Capítulo 42: ¿Nada que perder?.
Había anochecido en la ciudad. Una sombra caminaba entre las calles sin rumbo fijo. A su alrededor habían algunas personas que volvían a sus casas, sonrientes, charlando amenamente, haciendo que poco a poco, todo quedase paulatinamente vacío, mientras que la oscuridad sólo era perturbada por la escasa y pobre iluminación de las farolas. Bra llevaba dando tumbos desde la mañana. No había comido nada en todo el día. Se negó a contestar aquella llamada de Goten, apagó el teléfono hacía muchas horas ya. Volvió a mirar su movil con tristeza. ¿Habría cambiado algo si hubiera cogido el teléfono, o hubiera sido peor?. Su pié golpeó una piedrecita que se estrelló contra una papelera agujereandola como si hubiera sido un disparo. Bra se estremeció. Por suerte la piedra no golpeó a nadie. La calle era fría, el ambiente estaba húmedo, y la niebla se hacía cada vez más espera. Cuántas horas habrían pasado ya sintiéndose tan miserable, inmunda... Sabía que la buscaban todos. Sentía sus kis elevados dando vueltas por todas partes. Les huía como si fuera un criminal aterrado ante la idea de ser descubierto tras un crimen. Desearía no saber percibir el ki, para no sentirse tan culpable por la preocupación de todos. Dió una última calada de su cigarrillo, y compró otro paquete en una tienducha de aspecto poco recomendable. Sus ojos, en primer plano buscaban miradas acechantes. Se sentía observada, juzgada por todos los que pasaban por su lado. ¿Se le notaba en la cara?. ¿Sabrían que se drogaba?. Sentía deseos de gritarles y decirles que dejaran de mirarla de esa manera. Sus ojos delataban un miedo atroz. De su frente caían gotas de sudor, que secaba inutilmente con la manga de su chaqueta.
En realidad nadie la observaba más allá de lo que pudieran mirar a una bella jovencita que camina sóla por las calles. Algunos pensaron piropearla, pero la siniestra mirada clavada en sus ojos fue imposible de sostener, y hasta el más avispado y galante muchacho, quedaba mudo al notar el gesto doloroso de aquellos preciosos ojos vidriosos, sin atreverse si quiera a acercársele. Bra tenía miedo de que la reconociera algun periodista y luego hiciera daño a la imagen de su familia. Miraba a todos recelosamente, atisbando cualquier detalle de alguien que la siguiera con una cámara, un bloc de notas... Pero por encima de todo, quería acabar con el dolor de su alma de una vez por todas. Había sufrido bastante en su vida, ya era suficiente. ¿Por qué Dios permitió que naciera para sufrir tanto?. ¿Por qué había tenido que vivir tantos horrores, y soportar tantas maldades en su cuerpo, en su alma...?. Este mundo no tenía compasión, era un mundo frío, donde nadie parecía preocuparse por nadie más allá de los hipócritas compromisos. Las amistades, salvo Pan, todas interesadas. Era tan difícil encontrar personas auténticas, con sentido del honor. Pero, ¿cómo podía Bra pretender encontrarlas cuando ella misma se había convertido en un ser inmundo?. Ella... una... - Dios mio. - Bra se metió en un callejón para llorar sin que nadie la viera. No tenía nada que perder. ¿O si?. Debía acabar con su vida antes de que matara a alguien, antes de que destrozara la vida de toda su familia. ¿O debía pedirles ayuda?. No podía mirarles a la cara y reconocerles que era una drogadicta, que fue la fulana de Freezer. No sería capaz de enfrentarse a sus reproches, o sentir su lástima. Desesperación... Sentía las llamadas mentales de su padre tan claras como el agua. No quiso contestarlas, en cuanto lo hiciera la encontraría, intentaría salvarla, pero ella estaba condenada... murió aquel día... en el Planeta Freezer... el día que el malvado le rompió el alma, le destrozó el orgullo y le robó la inocencia. Nunca más volvería a ser aquella niña inocente que fue un día. Ya no... nunca más. Su mente fue aniquilada el día que cogió la cápsula con las drogas y se la llevó consigo. El día que no fue capaz de dejarlas al acabarse el último tubo. Las lágrimas calientes se derramaban por sus mejillas. Se sentía tan débil por no haber comido, que se sentó en un escaloncito para seguir llorando.
