9- Nadie quiere a Harry.

El cuarto se quedó mortalmente silencioso por un momento, pero entonces Minerva se puso de pie de forma abrupta, sus ojos llenos de pánico.

¡Tenemos que sacarlo de ahí!

Dumbledore asintió con firmeza. Sí, no había otra posibilidad, tendría que enviar a alguien a que "se llevara" a Harry, mientras deseaba que no tuviera que llevar a cabo tal artimaña, era demasiado pronto para que descubrieran que el chico había desaparecido, el niño no había tenido tiempo para ajustarse a los cambios. Maldijo mentalmente, pero sabía que no tenía otra opción; podría esperar sencillamente que todo funcionase.

Minerva, llévate a Hagrid contigo y sacadlo esta noche. Intentad mantenerlo en secreto, ya que podemos intentar sorprender a Voldemort.- Y añadió mentalmente.- "No será el único sorprendido".- Entonces se giró al auror.- Alastor, tienes que advertir a algunos de tus aurors. Intenta mantenerlo tan callado como sea posible. Sabemos que el Ministerio está lleno de espías, pero si lo logramos, podremos tenderles una trampa, ganando mucha información.

Después de eso, los cuatro comenzaron a hacer planes para poder atrapar tantos mortífagos como fuera posible, junto con como iban a proteger a Harry. Por supuesto, Dumbledore sabía que no lo encontrarían allí, pero tenía que mantener su fachada.

Eran casi las ocho cuando los tres magos dejaron su oficina para advertir a las personas que necesitarían y para organizarlo todo. Dumbledore fue a inspeccionar de forma inmediata a Harry, pero este todavía se encontraba profundamente dormido. Debería haberle preguntado a Severus cuando el muchacho iba a despertar. Conociendo la paranoia del hombre, no habría querido que un niño pequeño escuchara por casualidad su conversación y aún tardaría unas cuantas horas hasta que Harry se despertara.

Tenía razón. Eran las once, cuando se suponía que Hagrid y Minerva iban a ir a buscar a Harry, y el muchacho todavía no había dado la más mínima señal de despertarse. Dumbledore, viendo la hora que era se dirigió una vez más a su oficina y se sentó con pesadez en su silla. Aquella no sería una noche agradable y necesitaba prepararse. Iba a mentir deliberadamente a algunos de sus más íntimos amigos y aquello era algo que no le gustaba lo más mínimo. Pero en este caso, no tenía más opciones; no podía arriesgarse la seguridad de Harry. Confiaba en sus amigos, pero quien sabía lo que podría pasar. Siempre estaban trabajando para él, y por consiguiente se encontraban en constante peligro; lo mejor era no permitirles saber donde se encontraba Harry por si acaso eran capturados por Voldemort. Incluso había llegado a plantearse el borrar la memoria de Twinkle. No, lo mejor era tan solo Harry y él supiera la verdad.

Suspirando, miró por la ventana. Se suponía que los dos profesores traerían a Harry en cuanto lo tuvieran en su poder y este se quedaría allí hasta que encontraran un escondite más apropiado.

El golpe que realizaba una puerta al cerrarse interrumpió sus meditaciones. Estaban allí. Dumbledore se puso en pie con serenidad y se preparó. Como era esperado, Minerva y Hagrid entraron en el cuarto en un estado de pánico. La subdirectora fue la primera en hablar.

¡Albus¡Ha desaparecido!

Dumbledore esperó que Harry no se despertase en ese mismo momento, no sería buena idea que estuviera en el cuarto mientras él trataba con esta situación. Suspirando para sí, puso una cara de completa confusión y miró a sus dos amigos mientras preguntaba.

Minerva, Hagrid, por favor, tranquilizaos. ¿Quién ha desaparecido?

Por suerte para él, los dos profesores estaban demasiado aturullados para darse cuenta que su tono de voz no era genuino. Minerva comenzó a pasear delante de su escritorio.

¡Harry por supuesto¿Quién sinó- Dumbledore ignoró la preguntó y cogió una boquedada de aire mientras intentaba parecer tan sobresaltado y tan preocupado como fuera posible.

¿Qué quieres decir con que ha desaparecido¡Se suponía que se quedaba en casa de sus tíos¿Habéis mirado en las casas de los Weasley y los Granger- Ambos maestros negaron con sus cabezas y Dumbledore asintió con firmeza.- Muy bien, Hagrid, tú irás a verificar la Madriguera y preguntales si saben algo del señor Potter. Minerva, tu irás a visitar a la señorita Granger. Yo enviaré una lechuza a Sirius y a Remus, podrían saber algo.

Los dos asintieron y se apresuraron por salir de la oficina, preparados para hacer lo que Dumbledore les había pedido y cada uno esperando que encontrarían al muchacho antes de que algo le pasara.

Una vez estuvo seguro de que sus dos amigos habían salido, Dumbledore se hundió otra vez en sus silla. Sacó un trozo de pergamino y comenzó a escribir una carta para Sirius. Tenía que pensar muy cuidadosamente que era lo que iba a escribir; conociendo al hombre como lo conocía, sabía que el animago estaría allí en las próximas veinticuatro horas, exigiendo saber donde estaba su ahijado. Y Dumbledore prefería si no estaba demasiado enfadado.

