Disclaimer: tralarí tralarooooooo(8) (en honor a mi amiga nati, kien nunca leerá esto xD)... (8)nada es mio, nada me pertenece, no soy la rowling, pero me encantaría serlo(8)

Hola... ñ.ñ como stan to2? Bien? Yo estoy MUERTA DE CALOR U.U pero con muchísimas ganas de escribir! así q nada... si lo que queréis es leer notas de la autora pos os esperais xD y leéis las del final CUANDO YA HAYAIS LEÍDO LA HISTORIA! Q os conozco, impacientes ¬¬

Ale... disfrutad (si podéis O.o) del capítulo 16 de OnCe UpOn A dEcEmBeR

16. Lluvia.

Sirius despertó aquella mañana con una sonrisa que había permanecido en sus labios durante toda la noche, inconscientemente. Una sensación de bienestar ocupaba su relajado cuerpo, y no quería abrir los ojos... Pero entonces, una oleada de aire frío pareció invadir la habitación hasta erizar el vello de sus brazos y se estremeció. La ventana debía de estar abierta.

Trató de revolverse entre las sábanas para intentar taparse más con ellas cuando su mano chocó con algo. Confundido, abrió los ojos vagamente, pestañeando para aclarar su visión y enseguida distinguió la figura de una chica... de SU chica, cuyas finas manos reposaban en su pecho deliciosamente. Sirius suspiró, atrayéndola más hacia él con miedo de despertarla. Se veía tan tranquila, respirando acompasadamente, su pecho subiendo y bajando rítmicamente, sus párpados, con sus largas pestañas haciendo sombra sobre sus pómulos, y sus finos labios dibujando una débil sonrisa, parecida a la suya. Besó su frente delicadamente, apenas rozando su piel, pero fue suficiente como para que se estremeciera en sueños. Sirius sonrió, se veía tan frágil en sus brazos...

En ocasiones como aquella llegaba a pensar que realmente ella sentía lo mismo que él, algo que jamás habría llegado a pensar que sentiría. ¿Cómo iba a pensarlo? Él, el galán de Hogwarts... un conquistador nato... enamorado de verdad. Sólo de pensarlo le parecía absolutamente ilógico. Pero entonces, los recuerdos de la noche anterior llegaban a su mente, y era su turno de estremecerse.

Ambos habían vuelto al salón, donde Ron y Harry ya se habían ido, y Ginny no había tardado en hacerlo también. Remus y Sarah, por supuesto, habían decidido de repente que tenían muchísima prisa... y les habían dejado solos, para alivio de los dos. Se habían mirado, se habían sonreído (Hermione tan dulcemente tímida como siempre), y habían vuelto a acercarse... se habían abrazado... lentamente, como si tuviesen todo el tiempo del mundo... y Hermione había apoyado su cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro de Sirius. Él la había besado... tranquila y tiernamente, esperando simplemente guardar ese contacto en su memoria... y ella se había dejado llevar.

Sirius suspiró y se acercó aún más al cuerpo desnudo de Hermione, sintiendo su cálida respiración mezclándose con la suya, y cerró los ojos de nuevo, mientras seguía recordando cada beso, cada caricia que habían compartido. Una vez más, al igual que la anterior vez que estuvieron juntos, habían acabado haciendo el amor; pero si antes podían haber vacilado acerca de lo correcto de la situación, esta vez no habían pensado en nada más... se habían limitado a explorar sus cuerpos y disfrutar el uno del otro, como si no hubiese nada a parte de ellos.

Ahora la situación estaba clara, o al menos eso pensaba Sirius, que aún con los ojos cerrados, acariciaba la fina cintura de Hermione por entre las sábanas. Ahora ya no podían quedar dudas... era más que probable que Ron supiera lo que sucedía entre ellos, y sin embargo ella se había quedado con él, había pasado la noche con él. Su sonrisa aumentó, y volvió a abrir los ojos, para besar suavemente el cuello de la chica, hasta llegar al lóbulo de su oreja, y bajar de nuevo. Mirándola otra vez, acarició sus cabellos, y dejó un suave beso en sus labios, dispuesto a levantarse a preparar el desayuno. Pero cuando iba a incorporarse, una mano en su hombro se lo impidió.

Los labios de Hermione acentuaron su sonrisa, al tiempo en que se acurrucaba más en el pecho de Sirius, acariciándolo con su mejilla. Él, aún con sus dedos enredados en sus rizos, soltó una leve risita.

-¿Por qué no me habías dicho que estabas despierta? –le reprochó abrazándola aún con más fuerza.

Ella besó su cuello y con un murmullo respondió pícara:

-Porque me gusta que me mimes...

Sirius besó su frente y ella abrió los ojos, enfrentando con los de él, mientras se sonreían. Él, entre risas, acortó la distancia que los separaba.

-Traidora... –la acusó, provocando en ella que la risa aumentara, antes de que sus labios se unieran de nuevo.

Hermione no lo dudó antes de responder al beso con tanta ternura como la que él le profesaba, y pronto se encontraron separándose por la falta de aire.

-¿Te he dicho alguna vez que me encanta tu forma de darme los buenos días? –preguntó la chica rozando su nariz con la suya cariñosamente, mientras sus dedos acariciaban su cuello.

-No –dijo simplemente-. Pero lo sé.

Hermione rió y se acurrucó aún más en él, con sus cuerpos rozándose en su totalidad. Sirius carraspeó, dándose cuenta de que aquella situación podría desencadenar a otra sin mucho esfuerzo.

-¿Qué quieres desayunar? –preguntó tratando de separarse lo suficiente como para que el contacto no le 'afectara' tanto.