Apretó los puños y sacó de su bolso todas las dosis de coca y pastillas que había comprado. Tomaría todo a la vez y moriría. Eso haría, lo tenía claro, ¿o no?. Su mano tembló al sostener un puñado de pastillas cerca de sus labios. No pudo hacerlo. No era capaz de suicidarse. ¿Por qué no era capaz de suicidarse?. Bra pegó un puñetazo al suelo abriendo una grieta en el asfalto. - Maldita sea. He tocado fondo. - En sus manos, la droga que le pedía su cerebro. En su alma la pena y el dolor. En sus recuerdos la tortura. En su corazón el dolor de su padre y su familia buscándola al completo. Pan también la buscaba - Amiga... - Trunks, Mirai. - Hermano... Goten... - su madre esperándola en casa seguramente destrozada. Hasta Yamcha, Marrom, C18, Uub... todos buscándola, sin saber siquiera si podría estar muerta, ya que no podían sentir su ki. ¿Y si desapareciera y se marchase lejos?. Pero dónde iba a ir ella con 16 años... De nuevo acercó las pastillas a sus labios, sintió el contacto de ellas rozándola. Apretó el puño y se rindió en el suelo llorando desesperadamente. Se aterró con la idea de morir y ser encontraran en ese callejón. Destrozaría la imagen de su familia cuando la prensa se hiciera eco. "La más joven de la loca familia Briefs, murió como una cualquier, por sobredosis, en un callejón apestoso...". No, ese titular destrozaría a su familia. ¿Y si iba a un bosque?. Corría el riesgo de no ser encontrada y que su cuerpo fuera devorado por las alimañas, o por las ratas... Bra no podía dejar de llorar y sufrir horriblemente. Aquello era insoportable... no ver una salida... no encontrar un camino... Necesitaba que alguien le dijera que hacer, necesitaba contár a alguien todo el dolor que estaba padeciendo. Guardó las pastillas de nuevo. Tomó el teléfono movil, lo encendió. Sobre la pantallita del teléfono caían gotas saladas provinientes de sus ojos. Marcó sin pensar el número de Goten antes de que se arrepintiera.
Su llamada fue escuchada. El frenó en seco su vuelo. Un golpe de esperanza le inundó el alma al identificar quien llamaba.
- Bra... amor mío... ¿dónde estás?. - Bra no se atrevía a hablar, sólo podía llorar, y eso era todo lo que Goten escuchaba durante unos minutos interminables, en los que nada de lo que dijera parecía resultar. - Sssss, todo saldrá bien... todo saldrá bien... No llores princesa... vamos... dime donde estás y hablaremos... - Le dijo dulcemente.
Bra no pudo pronunciar ninguna palabra. La angustia que sentía le oprimía el pecho impidiendo que dijera una sóla palabra, así que colgó avergonzada, sitiéndose miserable nuevamente. Su teléfono sonó. Goten devolvió la llamada.
- Bra, no cortes te lo pido por favor. - Dijo el desesperado.
- Estoy muerta... morí hace tiempo, déjame... - pronunció con voz sepulcral.
- Por supuesto que no estás muerta, estás viva, ¿no recuerdas como nos besábamos la otra noche?. Estás viva, y todo va a salir bien, sólo tienes que dejar que tome tu mano. Dime donde estás, tomaré tu mano y te sacaré del agujero oscuro en que está sumergida tu alma. No sufras así, estás dejando que tus lágrimas te impidan ver un futuro hermoso que te está aguardando... - Bra escuchaba sollozando aquellas palabras. - Se que ahora todo es negro y oscuro para tí, pero cuando se toca fondo, sólo se puede subir, sólo se puede mejorar. Todos te queremos, Bra... ¿me estás escuchando?. - Un llanto más agudo contestó la pregunta de Goten. El si, se ahogó y no salió de su garganta a pesar de querer pronunciarlo.
