Estuvieron casi una hora eligiendo los vestidos, no se ponían de acuerdo en ninguno "muy escotado", "muy de monja", "feo", "soso", "hortera", "carísimo". Al final se quedaron con cuatro.

Uno rojo compuesto de dos prendas, un corpiño sin mangas y con un poco de pedrería y la falda larga (este fue elección de Ginny), otro era negro, muy ceñido al cuerpo, la parte de arriba tenía un corte en la que le cubría un hombro y el otro estaba al aire, y con una raja en la falda, también ceñido al cuerpo, que iba desde un poco más debajo de la cadera, hasta el fin del vestido (este lo eligió Draco).

El otro vestido que decidió Ginny era un vestido gris clarito, y simulaba uno de la antigua Roma. Y el último, elegido por Draco, era bastante provocador y corto, llegaba, hasta un poco por encima de los muslos, con un cinturón de cadera, con un escote de v, no muy provocador, y sin mangas, era blanco.

Llegó la hora de la verdad y Ginny se fue a la señora de la tienda (la cuál había visto la elección de los vestidos, con cara de asombro).

- Disculpe. ¿El vestido del escaparate de color perla con la espalda al aire… cuánto vale?- Malfoy sonrió y Ginny siguió con su semblante serio.

Cuando dijo el precio Malfoy esbozó una sonrisa más grande, no era muy caro (algunos de los vestidos que habían elegido antes eran más caros), pero teniendo en cuenta la economía de la Weasley, no lo podría pagar. Ginny metió la mano en su túnica sacando algo que Malfoy no pude ver por estar detrás de ella.

La mujer se metió en una habitación y regresó con el vestido en sus manos, se dirigió al mostrador y Ginny la siguió, mientras Draco la miraba con cierta incertidumbre, la cuál no quedó reflejada en el rostro del chico. Puso el vestido en una bolsa y Ginny abrió la mano dejando ver lo que parecía un monedero, y empezó a sacar de él monedas de oro, dándoselo a la señora.

- ¿Pero? … ¿cómo?.. – balbuceaba Draco.

- Te dije que las cosas cambiaban, ¿creo que me debes algo?

- Bufff – es lo único que salió de la boca del chico.

La mujer sonrió y le puso los cuatro vestidos en dos bolsas similares a la que tenía Ginny.

- Gracias por su visita. Vuelvan cuando quieran – dijo la mujer sonriendo.

- Lo dudo – dijo Draco enfadado y saliendo de la tienda.

- No te pongas así – soltó Ginny sin evitar sonreír.

- ¿Así? ¿cómo?

- Así… enfadado. Mira, como me he entretenido, y no me lo he pasado tan mal… te invito a cenar – y le sonrió.

- Lo que me faltaba. Me niego a que me invites. Lo haré yo – dijo enojado.

- ¿Hacer qué? – preguntó extrañada.

- Que yo te invitaré, aún sigues siendo una pob… una Weasley – Ginny no pudo evitar soltar unas risas al descubrir el por qué de su invitación. Era Malfoy el que estaba delante, y su orgullo era mayor que su fortuna – Además – continúo Draco – así me cuentas de dónde sacaste el dinero.

- De acuerdo… acepto, pero que conste que lo hago porque me sentí un poco culpable por haberte ganado… sabía que no podrías ganar – Draco la miró enfadado y le sacó la lengua, por lo que Ginny no pudo evitar reír otra vez.

Caminaron hasta un restaurante que había en una esquina del callejón. El dueño del restaurante al ver a Malfoy salió a recibirle con una gran sonrisa.

- Señorito Malfoy… me alegro de verle acompañado, ¿la mesa de siempre?

- Sí, Pietro, gracias – e hizo una mueca de sonrisa

Pietro sonrió y se puso delante de Draco, acompañándoles a su mesa, estaba situada en una esquina del local, separada del resto por unos biombos, dándole así una gran intimidad. Pietro les dejó en la mesa y se marchó.

- ¿Tanto vienes aquí? – preguntó Ginny al sentarse.

- Sí, creo que sí.

- ¿Y qué quería decir con lo de acompañado?

- Bueno… vienes conmigo ¿no? Pues eres mi compañía – y Ginny le miró extrañada ante esa respuesta - …. ¡Esta bien! – dijo al ver la cara de su acompañante – Llevo viniendo a cenar aquí todas las noches, solo. – esta última parte la dijo casi en un susurro.

- ¿Cómo qué solo?

- Weasley, he perdido la apuesta, te voy a invitar a cenar, la condición era hablar de ti, no de mí – dijo muy cortante.

- Vale, vale, tampoco hacía falta ponerse as

Llegó un camarero y les tomó nota, cuando se fue se hizo un silencio algo incómodo.

- ¿Y? – preguntó Draco para romper el silencio.

- ¿Y qué?

- ¿Cómo que y qué? – dijo enfadado - ¿cómo conseguiste el dinero? – preguntó como si fuera muy obvia la pregunta.

- Trabajando, así de sencillo. Mis hermanos tienen una tienda de bromas, me ofrecí a trabajar con ellos el verano y por eso tengo dinero.

- ¿Eres dependienta? – dijo con una medio sonrisa, mientras Ginny le miraba enfadada.

- Pues sí, ¿algún problema?

- No – e hizo una larga pausa – sólo que no te veo trabajando.

