26.- Consecuencia

Dos horas después, el silencio de la oficina se truncó cuando hubo un suave golpe en la puerta. Alzando la vista, Harry y Dumbledore compartieron una mirada. El joven mago miró al director interrogativamente pero el anciano negó con su cabeza y se puso en pie. Caminó hacía la puerta, sintiendo los ojos de Alec sobre él, pero no se giró: sabía que tendría que haber ido al Ministerio, le estaban esperando, pero después de lo de anoche no podía dejar a Harry solo. Abrió la puerta y se encontró con los preocupados ojos dorados de Remus Lupin, el cual había estado a punto de volver a golpear. Con una mirada hacía el chiquillo, Dumbledore salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él. Remus frunció el ceño con curiosidad.

- ¿Ocurre algo, Albus? Te hemos estado esperando en el Ministerio.- Mirando por momento la puerta cerrada, bajó la voz un poco más.- ¿Le ha pasado algo a tu nieto?- Cerrando los ojos cansadamente, Dumbledore se apoyó contra la puerta.

- Ayer se derrumbó, Remus. Las pesadillas le han estado afectando mucho, y al fin se rompió. Cuando ayer regresé, su habitación estaba destruida y él se encontraba en el suelo completamente agotado. Twinkle me dijo que había estado gritando durante bastante tiempo.- Con una voz triste añadió.- Una vez más, no estuve allí cuando me necesitó.- Remus lo miró con ojos preocupados. Poniendo una mano en el frágil hombro del mago, intentó confortarlo.

- No era tu culpa, Albus. No podías saber que esto iba a pasar.- El anciano se encogió un poco.

- Lo sé, Remus, pero no ayuda. Se supone que estoy cuidando de él: el debería poder confiar en mí, pero siempre que sucede una cosa de estas, estoy ocupado con otra osa, y no lo averiguo hasta que es demasiado tarde para poder ayudar.- El otro hombre no supo que contestar, por lo que decidió permanecer en silencio, dándole n poco de tiempo al anciano para componerse. Al final, Dumbledore se enderezó y le sonrió un poco.- Deberías regresar, Remus, o enviarán todavía a un mayor número de personas para ver que es lo que ocurre.- El otro mago asintió vacilantemente.

- ¿Estás seguro de que vais a estar bien?- Albus asintió ligeramente.

- Sí, todavía debemos hablarlo. Quería darle un poco de tiempo para tranquilizarse.- Remus asintió y se dio la vuelta pero se detuvo ante la voz del director.- Remus, ¿podrías decirle a Severus que venga esta tarde? Podría necesitar un poco de ayuda con Alec después de que hable con él, y él parece llevarse bien con el muchacho.- Remus levantó una ceja, ya había notado el extraño comportamiento del maestro de pociones hacía el niño.

- Sí, ya lo he notado. Me estaba preguntando que era lo que les había pasado, nunca había visto a Severus tan… afectuoso, al menos no así.- Dumbledore rió suavemente.

- No tengo ni idea, Remus. Ambos, Alec y él, son bastante tercos ante el tema. Y ellos no es que actúen mucho recíprocamente, se pasan el tiempo jugando al ajedrez. Quizá es por eso que Severus le ha tomado cariño al muchacho, porque no haba mucho y no espera gran cosa de él.- Remus asintió con una pequeña sonrisa triste.

- Podrías tener razón, no muchas personas escogen estar en compañía de Severus sin querer nada a cambio.

Dumbledore asintió, una expresión de dolor en su rostro, sabía que fue uno de aquellos que querían cosas de él, lo que lo cambió. Remus asintió y se marchó al fin. Dumbledore esperó unos minutos para componerse y entonces abrió la puerta y volvió a entrar en la oficina.

Harry todavía estaba sentado en su silla, pero había cerrado el libro y había estado mirando por la ventana. Dumbledore estaba a punto de sentarse otra vez detrás de su escritorio cuando una suave voz infantil lo detuvo.

- Lo que pasó ayer no era culpa tuya, ya lo sabes.- Albus se detuvo y lo miró atentamente.

- No deberías escuchar detrás de las puertas las conversaciones de los demás.- Harry se ruborizó un poco, pero mantuvo su mirada fija en la ventana.