- Bra, cuando mi padre se marchó, yo me sentí defraudado. Él nos abandonó, nos dejó a nuestra suerte de nuevo... No fue la primera vez que nos había abandonado. Aunque te parezca increible, yo sentí a tu padre, más cercano que el mío propio. Os envidié como familia durante muchos años... Luego, cuando mi padre volvió, pensé que podría recuperar el tiempo perdido, pero no, Bra, el se volvió a marchar, se marchó de nuestro lado para entrenar a Uub. ¿Por qué le prefirió entrenar a él en lugar de entrenarme a mi?. Un tiempo lo pasé muy deprimido. Sufrí mucho por ese motivo, y me atormenté hasta el punto de llegar a sentir odio por mi propio padre. Le odiaba, sentía un rencor insano cada vez que veia a mi madre llorar a sólas. Siempre sóla... Cuánto le necesité... - Goten también lloraba llegado este punto. - Un día compré una botella de Whisky, y la bebí al completo. No se ni lo que hice, pero al despertar, mi ropa estaba llena de sangre. Durante unos minutos, estaba aterrado ante la idea de haber matado a alguien. Me sentí tan miserable y estúpido. Me dolía la cabeza y apenas podía levantarme por que aún seguía ebrio. De pronto sentí que alguien me lanzó al agua de golpe. ¿Sabes quien era?. Tu padre. Sintió mi ki elevarse y acudió a ver que pasaba. Parece que durante horas luchamos. Cuando me despejé por fin, él me dijo algo que jamás olvidaré. -
- ¿Qué te dijo? - Preguntó en una voz casi inaudible ella. Goten sonrió un poco al ver que abrir su alma estaba sirviendo de algo.
- Jamás he hablado todo esto con nadie, Bra, ni siquiera con tu hermano... Él me dijo: "¿Crees que la vida es fácil?. Pues lo siento, pero en la vida tendrás que enfrentarte a muchos problemas, y huir de ellos no los va a solucionar. Eres un saiyajin, y aunque seas de clase baja, eres mejor que cualquier maldito humano, tu deber es enfrentarte a los problemas y vencerlos, como si fuera una batalla. Quizás la más árdua de las luchas sean las que se lidian en el espíritu, pero recuerda que en tu naturaleza Saiyán está la cualidad de hacerte más fuerte después de cada batalla. Lucha, Saiyajin." Luego se marchó volando dejandome pensando tantas cosas. Tenía razón en todo lo que dijo. Realmente no me juzgó por haberme emborrachado, no me recriminó mi cobardía, ni mi bajeza, pero me dió un valioso consejo. No sabes cuánto hubiera querido que mi propio padre me lo hubiera dicho. Pero así es la vida. Es injusta muchas veces. - Bra cortó su discurso.
- Soy una cobarde... - Dijo con la voz quebrada por los sollozos imparables. - Estoy cansada... no quiero sufrir más... por favor... - Susurró sintiendo que sus palabras se ahogaban. - Diles que me perdonen... - Goten sintió que esas últimas palabras le atravesaban el alma.
- Bra, ¿Qué estás diciendo?. Nadie te odia, todos te quieren, te queremos, y yo te amo, te estamos buscando durante todo el día. Vamos, deja que te ayude, yo haré que dejes de sufrir, lo prometo. Nadie tiene que perdonarte por nada... - Bra escuchaba y lloraba detrás de la linea.
- Dices eso porque no lo sabes. - Gritó sacando de su bolso las pastillas nuevamente.
- Cuéntame lo que te atormenta... - Siguió diciendo Goten mientras trataba de concentrarse en percibir algo que delatara donde se encontraba. Escuchaba coches, el maullido de un gato... dirigió sus pasos a la zona centro de la ciudad.
- Me odiarás... - volvió a asegurar bajando su mano en una nueva tentativa.
- Te aseguro que sólo puedo amarte, eres lo que más amo en este mundo, vamos... confía en mi. - Bra recordó aquella frase de su padre: "sólo el día que seas capaz de hablar acerca de lo que te pasó, podrás liberarte de los fantasmas que te atormentan". .
- Promete por tu honor saiyajin que jamás contarás nada de esto a nadie. - Esa promesa era sagrada. Goten lo prometió y Bra se dispuso a hablar después de serenarse pensando que después de contar todo acabaría con su vida de inmediato. Quitaría sus pendientes justo antes de morir, para que la encontrarán y así no sería descubierta por nadie más que por su familia.
- No soy la Bra que todos piensan... Soy cobarde, soy débil... - Goten trató de interrumpirla en ese punto, pero ella le cortó con un grito. - Déjame terminar de hablar. -
- Te amo... - Sólo dijo eso.
- No lo hagas más difícil. - Sollozó de nuevo ella. Con mucho esfuerzo se serenó para proseguir. - Soy una drogadicta... ¿Que te parece?. No lo esperabas, ¿verdad?. La pequeña Bra... es una drogadicta, una yonki... y eso no es todo... - Su tono de voz se hizo más frío y helador. - ¿Sabes que hice en la base de Freezer?. Fui su puta. - Goten se estremeció con la crudeza de aquellas palabras. - ¿Recuerdas el tatuaje?. Es su marca... eso soy yo, no soy más que una puta drogadicta y... - Su voz se quebró incapaz de continuar.
