CAPITULO 4
Los días siguieron pasando. Ahora que recibía cartas de sus amigos e incluso Hermione había vuelto a llamarlo, podía decir que se sentía mejor, no más feliz, pero sí con más ganas de seguir adelante. Pero las noches seguían siendo insoportables y seguía soñando con aquella barrera que le impedía acceder al ansiado velo. Cada noche, sin faltar una, repetía las mismas imágenes en su sueño.
La mañana del 31 se levantó para recibir El Profeta, pero se sorprendió al ver que junto al diario no recibía las habituales tarjetas de felicitación de sus amigos. Algo entristecido por ello tomó la silla y se sentó frente a la ventana mirando el cielo mientras esperaba, al menos, ver llegar a Pigs. "Tal vez Hermione llame más tarde". Una silueta oscura comenzó a perfilarse en dirección a la casa entre los colores aún fríos que preceden al cielo en el amanecer. "Demasiado grande para ser Pigs" pensó apenado. La lechuza entró en su cuarto y soltó un paquete sobre sus piernas para posarse luego frente a él en el suelo alargando elegantemente la pata. Mientras desenrollaba el pergamino la premió con una chuchería lechucil. "Bebe algo antes de volver a la escuela"- dijo a la lechuza y sin mirar siquiera la nota agregó en voz alta "Al menos Hagrid no se ha olvidado".
A eso de las 10 de la mañana, algo aburrido y molesto tras su típico desayuno de cumpleaños (sus tíos ese día eran aún más desagradables que de costumbre, tal vez pensaban que era el regalo que debían darle) decidió salir a dar una vuelta al parque. No que quisiera celebrar nada, pero algún día tenía que empezar a salir de casa y ese día era como otro cualquiera. No tenía ánimo para nada pero le hubiera gustado que Ron y Hermione le hubieran enviado ya sus felicitaciones, nunca tardaban tanto. "¿Le estarían castigando así por todo el tiempo que pasó sin escribirles? No podía ser, ¿porqué pensaba así de sus amigos?" Con una triste sonrisa se encaminó hacia la puerta.
Algo le sobresaltó nada más abrir. Justo delante de él había una joven de unos treinta años, muy guapa y arreglada. Morena, larga melena, cara bronceada y ojos oscuros, de tipo esbelto; lucía una falda a cuadros y un top liso a juego. Harry se quedó mirándola extrañado mientras aún asía el pomo de la puerta y algo angustiado le preguntó:
-¿Deseaba usted algo? Señorita.- La joven le dedicó una sonrisa que a Harry le pareció totalmente sincera.
-Feliz cumpleaños Harry.
Estaba cada vez más sorprendido pero también comenzaba a preocuparse. La joven se veía educada y la sonrisa en sus labios le hacía parecer de confianza. Pero Harry no sabía quien era, podía tratarse de una trampa.
-Ya veo- le dijo sonriente- Me arreglé demasiado pensando que tendría que hablar con tus tíos. ¿Crees que el violeta me quedaba mejor Harry?- le dijo guiñándole el ojo.
-¡¡ ¿Tonks?!!- exclamó Harry.
-Pues sí, yo misma. No parece que te alegres mucho de verme.
-Es que… No te reconocí, y tú sabes, hay que estar en guardia.
-Buen chico. Y, ahora que ya nos reconocimos… ¿vas a saludarme en condiciones?
Harry dejó caer todas sus defensas y confiado se acercó a ella para abrazarla. Ahora sí podía confiar en que realmente era Tonks.
-¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?- le preguntó preocupado.
-He venido a llevarte a dar una vuelta Harry. Además creo que es lo que te disponías a hacer ¿no?
-Sólo pensaba ir al parque- puntualizó Harry.
-Bien, cambio de planes. Diles a tus tíos que volverás pasada la hora de la cena. Y adviérteles que si les oigo gritar demasiado puedo entrar y, digamos, hacerles una visita de cortesía.
Harry sonrió y entró rápidamente al salón donde sus tíos reposaban el desayuno. Unos cuantos gritos después Harry volvió al recibidor y sacando a Tonks de la mano cerró la puerta de un portazo.
