21.- Discusiones
Harry cruzó los pasillos del feudo Dumbledore despacio. Twinkle había venido a decirle que su abuelo quería verlo en su oficina y no lo había esperado. Había pasado unos días desde el ataque y Dumbledore le había obligado a que se quedara en cama hasta que estuviera seguro de que estaba bastante bien. Pero ahora era la hora de que hablaran sobre lo ocurrido, y no tenía ganas. Suspirando, se detuvo delante de la oficina de Dumbledore y golpeó suavemente.
- Entra.
Cogiendo aire, Harry abrió la puerta y entró. Después de cerrarla silenciosamente, se acercó hasta que se encontró justo delante del gran escritorio. El director estaba escribiendo algo en un pergamino y continuó, ignorando a Harry. Por fin, el firmó el trozo de papel y lo enrolló, mientras se lo daba a una lechuza marrón que había estado esperando a su lado. Una vez que la lechuza se marchó, Dumbledore lo miró. Harry devolvió la mirada por unos momentos, y notó que los normalmente centelleantes ojos azules, lo miraban con seriedad y dureza.
El muchacho estaba comenzando a preguntarse si debería decir algo cuando el director rompió el silencio.
- Siéntate, Alexander.
Harry hizo una mueca de dolor ante su nombre completo, estaba en bastantes problemas. Suspirando, se sentó tal y como le había dicho el anciano, agradeciendo que no tenía que permanecer de pie en sus temblorosas piernas. Mientras se había recuperado bastante, todavía se cansaba fácilmente y sabía que de alguna forma esta discusión sería agotadora. Dumbledore lo miró durante otro momento hasta que se volvió a sentar en su silla y comenzó a hablar.
- Primero de todo, entiendo el porqué le gritaste a la profesora McGonagall y al profesor Snape, y ellos están de acuerdo conmigo en que no hay que tomar represalias, pero comprende que no permitiré que les hables así jamás. No importa la situación en la que nos encontremos, todavía son tus maestros y por consiguiente se merecen el respeto apropiado.¿Entendido?- Harry asintió, algo aliviado de no tener problemas con eso.
- Sí, señor.- Dumbledore asintió y sonrió ligeramente.
- Muy bien. He hablado con Twinkle sobre lo que pasó el día que fuimos atacados. Me ha dicho lo que pasó y no hay necesidad de explicaciones, salvo las protecciones, pero ya llegaremos a eso más tarde. Ahora mismo, me gustaría saber por qué escogiste hacer una magia tan agotadora solo, no tan solo poniendo en peligro tu vida, sino también la de Twinkle y la mía. Podrías haberme despertado en lugar de hacer una cosa tan tonta.- Harry hizo una mueca de dolor ante la voz dura, pero el director no había acabado.- Y no solo eso, pero que habría pasado si hubieras fallado. Le distes órdenes a Twinkle para llevarme a un lugar seguro, pero ¿que sobre ti, Alec? ¿Que te habría pasado si los mortífagos hubieran logrado entrar?- Una vez que había dicho eso, Dumbledore miró atentamente a su estudiante y cuando no llegó ninguna respuesta, volvió a hablar.- ¿Por qué no me llamaste?- Al fin el muchacho habló con su voz aniñada, suave e incierta.
- Estabas tan cansado que tuve miedo que no podrías luchar contra esos mortífagos y que harías daño.- Dumbledore frunció el ceño.
- Sé eso, Alec. ¿No se te ocurrió que podía pedir ayuda? Tan solo habrían pasado unos minutos antes de que tuviera la casa llena de aurors.- Harry negó con la cabeza y Dumbledore supo que lo había sabido. ¿Entonces por qué no había querido que los advirtiera? Poniéndose impaciente, Dumbledore se movió en su asiento.- Alec, estoy intentando comprenderlo. ¿Por qué no querías que llamara a los aurors?- El muchacho permaneció en silencio durante mucho tiempo, pensando sobre ello. Al fin, cuando Dumbledore estaba a punto de hablar otra vez, Harry lo miró y le contestó.
