33.- La decisión de Dumbledore.
- Yayo, con el debido respeto¿¡Te has vuelto loco?- El mago anciano se rió suavemente ante las palabras agitadas del muchacho, había esperado esa reacción de Alec, pero aún así era divertida.
- Vamos, vamos, mi niño, es lo mejor.- El muchacho se giró, mientras paraba su paseo nervioso durante un momento.
- ¿Empezar mi primer año en Hogwarts, otra vez, es lo mejor¿Podrías decirme el por qué piensas así?- El hombre l miró serenamente.
- Ya sabes que estás mucho más seguro como Alec. Si volvieras como Harry, tendrías que dar muchas explicaciones. No solo a tus amigos y a tus maestros, pero también al ministerio y la prensa. ¿Realmente quieres tratar con todo eso? Y además, volverías a estar en peligro, los estudiantes de Slytherin te harían la vida mucho más dura y Voldemort trataría de capturarte de nuevo.- Harry frunció el ceño.
- Voldemort trataría de capturarme igualmente si sigo actuando como tu nieto.- Dumbledore asintió con una pequeña sonrisa en sus labios.
- Oh, lo sé, pero como mi nieto puedo protegerte mucho más. Además, si vas como Harry, nos obligaría dejar las clases, no puedo mostrar tal favoritismo.- Harry lo consideró agriamente.
- ¡Me estás sobornando!- El director no pudo evitar reírse.
- ¿Lo estoy?- Alec asintió y se hundió en una silla. Frotando sus ojos ligeramente, se apoyó contra el respaldar.
- ¿Qué sobre mis TIMOS? Tengo que tomarlos.
- Si podemos mantener el acto tanto tiempo, los tomarías de forma privada. No ha pasado muy a menudo, pero a veces los estudiantes pueden exigir tomar sus TIMOS antes.- Harry lo miró con las cejas alzadas. Dudaba que cualquier primer año hubiera pedido el tomar sus TIMOS, pero prefirió no comentar. Después de haber vivido con el hombre durante casi un mes, sabía que sería imposible el hacerlo cambiar de opinión.
- Muy bien, así que voy a Hogwarts como un primer año y como tu nieto. ¿Asumo que tendré que ser clasificado?- El director sonrió ligeramente.
- Sí, ciertamente.- Alec se enfurruñó un poco.
- Entonces, más vale que te asegures de hablarle al andrajoso sombrero, dudo que las personas apreciaran un Dumbledore en Slytherin.- Dumbledore se rió una vez más se puso en pie.
- No te preocupes por él, estoy seguro que estarás bien.
Alec no compartió obviamente la opinión de su abuelo, pero sabía que el hombre era muy terco, y que no cambiaría de idea. Le miró con un ceño cuando se marchó de su habitación, y se estiró en la cama mientras cerraba los ojos de forma cansada. Las pesadillas habían disminuido mucho después de su rotura, pero había tenido una mala noche y estaba cansado. Pensando en Hogwarts y sus amigos, se quedó dormido profundamente.
Una mano fuerte le cogió del brazo y comenzó a sacudirlo, mientras lo despertaba de forma eficaz. Sentándose en la cama miró al dueño de la mano y sonrió ligeramente cuando vio al maestro de pociones estando al lado de su cama.
- Eh, tío Severus.- El hombre sonrió y se sentó a su lado.
- ¿Sabes que es lo hora del almuerzo, verdad?- Harry parpadeó y miró su reloj, uno de los muchos regalos que Dumbledore le había dado por su cumpleaños.
- No, no lo noté.- Frunció el ceño ligeramente.- ¿Dónde está el yayo? Normalmente es él quien me advierte o envía a Twinkle para traerme.- El hombre se rió ligeramente.
- Ha tenido que salir, los aurors han acabado de poner las protecciones sobre Hogwarts y Dumbledore debe ayudarle a poner los hechizos finales.- Alec asintió aceptándolo y lo miró.
- ¿El yayo te envió?- Sí, sabes que no quiere que te quedes solo por mucho rato.- Harry frunció el ceño un poco, pero entendía la preocupación del anciano y no discutió. En cambio, se hundió contra las almohadas y cerró los ojos. Severus rompió el silencio del cuarto.
- Pareces cansado, Alec. ¿Te encuentras bien?- Asintiendo ligeramente, Harry se giró para estar de lado mientras encaraba a su profesor, pero manteniendo los ojos cerrados.
- Estoy bien, solo es que anoche tuve una pesadilla y no pude dormir mucho.- Severus sonrió un poco y cambió de tema.