Lo han averigado¿no es cierto?

Dumbledore se giró con rapidez; no había escuchado que hubiera entrado alguien. Viendo al muchacho que estaba apoyado en la puerta que daba a su cuarto le hizo dar un suspiro de alivio.

¡No hagas eso, Alec! No me gustan que las personas se acerquen de a mí de esa forma. Además, deberías estar en cama, todavía estás enfermo.- El muchacho se encogió un poco y bajó la cabeza.

Lo siento.- Dumbledore miró la cabeza baja y suspiró.

Lo siento, no quise descargarme en ti. Solo es, que todo esto va demasiado rápido para mi gusto. Había esperado que tendríamos algo de tiempo para poder adaptarnos en nuestros papeles, pero mañana por la mañana, todos sabran que has desaparecido.- Se quedaron silenciosos por unos momentos antes de que Harry se acercara al viejo director.

Todavía podemos pararnos, señor. Solo dígale a los profesores Snape, McGonagall y Moody que Alec volvió a casa.- Dumbledore negó con la cabeza de forma enérgica.

No, esto es muchísimo más seguro para ti que cualquier otra cosa que podamos idear.- Harry frunció el ceño.

Pero le dará muchos más problemas. No crea que no sé como el mundo mágico reaccionará ante mi desaparición y el hecho de que usted, junto con la ayuda del Ministerio, mantenía a su héroe seguro no ayudará. Todos estarán furiosos porque el Niño Que Vivió ha desaparecido.- Dumbledore frunció el entrecejo al notar la amargura que residía en la voz del muchacho.

Ven aquí, Alec.

El muchacho obedeció y se acercó. Una vez que el niño estaba dentro del alcance de Dumbledore lo cogió y le hizo sentarse en su regazo. Harry se puso muy colorado e intentó levantarse, pero sin ningún resultado. El viejo director había colocado sus brazos rodeándolo con firmeza y ahora lo estaba abrazando hacía su pecho. Permanecieron en silencio durante algún tiempo, Harry sentándose todavía en el regazo del director con rigidez, y el director que intentaba hacer que se relajara frotando su espalda lentamente. Al final, después de unos cuantos momentos tensos, Harry se permitió relajarse en el agarro del hombre y colocó su cabeza en el hombro de Dumbledore. Cuando Harry estaba completamente relajado e inclinado contra el pecho de Dumbledore, el viejo director habló otra vez.

Mi niño, las personas no solo te echaran de menos porque seas el Niño Que Vivió.- Harry resopló ante esto, pero Dumbledore continuó.- Las personas también te echaran de menos porque eras Harry, y te aprecian.- Harry negó con la cabeza.

Solo unos pocos me echaran de menos: Sirius, los Weasley, Hermione. Solo ellos. El resto, todas aquellas personas que van a darle tantos problemas, tan solo querrán su esperanza, su héroe, de vuelta.

Dumbledore realmente no pudo discutir sobre esto; sabía que chiquillo tenía razón y odiaba el hecho que Harry lo sabía. Desde que no podía intentar decirle lo contrario, intentó hacerle sentir mejor.

¿Problemas? Eso es una atenuación, niño. Pero quien me va a dar auténticos quebraderos de cabeza es tu padrino, no el resto.- Harry no pudo evitar sonreír.

En eso tiene razón. Espero que esté listo para enfrentarlo, porque estará aquí en cuanto se entere de todo esto.- Se giró para poder mirarlo a los ojos.¿Cuándo se lo va a decir- Dumbledore hizo una mueca.

Estaba a punto de enviarle una lechuza. Espero que este aquí mañana por la tarde.- Suspiró y miró hacía el muchacho que estaba acurrucado en sus brazos.¿Tienes hambre, Alec- Harry negó con la cabeza aunque sabía que no se iba a escapar de esa.

La verdad es que no, yayo. Además, no creo que de una muy buena impresión cuando McGonagall y Hagrid regresen si lo ven aquí no haciendo otra cosa que cuidarme.- Dumbledore lo miró severamente.

Es importante que te cuiden.- Harry se encogió de hombros con ligereza.

No cuando Harry Potter está desaparecido.

En lugar de discutir, Dumbledore ondeó su varita e hizo que apareciera una silla a su lado. Harry gimió un poco pero dejó que Dumbledore lo colocara en la silla, maravillándose de lo fuerte que era el viejo director. Miró como Dumbledore llamó Twinkle y en unos minutos, tenía un cuenco de sopa humeante y un poco de pollo delante de él.

Ya está. Tú comes y yo trabajo. Así todo el mundo está contento.

Harry le lanzó al hombre una pequeña mirada venenosa por su último comentario, pero Dumbledore ya había comenzado otra vez su carta. Alec miró el plato hastiado, realmente no tenía hambre.

Unos minutos más tarde, cuando Harry todavía no había tocado su comida, Dumbledore le habló sin dejar de mirar en el pergamino que estaba escribiendo.

¿Quieres que te dé de comer, Alec?

Harry no se lo pensó dos veces. Cogió el tenedor y rápidamente comenzó a comer el pollo sin ningún tipo de ayuda.