Cerró la puerta de su cuarto y quedó apoyado en ella durante unos segundos. Se dirigió hacia el baño donde abrió la ducha esperando que el agua caliente llenara de vaho el lugar. Se quitó sus ropas de entrenamiento que estaban sucias y sudadas y las echó en el cubo destinado a recibirlas.
Ya completamente desnudo se metió en la ducha dejando que las suaves gotas de agua empaparan su cabello y relajasen sus músculos. Con los ojos cerrados, disfrutando de la sensación de calor y tranquilidad que le brindaba el momento, Camus intentó pensar en algo coherente.
Saga
Aquel nombre salió como un suspiro desde lo más profundo de su alma
Saga¿quién eres caballero de géminis¿por qué tienes este poder sobre mí?
Las dudas se arremolinaban en la mente del joven aprendiz. Nunca había experimentado algo parecido, nunca nadie había despertado tanta curiosidad en él, ni tan siquiera Milo logró nunca ponerlo en ese estado. ¿Por qué con Saga todo era diferente?. Saga era un caballero, su mentor en lo que volvía su maestro, le debía respeto como a cualquier otro y sin embargo...
Abrió los ojos y comenzó a frotarse con fuerza todo el cuerpo con la esponja, en un vano intento de desechar todos esos pensamientos que únicamente lo ponían nervioso.
Salió de la ducha y se envolvió en la toalla. Así quedó contemplando la imagen que el espejo le devolvía. ¿Era la misma que había visto el día anterior?. No, algo había cambiado pero no sabía decir el qué. Seguía siendo el mismo cuerpo, poderoso pero de frágil apariencia en parte debido a la blanca piel de la que había sido depositario. El mismo cabello rojo fuego, húmedo aún que se pegaba sensualmente a su espalda y del que cada cierto tiempo caían pequeñas gotas que bajaban resbalando por sus piernas hasta el suelo. Sus mismos ojos, esos que debían ser fríos como el hielo reflejando la legendaria fuerza de los guerreros de Acuario... y sin embargo ahora tenían un brillo desconocido incluso para su dueño.
¿Eres tú el culpable de esto Saga?- murmuró quedamente más para sí mismo que para ningún otro.
De su armario tomó la ropa con la que se había acostumbrado a dormir en Grecia. Le era imposible conciliar el sueño si vestía pijama puesto que acostumbrado al frío Siberiano el calor nocturno del Santuario se le hacía una tortura. Por eso comenzó a dormir con boxers y una camiseta fina de tirantes, algo que no le diera calor pero que satisfacía su pudor.
Porque así era él, tímido hasta el hartazgo, pudoroso, dulce, amable, incapaz de dar la espalda a los que sufrían aunque a veces eso tuviera consecuencias contraproducentes para él mismo. Su maestro se lo había repetido infinidad de veces, debía ser frío, implacable, sin sentimientos... pero nadie podría helar el corazón de Camus porque el refulgente fuego que habitaba en él era lo que le daba la vida misma.
Se tumbó en la cama a oscuras, con las manos detrás de la cabeza, mirando al techo. Una tímida sonrisa apareció en sus labios mientras recordaba todo lo sucedido hoy. Su impresión al ver a Saga, cómo le había dado la mano en la colina, su posterior entrenamiento en el coliseo, cómo Saga había hecho los ejercicios junto a él, se había quitado la camisa y Camus le había visto aquel pecho tan bien formado...
-¿Pero en qué estoy pensando?- dijo mientras se tapaba la cara con las manos- si mi maestro me viese ahora me metería en un ataúd de hielo, jajajaja
Y así, feliz y totalmente sonrojado se quedó dormido.
-Vaya por fin saliste de la ducha hermano, y bien dime¿qué tal el entrenamiento con el aprendiz de Acuario?
Aquello sacó a Saga de sus pensamientos. Desde que dejó que Camus se fuese al templo de la Vasija no había dejado de pensar en el joven, en lo que le hacía sentir. Había estado bajo el chorro del agua durante casi una hora con la vaga esperanza de que aquello aliviara su mente del suplicio al que se veía expuesto.