- Albus dijo que irías a Hogwarts en septiembre.- Harry abrió los ojos ligeramente para mirar al hombre.
- Sí, será raro.- Snape alzó un ceja.
- ¿El que será raro?- El muchacho se encogió de hombros ligeramente.
- Por tenerte a ti y a tía Minerva como maestros.- El hombre se rió ligeramente.
- Sí, supongo que eso puede resultar extraño. ¿Cómo vas en pociones?
Harry lo miró por un largo rato. ¿Qué demonios le respondía? Como un cuarto año, el profesor Snape lo había considerado completamente incompetente en la materia; estaba la pequeña cuestión, claro, sobre ser un Potter. Por otro lado, ahora sería un primer año, y sabía más que un primer año promedio, por lo que no sería un desastre. Claro, no podía decirle eso al hombre, por lo que escogió quedarse en silencio y ver lo que su profesor pensaba sobre su falta de respuesta. El hombre frunció el entrecejo un poco ante el silencio del muchacho, y suspiró.
- Ya suponía que con todo lo que hay que enseñar, Albus no se molestaría en enseñarte pociones.- Poniéndose en pie, le dio una túnica ligera al chiquillo y se dirigió a la puerta.- Venga, vamos a hacerte algo de comer y entonces, veremos cual es el estado del laboratorio de Albus.
Antes de que Alec pudiera quejarse, el hombre ya se encontraba fuera de la habitación. Por un largo rato, el muchacho se quedó quieto, preguntándose que es lo que debía hacer. Al final, se puso en pie con un suspiro y se puso la túnica encima de su ropa de verano. Pasarse la tarde con el profesor Snape no habría sido su primera opción, pero por otro lado, podía entender la materia incluso si el hombre no se molestaba en explicarlo bien. No le haría daño la verdad.
Snape estaba esperándolo fuera con una mirada impaciente en su cara. Rápidamente, cogió la mano del muchacho y lo arrastró a la cocina donde Alec fue obligado a comer dos bocadillos y beber un vaso de leche, antes de que el maestro estuviera satisfecho.
Poco después, estaban mirando el laboratorio de Dumbledore. Harry no había estado allí con anterioridad; su abuelo le había prohibido entrar ya que Snape lo usaba normalmente. El profesor echó una mirada a su alrededor, aparentemente agradado porque todo estaba en su lugar, y Harry se quedó en pie en la puerta, inseguro de lo que se suponía que hacía. Snape lo notó después de un rato y le hizo señas ara entrar.
- Entra muchacho, no podrás hacer nada desde ahí.- Harry entró cautamente.
- El abuelo me dijo que no debía entrar aquí.- El hombre sonrió burlonamente.
- Oh, no te preocupes, estoy contigo.
Alec sonrió interiormente, ese pensamiento hace unas semanas no habría sido muy tranquilizante, pero ahora era extrañamente reconfortante. Alcanzó finalmente al hombre y permaneció a su lado, mientras miraba los ingredientes que había puesto en la mesa. Conocía la mayoría de ellos, y sabía que estarían una poción de color, pero hasta ahí era donde podía suponer, y esperó que el hombre no esperara nada de él. Tuvo suerte, Snape no regresó a su personalidad habitual. En cambio, comenzó a apuntar los diferentes ingredientes que se hallaban delante del pequeño caldero y comenzó a explicar lo que hacían exactamente y por qué lo hacían. De vez en cuando, haría una pregunta, pero era más para asegurarse que el muchacho todavía estaba escuchando que para probar su conocimiento.
Sin que lo notaran, pasaron tres horas y la poción estaba acabada. Cuando Snape lo explicó, la poción era utilizada para cambiar el color de pelo. Apenas tenía añadir un papel pintado en el color que se quería cambiar y entonces dárselo al sujeto de prueba. Si la poción estaba hecha correctamente, debe ver los resultados después de casi una hora que era tiempo más que bastante para buscar una coartada segura. Harry se rió de esto, y se sorprendió cuando el hombre le dio las tres pequeñas redomas llenas de poción en lugar de tirarlos.
- ¿Realmente me dejas guardarlas?- El hombre sonrió mientras lavaba el caldero que habían usado.
- No veo por qué no. Pero ya de advierto, si me encuentro de repente con el pelo rojo, tendrás detención antes de que puedas decir pociones.- Harry le sonrió un poco.
- Sí, tío Severus.- Entonces cuando el maestro había guardado el caldero añadió.- Me aseguraré que es amarillo en vez de rojo.- El hombre se giró, con un ceño juguetón en su cara, pero Harry ya había dejado el cuarto corriendo.
