Una elfa corre por la ciudad de Rivendel a toda prisa. Su pelo negro ligeramente ondeado acariciaba con esplendor el aire, mientras corría esquivando a los elfos. En su cara de podía apreciar un gesto de concentración opacado por una hermosa sonrisa. A llegar a la cascada se detiene, solo se escuchaba el murmullo del agua al caer. La elfa mira en todas direcciones sacando lentamente su espada que había estado esperando ser utilizada. Un suave moviendo de un sombra a su izquierda llama su atención y lentamente se gira intentado ver algo, cuando escucha una pisada detrás de ella. Se gira con rapidez impidiendo la estocada de otra espada y comienza una lucha a espada con su agresor. Con agilidad bloquea y ataca hasta que le da una patada en la cara haciendo que caiga al suelo. Ella aprovecha y le coloca el filo de su espada en el cuello.

Sois el último – dijo Nimwer – Los otros ya han caído.

Yo aún no he caído – dijo él.

¿No?- preguntó Nimwer sarcástica – Entonces…Estáis en el suelo por que queríais descansar.

Ya sabes que no me gusta que me trates de tú, Nimwer – dijo él mirando la espada que estaba posada en su cuello.

Oh vamos, admite que lo he hecho bien Glorfindel – dijo ella riendo y guardando la espada.

Nimwer le tiende una mano y él la acepta, al levantarse Glorfindel sonríe.

Parece que la pequeña princesa ha superado al maestro

Al maestro y a todos sus discípulos – dijo la elfa feliz al ver como se sorprendía.

¿A todos? – preguntó Glorfindel.

A todos – afirmó ella – Este ejercicio me ha gustado mucho, encontrarlos para mantener una pequeña pelea con los mejores guerreros de Rivendel. Creo que voy mejorando.

¿Solo eso? Dentro de poco me quitarás mi puesto – Bromeó él medio en serio.

Ya – dijo ella sin mucho entusiasmo sentándose en una roca.

¿No estás contenta? – preguntó sentándose a su lado – Deberías estarlo… Desde que naciste has querido ser la mejor guerrera y vas por el buen camino. Ya lo eres de Rivendel ahora solo te falta… El resto de Tierra Media.

Y no es poco – rió ella – El problema que ahora tengo es con mi padre.

¿El rey? ¿Por qué?

Se que me apoya en lo de saber defenderme… Pero llegado el momento temo que no me deje luchar.

Cuando llegue el momento yo te apoyaré… Volvamos.

Los dos se levantan y se alejan de allí.