-Bien Kanon, ha ido bien
-¿eso es todo lo que vas a decirme?. Vamos Saga, me muero de curiosidad, dime cómo es.
Su hermano permanecía apoyado contra el marco de la puerta de su dormitorio, mirando con curiosidad cómo se vestía, con los brazos cruzados sobre su pecho en actitud expectante.
-pues es... alto, delgado, pelirrojo y... ¿tanto te importa cómo sea?- dijo con fastidio
¿Por qué le molestaba que Kanon se interesase por Camus?. Esto no tenía ningún sentido, parecía un amante celoso intentando ocultar...
"pero en qué demonios estoy pensando! sólo me ha preguntado por él por pura curiosidad. Me estoy volviendo paranoico"
-no es que me importe cómo sea Saga, solo era curiosidad pero veo que no tienes ganas de hablar así que me voy. Hasta mañana hermano
"Mierda! encima he hecho enfadar a Kanon y con razón. ¿Cómo puedo ser a veces tan imbécil?"
-Kanon espera! oye lo siento, lamento haber contestado de esa manera... estoy cansado, eso es todo. El chico es un buen aprendiz, es educado y respetuoso y muy inteligente... quizás te gustaría venir mañana a entrenar con nosotros ("genial, y porqué he tenido que invitarlo? no mejor¿por qué me molesta haberlo hecho?")
-claro, no tengo nada que hacer. Así tú descansarás y el chico seguro que puede aprender grandes cosas de un caballero tan capaz como yo- dijo con una enorme sonrisa en su rostro
Saga no pudo evitar reír ante el comentario de su hermano. Él siempre era así, tan alegre y optimista que sería capaz de hacer desaparecer las más negras nubes del cielo y lograr que el sol brillase sobre el mundo solo con una de sus sonrisas.
-de acuerdo entonces. Mañana le entrenaremos los dos.
qué bien! cuantos más seamos mejor- unos ojos turquesa hablaban junto a la puerta
-Milo¿qué demonios haces tú aquí?- Saga no encubría su asombro
verás, mi maestra Ti'anna se va mañana a no sé dónde y me ha encargado que le pida a algún dorado que entrene conmigo y¿quién mejor que los maravillosos gemelos géminis?- contestó con una enorme sonrisa.
-ah no, ni lo sueñes Milo, bastante tengo ya con entrenar a Camus como para tener que hacerme cargo también de ti, pídeselo a otro- "aunque bien pensado quizás la idea no sea tan mala"
-pero Saga, si no me entrenas tú Shión me someterá a una de sus horribles clases de espiritualidad que no llevan a ningún sitio y yo perderé fuerza y...- un enorme puchero adornaba el angelical rostro
-en eso lleva razón Saga, las lecciones de Shión son aburridísimas y total, nosotros somos dos, je un aprendiz para cada uno
"De nuevo la preciosa sonrisa de Kanon, y mira cómo me mira Milo... saben que cuando hacen eso no puedo negarles nada. Bueno, total..."- de acuerdo panda de rastreros, mañana seremos cuatro en el entrenamiento.
Dando un salto:
bien! gracias Saga no te arrepentirás, prometo ser el mejor aprendiz que hayas visto nunca. Por cierto¿habéis cenado ya?
-no – era Kanon el que contestaba a la pregunta- íbamos a hacerlo ahora, cuando Saga terminase su baño de una hora¿por?
porque yo tampoco y como la cena de los aprendices ya pasó...
"Ah no, ahora quiere que le haga la cena. Este chico es un fresco. No Kanon no me mires de esa manera no es divertido"
Milo se agarró con fuerza a la cintura de Kanon apoyando la mejilla en su espalda y se dejó llevar por este arrastrando los pies:
Vamos hombre, no podéis dejar que me muera de hambre. Además sabéis que mi maestra me castigó por lo de la fiestecilla aquella en el templo de escorpio y no puedo ni acercarme por allí y en la cabaña de los aprendices no hay comida y...
