12.- Discusión con Minerva
Minera frunció el ceño ante las palabras del director, ella se sentía mal porque Dumbledore suprimía sus deberes hacía su nieto, solo porque Harry había desaparecido y todos esperaban que Albus encontrara al muchacho.
Como de costumbre, el director se dio cuenta de lo que estaba pensando.
- Minerva, contéstame, por favor.- La mujer dudó.
- Pero Alexander- El hombre le dio una mirada dura.
- Alec no está perdido.- La subdirectora frunció el ceño.
- No, tienes razón, no lo está, pero Alec está enfermo y es tu nieto. ¡Te necesita!- Hizo una pausa durante un momento antes de continuar.- ¿Por qué pones a uno de tus estudiantes, no importa quien sea, por delante de tu propio nieto?- Dumbledore suspiró suavemente.
- Porque Harry podría estar en peligro.- La mujer negó con la cabeza.
- Ese no es el único motivo, no puede serlo. Todo el mundo mágico lo está buscando, ¿por qué debes involúcrate?- Dumbledore rió con una risa amarga.
- ¿Y que esperas que haga, Minerva? La fama viene con un precio. Soy el director de Hogwarts, se espera de mí que cuide la seguridad de mis estudiantes, muy especialmente Harry. Ahora, por favor, contéstame y acabemos con esto. ¿Sabes algo de Harry?
Los otros dos hombres habían escuchado la conversación con horror creciente. Parecía tan natural depender de Dumbledore cuando sucedía algo malo. Nadie había pensado nunca lo que podía significar para el anciano tanto trabajo, cuantos sacrificios tenía que hacer, cuanto le había costado su nombre. Jamás se habían molestado por averiguar si el hombre tenía familia; siempre habían asumido que no tenía a nadie, ya que siempre se quedaba en Hogwarts. De repente, se sintieron muy egoístas y con una mirada decidida, decidieron ayudar al viejo director tanto como pudieran para que no volviera a pasar. Dumbledore merecía un poco de paz.
Por otro lado, el director estaba leyendo muy bien las expresiones de sus cara para saber que era lo que estaban pensando. Eso le hizo sentirse incómodo. Estaba mintiéndoles y ellos le creían ciegamente. Esa era una de las razones por las que no había querido ir a inspeccionar a Harry antes de hablar con ellos, tenía que hacerles ver que estaba haciendo todo lo posible por encontrar al muchacho perdido. Deseaba que contestaran de una vez y de esa forma pudiera dejar la oficina, estaba comenzando a sentirla opresiva.
Al fin, Minerva, viendo que Dumbledore se estaba poniendo impaciente, decidió parar la discusión con el anciano terco y comenzó a hablar otra vez.
- No hay nada nuevo sobre Harry, Albus. Hasta que podamos conseguir que el Ministerio nos ayude, no hay mucho que podamos hacer para encontrarlo. El ataque de esta tarde está listo, Severus dice que Voldemort no sabe nada; no espera que algo salga mal, pero Severus dice que se quedará cerca en caso de que Harry aparezca de repente y ayudará a los aurors si algo sale mal.- Dumbledore frunció el ceño.
- Si está en el castillo cuando vuelvas, dile que no se arriesgue de forma innecesaria.- Minerva asintió y él continuó.- ¿Qué ha pasado con los Dursley?- Minerva frunció los labios.
- Están ahora mismo en Hogwarts. Hagrid fue a buscarlos esta mañana. Los aurors han asumido su lugar, y en cuanto todo acabe, los llevaremos al ministerio. Ellos serán los que decidan sobre esa familia.
Dumbledore no pudo evitar sonreír ligeramente ante el tono de voz que usó. Minerva siempre había sido muy sobre protectora con Harry, quizá debía decirle la verdad… Negó con la cabeza ligeramente. No, cuantas más personas lo supieran, era más probable que se acabara descubriendo la verdad. Con un pequeño suspiro, se giró hacía Sirius y Remus que no habían dicho una palabra desde que había entrado en su oficina.