- Podrían resultar heridos.- Dumbledore miró al muchacho por un momento.
- ¡Alec! Es su trabajo el hacer que las personas no salgan heridas; ellos han sido entrenados para hacerlo. Ciertamente no es tu trabajo el mantenerlos alejados de situaciones peligrosas.- Por un momento, la expresión de Harry mostró el entretenimiento amargo, aunque se reemplazó al instante por la aceptación. Dumbledore no lo perdió, y lo entendió de golpe.- No confías en nosotros.- Harry lo miró asustado ante el giro súbito en la conversación.
- ¡Claro que confío en ti!- Dumbledore estaba negando con la cabeza.
- No confías en nosotros para mantenerte seguro.
Harry aún se quedó callado por unos momentos, ponderando las palabras de su director. Nunca lo había admitido pero una pequeña parte de si mismo sabía que Dumbledore tenía razón. De repente le obligaron a que lo confrontara, que confrontara el conocimiento de que nunca había confiado en nadie por completo. Ni siquiera en Ron y Hermione. Por supuesto confió en ellos hasta cierto punto, pero no sobre su seguridad, ni sus pensamientos. Toda la confianza que podía alcanzar con sus profesores se evaporaba todos los veranos al volver con los Dursley. Eran un recordatorio constante de que no importaba lo que pasara, estaba solo y siempre lo estaría; no tenía a nadie de quien depender, por lo que solo podía depender de él mismo y en nadie más. Estaba tan acostumbrado de no tener a nadie, que el hecho de que algunos aurors podrían estar allí para protegerle jamás le había pasado por la mente. Él era el protector; era quien luchaba. La idea de que alguien desearía protegerlo nunca le había pasado por la mente.
Después de confrontar esos pensamientos, Harry se sintió muy solo. ¿Quién querría estar con alguien que jamás podría confiar en ellos completamente?
Temblando ligeramente, Harry se hizo un ovillo en su silla, mientras envolvía sus rodillas con sus brazos. Ni siquiera notó al angustiado director que se arrodilló delante de él.
- Alec.- Harry levantó la mirada ligeramente, viendo Dumbledore tan cercano lo estaba asustando.- ¿Estás bien, Alec? ¿Qué te molesta?
- No puedo.- Dumbledore frunció el ceño angustiadamente.- ¿Qué es lo que no puedes?
- Confiar.- Harry hizo una pausa por un momento antes de seguir.- No puedo confiar en los demás con mi seguridad; nadie se ha preocupado nunca por mi seguridad. Pero no es solo eso, no puedo confiarles mis pensamientos o mis sentimientos, no sé como, nadie me ha enseñado como hacerlo.- Sonrió amargamente.- Supongo que soy un solitario y que siempre seré un solitario. Incluso en Hogwarts estoy solo, incapaz de confiar en nadie completamente, ni siquiera en Ron y Hermione; ¿que pasará cuando lo noten? ¿Me abandonarán?
Sin esperar una respuesta, volvió a enterrar su cabeza en sus rodillas y procedió a ignorar los esfuerzos de Dumbledore por conseguir su atención. Entonces de repente, hubo unos brazos cálidos y mansos a su alrededor, que intentaban ponerlo en una posición más cómoda, pero Harry no lo permitió, no estaba en tal humor. La silla en la que se sentaba desapareció y tras tocarlo con las manos, comprendió que Dumbledore lo había transformado en un sofá. El anciano se encontraba en esos momentos sentado a su lado, a la vez que los sostenía herméticamente y frotaba su espalda con manos consoladoras.