Pero ella, como si no hubiese entendido su actitud, volvió a juntarse, mirándole con ingenuidad, y se encogió de hombros. Besó la comisura de los labios de un Sirius que creía estar a punto de perder de nuevo todo su control.

-Lo que a ti te apetezca... –él tragó saliva sonoramente cuando ella siguió la línea de besitos por su barbilla, su mandíbula...

-¿Un... un café? –preguntó, ahogado.

-Bien... –sonrió, le dio un suave beso en los labios y se levantó, poniéndose una camiseta de Sirius por encima- Voy a ducharme.

Este se incorporó, parpadeando. ¿Iba a ducharse?. ¿Ahora, precisamente?. La retuvo cogiéndola por la cintura y haciendo que cayera sobre él de nuevo, entre risas.

-Deja que me duche contigo. –susurró en su oreja de forma que un escalofrío recorrió el cuerpo entero de la chica.

-Sirius... –le reprobó sin mucha convicción.

-Está bien, está bien... –se rindió el animago, provocando una risita por parte de Hermione, quien se inclinó de nuevo para besarle, antes de levantarse otra vez, dejando que él pudiera observar su silueta a la perfección mientras caminaba hacia el cuarto de baño. La camiseta apenas le llegaba a cubrir el muslo, y pronto se encontró con la mirada perdida en sus largas piernas. Con una sonrisa y un guiño, la chica cerró la puerta a sus espaldas.

Sirius se dejó caer sobre su almohada, abatido. Con la imagen de Hermione en su mente, una sonrisa boba en sus labios, y un incómodo calor concentrado en cierta parte de su anatomía.

OoOoO

Harry, aún atándose los últimos botones de su camisa, bajó las escaleras de la madriguera, con un bostezo. Ginny aún seguía dormida en su cuarto, no había querido despertarla... se veía tan linda durmiendo...

Asomó la cabeza por la puerta de la cocina, y frunció el entrecejo al ver que no había nadie. Decidió entrar dentro, y se encaminó directamente a la nevera. Buscó con la mirada algo comestible, y se decantó simplemente por algo de leche. Sacó la caja y cogió un vaso que tenía al alcance, llenándolo distraídamente, mientras con su mano libre trataba de ordenar básicamente sus cabellos.

Cogió su vaso ya lleno, y tras dejar la caja de leche de nuevo en la nevera, se encaminó hacia la ventana, apoyándose en el alfeizar, jugando con el cristal del vaso entre sus manos. Miró al cielo; estaba nublado... parecía que fuese a llover de un momento a otro. Harry se llevó la leche a los labios, bebiéndosela casi de un trago. Quería encontrar a Ron. La anterior noche le había seguido, pero él no quiso hablar ni contarle qué le sucedía... quizás ahora era un mejor momento.

Dejando el vaso en el fregadero, salió de la cocina a paso rápido, dispuesto a encontrarle. No podía andar muy lejos. Y efectivamente, no andaba muy lejos. Dio con él nada más entrar en el salón. Suspiró aliviado.

Ron estaba sentado en uno de los sillones, con una especie de libro apoyado en sus piernas, y una expresión abatida dibujada en su rostro. Harry se acercó por detrás, apoyando una mano en el hombro de su amigo, y se sentó en el brazo del sillón. Este ni se inmutó, seguía atento a su libro... o mejor dicho a su álbum, porque eso era lo que era.

El moreno se fijó en él. Contenía fotos, muchas fotos... Eran de Ron y... Hermione. Concretamente, había una que el pelirrojo estaba acariciando con sus dedos en la cual él la tenía sujeta por la cintura, y besaba de vez en cuando su cuello, haciendo que la chica riera y riera sin parar. Harry sintió una punzada en su pecho, comprendiendo perfectamente cómo se sentía ahora su mejor amigo.

-Ron... –lo llamó suavemente. Pero este no respondió. El nudo en su garganta se lo impedía. -.Ron... puedes contarme lo que te pasa, lo sabes. ¿verdad?

El pelirrojo solo pasó de página. Ahora una foto del baile de graduación... los dos bailando alegres, terriblemente juntos... y una mueca de Ron pidiendo al chico de la cámara que les dejara un poco de intimidad.

-Ron...

-Tú lo sabías. ¿Verdad?

Harry parpadeó, desconcertado. ¿A qué se refería?

-¿Qué?

-Tú sabías que está enamorada de él... –dijo dolido, todavía sin mirarle, con la vista fija en una imagen en la que Hermione compartía con él un helado de vainilla.

-Ron... yo... yo... –murmuró sin saber que decir.

-Dime algo, Harry. –dijo esta vez mirándole-. ¿Están juntos, verdad? Ellos... ¿se acuestan juntos, no? –terminó irónicamente. En realidad no quería saberlo... tan solo tenía ganas de romper todas y cada una de las fotos, de coger los perfectos cojines del maldito sofá y tirarlos contra la pared.- Mejor no me lo digas... No quiero saberlo.

-Ron... cálmate... por favor...

-¡No puedo calmarme! –gritó tirando el álbum al suelo con fuerza y levantándose enérgicamente- ¿No lo entiendes?. ¡La mujer de mi vida se está tirando a tu padrino! Y lo peor de todo... –rió cínicamente- ...es que está enamorada de él.

Harry permaneció sentado, sin saber qué hacer. Ron daba vueltas por la habitación, estaba furioso, y con razón. Sabía perfectamente que él estaría igual, o incluso peor, si lo mismo hubiese ocurrido con Ginny.

-¿No lo ves? –continuó el pelirrojo, con los puños apretados, mirando ahora al cielo nublado a través del cristal de la ventana- Por eso a mí... no me toca, Harry... ni una caricia... ¡ni un maldito beso a menos que se lo pida!. ¿Cómo demonios he podido ser tan estúpido?