- Freezer está muerto, y no importa lo que hicieras, tenías que sobrevivir, y fuiste muy valiente. Bra... quisiera abrazarte, quisiera que vieras mis ojos, poder reconfortarte entre mis brazos... Si vieras mis ojos sabrías que nada de eso que contaste me importa, que te quiero igual o más. Deja que cuide de ti. ¿Donde estás?. - Bra se sintió reconfortada con aquella reacción. Las palabras eran sinceras. No la había juzgado, no la había repudiado, ni odiado después de saberlo, seguía amándola. Cómo deseaba sentir su abrazo por última vez, sentir su beso antes de abandonar este mundo...
- No se donde estoy. Estoy perdida... - Sollozó ella.
- Cuando era niño, algunas veces me perdí en el bosque, y no sabía donde estaba, pero descubrí que siempre hay algo que nos puede guiar aún en la más absoluta oscuridad. Busca el nombre de una calle. Vamos... - Contestó esperanzado.
- Estoy cansada, estoy cansada, no quiero sufrir más... - Lloró ella de nuevo con voz rendida de dolor.
- Vamos... eres mi vida, mi amor... yo te ayudaré. Muy pronto te sentirás mejor. - La voz de Goten era tan dulce y serena...
- No, no me sentiré mejor, porque... yo... Ahora mismo tengo en mis manos suficientes drogas para mi último viaje... no tengo nada que perder... ¿por qué no debería hacerlo?. - Su voz era ronca, asfixiada, desesperada en este punto. Goten sintió un miedo terrible a que lo hiciera. Su respuesta conllevaba una responsabilidad tremenda.
- Bra, escúchame, se que debes estar destrozada, pero yo no podría vivir sin ti. Si tu te mueres, toda tu familia quedará deshecha. Tu madre no lo soportaría y tu padre... yo creo que después de destruir el planeta se marcharía para siempre y volvería a su anterior vida. No puedes hacer eso, por favor... Vamos... siempre hay una salida, siempre hay otro camino... búsca el camino... dime en qué calle estás... - Bra se levantó de donde estaba. Guardó la droga en el bolso y con la vista nublada vió el nombre de una calle.
- Promete que vendrás solo... - Él se lo prometió. - Estoy en un callejón de la Calle de la Luz. -
Goten voló a toda velocidad. Conocía esa calle, por suerte. Era céntrica. Cuando llegó encontró a Bra llorando, su mano sosteniendo las pastillas a punto de rodar por su garganta. Rápidamente cogió su muñeca haciendo que las pastillas se derramasen en el suelo. Ella se derrumbó en llantos. El la levantó abrazándola fuertemente y pisoteando aquellas malditas pastillas de muerte. - No lo necesitas. - Dijo sosteniendo su cabeza y besándola con pasión. Ella se rindió entre sus brazos. Estaba tan cansada. - Te amo, y nada de lo que has vivido o hicieras va a cambiar eso, ¿lo comprendes?. Te ayudaré. - Su voz era firme, pero desolada. Bra lloró en su pecho. - No puedo volver a casa. Ellos... -
- Ellos darán gracias a Dios porque volviste a casa. - Bra se abrazó a él con todas sus fuerzas, y el hizo lo mismo. El callejón oscuro y frío se hizo cálido con la visión de aquellas dos siluetas que entre lágrimas se besaban como si aquellos besos fueran los últimos de sus vidas. Goten quiso tirar de ella hacia fuera, pero Bra estaba aterrada de que alguien les localizara. Sólo quería abrazarse a él, sentir sus besos, sentir su cálido corazón junto al suyo...
- Salgamos de aquí, vamos... hablaré con todos, nadie hará preguntas... nadie te juzgará... - Su voz estalla llena de esperanza. - No, no, no puedo... por favor... llévame a tu apartamento... no quiero ver a nadie... - Goten la abrazó fuertemente y voló con ella hasta su apartamento, que quedaba cerca de allí, entrando por la ventana. La sentó en el sofá y le trajo un vaso de agua fresca. Mientras ella bebió, el limpió sus lágrimas con un pañuelo, besando sus mejillas. Luego se sentó a su lado.
- ¿Has comido algo?. - Ella negó con la cabeza.
