32.- Charlas duras.

Alec miró sobresaltado a los brillantes ojos negros. Había estado lejos demasiado tiempo y ahora iba a estar en problemas. Suspirando, arqueó su cabeza ligeramente. Severus todavía estaba mirando la pequeña figura en sus brazos, al ver su cabeza baja disminuyó un poco de su enfado. Suspirando, dejó el muchacho en el suelo.

- ¿Qué estás haciendo aquí¿No podías habernos advertido al menos? Estábamos muy preocupados al no verte en el agua, pensamos que te habías ahogado.

- Lo siento, profesor, pensé que volvería en un momento.- El hombre parecía irritado.

- ¿Puedes parar?- Harry lo miró auténticamente sobresaltado.

- ¿Parar qué?- El hombre le miró enfadado.

- Para de cambiar la forma en que me llamas cada vez que estoy enfadado. Llámame "profesor" o llámame "tío", pero llámame solo uno de los dos. Tan solo porque estoy enfadado a veces no debe cambiar la forma en la que me ves.

Harry cabeceó ligeramente; no lo había notado pero ahora que se lo decían, comprendió que lo hacía mucho, no solo con Snape, también con Dumbledore. Era como si estuviera intentando separar las actitudes, y sabía que eso no era una cosa buena. Tan solo porque estaban enfadados con él no cambiaba la forma en la que eran. Suspirando asintió.

- Lo siento, tío Severus, no lo había notado, pero tienes razón.

El hombre asintió, mientras lo miraba atentamente, como si quisiera descubrir la verdad en las palabras del niño. Finalmente, decidió dejar el tema por el momento; ya hablaría después de eso con Dumbledore. Por ahora, tenía otras cosas que atender.

- Ahora¿puedes decirme el porqué prácticamente nos has dado un ataque cardíaco?- Harry lanzó una mirada a su alrededor, mientras trataba de pensar en algo que decirle al hombre que no lo enfadaría más aún, pero sabiendo que solo se libraría con la verdad, se preparó para otra reprimenda.

- Creí oír a alguien y vine a ver quien era.

Una mano fuerte le agarró por el hombro con fuerza, pero cuando lo miró, vio que Severus no estaba mirándolo. En cambio, estaba mirando a su alrededor, su varita en su otra mano. Por primera vez, Harry notó que todavía estaba mojado y se estaba aferrando a él. Volvió a la realidad, cuando la mano se movió de su hombro a su mandíbula y le obligó a mirarlo a los ojos, los cuales brillaban con enfado suprimido.

- ¿Te has vuelto completamente loco? Tienes idea de lo que te habría pasado si los mortífagos te hubieran cogido?- Harry trató de volver a arquear la cabeza, pero el hombre no se lo permitió.- Tu abuelo es uno de los enemigos más importantes del Lord Oscuro; si uno de ellos te capturara, serías utilizado para destruir a tu abuelo antes de torturarte y matarte. Aún cuando aquí estás relativamente seguro, no puedes saber a que punto llegaría el Lord Oscuro para atraparte. ¿Entiendes lo que estoy diciendo?

Harry asintió ligeramente, lágrimas que comenzaban a nublar su visión. Sabía que el hombre no estaba diciendo esto para hacerle daño, sino para prevenir que pasara de nuevo. La verdad es que había sido un tonto para salir del agua y buscar la voz desconocida. Realmente debería haber sido más cuidadoso, su única defensa era que nunca se había sentido tan seguro con anterioridad, no solo porque estaba con el director, sino también por sus propias habilidades recién descubiertas. La voz dura de Snape lo sacó de su ensueño.

- Alexander¿lo has entendido?- Parpadeando, Alec asintió de nuevo hasta donde la mano le dejó.

- Sí, tío, lo entiendo. Lo siento, no volveré a irme así.- Los ojos negros miraron directamente a sus propios azules y al final, le dejó ir tras sentirse satisfecho por la sinceridad que vio en ellos.

- Bien, asegúrate de recordarlo.

Harry asintió. Snape cogió su mano en su propia y comenzó a caminar hacía el lago. Cuando llegaron a la orilla, vieron que Remus había vuelto a la manta. Minerva había visto al maestro de pociones salir del agua y había asumido que había encontrado al niño. Los tres se relajaron visiblemente cuando vieron al muchacho que estaba de pie al lado de Severus.

Dumbledore guió la manta hacía ellos y en el momento que tocaron la orilla salió de esta y estaba al lado de Alec. El mago anciano cogió los hombros del niño y lo examinó.

- Alec¿estás bien?- Parpadeando, el adolescente asintió ligeramente.