-Tranquilo, Ron... –dijo levantándose y acercándose a él lentamente.

Apoyó una de sus manos sobre la espalda del chico y este no se la retiró. Harry le miró, preocupado, y no se sorprendió demasiado al ver como lágrimas de rabia corrían por las mejillas del pelirrojo. No se lo pensó dos veces, y le abrazó con fuerza, tratando de transmitirle todo apoyo cuanto fuera posible. Ron luchaba por no llorar, pero terminó derrumbándose, sollozando con más fuerza y expresando todo el dolor que sentía mediante palabras incoherentes que se mezclaban entre hipidos.

OoOoO

(N/A: escenita dedicada a los fans de esta parejita...)

-Remus...

-¿Mmh? –murmuró el licántropo adormilado, con su nariz aspirando el suave aroma de los rubios cabellos de la chica.

-¿Te apetece que salgamos a comer fuera hoy?

Remus sonrió y miró la mujer recostada en su pecho, ambos sentados en el sofá de la casa de este.

-¿Para celebrar qué?

-Mm... que llevo... casi dieciocho años de mi vida enamorada de ti.

El licántropo abrió mucho los ojos y se giró hacia ella.

-Es una broma. ¿No?

Las mejillas de Sarah se encendieron, y se mordió el labio inferior.

-Pero... pero... ¿Tú no estabas... saliendo con Sirius cuando...?

Sarah negó con la cabeza. –Sirius y yo cortamos el día en que... bueno... en que James y Lily...

Remus tragó saliva, asintiendo con la cabeza.

-¿Y por qué lo dejasteis?

-Bueno... supongo que lo nuestro ya no funcionaba pero además... yo... yo... –tomó aire- yo estaba loca por ti. –Remus no pudo evitar que una sonrisa se formara en sus labios, alucinado- Y luego... cuando pasó todo eso tuve que huir y me fui a América... pero no paraba de pensar en ti, y estaba muy preocupada por Sirius... así que mantuve correspondencia con Minerva... y con Tonks... y no ha sido hasta este año cuando me he atrevido a venir. –Remus aún estaba demasiado atontado- Pero cual fue mi sorpresa al ver que no estabas muy contento de verme...

El licántropo negó enérgicamente con la cabeza.

-¡No es eso! Es sólo que... nada más venir te echaste encima de Sirius... y... y bueno... –se revolvió el cabello, nerviosamente- me... me molestó¿contenta?

La mueca de enfado de Sarah pronto se vio reemplazada por una radiante sonrisa. Agarró el cuello de la camisa de Remus, atrayéndolo hacia ella y le plantó un beso en los labios que consiguió dejarle sin respiración.

-Mucho. –sentenció feliz.

Él rió y pasó sus manos a los costados de su novia, para abrazarla, al tiempo en que apoyaba su frente en la de ella y la miraba con una sonrisa. Ella se la devolvió y él no tardó en inclinarse hasta besarla suavemente. Sus labios se acariciaron, apenas rozándose al principio, presionando un poco más después, hasta que la lengua de Remus delineó los labios de ella pidiendo paso, que ella no tardó en permitirle. El beso se intensificaba conforme se abrazaban con más fuerza y Sarah empezaba a recostarse sobre el cuerpo del licántropo... hasta el punto en que los dos cayeron en el sofá, ella tumbada sobre él, y ambos empezaron a reír.

Remus la miró en silencio. Unos mechones rubios caían en forma de tirabuzón, haciéndole cosquillas en su propia mejilla. Los apartó por detrás de su oreja y tragó saliva. No recordaba haberla visto nunca tan guapa.

-¿Por qué me miras así? –dijo ella picada.

-¿Así cómo?

Sarah sonrió:

-Así como si te murieses de ganas por darme un beso...

-Mm... tal vez sea porque me muero de ganas por darte un beso...

La rubia estalló en una carcajada y se acurrucó más en él. Este no pudo evitar suspirar y sonreír como un tonto.

-Quédate a pasar el día –le ofreció, presa de una necesidad imperiosa de estar con ella.

Ella le besó en los labios.

-Vale... pero... –se recogió el pelo en una descuidada coleta, en un intento por que los mechones dejasen de caer sobre la cara de Remus- ...tendría que pasar a mi casa y coger algo de ropa para...

-¿Por qué no la coges toda? –la cortó impulsivamente. Sarah alzó una ceja. Remus entonces recapacitó sobre lo que había dicho y se sintió estúpido por haberlo hecho. Trató de explicarse- No sé... sé que no llevamos mucho tiempo juntos y... tal vez tú no quieras algo tan... serio... –se rascó la nuca, nervioso- pero... bueno, que... si quieres puedes... quedarte aquí... conmigo.

-¿Me estás pidiendo que vivamos juntos? –preguntó divertida y emocionada.

-Si no te apetece no importa, te entiendo... siempre podemos esperar un poco más...

-Remus John Lupin, -le interrumpió colocando su dedo índice en sus labios- ...quiero vivir contigo.

El corazón del licántropo dio un vuelco. ¿Había oído lo que había creído oír?

-¿De... de verdad?

Sarah volvió a morderse el labio y asintió con la cabeza. Él no pudo evitarlo y se abalanzó sobre ella, para besarle loco de alegría.

-Ahora sí que tenemos algo que celebrar... –logró susurrar ahogada, entre besos, al tiempo en que se abrazaban con fuerza.

OoOoO

Sirius silbaba mientras untaba mantequilla en las tostadas, alegremente. Con un hábil movimiento, logró colocarlas en un plato y llevárselas a la mesa, donde ya había dejado los cafés que ahora humeaban. Yendo a por zumo de naranja, se llevó a la boca su dedo índice, donde habían quedado restos de la mantequilla, y siguió tatareando la canción.

