aterricen en la pista del palacio, yo le estaré esperando para darle la bienvenida.

Dando por zanjado ese asunto se dio media vuelta y salió de la habitación, impartió varias ordenes a voz en grito a sus mejores hombres y en unos segundos un excelente cortejo formado por sus mejores guerreros le seguían con paso firme e idéntico hacia la pista donde comenzaba a aterrizar una enorme nave circular.

Una gran humareda se levantó mientras la gigantesca nave tomaba tierra y Vegeta contuvo elaliento para evitar que el polvo le inundara los pulmones y le haría toser; ante todo debía mantener una postura serena, lúcida e imponente. Cuando la nube se dispersó se oyó el claro ruido de descompresión que indicaba la apertura de la puerta, dos figuras desiguales se bordearon al trasluz mientras la rampa se desplegaba. Cuando un estruendo indicó que la rampa había tocado suelo bajaron con paso acompasado. El rey examinó a los visitantes: uno de ellos era bastante bajo y fofo de complexión mas bien tosca y con un color de piel rosáceo y lleno de protuberancias, por otra parte su compañero tenía una expresión mas amable, pero con un matiz cínico que a Vegeta no se le escapó, alto y esbelto parecía ser el tipo de persona que se pasa horas frente al espejo en vez de entrenando. Aunque su forma de caminar denotaba una absoluta seguridad en si mismos, el monarca llegó a la conclusión de que esos dos no eran sino un para de matones a las ordenes de un pez más gordo.

La pareja llegó al suelo y se pusieron a ambos lados de la rampa sin dejar de mirar al frente, en ese momento otra figura no menos inquietante se perfiló en la puerta. Era grande y sus pies no tocaban el suelo, Vegeta se preguntó que clase de criatura sería aquel que se hacía llamar el Lord de la galaxia. Momentos después el Lord comenzó a descender y pudo ver que lo que a el le había parecido el cuerpo a contraluz no era sino una especie de vehículo similar a un trono. Vegeta hizo una mueca de asco que pronto reprimió al ver a la criatura que iba en el interior. Cornudo y de color grisáceo su cara asemejaba a la de un reptil. El lord ojeó al rey con una expresión sarcástica en su rostro.

Vegeta inclinó la cabeza en señal de saludo y se acercó un paso con el fin de presentarse, no le paso desapercibido el movimiento de tensión que hicieron ambos guardaespaldas lo que produjo a su vez que sus hombres se pusieran en guardia, pero la cosa no pasó de ahí y ambos dirigentes lo ignoraron.

.-. Bienvenido a mi planeta Lord... – saludó el rey dejando en el aire la frase en busca de más información.

.-. Freezer – respondió el invitado con tranquilidad.

.-. Lord Freezer – concluyó él.- Soy el Rey Vegeta máximo dirigente de esta estrella, era conmigo con quien quería hablar ¿cierto?

.-. A sí es, mi buen rey... pero antes dejarme presentarme correctamente. Soy Lord Freezer segundo hijo del rey de la galaxia, Cold; y estos dos son Zambron y Dodoria mis generales de mayor estima. – Freezer hizo una pequeña pausa en la que observó la expresión de Vegeta que para su sorpresa era insondable – Ahora bien, si he venido hasta aquí ha sido gracias a la fama que poco a poco habéis ido consiguiendo. Eso me hizo fraguar una oferta comercial que espero que nos beneficie... a ambas partes.

La reunión duró el resto de la mañana y parte de la tarde, al final el trato fue sellado aun con reticencia por parte de el monarca del planeta y aun que en apariencia ellos salían ganando a Vegeta le quedó un amargo sabor a engaño. El trato consistía en que el ejercito del rey debía disponer de un gran grupo de escuadrones, que estarían bajo las ordenes de Freezer en segundo grado (es decir, que las ordenes de su rey eran prioritarias a las de Freezer), de forma que él pudiera recurrir a esa reserva cuando le hiciera falta y dentro de esos grupos unos cuantos estarían a entera disposición de las ordenes del Lord en materia de conquistas de otros mundos que serían entregados a él. A cambio Vegeta podía quedarse con todas las riquezas que poseían los planetas invadidos y Freezer le suministraría tecnología y materias primas para realizar sus propias conquistas.

Tras la partida del extraño visitante, al anochecer, se celebraron los oficios por la reina muerta. Como era costumbre al no haber muerto en batalla no se le rindieron ningún tipo de honores. La costumbre de los saiyans era la de incinerar a sus muertos; cuando el fallecido había muerto en combate y era considerado un héroe su cuerpo era paseado por toda la ciudad y se celebraban grandes festejos en su honor, después era envuelto en tela mortuoria y velado durante tres días por todos sus allegados, si el difunto era un simple guerrero se le hacía un duelo de dos días en el que todos sus amigos iban a despedirse de él o ella y tras la incineración se celebraba una fiesta en su honor, y en el caso de haber muerto por causas naturales o de enfermedad o algo semejante su muerte era guardada en secreto como algo de lo mas deshonroso, al día siguiente del fallecimiento era incinerado en la mas absoluta intimidad, solo los familiares mas cercanos podían decirle adiós. Por esa razón aquella noche en el patio del palacio tan solo se encontraba Vegeta y la esclava que portaba al joven príncipe. Sobre una pila de troncos y paja el cuerpo de Niobe estaba envuelto en tela blanca. Se encontraba tumbada boca arriba con las manos cruzadas sobre el pecho.