- Sí, yayo.- Antes de que el anciano pudiera continuar su interrogatorio, Snape habló.

- Alec dice que escuchó a alguien hablar por lo que fue a mirar. No vi a nadie, pero deberíamos ir y asegurarnos.- Albus le envió una dura mirada que prometía que luego iban a tener una larga charla y asintió al maestro de pociones.

- Remus y tú ir a hacer eso. Minerva y yo llevaremos a Alec a la casa. Regresad dentro de media hora, Severus, o enviaré a alguien a por vosotros.

Ambos hombres asintieron y volvieron a entrar al bosque. Con un movimiento silencioso el director, la manta desapareció y se enviaron los regalos a la casa. Después de trasformar la ropa de Harry de nuevo a la habitual, los tres volvieron a la casa en silencio. Una vez allí, McGonagall fue a encontrar a Twinkle, para decirle que tomarían la cena dentro y Dumbledore llevó a Harry a su oficina. Una vez allí se sentó tras su escritorio, mientras Harry se sentaba en su silla habitual justo delante de él.

- Dime que pasó.

Harry se lo explicó rápidamente y como había decidido ver que pasaba. Entonces le dijo al hombre sobre la serpiente que había encontrado. Dumbledore estaba muy interesado y le pidió a Harry que quitara el hechizo para que pudiera ver a la serpiente. Dereck echó un vistazo curioso, ignorando al anciano.

- Una boa, son muy fieles, Alec.- El muchacho asintió.

- Me ha dicho que su nido ha estado protegiendo la casa y los magos que vivían en ella durante generaciones. También dijo que antes había visto una serpiente extraña. ¿Crees que podría haber sido una de las espías de Voldemort?- Dumbledore estuvo pensativo antes de asentir despacio.

- Puede serlo perfectamente, mi niño. Tendremos que asegurarnos que no hay ninguna serpiente no deseada por aquí, y después, cuando volvamos a Hogwarts.- Parecía incómodo ante la mención de la escuela.

- ¿Qué es lo que haré cuando llegue el tiempo de volver?- El anciano sonrió traviesamente.

- Todavía estoy pensándolo.

Dumbledore se rió ligeramente pero ignoró la mirada fija e inquisitiva que el muchacho le dio, en cambio, lo miró atentamente, la sonrisa en sus ojos fue reemplazada por una mirada dura. Entonces, comenzó a reñir al muchacho mientras le decía lo tonto de su comportamiento de esa tarde. Harry escuchó con la cabeza arqueada, mientras notaba que las palabras del hombre no eran muy diferentes que las de Snape, pero tenía el añadido de Voldemort que descubría su identidad. Veinte minutos más tarde, los dos volvieron a la sala, Alec aliviado que no había sido castigado por su comportamiento, y Dumbledore preocupado por los dos hombres. Aún cuando ahora sabía que no había cualquier intruso, por lo menos, no humano, todavía estaba angustiado que podría pasarles algo.

Se sintió aliviado al ver que los dos hombres ya habían regresado y que estaban charlando serenamente con Minerva. Los tres los miraron cuando entraron, la mujer se puso de pie y fue abrazar a Harry mientras Dumbledore se dirigió a hablar con los otros dos. Una vez que Harry había pasado por la tercera regañina de parte de su Jefa de Casa, se sentaron y cenaron. Alec se sentó entre Remus y Severus y miraba al hombre lobo a la expectativa. El hombre alzó una ceja y si rió suavemente.

- Oh, no te preocupes, pequeño, no voy a reñirte. Estoy seguro que los tres te han dicho más que bastante.- El niño se rió ligeramente, mientras estaba de acuerdo con el hombre de pelo castaño. Severus, sentado a su lado frunció el ceño.

- Y lo merecías.- Entonces mirando a su colega profesor.- Además, cualquier regaño que viniera de ti, sería hipócrita, porque tú habrías hecho lo mismo.- El otro hombre se rió y levantó su vaso.

- Touché, Severus.

El niño que se sentaba entre los dos, se rió de sus bufonadas, pero paró y comenzó a comer tras una mirada fija que venía del mago anciano.

Una vez acabaron, se pusieron cómodos en el sofá. La conversación era ligera, pero Harry no tomó parte en ella. En cambio se apoyó contra su abuelo y cerró sus ojos cansadamente. Había sido un cumpleaños maravilloso, el mejor que nunca había tenido alguna vez. No es que fuera muy difícil, pero estaba contento. Estaba profundamente dormido cuando Remus lo recogió y lo llevó a su habitación bajo la mirada atenta de su abuelo.