Capítulo Tres.

- ¿Por qué, ¿Por qué había reaccionado de esa forma, ¿Acaso Andrés seguía siendo importante para ella, era solo una pregunta normal, nada más, pero ¿Porqué la había herido tanto? - Marcia estaba mirando el cielo desde su ventana, hasta que notó el reflejo de una persona que la acompañaba.
- ¿Qué pasó allá afuera Marcia, ¿Quién es él? - Felipe la miraba con franca preocupación.
- Él... Él es Andrés Del Valle... el único hombre que he amado - Diciendo esto sin mirarlo, se fue lentamente a su habitación y cerró la puerta con llave.

Felipe miro la triste forma desaparecer tras la puerta y se acercó a la ventana, en la que hace unos minutos había estado Marcia, pensativo miró la calle...
- Así que esta es la razón por la que estabas reacia a volver a este lugar... Marcia... Marcia querida... Me mata ver que sufres y no poder hacer nada - Felipe pensaba en el hombre de aspecto impecable que lo había mirado fríamente esa tarde - Hay algo por lo que Andrés me miró así -
- Marcia, vamos, ya llevas varias horas de más, pero se nos está acercando la hora, tenemos que salir - Felipe entro cauteloso a la habitación de la chica, solo para darse cuenta con espanto, que ya no estaba ahí - ¿Dónde se habrá metido esta vez, solo espero que esté bien, ya falta muy poco para la cita en la librería -
- Estoy bien Felipe, no te preocupes, llegaremos a tiempo - Marcia atrás de él lo miraba con ternura, Felipe la mira y observo que nuevamente la chica era solo una mota de tierra, echo a reír.
- De nuevo jugando con barro Marcia, ¿No crees que estás muy grande para eso? - Sus ojos juguetones la miraban.
- No, nunca es tarde para sentirse una niña, además yo todavía lo soy - Riendo entro al baño para sacarse un poco la tierra de su rostro y manos.
- ¡Oh vamos, ¿Qué has estado haciendo niña, francamente me tienes intrigado -
- Ya te lo mostraré, cuando este lista - Dio la llave de la ducha - Ahora si me permites, tengo un compromiso al cuál asistir y no creo que a todas esas personas le interese esperarme por segunda vez - Cerró la puerta del baño y Felipe salió riendo de la habitación.

"Es por eso que te quiero tanto Marcia" pensó mientras la dejaba.
Ya en la librería de la ciudad, vio como decenas de personas se agolpaban en la puerta cerrada para poder verla, "Como han cambiado las cosas, ahora se pelean por verme" Pensó Marcia divertida, las cosas habían cambiado, pero la única persona que ella quería ver, de seguro no estaría ahí.

- Mejor - dijo en voz alta.
- ¿Qué es mejor? - Sintió la voz de una chica a sus espaldas, volteó y allí estaba Elena, feliz de que le permitieran entrar sin tener que hacer la fila.
- Elena ¡Qué gusto! -
- Aquí estoy, no me perdería el verte de nuevo y usar una de las entradas que me diste . , pensé en guardarlas de recuerdo, pero luego pensé que no, mejor verte para que me dieras otras - Elena se notaba mucho más relajada desde la primera vez que la vio y eso a Marcia le pareció divertido.
- Tienes razón, mejor te paso esto, ahora nno tendrás que mostrar entradas, pero te daré una más para que la guardes de recuerdo - Riendo Marcia le paso una credencial y otro papelito azul, Elena estaba muy contenta.
- ¿Quién lo hubiera pensado? Yo aquí hablando con Marcia Lirrán, una de las mejores escritoras de la década, con los rumores que rondan por aquí, no pensé que tuviera posibilidad - Dijo Elena inocente, sin notar que sus palabras habían afectado a Marcia.
- ¿Qué rumores Elena? -
- Eh... bueno... se dicen algunas cosas de ti Marcia, como que en este pueblo naciste, pero lo abandonaste al irte a la ciudad para preocuparte solo de tu carrera, dejando muchas cosas, incluso a tus padres, que solo volviste para cuando ellos murieron y de ahí nunca más has vuelto. Tu casa esta abandonada, era muy linda según mis recuerdos, pero fue pasando el tiempo. Y... no, nada más - Recordando algo Elena no siguió hablando.
- ¿Y qué Elena, no me puedes dejar con la duda, dime... - Marcia ya estaba un poco alterada, es cierto lo que había dicho, pero eso no era todo, habían muchas razones por las que ella había actuado de esa forma, ella nunca abandono a sus padres, era solo que no podía volver, no después de lo que había hecho.
Elena la miró - Nada en realidad, solo había pensado que él todavía se acordaba de ti -
- ¿Quién?-
- Él, cuando le fui a entregar la entrada estaba muy sorprendido de que viniera de ti, aún te recordaba, algo pasó en él cuando le dije tu nombre -
- Andrés... -
- Hola Marcia, he escuchado mi nombre o es acaso solo un percance, entre tantas personas que has conocido, me imagino que mi nombre es muy común, ¿no, lo tienes que haber escuchado cientos de veces - Ahí estaba Andrés, frío y distante como el día anterior, pero aún así logró recuperar el aliento a tiempo para poder contestar.
- Es cierto, lo he escuchado muchas veces -- "Pero en mis sueños, cada noche..." pensó. - Así que finalmente has usado la entrada, pensé que no vendrías -
- Me la diste para que la use ¿no? - Su tono sarcástico hacia que Marcia quisiera salir corriendo de la habitación y alejarse de él, del contacto dañino de su voz. Elena notó que su presencia ahí estaba concluida, se despidió alejándose del lugar y tomo del brazo a Felipe mientras venía para que no los interrumpiera.
- Ellos tienen que hablar, déjelos un rato - Dijo Elena, Felipe miro al interior y sintió que ella tenía razón, aunque por dentro quisiera evitarlo, tenía que esperar.
- ¿Por qué todo esto Marcia, ¿Para qué, qué es lo que quieres, ¿No tienes suficiente? - Andrés la miraba sin sacarle los ojos de encima.

