Los personajes no me pertenecen!

Este es mi primer One shot, pero cuando la inspiracion vuelve hay que abrirle las puertas...


Despertó. Aquel era el día, el día en que por fin se marcharía de aquella casa que nunca fue su hogar, pero que aun así le había protegido durante 16 años.

Su baúl estaba a medio hacer. Dentro estaban algunas de sus mejores túnicas, pero todavía nada más. Miro alrededor. Sus libros… no podía llevarlos, su carga debía ser ligera. De repente, el recuerdo de uno que le hubiese gustado llevar, pero se alejó rápidamente.

Las últimas semanas habían sido muy dolorosas, como toda su vida. Ya había 4 muertes sobre sus hombros. Muertes de personas que habían dado su vida para que él tuviera un futuro, para que él cumpliera una misión.

Las cosas que no podía llevar las dejarían allí, ya le había dicho a la tía Petunia lo que pensaba hacer. Extrañamente ella no se negó a dejarlos en aquel lugar y no deshacerse de ellos. Inclusive ella parecía saber que lo que se avecinaba no era fácil.

Siguió empacando. Llevaría su muy útil capa de invisibilidad, el chivatoscopio, después de todo tal vez le fuera útil y no ocupaba espacio. Su escoba, pues no podía dejarla. De veras lamentaba que todo hubiese llegado a ese punto. Extrañaría Hogwarts y los torneos de Quidditch, pero tenia que hacerlo.

Tenía que hallar los demás Horcruxes para poder terminar con Voldemort, ya tuviera que durar su vida entera en ello. Pero aquel momento un día llegaría y él debía estar preparado.

Sus pertenencias eran pocas, pero aun así el no podía cargar con todas ellas. Se sentó en la cama para contemplar por última vez el cuarto que le fue cedido cuando cumplió los once años. La caja de Hedwig se quedaría y ella tendría que andar libre.

Suspiró. Y mirando hacia el vacío se prometió una vez más que la muerte de sus padres, de su padrino Sirius y de Dumbledore no serian en vano. Sus asesinos la pagarían y aun si tuviera que llevar tres muertes bajo su mano no le importaría. Los mataría a los tres uno porque debía y los otros por venganza.

Las cartas de sus amigos y una invitación para una boda fue lo último que entró en su baúl. Ahora que por fin podía hacer magia hechizó al baúl para que no pesara, tomó su capa de invisibilidad y lo cerró. En una mesa, detrás del baúl, un álbum fotográfico, un espejo roto y un cromo de un hombre de barbas blancas reposaban.


En memoria de LP, JP, SB y AD; quienes dieron sus vidas para que el séptimo libro no sea una porquería.


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