Capítulo 3. Duros recuerdos.
Ron condujo a Harry a la biblioteca, lugar preferido desde hacía un tiempo del pelirrojo. Allí observaron a una figura femenina, que vestía un traje elegante de color rojo intenso y miraba con curiosidad un libro.
Hermione- susurró el pelirrojo.
La joven se dio la vuelta y sus ojos chispearon al ver a su prometido y a su mejor amigo. Abrazó a Harry y luego a Ron, dándole un pequeño beso en los labios.
Si supieseis lo mal que lo hemos pasado- se sinceró la joven mientras preciosas lágrimas perladas corrían por su rostro. Ron las alejaba con sutileza y ella le sonreía aún más- Si tener noticias, sin saber qué hacer, sin poder escribiros una carta. Mi madre me prohibió salir del castillo y ya ni siquiera podía ir al pueblo para hablar con los que ya habían vuelto- un sollozo salido del corazón la interrumpió- Nos sabéis que miedo tenía.
Y nosotros, Hermione- susurró Harry dándole una mano para reconfortarla- Temimos no poder aguantar y volver a veros.
Ron escuchaba su conversación mientras abrazaba a la joven y besaba con cuidado sus cabellos. Estaba enamorada de ella desde la más tierna infancia, y sentía que cada vez la quería más. Sentía el deber de protegerla, de mimarla y cuidarla, de hacerla feliz por encima de todo. Desde que la conoció e intercambió sus impresiones con su amigo, supo que él no sentía lo mismo por aquella inteligente chica que Harry. Durante años se debatió entre la profunda amistad que arraigó entre los tres y los sentimientos que crecían en él cada vez que ella estaba cerca. Cuando sus padres la nombraron como candidata a ser su esposa no pudo contener su alegría, pero se alegró aún más cuando le notificaron por carta, ya que él ya estaba luchando, que ella ya era su prometida.
Si vierais cómo ha cambiado todo esto- dijo la joven.
Ha debido cambiar mucho, porque la manera en que nos ha recibido Virginia- exclamó un poco dolorido el joven de pelo azabache. No sé lo que pretendías después de que la dejaste con la palabra en la boca- le espetó Hermione. No este recibimiento. Ya sabes que ella es muy sensible- le dijo su hermano- Y desde que se casó con ese estúpido se puso peor. Gracias al cielo que se murió. ¡Ronald!- le regañó su prometida- No debes de alegrarte porque alguien se haya muerto. ¿Por qué no? ¿Es que acaso ya no te acuerdas de lo que Virginia nos contaba que le obligaba a hacer? Era para castrarlo.
Hermione calló y miró a Harry, que estaba rojo de rencor. Claro que se acordaba. ¡Cómo olvidar las humillaciones que sufría la pelirroja en manos de aquel viejo energúmeno! La pobre se los contaba entre sollozos, temblando al saber que, al volver a su castillo, se repetirían.
Me voy a dar una vuelta- susurró.
Y salió de la habitación dándoles la espalda a sus amigos. Bajó hacia el jardín, colocándose una enorme capa color verde oliva encima de sus ropas. Salió al exterior y una fuerte ventisca le dio en la cara haciendo que estornudara un par de veces. Estaba enfadado consigo mismo por haber sido un cobarde. Odiaba toda su vida desde que se había dado cuenta, un par de meses antes de que ella se casara, de que amaba a Virginia. Y lo peor era que, a su modo, ella le correspondía. A su modo porque nunca fue mujer de palabras de amor. Pero ¿Y qué? Si todo te lo decía con gestos, con miradas, con caricias proscritas. Recordó sus ojos llorosos el día que se enteró de su matrimonio con Jude Mars, el banquero más rico de país. Aún podía sentir los temblores de su cuerpo la última noche que estuvieron juntos, hablando sobre necedades y sin compartir sentimientos. ¿Por qué? ¿Por qué todo eso? Se dirigió hacia un banco y se sentó, preguntándose dónde estaría ella ahora.
Virginia se sentía tremendamente feliz. Le encantaba galopar hacia el horizonte, sin rumbo fijo. Detrás había dejado a Luna, que no podía seguir su ritmo. Rió fuertemente y se desprendió de su elaborado moño, dejando el cabello rojo suelto. Sus suaves ondulaciones viajaban enredándose entre sí, y su cuerpo se abría al sentir cómo la libertad la tocaba con sus agradables manos. De repente se dio cuenta de que por ese lugar nunca había estado, y tampoco lo reconocía. Había estado tan absorta en sus pensamientos y sus ansias de escapar del mundo que no se percató de que el caballo no la llevaba hacia el lugar al que pretendía ir.