- Lo siento.- Dumbledore levantó una ceja.

- En realidad no lo sientes.- Suspirando, Harry se giró a mirarlo al fin.

- No, no lo siento. Deseo que no hablaras sobre mí con otras personas si yo no estoy allí.- El anciano negó con la cabeza y fue a sentarse detrás de su escritorio. Mirando un instante al niño, asintió ligeramente.

- No puedo prometer que no lo haré, pero lo intentaré.- No dándole una oportunidad para contestar, volvió a hablar rápidamente.- ¿Podrías decirme que fue lo que pasó ayer?- Suspirando, Harry se puso en pie y se acercó al hombre. Apoyándose contra el escritorio, miró pensativamente hacía la ventana. Se quedaron silenciosos durante un rato, y entonces el adolescente comenzó a hablar.

- Sabes que las pesadillas me han estado molestando bastante. Con tu ayuda están mejorando, pero solo hay una cierta cantidad que puedo aguantar. La noche que me dejaste con el profesor Snape, él me preguntó sobre que eran mis pesadillas. Obviamente me negué a decírselo, y él me dijo que debería hablar sobre ellas. Que debería explicarlo todo.- Dumbledore alzó una ceja y lo miró atentamente.

- Creía que era eso lo que hacíamos cuando hablamos después de las pesadillas.- Alec lo miró un poco incómodo.

- Bien, yo lo hacía, en cierta forma.- No dándole tiempo para contestar, continuó.- Siempre te digo que es lo que sucede en las pesadillas, pero no te he dicho como me siento con respecto a ellas. Creo que eso es lo que más me molesta. No lo que veo, sino lo que me hacen sentir.- Dumbledore asintió entendiendo, y permitió que Harry continuara su explicación.- Así que yo supuse que debía hablar sobre eso con alguien, pero no había nadie para hablar. Bien, estás tú, pero yo no… quiero decir, yo no puedo… yo…- Dumbledore le puso una mano en el brazo de forma tranquilizante.

- Tranquilo, lo entiendo.- Harry tragó y continuó.

- Recordé que el Profesor Snape me dijo que si no podía explicárselo a alguien, debería tratar de escribirlo. Creí que era una buena idea y eso fue lo que hice. Aunque perdí mi carácter.- Dumbledore asintió y lo miró seriamente.

- Vi los pergaminos. Desearía que no hicieras algo así cuando estás solo. Entiendo tu necesidad de tratar con todo esto solo, pero era peligroso. Alec, te derrumbaste completamente.- El muchacho asintió.

- Lo sé. Solo es que lo quise intentar y sacarlo todo fuera, y una vez comencé, no pude parar.

El director se puso en pie y lo abrazó con fuerza contra su pecho. Se quedaron así por un largo rato, Harry que tomaba todo el consuelo que podía del que el director estaba dándole. Al fin, Dumbledore le besó en la frente ligeramente y se apartó.

- Me gustaría leer esos pergaminos. No quise hacerlo sin tu permiso, pero me ayudaría a entenderte mejor.

Harry lo miró de forma vacilante. Aquello era muy personal. ¿Confiaba lo suficiente en Dumbledore como para permitirle leer el como se sentía? Por otro lado, si no confiaba en Dumbledore ¿en quien iba a confiar? Snape estaba fuera de cuestión, mientras que le había comenzado a gustar el hombre, no confiaría en él con algo así después de todos esos años en los que lo había humillado. Sirius no lo entendería, era demasiado infantil. Remus ayudaría, pero ya tenía bastante con sus propios problemas convirtiéndose en hombre lobo una vez al mes, no sería justo para él. Ron y Hermione eran sus mejores amigos, pero no eran lo suficientemente maduros como para ayudarlo. Tanto como aborrecía admitirlo, solo un adulto podría entenderlo y de todos los adultos, Dumbledore era la mejor opción.

Suspirando, asintió. El director podía ver que el muchacho no estaba seguro, pero no lo apretó. Estaba contento con la pequeña confianza que le tenía el niño y por ahora sería suficiente.

Mirando el reloj, notó que era la hora de almorzar y sacó al muchacho de la oficina, intentando asegurarse que tendría una buena comida después de lo sucedido el día anterior.