A lo lejos, el ruido del agua procedente de la ducha, paró de repente, y la sonrisa de el hombre aumentó, sabiendo que Hermione no tardaría en salir de ella. Se apoyó en la encimera y dio golpecitos con los dedos, impaciente, hasta que la vio entrar por la puerta.

Llevaba puesta ya su ropa normal, pero su pelo goteaba en su camiseta dándole un aspecto demasiado tentador como para dejar escapar el momento. Con una sonrisa que no le cabía en la cara avanzó hacia ella y la tomó por las caderas, atrayéndola sensualmente... pero cual fue su sorpresa cuando ella colocó una mano en su pecho, frenándole.

-Espera, Sirius...

-¿Qué pasa, Herms? –preguntó aturdido.

Se fijó en ella, en su expresión, y se dio cuenta de que no se había percatado antes de lo pálida que estaba, y de que sus ojos estaban rojos a punto de llorar, o... bueno... de hecho más bien parecía que ya hubiese estado llorando.

-Ey, mi vida... –susurró acariciándole la mejilla, llevándose efectivamente los restos de lágrimas-. ¿qué te pasa?... ¿Qué he...?

Hermione negó con la cabeza, antes de meter la mano en el bolsillo de su pantalón, y sacar de él un recogedor de pelo. El recogedor de pelo que había llevado el día de la boda... el recogedor de pelo que ella misma había olvidado en el baño aquella noche. Sirius lo observó, sin entender a qué se refería, y vio, alterado, como Hermione comenzaba a llorar de nuevo, suavemente. Trató de hablar, pero no sabía muy bien qué hacer, ni qué decir... no soportaba verla llorar, se sentía completamente estúpido e impotente.

-Lo vio... –dijo entonces ella, para su alivio- ...Ron lo vio ayer... estaba en el baño... por eso cuando salió estaba tan... raro... tan... –sollozó. Sirius abrió mucho los ojos, comprendiendo lo que había sucedido. Algo ya le decía que Ron se había enterado de lo que ocurría, pero... que se hubiese enterado así... Abrazó a Hermione, que esta vez no opuso resistencia y lloró contra su pecho, y acarició sus cabellos tratando de tranquilizarla.

-Cálmate, mi amor... ya verás como todo pasa... quizás no sabe nada... no tuvo por qué pensar que...

-Sí, Sirius. Tú no viste cómo me miró. –le reprochó apartándose de él- Estaba dolido, enfadado... y yo no lograba entender por qué. Quizás en el fondo sospechara que se había enterado de que yo sentía algo por ti pero... sabe que pasamos la noche juntos... –se mordió el labio- Sólo de imaginarme cómo debe de estar me siento fatal...

-Ya, cariño, ya... –dijo suavemente tratando de volver a acercarse a ella-. En cierta forma es lo mejor... Tarde o temprano tenía que saberlo, Herms. Sé que habrías preferido decírselo tú antes de que se enterara así pero ahora ya sí que se arreglarán las cosas...

Hermione negó con la cabeza, con la vista concentrada en el suelo, sin mirar a Sirius. Este acariciaba su mejilla. No sabía qué hacer para alentarla.

-Ya lo verás... Ahora podremos estar juntos... Ron terminará por aceptarlo.

-¡No! –respondió tajante, volviendo a mirarle-. No hay un nosotros ahora. ¿No lo entiendes?. Ahora hay un Ron y yo... y un qué demonios voy a hacer... No puedes pedirme que piense en nosotros... –lloró con más fuerza.

El mago sintió un nudo en su garganta, mientras se esforzaba en pensar que sus palabras no eran mas que producto de la rabia y el dolor del momento, que realmente no decía lo que sentía.

-Hermione, sé que en estos momentos estás preocupada por Ron, pero tienes que ver las cosas desde un punto egoísta también. Piensa además en lo que tú quieres hacer, no sólo en él...

-¡Me he portado fatal, Sirius! –lloró-. No me merezco nada... Ron es... al menos era mi novio. Él me quería, maldita sea, y yo... yo... me acosté contigo.

-Pero Herms, tú no le quieres... es normal que...

-¡Eso no importa! Yo le quería... le quería muchísimo antes de ese condenado accidente. –miró a Sirius dolida, tratando de culparle de su propio sentimiento-. ¿Por qué ahora no puedo, Sirius? Dime. ¿Por qué?

-No... no lo sé –murmuró, con las palabras de la chica clavándose en su pecho como verdaderas puñaladas-. Yo... tampoco busqué esto, Hermione, lo sabes... simplemente nos pasó, nos enamoramos... ¡No fue culpa de nadie, demonios!

-¡Sí que lo fue! Fue mi culpa... y la tuya también. –se secó las lágrimas con la manga, ignorando que no por hacer aquello iba a dejar de llorar-. Jamás debimos dejarnos llevar con esta tontería...

-¿TONTERÍA? –exclamó. La cogió fuertemente del brazo y la obligó a mirarle-. ¿De verdad esto te parece una tontería? –susurró mirándola intensamente-. ¿Es que no lo sientes...?. ¿No sientes... nada fuerte cuando estamos así... cuando te beso... nada?

-No importa lo que yo sienta o no –respondió firmemente, zafándose de su mano-. Esto va más allá de lo que yo quiera o deje de querer. Esto tiene que ver con Ron. Yo no me merezco pensar en mi felicidad en momentos como este... me he portado como una auténtica z...

-Sabes que no, Herms. Tú tan sólo...