- Confío en que Minerva os habrá informado sobre todo lo ocurrido ¿sabéis algo más sobre Harry? ¿Se ha puesto en contacto con vosotros?- Sirius negó con la cabeza, su expresión volviéndose triste.
- No ha contestado nuestras cartas, pero como estábamos muy lejos y nos mudábamos cada pocos días; Hedwig habría tardado algún tiempo en encontrarnos por lo que aún no nos habíamos preocupado.- El merodeador hizo una pausa momentánea y entonces volvió a hablar.- ¿Estás seguro de que Voldemort no lo tiene?- Dumbledore asintió.
- Estoy muy seguro, nos lo habría hecho saber si fuera el caso.- Sirius bajó la cabeza y la puso entre sus manos. Ante esto Remus puso una mano confortante en su hombro y miró al anciano.
- ¿Qué debemos hacer?- Dumbledore se apoyó en su silla.
- No estoy seguro, Remus. Como dijimos ayer, parece que Harry salió por propia voluntad. Minerva dijo que los muggles eran bastante malos; pero eso está fuera del tema. Harry jamás ha huido de sus problemas con anterioridad.- El hombre frunció el ceño.
- ¿Tal vez alguien más lo ha secuestrado?- Dumbledore tuvo que luchar para mantener sus rasgos neutros; esa declaración era bastante cercana a la verdad.
- No hubo ninguna evidencia de que eso, y no creo que nadie tenga una razón para secuestrarlo.- Hizo una pausa momentánea y entonces volvió a hablar.- No me gusta.- Todos permanecieron silenciosos durante unos momentos, entonces Dumbledore se puso de pie; era hora de que acabara la reunión.- Ya no queda nada para hablar.- Miró hacía la puerta cerrada, sabiendo que sus invitados lo comprendería.- Llámame si surge algo nuevo, Minerva, quiero un informe completo de los aurors sobre el ataque. Sirius, Remus, sentíos libres para quedaros durante un tiempo, os diré lo que necesito que hagáis una vez que sepamos como han ido las cosas esta tarde.
Sin esperar una respuesta de sus amigos, Dumbledore se dirigió hacía la puerta y entró en la habitación para inspeccionar finalmente a su "nieto".
Necesitó unos momentos para acostumbrarse a la oscuridad que había en el cuarto, pero una vez sus ojos se ajustaron a la suave luz, vio a Harry que se apoyaba contra la pared que había detrás de su cama, sus ojos cerrados y un libro en su regazo. Parecía que el muchacho se había dormido mientras leía. El director cogió el libro y marcó la página antes de ponerlo sobre la mesita de noche. Entonces movió a Harry con cuidado para que estuviera tumbado con comodidad. Desgraciadamente, el movimiento hizo que Harry se despertara con brusquedad y mirara sobresaltado a su director.
- ¡Yayo! No te oí entrar.- Dumbledore se rió suavemente.
- Siento haberte despertado, pero creí que estabas en una situación un poco incómoda para dormir.- Harry miró un poco desconcertado durante un minuto y entonces se ruborizó ligeramente.
- No pasa nada, no quería volverme a dormir.
Dumbledore se sentó a su lado en la cama y le tocó la frente con la varita para tomarle la temperatura. Estaba contento de ver que había bajado siendo casi normal, aunque el chiquillo no había tomado una poción para bajar la fiebre en bastante rato. Se inclinó hacía atrás y lo miró con cuidado. Su cara ya no estaba tan pálida y las ojeras habían disminuido gracias a las pocas noches de sueño pacífico, aunque todavía estaba demasiado delgado, casi parecía que se rompería si lo tocabas con demasiada brusquedad.
Quitándole un mechón de la cara, el director sonrió suavemente al muchacho.
- ¿Has desayunado, Alec?- El chiquillo negó ligeramente con la cabeza.
- No, yayo.- Dumbledore asintió.
- Muy bien, ¿Qué te parece si vamos a la sala? Te puedes tumbar en el sofá y Twinkle podrá limpiar la habitación.
