EL CIELO ESTÁ CERCA II.
Cada día es lo mismo, la misma repetición simétrica de los acontecimientos del día anterior. Estoy tomando mi café matinal en el local que está justo bajo mi apartamento, si es que se puede llamar departamento a un receptáculo de poco más de cuarenta metros cuadrados distribuidos entre un baño, una habitación y una cocina...A su lado, mi cuarto en la casa de los Dursley es un palacio. Estoy condenado a vivir como un simple muggle para proteger la vida de l mis seres queridos pero ¿cuánto tiempo mas tengo que soportar vivir lejos de las personas que amo¿cuántas veces mas tengo que convencerme que no soy un cobarde por haberme alejado de ellos en lugar de enfrentar la cosas tal y como se dejaran venir?
La nubecilla de espuma del café se hace cada vez más pequeña y espesa, gira sobre si misma cuando meto la cucharilla para remover el líquido. Ahora tengo que trabajar para poder subsistir pues aquí el dinero mágico no funciona y vivo en un pacifico lugar llamado Haslemere al sur del país. Soy un hombre completamente normal que un día llegó al pueblo en una vieja ranchera azul dispuesto a ganarse a los habitantes del lugar, buscando alejarse del bullicioso ajetreo de la ciudad. Gracioso, sí. Paradójico, también...Si tenemos en cuenta que soy un mago y que de mi depende que muchos de los habitantes del mundo mágico sigan con vida, pues se supone que solo "el niño que vivió" tiene el poder de vencer al mago mas malvado de la historia. Ahora tengo que ocultar mi nombre y hasta mi cicatriz, cosa rara porque era muy difícil deshacerme de ella, pero gracias a muy buenos hechizos de ocultamiento entre Dumblerdore, Hermione y yo lo logramos después de unos días de ardua lucha, y que en el momento en el que traspaso la puerta de mi departamento soy un hombre solitario y con insomnio crónico que se dedica a viajar mentalmente a la capital del país, donde están las únicas dos personas que le importan. Y sí, estoy amenazado de muerte y condenado a vivir alejado de mi única familia. A pesar de todo, hoy el sol brilla de una forma diferente y me digo a mi mismo que algún día las cosas cambiarán y que dejaré de ser Richard Jetter, para ser Harry Potter y vivir con mi hijo y su madre en algún lugar tranquilo donde nuestro problema más grande sea que se acaban los polvos flu o que los gnomos invadan el patio trasero de la casa...
La mañana me consuela y me deprime al mismo tiempo; consuelo porque me quedan unas diez horas de luz por delante, para huir de las noches solitarias, de mi soledad, de mi mismo... Tristeza porque amanezco solo en un pequeño apartamento sombrío y porque no dejo de preguntarme a qué nos conduce todo esto y porqué no podemos ser felices los tres juntos.
- ¿Cuánto es, Fred?
El dueño de la cafetería en la que me encuentro se acerca a mí, secándose las manos con un trapo que en alguna de sus vidas pasadas debió de ser blanco.
- Hoy invito yo, Richard, mi mujer está encantada con los aspersores que le regalé por navidad y todo gracias a tu consejo. No sé que hubiera sido de nosotros de haber comprado el modelo tundra en lugar de...
Bla-bla-bla-bla. ¡El maravilloso mundo intrigante y mágico de la ferretería! Podría recitar de memoria el precio y la referencia de cada uno de los artículos presentes en el catálogo otoño-invierno de 'Casa y Jardín'. ¡Cómo echo de menos los hechizos y las pociones!
La tienda está a un par de manzanas de aquí, mi jefe, el Señor Fragel, es un amargado sesentón repugnante y obstinado que pone a Severus Snape codo a codo con Teresa de Calcuta. No se puede esperar mucho más de alguien que lleva viviendo entre tornillos toda su vida.
Subo la cortinilla del establecimiento. Esta produce un chirrío horrible, de esos que hacen que te rechinen los dientes. En el almacén hay cinco cajas que contienen diez unidades de engrasador cada una, pero supongo que tres pavos son demasiada pérdida para el bolsillo de Fragel. Entro y la puerta golpea unas campanitas que cuelgan del techo. El sonido cursi hace que el optimismo con el que me levanté hoy se vaya poco a poco. La oscuridad de la ferretería me pone enfermo.
Y así, el día transcurre como siempre hasta que los platos precocinados de la cena me hacen añorar aún más una familia. La soledad es espesa, pegajosa, horrible. Los guisantes verde-sintético de mi estofado parecen canicas. Cierro los ojos y me veo a mi mismo, dándole la papilla a Jimmy mientras oigo a lo lejos el sonido que produce el agua de la ducha cayendo sobre Hermione. Luego ella sale con un albornoz y nos sonríe a los dos...Abro los ojos de nuevo y me doy cuenta de dónde estoy realmente. El brillo mate del neón de la cocina me devuelve la imagen de la realidad. ¿Por qué duele tanto la soledad? Apago la luz y me voy a la habitación.