-Yo me he dejado llevar por el instinto, por los... sentimientos o como quieras llamarlo. Y a costa de ello he engañado a una de las personas que más me importan en el mundo. –su labio inferior temblaba, a costa de las miles de lágrimas que aún caían por sus mejillas-. Ahora no puedo pensar en mí, Sirius. Ahora no. Lo que debo hacer es volver con Ron, intentar que... me perdone... y acabar con esto de una buena vez.

-¿QUÉ? –gritó alarmado, agarrándola del brazo cuando ella pensaba salir de nuevo por la puerta- No puedes acabar con lo nuestro así, Hermione... Tú... tú...

-No hay un 'lo nuestro', Sirius, asúmelo de una maldita vez.

Esta frase se clavó en el pecho del mago hasta tal punto que pensó que iba a derrumbarse ahí mismo. Tragó saliva. Y en un susurro apenas audible y con la vista fija en la pared, dijo:

-No pensabas lo mismo anoche...

Ahí ella se quedó sin palabras, de espaldas a él, llorando aún con más fuerza, con el ceño fruncido y todo su cuerpo temblando... rompiéndose a sí misma en pedacitos con cada palabra que salía de su propia boca. Sintió la mano de Sirius colocándose en su hombro.

-Hermione... sí que hay un 'lo nuestro' y lo sabes... lo sabes porque tú también lo has sentido. Pero... –se paró en seco, tratando de encontrar las palabras adecuadas-...ahora todo depende de ti. Tienes dos opciones... Seguir al corazón, o seguir a tu mente.

-Yo ya he hecho esa elección. –consiguió responder firmemente, entre sollozos; y Sirius sintió como la chica arrancaba su corazón y lo rompía en trocitos, esparciéndolos por la habitación.

-Bien... –respondió tras unos largos minutos en silencio, tratando con todas sus fuerzas de retener aquellas lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos- ...entonces debes irte.

Ella no podía mirarle, se limitó a asentir con la cabeza, y caminar hacia la puerta, consciente de que dejaba su corazón en aquella cocina, con el labio sangrando de tanto morderlo, y con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Giró el manillar, y antes de desaparecer para siempre, oyó la voz de Sirius, golpeando su mente con rudeza.

-Tenías razón... todo esto no es más que una estúpida tontería.

OoOoO

Ron tomó otro sorbo más de su té, quemándose ligeramente sus labios al hacerlo. Estaba dolido... eso nadie podía quitárselo, pero ya se había calmado algo, gracias a su mejor amigo y a la oportunidad de desahogarse. Se llevó una mano a su sien, masajeándola suavemente. Sus dedos estaban calientes y mojados de sostener el vaso. La sensación era relajante... eso era todo cuanto quería hacer de ese momento en adelante... relajarse... no pensar en nada...

Aún no sabía como iba a reaccionar cuando viera a Hermione, pero en esos instantes no quería preocuparse por ello, no merecía la pena. Sabía que en algún momento tendría que hacerle frente a la situación y hablar con ella... tenía muy claro que no pensaba seguir engañado, pero por el momento... sólo quería descansar. Se dejó caer en uno de los sillones del salón, donde había estado antes con Harry, y descubrió de nuevo el álbum de fotos que había estado hojeando. Lo cogió vagamente y lo cerró, negándose a mirarlo de nuevo. Bebió el resto de su té, haciendo que una sensación de ardor invadiera su garganta. Y entonces, un fatídico sonido retumbó en sus oídos. Lo reconoció al instante. Era el timbre de la puerta. Pero él ni se inmutó... ya irían Harry o Ginny a abrirla, que para algo estaban ahí.

Pero entonces recapacitó. Ambos habían salido a pasear. Él estaba solo en casa. A regañadientes, dejó el vaso encima del álbum, en el suelo, y se levantó. El timbre volvió a sonar.

-Ya voy... –dijo cansinamente, con voz aún ronca.

Caminó con desgana, pensando que sería su madre, que ya había vuelto de hacer las compras por Londres, junto con su padre... ambos se habían empeñado en coger el metro londinense, con lo cual le parecía extraño que ya estuvieran de vuelta. Por mucho que Arthur se empeñara, llevar una vida muggle no era ni tan apasionante, ni tan fácil.

Abrió la puerta dispuesto a escuchar el alucinante relato de los hechos de su padre, pero al hacerlo, no vio mas que a la persona que menos se esperaba encontrar aquella mañana.

-¿Hermione?

La chica permanecía tímida en la puerta, con sus manos entrelazadas y temblorosas, y su pelo formando rizos sin definir, todavía algo húmedos por la ducha. Ron tragó saliva, aún sujetando la puerta con sus manos. Ella carraspeó, sin atreverse a mirarle:

-¿Puedo pasar?

El pelirrojo, aún demasiado sorprendido como para hacer nada más, simplemente se apartó de la puerta y la dejó pasar, cerrándola tras de sí. Ella avanzó por la sala hasta quedarse junto a las escaleras. Él suspiró, abatido.

-¿Quieres tomar algo? –dijo, más por cumplir que por otra cosa.

-No... –se mordió el labio-. ¿Podemos... podemos pasar al salón? Tengo que hablar contigo.

Él sólo asintió con la cabeza, caminando hacia la sala donde había estado él minutos antes. Sabía perfectamente lo que iba a decirle. Estaba enamorada de Sirius y quería terminar con su relación. En cierta forma, lo agradecía... ya empezaba a pensar que nunca le confesaría la verdad. Se sentó, una vez más, en el mismo sillón, que ya estaba tibio de su presencia, y Hermione, en uno que estaba al lado. Tomó aire y miró a Ron a la cara por primera vez en la mañana, pero este tenía su vista fija en la ventana, en las nubes negras, amenazantes de lluvia.