Observó con impresión el inmenso bosque que se habría enfrente suya. Las copas de los árboles eran tan altos que algunos ni se veían, y todo estaba bañado de un color verde oscuro. Impresionada por lo que veía, saltó del caballo y se apresuró a investigar, pero una mano la sujetó con fuerza.
¿Estás loca, Virginia?- le preguntó Luna- ¿Vas a entrar al bosque mágico de los Malfoy?
Así que este es el bosque famoso del que todos hablan-se volvió a Luna, que la miraba con los ojos miedosos- ¿Y por qué es mágico?
No sé, se rumorea que es aquí donde vive el que fue el mago más horrible de toda la historia. Los Malfoy lo cobijan a cambio de poder. Por eso son los señores más importantes de todas estas tierras.
Pero todo eso son tonterías, Luna- le contradijo su amiga- Voldemort murió hace más de dieciocho años, justo los que tengo yo. El conde Potter fue quien lo venció, apenas con un año de edad. ¿Por qué iba a vivir en este bosque si sigue siendo así de fuerte?
No lo sé, señora. Será mejor que nos vayamos.
Virginia resopló, pero volvió a montar.
Vámonos Pegaso- susurró Luna y a su caballo, y luego se volvió al de Virginia- Adelante Tornado.
Y ambos caballos salieron presurosos de aquel lugar, aunque Virginia mantuvo la mirada durante bastante rato.
Llegaron al castillo cerca del anochecer. El padre de Virginia la reprendió duramente en la biblioteca para luego prohibirle las salidas. La acusó del malversación y de querer poner en ridículo el apellido Weasley, pero ella le recordó "dulcemente" que ese no era su apellido. Su padre, enfadado por su insolencia, le pegó un bofetón que le tendió de espaldas e hizo que le saliese sangre por la nariz.
Virginia- dijo en cuanto se dio cuenta de lo que había hecho.
Pero la joven se levantó despacio y salió del lugar sin decir nada. Su hermano Charlie se la cruzó justo cuando salía y, al verla sangrando, se asustó.
¡Gin!- susurró tocándole el labio, a lo que la joven hizo una exclamación de dolor- ¿Quién ha sido?
Padre y yo hemos vuelto a discutir.
¿Mars?- Virginia asintió y Charlie chasqueó la lengua- Ese viejo sigue dando problemas hasta muerto.
Disculpa Charlie, pero tengo que irme a limpiarme.
Bien, te espero para cenar.
No bajaré, tomaré algo en mi habitación- y sin decir nada más se encaminó a su habitación.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
¡Es que es injusto!- exclamó Charlie dando un puñetazo en la mesa y haciendo tintinear las copas de cristal. Todos sus hermanos, cuñadas y Harry lo miraron sorprendidos.
¿Por qué injusto?- preguntó su padre sin darle importancia.
Primero la obligas a que se case con Mars, aún sabiendo que no le hacía ningún bien. Y ahora le vienes diciendo que si está mancillando nuestro apellido.
La niña debe aprender a mantener la lengua quieta.
¿Cuándo vas a entender que no es una niña, que ya ha pasado el tiempo d los juegos? Tú mismo la lanzaste al pozo de los leones casándola con ese Mars y ahora pretendes volver a dirigir su vida.
¡Ella es mi hija, no la tuya!
¡Claro, si fuera mía no la trataría así!
Lo que te pasa, Charlie, es que desde que Marta murió estás demasiado dependiente de tu hermana.
Charlie miró a su padre con furia en los ojos. A su lado Fred pudo notar cómo sus puños se apretaban, e intentó calmarlo poniéndole una mano en el hombro.
Ya veo que es inútil discutir contigo- se levantó mirando a su padre que había clavado la mirada indiferente en el asado- Será mejor que me vaya a dormir pronto.
Y dicho esto se levantó, arrojó la servilleta a un lado y se fue dando un portazo.
No deberías decirle esas cosas a Charlie, Arthur- le reprendió su esposa duramente- Al fin y al cabo él solo quiere lo mejor para Virginia.