-ya Milo, suéltame. Es Saga quien cocina esta noche, no yo así que vete a suplicarle a él un rato
Saga no podía evitar sonreír viendo la escena. Desde luego Milo tenía multitud de recursos, si no era su fuerza como caballero, era su extrema belleza y si no... esa dulzura infantil que no parecía abandonarle nunca. Ahí estaba de nuevo, esa mirada brillante por parte de los ojos turquesa más grandes que había visto en su vida. Seguro que era capaz de convencer al mismísimo Hades de que la luz y las flores eran cosas buenas.
-De acuerdo Milo, tú ganas- dijo con un suspiro
Tímidos rayos de sol entraban por su ventana cayendo directamente sobre los párpados que ocultaban los zafiros más puros que el mundo hubiera conocido. Perezosamente, Camus abrió los ojos y se estiró en la cama, debía levantarse para continuar con su entrenamiento tal y como lo había estado haciendo sus últimos trece años. Pero esta vez todo era diferente, ahora Saga se ocupaba de entrenarle y eso aportaba un nuevo sentido a la palabra despertar.
Mientras bajaba las escaleras en dirección al Coliseo iba pensando en el sueño de esa noche. Había soñado con él, con Saga y no había sido un sueño púdico en absoluto. Soñó con sus ojos, con sus labios, son sus manos sobre su cuerpo... "Dios ya! seguro que estoy rojo como un tomate se dará cuenta. Tengo que dejar todo eso de lado, debo entrenar y debo hacerlo bien".
Pero en el Coliseo le esperaba una sorpresa, no solo estaba Saga¡había dos Sagas! y ...Milo
buenos días Camus¿cómo dormiste?
"Milo, qué hace aquí"- bien gracias- miraba alternativamente a Saga, al "otro Saga" y a Milo quien parecía burlarse de él con su mirada- entonces... ¿entrenamos?
-Sí Camus, buenos días- "parece que no le ha hecho mucha gracia que Milo y Kanon nos acompañen¿puede ser que...?"- la maestra de Milo también ha tenido que partir y entrenará con nosotros hasta que vuelva, y este es mi hermano Kanon
-Encantado Camus- "así que normal¿eh?. Saga este muchacho es una belleza... y parece que él piensa algo parecido de ti a juzgar por su sonrisa al verte"- te darás cuenta que aunque seamos gemelos Saga y yo somos muy distintos; yo soy tremendamente atractivo y una compañía muy agradable así que nos compensaremos.
Los cuatro estallaron en carcajadas ante la ocurrencia de Kanon, "bueno"- pensó Camus- "quizás sea mejor así. Milo es mi mejor amigo y no me molesta en absoluto entrenar con él y Kanon... al menos parece que sí nos divertiremos"
El entrenamiento fue duro para todos puesto que los dos gemelos hacían los ejercicios con los chicos, no podían enseñarles ninguna técnica puesto que eso quedaba restringido a sus respectivos maestros, pero sí darles muchos consejos y mostrarles la mejor manera de dominar su cosmos.
"Camus, no dejas de mirar a Saga!... y Saga no deja de mirarte a ti. Parece claro que algo os une pero... ¿os habéis dado cuenta vosotros?. Quizás sólo necesitáis algo de espacio. Bien Camus, me cobraré este favor"
Kanon, tengo problemas de puntería al lanzar mi aguja a largas distancias. ¿Por qué no vamos a la colina y me ayudas con eso?. Además Saga tiene cara de empezar a contar una de esas aburridas historias sobre la vida de Atenea y el cosmos y eso y... ¡Auch!
Saga acababa de "palmear suavemente" la cabeza del escorpión
-mis historias no son aburridas niñato, son muy interesantes- "si se van ellos, me quedaré sólo con Camus y..."
-jajajajaja, la verdad que el alacrancillo tiene razón, además yo ya las he oído todas. Vamos Milo, veamos qué tal esa puntería.