-Ron... yo...

El pelirrojo tensó su mandíbula, tratando de contenerse. Estaba claro que ella estaba buscando las palabras adecuadas... ser... sutil a la hora de decirle que se acabó, que ya no le quería. Una parte de él le exigía que le gritara, que la zarandeara hasta que lo dijera de una condenada vez, y otra, sin embargo, seguía perdida mirando a la ventana, escuchando a lo lejos la voz de Hermione.

-Yo... sé que... –continuó, vacilante-... sé lo que viste en el baño, Ron.

Ronald jamás había encontrado las nubes tan interesantes.

-Y sé... sé que sabes lo que eso significa... –el nudo aumentó en la garganta de la chica. Hablaba despacio, tratando de ser cuanto más suave posible- ...no he venido aquí para negarlo, por que sería engañarte a ti, y engañarme a mí misma. Yo... pasé la noche con Sirius.

Ron apretó sus dientes, tratando de convertir en furia todo el dolor que estaba haciéndose hueco en su pecho.

-Tienes todo el derecho del mundo a odiarme... –siguió, sin dejar de mirar al pelirrojo que no le devolvía la mirada-. Yo misma lo hago.

Ron no pudo evitar sorprenderse de lo suaves que sonaban sus palabras... tan bajito... tan despacio... tanto que no podía odiarla. No podía. Era irónico. Quería odiarla, pero no podía.

-Me odio por no haber sabido controlar la situación... por... dejarme llevar –una lágrima escapó de sus ojos-. Por eso, aún a sabiendas de que no quieras saber nada de mí... quería pedirte perdón.

Un silencio tenso invadió la habitación. Parecía que ninguno de los dos fuese a decir nada... Ron seguía con la vista en la ventana, y Hermione lloraba en silencio.

-¿Le quieres? –la voz del pelirrojo resonó en las paredes del salón.

Hermione se tensó.

-Yo... –dudó, y volvió a morderse el labio por enésima vez. No podía responderle a eso... le haría demasiado daño-. Ron... yo quiero estar contigo.

El pelirrojo, por primera vez, desvió su vista hacia la chica y la miró. Segundos mas tarde, negaba con la cabeza.

-No, Herms... no quieres estar conmigo.

-Sí que quiero, Ron. –protestó cogiendo sus manos entre las suyas-. Quiero hacerte feliz... te lo mereces. Te mereces que yo esté contigo, a tu lado... que te quiera tanto como tú me quieres a mí...

-Hermione –le cortó el chico, apretando sus manos con suavidad-. Tú no me quieres... al menos... no como yo a ti. Y... traté de pensar que con el tiempo... –suspiró-. Pero no puedes, y yo no puedo obligarte.

-Ron... –murmuró con los ojos acuosos.

-¿Le quieres? –volvió a insistir.

Ella cerró los ojos, permitiendo que las lágrimas cayeran libremente. Él se las secó con el dedo pulgar, y Hermione asintió con la cabeza, dolorosamente. Ron tragó saliva, sonriendo de medio lado, abatido.

-Entonces no tendrías que estar aquí, Herms.

Abrió los ojos y le miró, sorprendida. ¿Realmente él le estaba pidiendo que fuera junto a Sirius?

-Pero... pero... ¿Tú... no me odias? Quiero decir... yo te engañé y...

-Sí, es verdad, me engañaste... y me duele, no puedo negártelo –reconoció-. Pero lo que no puedo hacer es seguir viviendo engañado... y dejar que por culpa de ello tú sufras también. Y... respecto a lo de odiarte... no podría aunque quisiera, Hermione...

Ella parpadeó y se encontró con la sonrisa triste del pelirrojo. Él le alzó la barbilla y le dio un beso en su frente.

-Tan solo quiero que me prometas que... que Sirius va a hacerte feliz. –aquellas palabras le costaban una fuerza sobrehumana.- ¿Lo hará?

Hermione no pudo evitarlo. Se abalanzó sobre él y lo abrazó con fuerza, llorando en su hombro.

-Dios mío, Ron... yo... de veras no sé... no sé cómo agradecerte...

Él rió, presa de otro tipo de alegría, alegría de al menos, verla feliz.

-Tan sólo ve por él... No dejes que se te escape¿sí?

Hermione le plantó un beso en la mejilla.

-Gracias, Ron.

Y entre lágrimas y con mucha prisa, salió corriendo del salón, dejando a un Ron con su mano tocando la mejilla que había le besado. Con un triste suspiro, el pelirrojo comprendió que aquel había sido su único beso sincero desde hacía mucho tiempo.

OoOoO

Hermione no se preocupó por que el viento azotara su cara mientras avanzaba, no se preocupó por que el frío se estuviera colando por su abrigo y todo su cuerpo temblara. No se le había ocurrido pensar en utilizar la red flu. Tan sólo tenía una cosa en mente: correr.

Sus pies se movían a una velocidad extrema por las calles londinenses, mientras sus tobillos se resentían al tener que mantener el equilibrio en aquellos tacones. El asa de su bolso resbalaba por su hombro, cayendo por su brazo, y ella volviendo a intentar ponérselo bien, frenéticamente. Sorteando personas, con demasiada tranquilidad para el ritmo que ella necesitaba llevar... tratando de pasar entre los coches en las carreteras, demasiado impaciente como para esperar a un paso de peatones. La casa de Sirius no andaba muy lejos.