- Soy un excelente cocinero, ¿no te acuerdas de aquella vez que nos quedamos Trunks y yo a cuidarte?. Tu debías tener como 4 años... nos pillaste en una situación comprometida, y nos amenazaste... te empeñaste en que querías cenar, sólo y exclusivamente, Arroz con marisco. Así que ahí nos pusiste a tu hermano y a mi a cocinar. ¿Te acuerdas de lo bien que cocinamos para ti?. - Bra se rió mientras lloraba al recordar la masa pastosa amarillenta y casi quemada que apareció aquella noche en su plato. Incomible... Al final se vieron obligados a llamar a un restaurante cercano para que trajeran el plato de Arroz con marisco para la pequeña chantajista.
- Ah, así que te ries... ¿eh, pillina?. - Bra le dió un golpe en el brazo por hacerla reirse cuando se sentía tan mal.
- Fiuuu, la que me espera... voy a ser un marido maltratado... me ofrezco a cocinar para tí, y me golpeas... nt nt nt. Mal asunto. - Aquellas cosas eran tan cómicas y desconcertantes que Bra sólo podía reirse por mucho que se empeñara en llorar.
- No vas a ser un marido maltratado porque no me casaré contigo, y eso es porque no voy a vivir más tiempo sufriendo así. - Goten se puso serio tras escuchar el tono duro y rasgado de aquella afirmación.
- Bien, entonces yo me mataré también. ¿Te parece buena la solución?. Ya que no puedo soportar la idea de vivir sin tí, me mataré para estar en el otro mundo junto a tí. - Bra frunció el ceño. La estaba poniendo entre la espada y la pared.
- Tu no te matarías... - Gruñó.
- Estoy loco por tí, si te mueres no quiero vivir tampoco. - Aquella afirmación era tan estúpidamente hermosa... Bra ocultó su cara en el recodo del sofá cuando sintió su mente martilleándola por una nueva dosis, justo en dirección contraria a donde estaba sentado Goten.
- Eres un idiota, y te odio, todo esto ha sido por tu culpa... muérete si quieres, déjame en paz, esto no ha sido buena idea, me voy a ir de esta casa, me voy a ir de este mundo idiota, no quiero vivir más... - Bra se levantó, pero Goten la abrazó fuertemente.
- Se que ha sido por mi culpa, porque soy un idiota débil, porque no fui capaz de enfrentarme a mis problemas y a mis fantasmas interiores, porque no quería reconocer que te amaba cuando no podía vivir sin tí... y te rechacé, te herí en tu orgullo sin darme cuenta del lugar en el que estábamos. Fue mi culpa, tienes razón. Todo lo que te ha pasado ha sido por culpa mía, por eso, si aquí hay alguien que merece morir, ese soy yo, no tu, Bra, por Dios, no me hagas esto. Por favor... - La voz de Goten era suplicante casi. Sus brazos la aferraban fuertemente. - Si no lo haces por mi hazlo por tu padre, no sabes como está, Bra, ni siquiera puedes imaginar como está... -
- ¿Mi papá?. - Goten la miró serio.
- Te busca desesperadamente, no ha parado de buscarte en todo el día. No ha comido, no deja que nadie hable con él. Lo vi de refilón hará una hora atrás. Estaba llorando, Bra. Está destrozado. ¿Le has visto llorar alguna vez?. Siempre has sido su debilidad. Si no te encuentra se volverá loco... - Bra sintió que su alma se quebraba al escuchar aquello. Su padre, el Príncipe de los Saiyajins, estaba llorando...
- Llévame con mi papá, pero sólo quiero hablar con él. - Bra se lo pidió, porque ella estaba demasiado débil y agotada mentalmente como para volar. Goten asintió y se la llevó en dirección al ki de Vegeta.
Cuando el Principe vio las dos figuras que se acercaban a él, Bra en brazos de Goten, inmovil, lacia, sin sentir su ki... pensó que estaba muerta. Su corazón latió más y más rápido mientras que volaba hacia ellos. Cuando estaban a pocos metros de distancia, se quedó parado con los ojos desencajados. Su corazón volvió a latir cuando su niña giró la cara llena de lágrimas para verle. El no se preocupó siquiera de que Goten le estuviera mirando. De sus ojos brotaron lágrimas al abrazarla. Estaba viva, cuando el temía lo peor.
- Mocosa... no vuelvas a hacer algo así jamás... - Goten se elejó un poco de ellos. Bra comenzó a llorar en los brazos de su padre. Jamás antes le había visto llorar y sintió que su alma se quebraba al ver el daño que le había hecho al marcharse.
- Perdóname. - Dijo temblando. La falta de dosis le estaba comenzando a afectar terriblemente. - Lo siento, lo siento tanto papá, ¿podrás perdonarme? - Vegeta la abrazó más fuerte.