Deberíamos volver a casarla Molly- sentenció su marido. Harry se atragantó con un trago de vino.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Para Charlie, entrar en la habitación de su hermana era algo así como volver a la infancia. Era uno de los compartimentos más grandes de todo aquel ala, y resultaba ser un auténtico castillo de muñecas. Allí la encontró, sentada en el alféizar interior de la ventana, observando las estrellas. A un lado, una mesilla con su cena, no la había probado. El hombre no pudo menos que pensar que estaba hermosísima con su camisón casi transparente y una bata totalmente abierta de color verde. Se veía pálida, melancólica, triste. Sí, aquella era su hermana desde que se casó, desde que aquel hombre la usó como un juguete de plastilina. "Gracias a Dios murió" pensó.
Me encantaría ser pájaro- susurró la joven al ver a su hermano en la puerta.
¿Para qué?- preguntó su hermano extrañado.
Para no vivir en una jaula de cristal.
Charlie se acercó y se sentó al lado de su hermana. Desde que Virginia había nacido él había sentido un amor platónico hacia su hermana pequeña. Adoraba su forma de ser, ya que él era el que más se asemejaba a ella. Por otra parte, ella nunca le había decepcionado. Siempre había tenido un minuto para escucharlo y consolarlo, sobre todo desde que su esposa, Marta, había muerto al dar a luz a su hijo. Desde entonces se había volcado en la educación de pequeño John y el cuidado de su hermanita, que hacía de madre para el niño.
No quiero volver a ser de nadie- sentenció la joven- Alégrate de no tener que ser la esposa de...Charlie.
Con escucharte he tenido suficiente.
Por suerte todo eso ya ha pasado.
Y dicho esto sonrió y se acurrucó en el amplio pecho de su hermano preferido, mientras ambos observaban el cielo estrellado.
¡¡Hola a todas!! Lo sé, me vais a matar. Este capítulo no me ha gustado mucho, pero espero poder poner cosas más interesantes. Como avance deciros que Ginny volverá, y esta vez sola, al bosque prohibido y tendrá un encuentro con alguien, se recibirá una invitación a un baile y ¿Harry se decidirá?... Espero terminarlo pronto y poder publicarlo mañana o el viernes.
Muchas gracias por todos vuestros reviews, sois geniales. Siento no poder contestarlos, pero estoy muerta de sueño y creo que me perdonaréis.
Con todo mi cariño...
Angela
Ron condujo a Harry a la biblioteca, lugar preferido desde hacía un tiempo del pelirrojo. Allí observaron a una figura femenina, que vestía un traje elegante de color rojo intenso y miraba con curiosidad un libro.
Hermione- susurró el pelirrojo.
La joven se dio la vuelta y sus ojos chispearon al ver a su prometido y a su mejor amigo. Abrazó a Harry y luego a Ron, dándole un pequeño beso en los labios.
Si supieseis lo mal que lo hemos pasado- se sinceró la joven mientras preciosas lágrimas perladas corrían por su rostro. Ron las alejaba con sutileza y ella le sonreía aún más- Si tener noticias, sin saber qué hacer, sin poder escribiros una carta. Mi madre me prohibió salir del castillo y ya ni siquiera podía ir al pueblo para hablar con los que ya habían vuelto- un sollozo salido del corazón la interrumpió- Nos sabéis que miedo tenía.
Y nosotros, Hermione- susurró Harry dándole una mano para reconfortarla- Temimos no poder aguantar y volver a veros.
Ron escuchaba su conversación mientras abrazaba a la joven y besaba con cuidado sus cabellos. Estaba enamorada de ella desde la más tierna infancia, y sentía que cada vez la quería más. Sentía el deber de protegerla, de mimarla y cuidarla, de hacerla feliz por encima de todo. Desde que la conoció e intercambió sus impresiones con su amigo, supo que él no sentía lo mismo por aquella inteligente chica que Harry. Durante años se debatió entre la profunda amistad que arraigó entre los tres y los sentimientos que crecían en él cada vez que ella estaba cerca. Cuando sus padres la nombraron como candidata a ser su esposa no pudo contener su alegría, pero se alegró aún más cuando le notificaron por carta, ya que él ya estaba luchando, que ella ya era su prometida.
Si vierais cómo ha cambiado todo esto- dijo la joven.