- Niño, escúchame.- Harry negó ligeramente, no quería escuchar. Dumbledore lo ignoró y continuó hablando.- No puedo decir que entiendo lo que estás sintiendo, por lo que me ahorraré la hipocresía. Pero sé que puedes aprender a confiar en los demás si es eso lo que quieres. Simplemente, ves a poco a poco, comienza con cosas pequeñas; no necesitas hacerlo todo de repente, simplemente hazte cómodo haciéndolo. Estoy seguro que de igual modo que has aprendido a desconfiar, puedes aprender a confiar en ellos otra vez.- El viejo director hizo una pausa por un momento; la única indicación que Harry había estado escuchándolo era la forma en la que se ligeramente se había relajado contra él.- Yo también quiero que sepas que estaré aquí para ti, y que intentaré ayudarte con todo lo que pueda, escojas confiar en mí o no.- La voz débil de Harry se escuchó por la habitación.
- No estuviste aquí durante las últimas semanas.- Su voz era suave pero ligeramente acusatoria, y la mano de Dumbledore se heló. El chiquillo tenía razón, ¿cómo podía decir que estaría allí para él cuando estaba tan envuelto en el trabajo que escasamente había pasado cualquier tiempo con él? ¿Cómo podía esperar que creyera en él después de que lo había ignorado durante semanas? El sentimiento de culpa llegó con bastante fuerza, pero Harry volvió a hablar antes de que pudiera contestar.- Lo siento, no debí decir eso.- Dumbledore negó con la cabeza, pero puesto que Harry aún seguía escondiendo su cabeza en los brazos, no lo vio.
- No, sí debías. Estabas declarando tan solo un hecho. Siento mucho el haberte dejado aquí solo por tanto tiempo.- Harry se encogió.
- Está bien, lo comprendo.- El director frunció el ceño.
- Sé que lo haces, pero eso no quiere decir que no te sintieras herido. El abandono siempre duele, y siendo que no lo vi antes.- Harry permaneció silencioso durante unos momentos y luego asintió despacio.
- Sí, me dolió.- El muchacho lo miró de forma abrupta; parecía estar enfado con algo, pero Dumbledore no podía adivinar el qué.- ¡Me dolió, y no entiendo por qué! Yo no debería haberme sentido de esa forma. Eres mi director, ya has hecho por más de lo que debías cuando me alojaste, y aquí estoy yo, pidiendo más.- Volvió a envolverse en sus brazos, y le miró.- Parece que no soy mejor que esos buitres del Ministerio, siempre pidiendo más. Lo siento, director, no volverá a pasar.
Al final el muchacho estaba temblando y había vuelto a enterrar su cabeza otra vez. El ceño de Dumbledore se ahondó; envolvió sus brazos alrededor del muchacho con más fuerza, apretándolo contra su pecho, y comenzó a hablar suavemente en su oreja.
- Harry, por favor, tranquilizate. No es tu culpa el que te sientas de esta forma. Es normal el que quieras algo de atención después de la niñez que has tenido.- Harry se encogió de hombros enfadado.
- Pero no es lo correcto el que lo exija cuando no tiene ninguna obligación hacía mí excepto enseñarme.- Dumbledore negó con la cabeza ligeramente.
- Harry… Alec, cuando comenzamos esto, te ofrecí algo que sabía que siempre habías deseado, una familia. No importa quien soy, en este momento, soy tu abuelo en todo excepto la sangre, y como al, estás a mi cuidado. No estoy aquí para solo protegerte, mi niño, estoy aquí para cuidar de ti, para quererte, enseñarte, como cualquier abuelo haría con su nieto.- Acarició la cabeza del muchacho y la voz de Dumbledore aún se volvió más suave.- Siento mucho el haberte descuidado; encontraré la forma de que no vuelva a pasar.- Harry le miró con un ligero ceño en su cara.
- Pero…- Dumbledore negó con la cabeza y llevó un dedo a sus labios.
Alec, por favor, ningún pero. Simplemente trataremos de arreglar esto, ¿vale?- Harry lo miró por un largo rato antes de asentir permitiéndose por fin relajarse en los brazos de Dumbledore.
- De acuerdo yayo.- El viejo director sonrió y le dio un fuerte abrazo, un abrazo confortante que hizo que un poco de su soledad desapareciera.