- Bra... no tengo nada que perdonarte, tu eres quien me debes perdonar. Toda mi vida he vivido como verdugo, en el pasado hice tantas cosas terribles... causé muertes y dolor. Pensé que te había perdido. Eres mi hija, nunca pensé que formaría una familia, jamás imaginé que el guerrero orgulloso, frío y calculador que yo era, llegaría a vivir una vida como la que tengo. He tenido tantas oportunidades. Ni siquiera he merecido todas las oportunidades que se me han ofrecido a lo largo de mi vida. Pero las tomé, cambié, y aunque se que no soy muy expresivo en cuanto a mi cariño por vosotros, os quiero con toda mi alma. Perdóname, hija mía, un día prometí que jamás permitiría que nadie te hiciera daño... pero no pude cumplir mi promesa. - Bra lloraba aferrada a él. Goten les miraba a lo lejos.
- ¿Me quieres a pesar de lo que te contó Uub?. Soy una débil, no soy digna de llamarme Princesa de los Saiyajins. -
- Te querría aunque estuvieras en el infierno mismo. - Contestó con firmeza descendiendo al suelo. Bra bajó un poco su chaqueta a la altura del hombro. Una mueca de dolor se formó en su rostro al enseñar a su padre el tatuaje maldito..., Vegeta le recolocó la ropa y la abrazó con su alma hirviendo de rabia. Si Freezer estuviera allí delante le haría pagar lo que le hizo a su pequeña, pero el maldito estaba en el infierno. - Se muy bien lo que te hicieron esos bastardos. - Pronunció con ira contenida. - Y muy al contrario de lo que piensas, eres totalmente digna de ser la Princesa de los Saiyains. Porque soportaste cosas que cualquiera no hubiera soportado, se muy bien en qué consisten las técnicas de tortura de Freezer. Imagino lo que pasaste antes de que te tatuaran... Demostraste ser una gran guerrera. Después de lo que pasaste, supiste reaccionar con inteligencia para convencer a mi yo del pasado para ir a entrenar a la Tierra, lo cual aún no se cómo pudiste lograrlo... fuiste capaz de hacer que Raditz se transformase en Super Saiyajin, lo cual es más que una proeza, un milagro. - Sonrió levemente. - Conseguiste que la Tierra se salvara. Estoy orgulloso de tí. Y se que serás capaz de superar tus tormentos del alma. Yo te ayudaré a que lo consigas. Eres mi hija, eres la Princesa de los Saiyajins, y saldrás adelante. - Bra sentía unos escalofríos terribles y aunque esas palabras la reconfortaban y le hacían olvidar los pensamientos suicidas.
- Ayúdame... - Lloró ella abrazándolo fuertemente.
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Mientras tanto... en el Cielo...
Raditz acababa de batir al imponente Guardián de las Puertas del Futuro. En una mano sostenía un Kienzan cortante apuntando a su cuello. Lo apartó al ver la expresión de derrotado de su oponente.
- Está bien, noble guerrero, me has vencido... - Se levantó recobrando el aliento. - ¿A qué tiempo deseas dirigirte?. - Preguntó el gigante de color verde oscuro y un sólo ojo.
- Estoy buscando a alguien. Su nombre es Bra. No se en qué tiempo está exactamente... pero se que está en el futuro... - El puño de Raditz se abría y cerraba de modo muy tenso.
- Mmmmm. Con tan pocos datos no puedo localizarla. - Contestó apenado el gigante.
- Ella es medio saiyajin. Su madre es Bulma Briefs, y su padre es Vegeta, el Príncipe de los Saiyajins. Al menos, eso es lo que creo... - Dijo él con esperanza.
- Ahhhh, entonces es sencillo... ¿Qué edad tiene?. - Preguntó sonriente.
- Debería tener 15 años, pero pasó en la Sala del tiempo un años, así que ahora tiene 16 años. - Aclaró él.
- Entonces será sencillo. Debes tomar la puerta de la derecha, luego la de la izquierda, luego de nuevo a la derecha, derecha, izquierda, izquierda, derecha, izquierda, izquierda, derecha, izquierda, izquierda, derecha, izquierda, izquierda, izquierda, derecha... y saldrán por una puerta interdimensional en el Planeta tierra, justo en el tiempo de la chica que buscas. - Raditz tenía un brillo azulado en su rostro.
- Podría repetirme de nuevo el camino. - Preguntó el pobre saiyajin apesadumbrado. El gigante dejó escapar una gota de sudor...
- Será mejor que te acompañe... - Musitó suspirando.
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