-Parece que no fue necesaria mi presencia después de todo, y yo que me arreglé tanto sólo por eso.
-De verdad Tonks, nunca esperé verte tan…-cayó un momento buscando la palabra más indicada.
-¿Tan arreglada?- lo ayudó.- Bueno, Arthur me dijo que tu tío es, demasiado meticuloso son el vestuario y recordando lo excesivamente limpia que estaba la casa… Pensé que lo mejor sería darles una buena impresión ¿no?
-Tonks…- Harry se paró en mitad de la acera y la miró- Eres la primera persona que veo desde, bueno, tu sabes. Me sorprende que te presentes así en casa. Me gustaría…
-Supongo que quieres saber porqué estoy aquí, qué pasa. Pero sólo te diré que hoy es tiempo de cumpleaños y los dieciséis son una gran edad, ya lo verás. Por eso te digo que ya tendrás tiempo de hacer preguntas Harry, y te aseguro que te serán contestadas. Ahora vamos- dijo empujándole en el hombro- ¡o llegaremos muy tarde!
-Pero, ¿a dónde vamos?
-Al Callejón Diagón, nos esperan…
-Feliz cumpleaños Harry.
-Sí, feliz cumpleaños- le dijo Hermione.
-Gracias- les dijo con una sonrisa que iluminó su cara- Tenía ganas de veros.
-Y nosotros- dijeron los dos a la vez.
-Tonks no me lo dijo…
-Es que era una sorpresa Harry- le cortó Hermione- y hasta anoche no supimos si podrías venir, así que por eso no te avisamos antes.
Harry se le quedó mirando y tuvo que admitir que, en apenas un mes, Hermione había cambiado bastante. Había crecido y ahora parecía estar más… "desarrollada", por decirlo de alguna forma. Además llevaba una ropa muggle bastante sexy; unos vaqueros ajustados azul claro, con descosidos, y un precioso top blanco sin hombros y también bastante ajustado. "Demasiado tal vez". Su piel se veía bronceada y llevaba un toque de color en los párpados y los labios. Su pelo caía hacía su espalda en un semirecogido que dejaba ver su esbelto cuello. Tan sólo la miró unos segundos, pero advirtió que Hermione se había sentido observada por el color que tomaron sus mejillas.
-Hermione, estás muy guapa- le dijo sinceramente.
-Gracias Harry-contestó aún más sonrojada- pero no sé si es mi estilo.
Sintiéndose claramente incómoda con la situación Hermione llevó sus manos a la espalda enlazándolas ahí un momento, pero aquel gesto inconsciente en ese momento solo consiguió hacerla parecer más alta y más guapa. Casi seguramente todo lo contrario de lo que pretendía.
-No seas tonta Hermione. Ya te dije que te quedaba genial- habló Tonks- lo que pasa es que no te fías de mi gusto. Ya tienes edad de usar estas ropas; entre tanto libro y estos dos chiflados no dedicas tiempo a tu imagen. Ya le diré a Ginny que te vigile este curso.
Harry y Ron se miraron sorprendidos. Para ambos había sido toda una sorpresa esa imagen de Hermione, pero al cruzar sus miradas ambos parecieron pensar lo mismo, era muy difícil que Hermione se cuidara tanto en Hogwarts, o que llegara a preocuparse por su imagen como hacía Ginny y el resto de chicas. Y por otro lado, incluso podría resultarles incómodo. Ellos tres siempre iban juntos así que... " ¿Cuánto podrían aguantar que todos los chicos del colegio se volvieran a mirarla? "
-¿Os apetece un helado antes del almuerzo?- preguntó Tonks- He reservado un privado en el Caldero para que 'podamos hablar' tranquilamente mientras comemos. Así que hasta entonces será mejor aprovechar para ponernos al día en otras cosas ¿no creéis?
Los tres le sonrieron y aceptaron el helado, deseando que llegara el momento de poder hablar 'tranquilamente' como había definido Tonks.