Ha debido cambiar mucho, porque la manera en que nos ha recibido Virginia- exclamó un poco dolorido el joven de pelo azabache. No sé lo que pretendías después de que la dejaste con la palabra en la boca- le espetó Hermione. No este recibimiento. Ya sabes que ella es muy sensible- le dijo su hermano- Y desde que se casó con ese estúpido se puso peor. Gracias al cielo que se murió. ¡Ronald!- le regañó su prometida- No debes de alegrarte porque alguien se haya muerto. ¿Por qué no? ¿Es que acaso ya no te acuerdas de lo que Virginia nos contaba que le obligaba a hacer? Era para castrarlo.
Hermione calló y miró a Harry, que estaba rojo de rencor. Claro que se acordaba. ¡Cómo olvidar las humillaciones que sufría la pelirroja en manos de aquel viejo energúmeno! La pobre se los contaba entre sollozos, temblando al saber que, al volver a su castillo, se repetirían.
Me voy a dar una vuelta- susurró.
Y salió de la habitación dándoles la espalda a sus amigos. Bajó hacia el jardín, colocándose una enorme capa color verde oliva encima de sus ropas. Salió al exterior y una fuerte ventisca le dio en la cara haciendo que estornudara un par de veces. Estaba enfadado consigo mismo por haber sido un cobarde. Odiaba toda su vida desde que se había dado cuenta, un par de meses antes de que ella se casara, de que amaba a Virginia. Y lo peor era que, a su modo, ella le correspondía. A su modo porque nunca fue mujer de palabras de amor. Pero ¿Y qué? Si todo te lo decía con gestos, con miradas, con caricias proscritas. Recordó sus ojos llorosos el día que se enteró de su matrimonio con Jude Mars, el banquero más rico de país. Aún podía sentir los temblores de su cuerpo la última noche que estuvieron juntos, hablando sobre necedades y sin compartir sentimientos. ¿Por qué? ¿Por qué todo eso? Se dirigió hacia un banco y se sentó, preguntándose dónde estaría ella ahora.
Virginia se sentía tremendamente feliz. Le encantaba galopar hacia el horizonte, sin rumbo fijo. Detrás había dejado a Luna, que no podía seguir su ritmo. Rió fuertemente y se desprendió de su elaborado moño, dejando el cabello rojo suelto. Sus suaves ondulaciones viajaban enredándose entre sí, y su cuerpo se abría al sentir cómo la libertad la tocaba con sus agradables manos. De repente se dio cuenta de que por ese lugar nunca había estado, y tampoco lo reconocía. Había estado tan absorta en sus pensamientos y sus ansias de escapar del mundo que no se percató de que el caballo no la llevaba hacia el lugar al que pretendía ir.
Observó con impresión el inmenso bosque que se habría enfrente suya. Las copas de los árboles eran tan altos que algunos ni se veían, y todo estaba bañado de un color verde oscuro. Impresionada por lo que veía, saltó del caballo y se apresuró a investigar, pero una mano la sujetó con fuerza.
¿Estás loca, Virginia?- le preguntó Luna- ¿Vas a entrar al bosque mágico de los Malfoy?
Así que este es el bosque famoso del que todos hablan-se volvió a Luna, que la miraba con los ojos miedosos- ¿Y por qué es mágico?
No sé, se rumorea que es aquí donde vive el que fue el mago más horrible de toda la historia. Los Malfoy lo cobijan a cambio de poder. Por eso son los señores más importantes de todas estas tierras.
Pero todo eso son tonterías, Luna- le contradijo su amiga- Voldemort murió hace más de dieciocho años, justo los que tengo yo. El conde Potter fue quien lo venció, apenas con un año de edad. ¿Por qué iba a vivir en este bosque si sigue siendo así de fuerte?
No lo sé, señora. Será mejor que nos vayamos.
Virginia resopló, pero volvió a montar.
Vámonos Pegaso- susurró Luna y a su caballo, y luego se volvió al de Virginia- Adelante Tornado.
Y ambos caballos salieron presurosos de aquel lugar, aunque Virginia mantuvo la mirada durante bastante rato.
Llegaron al castillo cerca del anochecer. El padre de Virginia la reprendió duramente en la biblioteca para luego prohibirle las salidas. La acusó del malversación y de querer poner en ridículo el apellido Weasley, pero ella le recordó "dulcemente" que ese no era su apellido. Su padre, enfadado por su insolencia, le pegó un bofetón que le tendió de espaldas e hizo que le saliese sangre por la nariz.
Virginia- dijo en cuanto se dio cuenta de lo que había hecho.
Pero la joven se levantó despacio y salió del lugar sin decir nada. Su hermano Charlie se la cruzó justo cuando salía y, al verla sangrando, se asustó.