La cara de Harry se iluminó, estaba un poco cansado ya de la pequeña habitación, aunque fuera bastante cómoda si se la compara con su viejo cuarto en los Dursley. Habría preferido un poco más de luz, pero las cortinas habían sido hechizadas para que se quedaran cerradas de tal forma que la luz no lo molestara. Dumbledore su puso de pie con rapidez y Dumbledore tuvo que moverse rápidamente para sostenerlo cuando se mareó.
- No te esfuerces, niño, todavía no estás bien.- Harry sonrió al anciano un poco avergonzado.
- Lo siento, yayo.
Dumbledore le hizo sentarse otra vez en la cama y le escogió un poco de ropa de las bolsas que habían dejado el día anterior. Le dio la ropa a Harry y le pidió que se vistiera mientras regresaba a la oficina y pedía un poco de comida.
Media hora más tarde, el delgado muchacho volvió a la oficina y vio Dumbledore que miraba pensativamente por la ventana.
- ¿Yayo? ¿Ocurre algo?- El hombre se giró y lo miró. El muchacho se había vestido en unos pantalones vaqueros y una camiseta roja con una snitch dorada. Dumbledore le sonrió con suavidad.
- No te preocupes, Alec, no pasa nada.- Harry abrió la boca para contestar, pero Dumbledore ya se había acercado hasta él y le había pasado un brazo alrededor de los hombros.
- Vamos, es hora de desayunar.
Harry suspiró ligeramente y asintió, mientras permitía al hombre que lo guiara fuera de la oficina. Una vez llegaron a la sala, Harry se sorprendió al ver a Remus que se sentaba en el sofá, mientras leía tranquilamente un libro. Con una mirada a Dumbledore, recordó que debía actuar con timidez y rápidamente se puso detrás de él, mientras cogía su brazo con fuerza y de vez en cuando mirando al hombre que aún no los había notado.
Dumbledore no pudo evitar soltar una risita cuando sintió que Harry se apretaba contra su espalda; actuando así, el chiquillo parecía adorable y tuvo que luchar contra sus instintos protectores que estaban comenzando a aparecer dentro de él. El pequeño sonido no pasó inadvertido por el otro hombre. Levantando la vista de su libro, Remus vio a Dumbledore que estaba en la puerta y se preguntó por qué el hombre no entraba. Fue entonces que notó que había alguien que estaba detrás del viejo director. Dumbledore entró y sacó al muchacho de detrás suyo, dejándole apretarse contra su costado.
- Remus, creo que no conoces a mi nieto, Alec. No te molestes, es que es un poco tímido.- Remus no pudo evitar pensar que aquello era una subestimación, pero sonrió suavemente.
- En realidad, lo conocí esta mañana; temo que Sirius lo despertó esta mañana con sus gritos y vino para ver que estaba pasando.- Dumbledore entrecerró los ojos y miró hacía Harry con severidad.
- ¿Qué te dije sobre levantarte?- Harry bajó la cabeza e intentó esconderse de nuevo tras el director, pero firme brazo que había en su hombro no se lo permitió.
- Lo siento, yayo, pero es que hacían mucho ruido.- Remus viendo que había metido al muchacho en problemas, frunció un poco el ceño y dijo con rapidez.
- No es culpa del niño, Albus, tú sabes lo fuerte que Sirius puede llegar a gritar. Además, solo se quedó durante unos momentos y nos ofreció el desayuno.- Dumbledore aún no parecía muy contento, pero llevó con suavidad al niño hasta la mesa donde había aparecido un pequeño desayuno. En cuanto se sentaron, Remus los unió y comenzó a hablar con Dumbledore sobre las modificaciones que los aurors estaban haciendo en Hogwarts, mientras intentaba mantener su atención fuera del pequeño muchacho. Sabía muy bien como se sentía uno cuando el director no estaba contento contigo.
Una vez que habían acabado, Dumbledore hizo que Harry se tumbara en el sofá con el libro que había estado leyendo antes, y comenzó una discusión con Remus.