- Lo mismo digo

- A mí no me hace falta

- Lo sé, pero lo tuyo no tiene mérito.

- Yo al menos no debo aguantar a muchas personas, la mayoría de ellas insoportables…

- ¿Cómo tú? – interrumpió Ginny

- … por un par de monedas – prosiguió omitiendo en su mente y en la conversación el comentario de la chica, aunque la mirada que la echó demostraba lo contrario.- por lo que si es así, prefiero que no tenga mérito.

Llegó de nuevo el camarero y les sirvió la cena, y cuando se volvió a retirar se hizo otra vez el silencio.

- ¿No me lo vas a contar? – preguntó Ginny.

- ¿Qué cosa? – respondió.

- ¿El por qué vienes todas las noches a cenar aquí?

- Te dije que hablaríamos de ti.

- Cierto, y ya lo hemos hecho, ahora es tu turno.

- ….Weasley….

- Malfoy… es sencillo. Yo te cuento algo mío que quieras saber, en este caso has preguntado lo del dinero, ahora es mi turno y te pregunto ¿por qué vienes a cenar solo?

- ¿Luego podré preguntarte?

- Mmm… sí, pero sólo si después responderás a la siguiente pregunta que te haga.

- No parece mal trato… pero otra condición.

- ¿Cuál?

- Vale cualquier tipo de preguntas

- ¿Cualquiera? – dijo Ginny

- Cualquiera - y sonrió de forma maliciosa

- ¿Para ambos? – preguntó segura de la respuesta.

- Sí – contestó sin dudar

- … de acuerdo – dijo asombrada por la respuesta del chico.

- Jejeje… muy bien. La razón de venir aquí todas las noches solo, es también, muy sencilla, estoy solo – Ginny le miró confundida – Ya sabes dónde está mi padre, y mi madre desde entonces no para de desaparecer. Me tiro todo el día solo en la casa sin ningún tipo de compañía. Por las tardes vengo aquí, a dar unas vueltas y como no me apetece volver pronto, ceno aquí.

- ¿Y estar en la esquina del local con unos biombos hace que te sientas menos solo?

- No, pero no quiero que me vean así. Soy un Malfoy y no quiero ni necesito la compasión de nadie.

- ¿Y por qué estás solo?

- Te lo acabo de decir – soltó irritado.

- No. Me has dicho que estás solo, no por qué estas solo. Vamos Malfoy, siempre estás rodeado de gente, tus guardaespaldas, Parkinson, tu club de fans… ¿por qué estás solo?

- ¿No se supone que me toca a mí preguntar?

- Aún no, esta pregunta va ligada a la anterior, por lo que sigue siendo una sola pregunta – bebió de su vaso.

- Mmmm… creo que haces trampas

- Cree lo que quieras…. Aún así, debes responder

- Buff – resopló Draco – porque al final es lo mismo

- ¿No te entiendo?

- Estar con mis "amigos" – e hizo un gesto con los dedos, simulando las comillas – es como estar solo. Pansy es un incordio, está loca, no me deja ni a sol ni a sombra, se cree que tiene derechos sobre mí y no para de montarme escenas de celos. Crabe y Goyle… en lo único que piensas es en comer y muy poco más, hablar con ellos es un perpetuo monólogo. Es como cuando estás en la calle, hay muchísima gente a tu alrededor pero ninguno te hace caso, sigues estando solo.

- Vaya…. – dijo Ginny apenada – acabas de describir mi vida – Draco alzó una ceja y miró a Ginny

- Pero si tú estás rodeada de amigos y de tu familia.

- Sí, pero como dices tú… estoy sola. Charlie, Bill y Percy, no están nunca, por lo que no puedo contar con ellos. Fred y George se tienen el uno al otro, no necesitan nadie más. Mis padres no están en casa, últimamente andan demasiado ocupados y no tienen tiempo para nosotros.

- ¿Pero y tu hermano, el cara rajada y la sangre sucia? – ante este comentario Ginny la miró disgustada.

- La sangre sucia como tú dices tiene nombre, Hermione. Y tanto ella, como Harry y Ron, están muy ocupados. Siempre andan juntos, nunca me dejan estar con ellos, si acaso la que me hace más caso es Hermione, pero tampoco está cuando la necesito, mi hermano y Harry absorben gran parte de su tiempo.

- ¿Y tus compañeros de curso?

- Bueno, sí, ellos. La verdad es que desde mi primer año en Hogwarts no me tienen… muy bien vista, por decirlo de alguna manera, parece que creen que les puedo dar mala suerte y les pase algo como a mí. Son cordiales conmigo, no me dieron la espalda… pero guardan mucho las distancias.

- Nunca pensé que estuvieras en esa situación – dijo con lo que parecía un tono preocupado.

- Tampoco pensé yo que tuvieras pasando por esa situación.

Durante unos minutos se volvió a hacer otro silencio, esta vez no era incómodo, pero seguía siendo un silencio. El camarero recogió la mesa y preguntó si querían postre. Tomo nota, y apareció instantes después con ellos. Dejándoles en silencio. Ambos comían tranquilamente, sin notar casi la presencia del que tenían al lado.

- Malfoy… he de irme. Mañana he de trabajar. – dijo Ginny, recordando a Draco que tenía compañía.

- ¡Ah! Bien. – Ginny se levantó cogió sus bolsas y se disponía marcharse.

- Gracias por la tarde y la cena, no ha sido mal día – y se largó.