La oscuridad confusa del pequeño apartamento se entrelaza con dolorosas escenas del pasado. Casi puedo oír el motor del avión al despegar, el sonido mecánico y estúpido de aquel vuelo que me alejó de ellos. La impotencia de estar en el aire, tomando en cuenta que volar es lo que mas me gusta pero solo en mi escoba, y es cuando mas añoro mi escoba porque ahora estoy sin poder volver atrás y ese dolor que ni siquiera era un preludio de lo que es esto. Las cosas y los sucesos duelen más cuando se asimilan, cuando realmente te das cuenta de lo que tienes encima. Durante las tres horas del viaje estuve distante, sintiendo cada vez más lejanos los latidos de mi corazón que se había quedado arropado entre promesas, en algún rinconcito de la madriguera. Desde ese momento, desde ese preciso instante, hay un trozo de mi mente que sólo se dedica a idealizar escenas, a vivir irrealidades, a subsistir a base de sueños.
El espejo rectangular del baño transforma la luz en la imagen de un hombre de veinte años, demasiado cansado, demasiado triste...
Y ahora llega el momento más especial del día para mi. Saco un pequeño cuaderno de pastas marrones del primer cajón de la mesita y una pluma. Lo que hago consiste en lo siguiente: Escribo todo lo que me gustaría contarles, todo lo que les diría si en este instante estuvieran aquí. Hay páginas que hablan de sucesos divertidos, narrando lo patético de las situaciones con un tono cómico, esas no dicen casi nada y lo dicen todo...corresponden a aquellos días en los que ni siquiera sé cómo me siento o quien soy. Luego tenemos las típicas páginas angustiosas y desesperadas en las que pueden verse incluso la marca de las lágrimas que han caído mientras han sido escritas. Por último tenemos mis favoritas: los retazos de papel en los que cuento lo que creo que ellos están haciendo a miles de kilómetros. Es fantástico, hay momentos en los que me imagino las cosas con tanto, tanto detalle que parecen reales... Por desgracia hoy tengo uno de esos días sarcásticos e insulsos.
"...Las luces de neón del bar de abajo llenan de colores chillones las paredes de mi habitación. Supongo que si cierro los ojos puedo imaginarme que estoy en aquella sesión de duelo en mi segundo año de Hogwarts viendo como todos mis compañeros lanzaban hechizos y en cada uno de ellos saliendo rayos de colores. ¡Es curioso cómo situaciones estúpidas del presente te transportan a situaciones estúpidas del pasado!..."
Después de escribir un montón más de cosas insustanciales, apago la luz y me tumbo en la cama. La semana pasada se fundió uno de los tubos del rótulo del bar de abajo y el siseo que hace cada vez que intenta encenderse no me deja ni siquiera cerrar los ojos.
Tengo una pesadilla horrible, un cementerio, Voldemort apuntándome, mis padres saliendo de mi varita, veo caer a Sirius por el velo me veo a mi parado ante el velo y a Hermione deteniéndome, un ruido a lo lejos me distrae de las palabras de Hermione, pero entonces despierto sobresaltado, vuelvo a escuchar el ruido, parece que alguien toca la puerta ...
Y sí, creo que alguien está llamando a mi puerta con bastante insistencia. El sol casi sigue escondido, pero poco a poco va ganando terreno a la luna. Mi reloj de pulsera marca las seis y veinticuatro y tengo la espalda dolorida. Me acerco a la puerta de entrada con dificultad, no veo y la pesadilla sigue pegada a mi espalda, presionando mi pecho, no consigo despegarme de ella y la casi inexistente luz del amanecer no contribuye mucho a ello.
La puerta ni siquiera tiene minilla, sólo una cadena y una cerradura poco segura me salvaguardan del exterior. No me importa, los verdaderos demonios están mucho más cercanos a mí, tanto que no puedo despegarme de ellos.
"Toc, toc, toc."
Por primera vez me pregunto quién demonios será a estas horas.
- ¿Quién es?
Mi voz suena ronca.
-¿Harry?
Una voz de mujer grita mi verdadero nombre al otro lado de la puerta. Me asusto, mi corazón late con fuerza. Luna, es la voz de mi ex compañera en Hogwarts. Abro apresuradamente la puerta y no puedo creer la imagen que está al otro lado. Me produce ilusión y desaliento a la vez: En bazos de la chica se encuentra un niño, con un gorro azul en la cabeza, un niño con una cara que no olvidaré mientras viva. James. Me quedo atónito.
- Entiendo que no seas capaz de asimilar lo que estás viendo, pero creo que sería mejor que entráramos.
CONTINUARA...
HIBARI , Muchas gracias, por tus palabras, es un honor que tengas la historia impresa, me has puesto algo colorada, sabes, muchas gracias por darte tu tiepito y haberme dejado un review.
nethy: me alegra que te halla gustado la historia, te recomiendo que sigas leyendo se que te encantara.