Kanon y Milo se alejaban en dirección a la colina:
-así que problemas de puntería... tú que crees que pase entre esos dos- murmuró Kanon cuando estuvo seguro que nadie más podría oírle.
jajaja, no lo sé Kanon, pero no será nada si tú y yo no salimos de la escena.
Saga y Camus quedaron solos y en silencio. Ambos temían mirar al otro por lo que sus ojos pudieran dejar entrever. Mientras los otros dos muchachos estaban allí, era fácil entrenar. Sus bromas constantes y su inmensa alegría les impedían pensar en nada concreto, pero ahora un sentimiento en su pecho los atenazaba y no era fácil lidiar con él.
Finalmente fue Camus quien rompió el silencio:
-a mí puedes contarme tus historias si quieres. Mi maestro no me ha enseñado nada sobre la vida de Atenea- "no se lo creerá, sabe de sobra que sí me han hablado de ella, ha sido algo estúpido"
-vamos al lago, te lo contaré allí- "no creo eso, pero no me importa. Me das la oportunidad de seguir a tu lado y observarte. Te has sonrojado¿sabías que te ves hermoso cuando lo haces?".
Han pasado ya dos semanas desde que mi maestro se fue dejándome solo en el Santuario. Dos semanas entrenando con tres extraños, que sin que me haya dado cuenta, se han ganado cada uno un lugar en mi corazón. Milo y Kanon, nunca pensé conocer almas tan nobles y corazones tan puros y desbordantes de alegría, saben hacerme reír aun cuando el dolor atenaza mis músculos y las lágrimas escurren por mis mejillas. Su vitalidad es contagiosa¡aún no puedo creer que me obligaran a aprender a bailar el vals!. Debí verme tan ridículo.
Y luego está Saga, él no es solo un amigo, es mucho más. Él me desestabiliza, rompe mi seguridad, me hace sentir vulnerable. Una sola de sus miradas y el rubor invade mis mejillas, un pequeño roce de su cuerpo y el mío comienza a arder como si tuviera fiebre. El supuesto amo de los hielos temblando como una chiquilla ante un caballero dorado. Y sin embargo... no quiero dejar de sentir esto.
Hoy, como todos los días, hemos terminado con el entrenamiento físico y Milo y Kanon se han ido a perfeccionar las técnicas de Escorpio... ¡mentirosos! de sobra sé que bajan al pueblo y se meten en la taberna. No es la primera vez que les veo llegar tambaleándose. Y Saga también lo sabe, estoy seguro de ello pero ninguno hemos dicho nada.
Yo sé porqué callo, porque cuando ellos se van nosotros nos quedamos solos y nos vamos a algún sitio tranquilo y hermoso a sentarnos y tú me cuentas historias de la mitología, historias que he oído mil veces desde niño de la boca de mi maestro, pero que pronunciadas por tus labios adquieren una nueva dimensión, una que no sabía que existía hasta que te conocí.
¿Y tú por qué callas, Saga?. Por qué no les dices a Milo y a tu hermano que lo que hacen no está bien. Por qué no te vas a descansar a tu templo cuando ellos deciden irse. Por qué te quedas a contarme cosas que sabes de sobra que yo ya conozco. Quizás sea porque te gusta ver el efecto que tienes en mí, la total admiración que despiertas en mi atribulado espíritu.
Y aquí estamos de nuevo, solos, sentados en lo alto de la colina en la que nos vimos por primera vez, sentados observando el hermoso paisaje que ofrece tu tierra natal. Mientras me hablas me miras, pero yo no puedo sostener tu mirada, tus esmeraldas se han clavado en lo más profundo de mi alma y tu rostro me produce tal desazón que estoy seguro que te acabarás dando cuenta.
Hoy es especial, es distinto. Te has sentado más cerca de mi que otras veces, puedo sentir el calor que emana tu cuerpo, el olor de tu esfuerzo adormece mis sentidos... hoy sé que te darás cuenta, que no podré ocultártelo más. ¿Y qué harás Saga¿qué harás cuando descubras que tienes el corazón de este aprendiz?
