Después de despedirse de Glorfindel, Nimwer entra en su habitación y allí se encuentra a su hermana mayor esperándola con una sonrisa. Cuando la dos estaban juntas irradiaban tanta belleza y luz que era imposible no admirarlas, se parecían mucho pero a la vez eran diferentes.
¿Terminaste con tus clases?- preguntó Arwen acercándose a su hermana pequeña.
He mejorado mucho – contestó Nimwer sentándose en su cama - ¿Y tú que ha hecho en todo el día?
Nada en especial – comento Arwen acariciándole el pelo a su hermana – Según me ha dicho nuestro padre dentro de tres días se celebrará una importante cena.
¿Importante? ¿Por qué es una cena importante?
Lo único que me ha dicho es que vendrán dos personas… Que nos nosotras conocemos. – dijo mirándola atentamente.
¿Vendrá Aragorn? – preguntó Nimwer sin poder contener la emoción en su voz.
Si y también el mago gris – afirmó Arwen.
¿Gandalf? – Dijo Nimwer levantándose con alegría – Eso es fantástico… Hace tiempo que no pasaba por aquí. Tengo ganas de verlo de nuevo. Bueno… ¿Y que te parece que tu amado Aragorn venga?
No pienso hablar de eso – dijo Arwen sonrojándose pero con una sonrisa en la cara – Solo te pienso decir que le hecho de menos tanto como tú.
Te has sonrojado y eso significa que le hechas de menos más que yo – dijo Nimwer abrazándola – Me alegro de que te sea correspondido.
Ya verás como algún día tú también tendrás un amor correspondido – Dijo ella agarrando suavemente la cara de su hermana pequeña para darle un beso en la frente.
Gracias por decirlo – dijo Nimwer con una sonrisa triste – Pero nadie se enamoraría de un princesa rebelde, rara, soñadora, guerrera, comparando con las demás elfas que son delicadas, bellas, simpáticas…
Tú eres eso y más – dijo Arwen mirándola a los ojos – Tú eres una elfa muy especial, no eres rara, eres única.
Y tú eres la mejor hermana que una pueda tener – dijo Nimwer haciéndole cosquillas.
No – dijo Arwen riéndose – Deja de hacerme cosquillas.
Después de volver a su infancia jugando a darse cosquillas y a darse con as almohadas se dejan cae sobre la almohada riendo.
¿Te acuerdas cuando jugábamos con mamá? – preguntó Arwen.
Sí, siempre estábamos riendo – empezó a decir Nimwer – Jugábamos con ella todo el día, papá la adoraba y la amaba con toda su alma.
Nos quería muchísimo
¿Sabes por que vienen Gandalf y Aragorn?
No, no menciono la razón.
Entonces es por que se acerca algo grande – razonó Nimwer – Algo oscuro está por llegar a Rivendel. Hablaré con papá.
Nimwer se levanta de la cama y sale de la habitación. Con prisa recorre el palacio hasta llegar al despacho de su padre, toca la puerta dos veces suavemente antes de entrar. Abre la puerta y entra en una bonita sala, sentado en una silla estaba su padre, al verla se levanta.
Hola hija – saludó Elrond con lo brazos abiertos.
Hola papá – saludó Nimwer aceptando el abrazo de su padre. – Arwen me ha dado la noticia…
Si, vienen ha hablar conmigo sobre unos asuntos – dijo Elrond separándose de su hija.
¿Asuntos oscuros? – preguntó Nimwer mirando atentamente a su padre. – Padre noto algo en el aire, en las aguas de nuestros ríos, en cada árbol por el que paso. Tiempos de guerra se acercan ¿Verdad?
No son asuntos que te conciernen Nimwer – dijo Elrond serio – Ahora si me disculpas.
Elrond sale de la habitación dejando a su hija con innumerables dudas. Desde que había llegado a la ciudad Bilbo Bolsón empezaba a tener dudas. Y nadie quería contestárselas.