El rey miró al cielo la luna estaba ya casi en su cenit, pronto podría encender la hoguera, pues hacerlo antes de ese momento sería evitar que el alma de Niobe se juntara con sus ancestros. De pronto su vista se clavó en el colgante que reposaba sobre su pecho inerte, Vegeta se acercó lentamente y elevándose un momento hasta llegar a la cumbre de la pira con cuidado volvió a pasar la fina cadena por la cabeza de la reina. Sostuvo el medallón en sus manos era pesado, forjado con un metal muy raro y escaso en aquel planeta, tenía forma circular y un grabado en forma de un sol dorado sobre un fondo de esmalte azul. El rey estudió cuidadosamente cada línea que lo adornaba y cada muesca producida por la infinidad de batallas vividas, era un testigo silencioso de toda su vida, ya que desde que su memoria alcanzaba a recordar Niobe siempre lo había llevado consigo. Finalmente de forma lenta y solemne hizo descender la cadena hasta que ésta descansó alrededor de su cuello. En ese momento un apagado grito de Citlalli tras él le hizo volverse. La miró de forma ceñuda por haberle interrumpido en aquel momento mágico, pero la forma en la que agarraba al bebe contra su pecho le hizo ver que algo pasaba. Siguió la mirada de la esclava hasta encontrar que a pocos metros de ella un guerrero espiaba entre las sombras del palacio. Vegeta descendió hasta el suelo y miró con furia al intruso ¿Quién era para interrumpir así en una ceremonia privada?

Al verse descubierto Bardock salió de su escondite, su hermano le miro de peor forma que antes, parecía que iba a saltar sobre él en cualquier momento. El guerrero extendió los brazos hacia los lados con las palmas de las manos al descubierto, señal conocida por todos los saiyans que significaba rendición. Si en ese momento Bardock se prestaba a hacerla era porque sabía que no era el momento ni el lugar para comenzar otra discusión con su hermano. Mientras se acercaba con pasos cautelosos hacia la pira se dirigió al rey con voz tranquila:

.-. Piensa en lo ella querría.

La cara de Vegeta le brillo roja por la ira en un momento, pero se contuvo. Se volvió hacia su esposa intentando tranquilizarse y acepto la compañía de su hermano por esa noche. Bardock se acercó hasta ponerse a su par lanzó un par de miradas curiosas hacia el adorno que pendía del cuello de Vegeta, pero no hizo ningún comentario al respecto. Guardando silencio ambos hombres se perdieron en sus propios pensamientos. Citlalli se encontraba unos pasos más atrás con el joven príncipe adormilado en sus brazos. No entendía que había pasado, ni quien era aquel otro saiyan; por su armadura dedujo que se trataba de uno de los guerreros inferiores, pero se le escapaba la razón de su aparición ¿acaso el rey y él tenían algo que ver? De todas formas la tensión que había entre ellos era palpable.

La luna llegó a su cenit. Vegeta dio un hondo suspiro que le llevó a cerrar sus ojos mientras se despedía silenciosamente de la única mujer a la que había amado. Tras eso miró a Bardock y descubrió que éste ya tenía sus ojos fijos en él. Por primera vez en muchos años sus miradas se cruzaron sin el menor rastro de rencor en ellas tan solo una mutua compasión, un silencioso apoyo que reconfortó sus corazones, aunque aquello nunca lo comentarían. Ambos saiyans asintieron al unísono y extendieron sus brazos hacia la pira, dos rayos de energía sesgaron el aire y encendieron la hoguera. El fuego se extendió con rapidez sobre la madera seca y poco a poco comenzó a prender la tela que recubría el cuerpo sin vida de Niobe. Las llamas crecieron hacia la luz de la luna y dos hombres lo contemplaban en el silencioso amparo de aquella noche.

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COMENTARIOS DE LA AUTORA:

POR FIN LO ACABÉ ¡YUJUUUUUUUUUUUUU!

Lo que hace la vagancia tenía todo el capitulo ideado, pero por alguna razón nunca conseguía acabarlo XD

Habréis visto que he metido un nuevo personaje que poco o nada tiene que ver con la historia original, pues bien... la verdad es... que no se de donde ha salido. Cuando escribo suelo hacerme una idea general de la historia y después me dejo llevar por lo que salga y en ocasiones como esta aparecen personajes que ni siquiera yo se de donde salen ni que hacen ahí, simplemente aparecen. Citlalli es una simple esclava, pero como dijo Gandalf: el corazón me dice que todavía tiene un papel que cumplir.

Os espero en el próximo capitulo. NAMARIË

RunlineY

"Con el escudo o sobre él"