Después de una hora aproximadamente, Dumbledore levantó la mirada de los papeles que había estado revisando con Remus, solo para ver que Harry se había dormido en el sofá. Se puso de pie y con mucha suavidad le quitó el libro de las manos y, convocando una manta, arropó al pequeño muchacho mientras que Remus que había continuado sentado en la silla, miraba al anciano con curiosidad. Jamás había visto a Dumbledore siendo tan cariñoso con nadie. Por supuesto que el anciano siempre era amable y le sonreía a todo el mundo, pero esto era diferente de una forma que no podía explicar.
El anciano volvió a la mesa con una pequeña sonrisa en los labios y no notando la mirada curiosa de Remus, regresó a los documentos. Algunos minutos más tarde, Sirius los unió; había estado tomando una ducha y se había cambiado la túnica. Se unió a los otros dos, con un profundo ceño y con una cara llena de angustia.
No dejaron de trabajar hasta que Twinkle apareció y anunció que el almuerzo estaba listo. Sirius y Remus comenzaron a aclarar la mesa, mientras que Dumbledore se acercaba al sofá. Era una auténtica lástima que tuviera que despertarle, ya que por una vez, Harry estaba teniendo un sueño tranquilo sin ayuda de ninguna poción, pero el chiquillo necesitaba comer.
Sentándose a su lado, Dumbledore colocó una mano suave en el delgado hombro del muchacho.
- Alec.- Harry se movió pero no se despertó. Esta vez un poco más fuerte, el anciano lo zarandeó.- Alec.- El chiquillo parpadeó y lo miró con los ojos medio abiertos.
- Dir…- La mano de su hombro se apretó y Harry notó que Sirius y Remus estaban en un lado de la habitación silenciosamente. Se quitó la mano del hombro y se sentó mirando a Dumbledore interrogativamente.- ¿Sí yayo?- El anciano lo miró cuidadosamente, mientras se aseguraba que la cicatriz no se estuviera viendo, y entonces le sonrió al chico.
- Es hora de almorzar, Alec.
El muchacho gimió, pero sabiendo que no había ninguna posibilidad de discutir, se levantó del cómodo sofá y siguió a Dumbledore hasta la mesa donde Sirius y Remus ya estaban sentados. Ambos merodeadores le sonrieron, aun cuando se podía ver que no sabían de qué forma tratarlo.
Por su parte, él se quedó callado, sabiendo que era lo mejor, así no cometería ningún error. Dumbledore volvió a coger la atención de los dos hombres, así no lo mirarían demasiado; la única forma en la que Harry supo que el anciano no le había olvidado era porque cada poco tiempo le miraba instándolo a comer.
Estaban comiendo tranquilamente cuando Harry comenzó a moverse incómodo. Su cabeza había comenzado a doler un poco, y esperaba realmente que su fiebre no estuviera volviendo a subir, no quería estar más tiempo en la cama. Pero, para final del almuerzo, supo que algo iba mal. Su dolor de cabeza cada vez estaba empeorando más, y de golpe, lo comprendió. No era su cabeza lo que dolía, era su cicatriz. Y si su cicatriz hubiera comenzado a doler, sabía que empeoraría antes de mejorar. Necesitaba salir de allí. Sirius y Remus no podían verle tocarse la cabeza; sería muy obvio.
¿Pero que podía hacer? Dumbledore no le permitiría irse de la habitación solo, era demasiado sobre protector. Eso significaba que debía salir corriendo, pero necesitaba tener una razón válida.
Fue entonces cuando recordó la primera vez que había estado allí, lo mareado que había estado. Antes de replanteárselo, Harry saltó de su asiento y salió de la habitación hacía el baño que Dumbledore le había dejado usar hasta entonces. Escuchó a su abuelo llamarlo, pero el dolor de cabeza cada vez estaba empeorando más y más, y necesitaba llegar a la habitación antes de que su plan fuera inútil.
Llegó con el tiempo justo de cerrar la puerta con un golpe, y se derrumbó en el suelo temblando de dolor; esperaba que Dumbledore se librara de Sirius y Remus antes de que entrara a ver como estaba.
Nota traductora: Solo un pequeño comentario, he abierto un espacio personal dentro del msm donde iré informando sobre el estado de mis diferentes fics. Si queréis pasaros la dirección está en mi perfil de Fanfiction. Os espero.