¡Gin!- susurró tocándole el labio, a lo que la joven hizo una exclamación de dolor- ¿Quién ha sido?
Padre y yo hemos vuelto a discutir.
¿Mars?- Virginia asintió y Charlie chasqueó la lengua- Ese viejo sigue dando problemas hasta muerto.
Disculpa Charlie, pero tengo que irme a limpiarme.
Bien, te espero para cenar.
No bajaré, tomaré algo en mi habitación- y sin decir nada más se encaminó a su habitación.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
¡Es que es injusto!- exclamó Charlie dando un puñetazo en la mesa y haciendo tintinear las copas de cristal. Todos sus hermanos, cuñadas y Harry lo miraron sorprendidos.
¿Por qué injusto?- preguntó su padre sin darle importancia.
Primero la obligas a que se case con Mars, aún sabiendo que no le hacía ningún bien. Y ahora le vienes diciendo que si está mancillando nuestro apellido.
La niña debe aprender a mantener la lengua quieta.
¿Cuándo vas a entender que no es una niña, que ya ha pasado el tiempo d los juegos? Tú mismo la lanzaste al pozo de los leones casándola con ese Mars y ahora pretendes volver a dirigir su vida.
¡Ella es mi hija, no la tuya!
¡Claro, si fuera mía no la trataría así!
Lo que te pasa, Charlie, es que desde que Marta murió estás demasiado dependiente de tu hermana.
Charlie miró a su padre con furia en los ojos. A su lado Fred pudo notar cómo sus puños se apretaban, e intentó calmarlo poniéndole una mano en el hombro.
Ya veo que es inútil discutir contigo- se levantó mirando a su padre que había clavado la mirada indiferente en el asado- Será mejor que me vaya a dormir pronto.
Y dicho esto se levantó, arrojó la servilleta a un lado y se fue dando un portazo.
No deberías decirle esas cosas a Charlie, Arthur- le reprendió su esposa duramente- Al fin y al cabo él solo quiere lo mejor para Virginia.
Deberíamos volver a casarla Molly- sentenció su marido. Harry se atragantó con un trago de vino.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Para Charlie, entrar en la habitación de su hermana era algo así como volver a la infancia. Era uno de los compartimentos más grandes de todo aquel ala, y resultaba ser un auténtico castillo de muñecas. Allí la encontró, sentada en el alféizar interior de la ventana, observando las estrellas. A un lado, una mesilla con su cena, no la había probado. El hombre no pudo menos que pensar que estaba hermosísima con su camisón casi transparente y una bata totalmente abierta de color verde. Se veía pálida, melancólica, triste. Sí, aquella era su hermana desde que se casó, desde que aquel hombre la usó como un juguete de plastilina. "Gracias a Dios murió" pensó.
Me encantaría ser pájaro- susurró la joven al ver a su hermano en la puerta.
¿Para qué?- preguntó su hermano extrañado.
Para no vivir en una jaula de cristal.
Charlie se acercó y se sentó al lado de su hermana. Desde que Virginia había nacido él había sentido un amor platónico hacia su hermana pequeña. Adoraba su forma de ser, ya que él era el que más se asemejaba a ella. Por otra parte, ella nunca le había decepcionado. Siempre había tenido un minuto para escucharlo y consolarlo, sobre todo desde que su esposa, Marta, había muerto al dar a luz a su hijo. Desde entonces se había volcado en la educación de pequeño John y el cuidado de su hermanita, que hacía de madre para el niño.
No quiero volver a ser de nadie- sentenció la joven- Alégrate de no tener que ser la esposa de...Charlie.
Con escucharte he tenido suficiente.
Por suerte todo eso ya ha pasado.
Y dicho esto sonrió y se acurrucó en el amplio pecho de su hermano preferido, mientras ambos observaban el cielo estrellado.
¡¡Hola a todas!! Lo sé, me vais a matar. Este capítulo no me ha gustado mucho, pero espero poder poner cosas más interesantes. Como avance deciros que Ginny volverá, y esta vez sola, al bosque prohibido y tendrá un encuentro con alguien, se recibirá una invitación a un baile y ¿Harry se decidirá?... Espero terminarlo pronto y poder publicarlo mañana o el viernes.
Muchas gracias por todos vuestros reviews, sois geniales. Siento no poder contestarlos, pero estoy muerta de sueño y creo que me perdonaréis.
Con todo mi cariño...
Angela