Marcia se sintió derrotada solo por el peso de su mirada, si él supiera lo culpable que se sentía, si supiera todo lo que estaba pasando por su alma, pero ya no, él no quería saber, ya se lo había dicho una vez antes de que ella se fuera y ahora las cosas no eran diferentes.
Andrés la vio y pudo ver lo que no quería, sabía que eso le partiría el corazón, ahí estaba ella, como tantas veces había visto en sus sueños, pero estaba triste, no podía mirarlo a los ojos, se veía mal, destrozada y ahí estaba él, ayudando a su dolor, por unos segundos se odió, se odió con todas sus fuerzas. Solo quería que le dijera que lo amaba, que había vuelto por él, pero no, Marcia estaba en otro mundo y quizás ya tuviera novio, era imposible que estuviera por él.

- ¿Vas a responderme? - Su única forma de defensa era atacarla.
- Yo... Yo solo quería verte - Viendo como su respuesta había tocado algo en él, se sintió más fuerte para agregar - Pero si eso es demasiado para ti, no tenías porque haber venido, no era una obligación -
- ¿Acaso no te das cuenta de lo que me haces Marcia? - Andrés se acercó rápidamente a ella tomándola en sus brazos y se apodero de sus labios, fue un beso violento, lleno de desesperación, de rabia... Vio que ella estaba llorando, soltó una maldición y salió veloz de la habitación.
-Pero ¿Qué...? - Felipe vio a Marcia sentada en un sillón llorando desconsoladamente - Mi pequeña ¿Qué ha sucedido, ¿ Te hizo algo ese maldito? -
- No... solo lo que me tenía merecido - Marcia recordó el beso de Andrés y le dolió todo el cuerpo.
- Pero Marcia, ¿estás bien, ¿Si quieres puedo cancelar el evento de hoy, no hay problema? - Felipe la acercó a su cuerpo para poder abrazarla y noto que ella estaba temblando.
- No, no haremos nada de eso, hay personas que están esperando y tengo que estar ahí, me repondré, no te preocupes por eso - Se levantó, se lavo el rostro para borrar las huellas del llanto y procedió a maquillarse, quedando simplemente hermosa para la recepción de sus fans.

Abrieron las puertas y detrás del mesón estaba Marcia, no quedaba ninguna huella de todo lo que había pasado ni menos de todo lo que sentía en su interior, las personas fueron pasando una a una pasándole distintos ejemplares de sus novelas para que las firmara, contando claro el que estaba promocionando en ese momento. Dedico tiempo para hablar con todos y cada uno, riendo con sus bromas y hasta algunos comentando anécdotas de su infancia, lo estaba pasando muy bien hasta que lo vio, algo en su pecho la presiono y le costaba mantener la sonrisa con los demás, hasta que él llego.

- Espero que puedas firmar mi libro, lo compré cuando salía y ya que estás aquí, me gustaría tener una dedicatoria tuya - Andrés ya no era el mismo hombre distante con el que había estado hace un momento, le sonreía con sinceridad mientras le extendía el ejemplar que tenía en su mano. - Pero quiero que firmes con esta pluma -
Marcia solo la reconoció cuando la tuvo en sus manos. - ¿Acaso es la misma...? - La sonrisa de Andrés se lo confirmo, no podía creer que aún la tuviera, esa fue la primera pluma que había utilizado para escribir la novela con la que se había dado a conocer, una pluma que él le había dado y que había vuelto a ser de él cuando... mejor no recordar de cuando. - Pensé que... -
- Pensaste que la había hecho pedazos - La interrumpió Andrés.
- Bueno, si... Nunca se me ocurrió que la tendrías guardada - Marcia lo miro, pero bajo de inmediato la mirada, no soportaba mirarlo a los ojos.
- Quizás ha pasado mucho tiempo, pero quiero que la conserves esta vez -
- No puedo... -
- Claro que puedes, pudiste tirármela un día, ahora solo quiero que la conserves -
- Señorita Lirrán, tiene que continuar, hay muchas personas esperando y no va a alcanzar a atenderlas a todas - Dijo el encargado.
- El señor tiene razón, que estés bien Marcia, ya nos veremos, esta vez no dejaré que te vayas. - Tomo el libro y se fue, dejando a Marcia atónita repasando sus últimas palabras, pero la chica rebelde que llevaba en su interior pensó desafiante "¿Y que piensas hacer para impedirlo?", "Puede hacer muchas cosas" se dijo a si misma y no pudo evitar que sus mejillas se sonrojaran.

Continuo firmando hasta que hubieron pasado todos los del lugar, parecía que se habían multiplicado, terminó exhausta, solo quería ir a dormir. Llegó a su habitación y se acostó, en la mesa de noche dejo cuidadosamente la pluma, cerró los ojos y se quedo dormida. Soñó que Andrés la tomaba dulcemente en sus brazos y la acercaba a él, susurrando suavemente su nombre.