Miró a su reloj. Ya casi era medio día, podía ser que él no estuviera en casa o... que se hubiera ido a comer a algún sitio, quizás con Remus... Pero ella necesitaba verle ahora, así tuviera que revolver todo Londres, le encontraría y hablaría con él. ¿Por qué? Por la simple razón de que nunca como hasta entonces había conseguido darse cuenta de hasta qué punto amaba a ese hombre. Y ahora se sentía completamente libre de decirlo... ¡de gritarlo! Ahora ya no tenía por qué reprimirse, ya no había más mentiras... Sirius tenía razón, ahora que Ron lo sabía todo ya no quedaba nada más... solo ellos... solo ellos dos.

Un trueno. Se estremeció mientras aceleraba el paso y miraba las nubes... iba a llover. Es más, iba a caer una gran tormenta. La calle terminó y Hermione torció la esquina, estando a punto de llevarse por delante a un perrito caniche que corría como loco perseguido por un niño. Ahí estaba la casa de Sirius... solo le quedaba llegar hasta ella y llamar a la puerta. Se mordió el labio, y al hacerlo, sin darse cuenta, se percató de algo más. Un hombre con un paraguas plegado en su mano salía de ella a paso rápido.

Era él.

Cruzó la carretera, sin detenerse a mirar a ambos lados, corriendo tan rápido como sus piernas le permitían.

-¡Sirius! –gritó, ahogada, cuando alcanzó la otra acera.

Pero él no le oía, el viento agitando las hojas de los árboles difuminaban sus palabras.

-¡Sirius! –siguió probando. Corrió aún más. Él también andaba rápido, resguardándose del frío, abrazándose más a su abrigo.

El pecho de Hermione subía y bajaba con furia, mientras apenas podía respirar. Sus tacones le impedían ir más deprisa, pero ella corría con todas sus fuerzas.

-¡Sirius!

Y él se detuvo. Hermione avanzó hacia él, con una mano en su costado, y con una sensación fría y húmeda en ella. Estaba empezando a llover. El mago se dio la vuelta lentamente, habiendo reconocido perfectamente esa voz, y queriendo pensar, quizás, que se trataba de una mala jugada de su mente. Pero no, Hermione estaba allí, con pintas de estar a punto de ahogarse, su pelo más alborotado que de costumbre, y sus mejillas rojas por el esfuerzo.

Quería hablarle, quería... abrazarla, besarla, estrujarla bien entre sus brazos. Había pensado por un momento que ella no volvería, que ese era el final, pero sin embargo estaba allí, pese a haber dicho todas esas barbaridades... Frunció el ceño, el recordar todo lo que ella le había dicho en la cocina, y de repente, se le pasaron las ganas de besarla.

-¿Qué quieres, Hermione?

Ella se quedó estática, parada a menos de un metro de él. ¿Que qué quería? Pero si ni ella misma lo sabía. Sólo sabía que tenía que ir a verle, nada más... arreglar las cosas... decirle que le quería... pero no sabía cómo.

-Yo... yo... –musitó, mientras una nueva oleada de aire hacía su cuerpo estremecerse- yo... quería verte.

Sirius alzó una ceja.

-¿Ahora quieres verme? –preguntó irónico.

Hermione se mordió el labio. La lluvia comenzaba a caer con más intensidad. Se quedó sin saber qué decir. Sabía perfectamente lo que escondían las palabras del animago... estaban llenas de rencor, y tenía que reconocer que estaba perfectamente justificado. Se había portado fatal.

-Sirius...

-Yo no quiero verte, Hermione. –respondió con una mueca cargada de algo que pretendía ser odio-. Ya no.

Se dio la vuelta, enfadado, dispuesto a seguir su camino como si no se hubiese encontrado con ella, y una nueva frase le hizo pararse en seco.

-He sido una egoísta. –reconoció, en voz baja, pero lo suficientemente fuerte como para que él pudiera oírla-. Lo sé, y... Sirius... no sabes cuánto lo siento.

-No. –dijo de nuevo, encarándola-. No lo sientes. Te da igual. Todo esto te da igual... ¡yo te doy igual! Nunca te he importado y lo sabes. ¿Y sabes algo?. Ahora a mí también me da igual...

-¡No me da igual! –gritó, desesperada, acercándose a él- No me das igual, Sirius... me importas... yo... por favor, perdóname.

Un nuevo trueno amenazó las calles de Londres, con el cielo tan gris como el día en sí, con la lluvia empapando el cabello de Hermione...

-¡No puedes pedirme que te perdone! –gritó él, colérico. La gente corría a sus casas para resguardarse, los niños gritaban buscando cobijo bajo los abrigos de sus madres. Sólo ellos dos permanecían parados en medio de la acera, con el paraguas de Sirius inútilmente cerrado en su mano.- ¡Estoy harto, Herms, harto! Estoy... cansado de que juegues conmigo. ¿no lo entiendes? Siempre una de cal y otra de arena.

-¡Te he dicho que lo siento! –se defendió, gritando aún más.

-¡No me basta! –le gritó, tal vez demasiado alto. Hermione quedó en silencio, con un nudo en la garganta. Sirius nunca antes le había gritado. Este pareció darse cuenta y suavizó el tono de su voz-. No es que no quiera perdonarte, Herms... no es eso... pero, por Dios, entiende que ya no quiera volver a caer en esto. Siempre que lo hemos intentado, siempre que hemos estado juntos has terminado yéndote con Ron, diciendo que era lo mejor para todos. ¿Y para mí qué, Hermione?. ¿Cuándo has pensado en lo mejor para mí?

-He hablado con Ron, Sirius... –dijo suavemente, con lágrimas en los ojos-. Él y yo... ya... ya no somos nada y...

-No tenías que haberlo dejado con él. –respondió fingiendo no inmutarse, mientras empuñaba de nuevo su paraguas dispuesto a marcharse-. Tenías razón, Hermione... tienes que hacer lo que debes. Él es un buen partido, es joven, tiene un buen trabajo, está loco por ti...

