La historia original y los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi la Grande!
Esto lo hago sin fines de lucro…
EL AMOR NO SE CREA NI SE DESTRUYE… ÚNICAMENTE SE TRANSFORMA
INTRODUCCIÓN
Inuyasha y compañía luchan contra Naraku… incluso Kikyo, Kouga y Sesshoumaru se encuentran ahí.
Hace ya algún tiempo que los grupos se unieron, debido a la necesidad de protegerse entre ellos… Naraku fue traicionero desde su mismo nacimiento, y últimamente, con la mayor parte de la perla de Shikkon en sus manos, su crueldad se había acrecentado a niveles inauditos.
El más molesto por esta repentina sociedad era Jaken. Ver a su Amo bonito interactuar con el tonto de Inuyasha a diario, le estrujaba el corazón. Sobre todo, porque hacía algún tiempo que parecían llevarse… bien… aaaggghh! Como dolía solo pensarlo!
Para Ahome, tener a Kikyo junto a Inuyasha todo el tiempo se había vuelto una espina en su alma. Poco a poco se iba haciendo a la idea de que esos dos se quedarían juntos.
Y poco a poco, sus poderes se iban incrementando a niveles que la misma Kikyo jamás soñó. Pero eran distintos, más puros, mas certeros, con menos encrucijadas entre ellos… sus ataques jamás fallaban, y había aprendido a hacer campos de energía sumamente poderosos, que ni Naraku o Hakudoshi podían romper….
No necesitaba de pergaminos, o ramas de árboles, u objetos mágicos, su solas manos tenían tanto poder ahora… y con ese nuevo poder, había decidido devolverle el brazo a Sesshoumaru… así ya no tendría cuentas pendientes con Inuyasha.
Kikyo envidiaba secretamente el poder de Ahome, no podía evitarlo, las almas que eran la base de su sustento eran almas tristes, corrompidas, aunque el amor por Inuyasha era poderoso, los sentimientos la traicionaban. Gracias a todos los poderes del universo, que poseía un autocontrol solo superado por el del gran Sesshoumaru.
Y ahora convivía diariamente con su amado hanyou, el cual le dedicaba gran parte de su existencia, para molestia de los demás amigos de la sacerdotisa venida del futuro.
Kouga, Hinta y Hakkaku, se les unieron, sabiendo bien que el poder del general lobo no era suficiente… además así Kouga podía ver a su amada todo el tiempo. Secretamente, Kouga había aceptado que Ahome jamás le amaría, más bien, sus constantes acosos ya eran parte de la rutina. Todos sentían que si no lo hacía, algo andaría mal.
Así que el seguía en su papel de macho en celo, y todos felices. Su velocidad era una bendición para todos, ya que era un aliado seguro que protegía a las muchachas en cualquier momento.
Los demonios lobo se autodenominaron responsables de la caza, así que muy seguido tenían buena carne para comer… eran un par muy gracioso y confiable.
Sango y Miroku seguían fieles, eternamente en pie, eternamente fuertes… sus sentimientos eran claros para todos, y las cosas iban profundizándose más con el paso de los días. Ambos estaban impresionados con la evolución de Ahome. Pareciera que la llegada y permanencia de Kikyo le hubiese obligado a crecer.
Y Miroku, sabio como siempre, dedujo que esto era por que ya no se sentía protegida por Inuyasha, aunque éste se desviviera también por ella, la joven miko había incrementado su alma para poder protegerse a si misma y a sus amigos, de quien se sentía responsable.
Sango era más fuerte que al principio… en una ocasión Sesshoumaru se horrorizó al levantar el hiraikotzu de la chica, para él no era nada, pero que una humana lo llevase a cuestas a diario, y lo lanzase como si fuera un listón de seda… eso si que era raro…
Para Rin, y el pequeño Shippo, esto casi era una fiesta. Juntos, todos se cuidaban los unos a los otros, tenían con quien jugar, y para la niña, los sutiles cambios de su querido protector la habían alegrado tanto, que se sintió en familia de inmediato… Shippo estaba algo triste por la actitud de Inuyasha hacia esa desagradable mujer-cadáver, pero como Ahome pareció mejorar rápido, dejó de preocuparse tanto… ambos estaban contentos, eran niños queridos y protegidos, incluso los lobos llegaron a tomarles cariño….
Para Inuyasha, era en parte una tortura, en parte un deleite. Saber que le causaba dolor a su querida Ahome le destrozaba, pero ella lo sabía desde siempre, y ella decidió quedarse a pesar de todo.
El contacto con su hermano le estaba enseñado mucho, sobre todo, y por fugaces comentarios, empezaba a conocer a su padre. Ese ser casi mítico que le engendró y murió la misma noche de su nacimiento. Sesshoumaru en contadas ocasiones hacía alusiones a él, lo cual le alegraba el corazón.
Y el sencillo detalle de sentarse a su lado a dormir, le resultaba tan esperanzador… su hermano mayor, luchando a su lado… aunque en un principio las cosas entre ellos no estaban bien, con el paso de los meses, y las batallas compartidas, aunque involuntariamente, el lazo de sangre entre ellos se había forjado y establecido con una fuerza inusitada.
Sesshoumaru… al inicio se sentía demasiado herido en su orgullo… solo al inicio, tal vez una o dos horas… pero al ver como todos protegían a su Rin y al sapillo, supo que había tomado la decisión correcta. Ya una vez habían luchado juntos contra Souunga, y solo así la habían vencido.
En esta ocasión sería igual. Pero para poder poner toda su energía en la batalla, necesitaba estar completamente seguro de que sus acompañantes estarían a salvo… y sobre todo, conocer un poco más sobre su nuevo aliado… su hermano. Y si quererlo, le estaba tomando un extraño aprecio a todos… a los que ahora protegía por igual…
También había notado la transformación de la chica de las ropas raras, y como sus poderes podían incluso matarlo a él, si lo deseara… pero sabía que ella jamás le haría daño. Era demasiado buena. Tanto que, con sus nuevos poderes, le había regenerado el brazo perdido.
Todo lo corrompido y malo se había quedado con la otra mujer. La que no le gustaba. Ese cadáver andante de gran belleza. El amor de su hermano.
Y ahora peleaban contra un escurridizo Naraku, que siempre que estaban a punto de matarlo, encontraba una manera de escapar… y en esta ocasión no fue la excepción…