Sentía el sabor de las gotas de lluvia llegando hasta sus labios. Hablaba con rabia, con rencor... odiando amarla tanto como querría odiarla. Apretó sus mandíbulas, tratando de mirarla con tanto desprecio como sus ojos le permitieran. Pese a que era consciente de que entre las gotas de lluvia en el rostro de Hermione se camuflaban varias lágrimas. Y se dio la vuelta, dispuesto a irse por fin.

Ella lloró con más fuerza viendo como él se iba de su lado, dejándola sola en medio de la lluvia.

-Tal vez sí tenga que hacer lo que debo... –él no parecía escucharla, seguía andando- ...pero hasta ahora no me había dado cuenta de que lo que debo no dista tanto de lo que quiero como pensaba. –sollozó-. No puedo estar con una persona a la que no quiero, no debo engañarla... no podría estar con Ron ni aunque quisiera... por muy 'buen partido' que sea para mí –tembló a causa del frío-. Por que él no puede ofrecerme ni la mitad de cosas que tú... ¡porque no me hace sentir ni la mitad de lo que tú me haces sentir y...! –su voz sonaba temblorosa entre hipidos, se dio la vuelta, consciente de que él ya no la escucharía- Porque debo estar con la persona a la que quiero. Porque no debo engañarme a mí misma... ni a Ron... ni a ti. –se llevó una mano a la cara, secándose las lágrimas- Y ahora sé que probablemente me quedaré sola y sin ninguno de los dos... pero debía... quería decirte que te quiero.

Sollozó en silencio. Ya ni siquiera podía oír los pasos de Sirius... probablemente ya estaba demasiado lejos como para verla llorar. Ahora sólo oía truenos, las gotas repiqueteando contra el cristal de una vieja librería, en los toldos de las tiendas... Y ella debía marcharse, no tenía sentido quedarse ahí para siempre. Intentó moverse, pero algo se lo impidió. Una mano sujetaba su brazo con firmeza. No le dio tiempo a darse la vuelta antes de escuchar un suave susurro cosquilleando su oído.

-El amor es una estupidez.

Hermione tragó saliva, con el corazón latiéndole a cien por hora, y se dio la vuelta, lentamente, hasta enfrentar con una tenue sonrisa de Sirius, que la miraba con dulzura. Sus rostros a centímetros de distancia. ¿Eso significaba que...?

Sirius llevó su mano, entonces, al rostro de la chica, y lo acarició, lentamente... pasando por su frente, por su nariz, sus pómulos, sus mejillas, sus labios...

Hermione, tímidamente, llevó una de sus manos, enrojecida y fría, al hombro de él. Mientras que sus rostros se iban acercando. Mientras que la mano libre de la chica cogía el paraguas de Sirius y lo abría lentamente. Sus narices rozándose... sus frentes en contacto... sus ojos cerrados... Hermione llevando el paraguas sobre sus cabezas para cubrirse.

Y entonces, la mano de Sirius cogiendo con suavidad la de ella, bajando el paraguas. Hermione abrió los ojos, confundida. Creía recordar que...

-Sirius...

-Mm? –murmuró con sus labios casi rozando los de ella.

-¿Tú no odiabas la lluvia?

Sonrió.

-Ya no.

La lluvia les empapaba. Ellos dos se besaban. La gente miraba por las ventanas esperando que la tormenta cesase. Una tormenta con una lluvia diferente... pero en cierto modo tan parecida a la de una vez en diciembre.


Fin de OnCe UpOn A dEcEmBeR (no me mateis!)

Wenu, este chapi tiene q ir dedicado a muchas personas... así que voy haciendo lista xD:

-Drusky, o Tormenta Bohemia... por haberme ayudado tanto con las ideas y sobre todo por ser tan buena amiga, y estar ahí siempre que la necesito, en lo bueno y en lo malo... amor, lo menos q puedo hacer es dedicarte este capítulo!

-Tsuchan: porque he robado una frase que me dijiste una vez para el principio de este chapi... ya te lo recordaré por el messenger, q seguramente ahora ya ni caigas ¬¬... y porq t'estimu molt (se escribe asin? Ô.o... hice el esfuerzo! ToT) muxos besitus amore!

-A todos los incondicionales que me habéis dejado review en todos los capítulos, o en casi todos... vosotros ya sabéis quienes sois, y de verdad, muchísimas gracias. Sin vosotros, este fic jamás se llevaría a cabo... y... eh... weno, porque gracias a esto he conocido a mucha gente de otras partes del mundo. y espero que el hecho de que el fic haya terminado no signifique que no vuelva a tener noticias suyas... ME ESCUCHASTE, CRIS? XD... y bueno... q espero q me sigáis en otras historias... y q ha sido un placer compartir esta historia con vosotros... supongo q los q me hayais seguido os habréis dado cuenta d q he mejorado (aunq sea un poquito) con respecto a los primeros capítulos... y es que bueno... este fue mi primer fic en ff! De veras, gracias por todo, prometo que seguiré escribiendo... y haré otro sirius/hermione, si hace falta xD!

Gracias a: Krmn, Lara Malfoy Lynn, Mariet Malfoy, Nebriniel, D.N. Angel Girl, Chris, Caperucita Roja, Darkgirl90, Akane, Maroon5lunatika, LemGB, Dark Tsubasa, Hermione Riddle Malfoy, Catalina, Tormenta Bohemia, AYA K, monyhp, Alis black, Drake Malfoy...

Vuestros reviews consiguieron arrancarme sonrisas y me animaron a seguir con el fic... de veras, jamás me cansaré de agradecéroslo. Hasta otra!

DrEaM-KaT

Miembro Orden Siriusana