Dedicado a Azazel-Black…
Capítulo 9.Catherine y la reunión de nobles.
Draco la despertó temprano, dándole la impresión de que acababa de cerrar los ojos cuando ya tuvo que verse obligada a abrirlos. Se movió un poco, inquieta en la cama, abriendo los ojos y cerrándolos y luego volvió a adormecerse.
-Si quieres venir a la reunión de nobles, date prisa-le ordenó Draco antes de salir de la habitación.
-Lo haré-
Se deshizo de las mantas con morriña y se sacudió el pelo de la cara. Trudy la esperaba llenándole la tina tras las cortinas, y en sus pies descansaba ya su vestido verde esmeralda.
-Vuestra madre querría veros después de la reunión-le informó Trudy- Desea felicitaros.
-Decidle que me reuniré con ella en cuanto termine con los asuntos primordiales del día-oyó rasgar la puerta-Y deja entrar a Diamante, Trudy.
-Lord Draco me pidió que mientras él esté, no deje entrar a su gato, señora. Lo consideró una alimaña-
-Ya hablaré yo con Draco, no te preocupes-se metió en la tina-¡Trudy! El agua está helada.
-No hay forma de calentarla, señora, las sirvientas aún no ha vuelto-
-¿Y cuando vendrán mis sirvientes?-
-Aún no han salido del palacio. Terminan algunas cosas de última hora-
De pronto alguien llamó a la puerta, y tanto Trudy como Ginevra se miraron, extrañadas.
-Tapaos-le pidió la sirvienta a su ama entregándole su bata verde esmeralda. Luego se acercó a la puerta-¿Quién es?
-Catherine Andrea Zabini-dijo una voz suave-Me han nombrado Dama principal de Lady Ginevra.
-Dejadla pasar, Trudy-
Trudy quitó el cerrojo y abrió la pesada puerta de madera. Detrás de ella apareció una de las mujeres más hermosas que Ginevra había visto jamás. Apenas parecía tener su edad, quizá un poco mayor, pero sus ojos verde mar claros y alegres destacaban en una cara de delicadas y armoniosas facciones. El pelo era negro como el azabache y lo llevaba medio caído, recogido con un lazo blanco, dejando que algunos mechones le cayesen por la cara. Llevaba un vestido sencillo, sin adornos ni lazos, pero su cuerpo parecía tan bien formado que Ginevra, por un momento, se sintió poco a su lado.
-Buenos días, señora-se acercó e hizo una graciosa reverencia, agarrándose los bajos de su falda- Espero que haya dormido bien.
-Gracias. Perdona que te pregunte pero… ¿Quién eres?
-Suponía que Lord Draco no os había dicho nada. Soy Lady Zabini, la esposa de Lord Zabini ¿Lo recordáis? Estuvo en vuestra pedida de mano, acompañando a nuestro amo-
-Sí, creo que sé quien es-recordó vagamente una figura saliendo de la espesura y entregándole a Draco una caja.
-Lord Draco me pidió que os ayudara a dirigiros por sus territorios, y que os acompañara mientras él esté ocupado con otros asuntos de su reino-explicó Catherine-Y según está en mi conocimiento, debéis vestiros si queréis llegar a la sala del concejo a tiempo.
Ginevra terminó de salir del baño y Trudy le ayudó a vestirse, mientras Catherine arreglaba las sábanas y observaba los vestidos que se habían desparramado en busca del adecuado.
-Son preciosos-sonrió.
-Y pesados-se quejó Ginevra mientras Trudy le terminaba de apretar el corsé.
Catherine suspiró.
-Aun así, me encantaría algún día ir tan elegante como vos-
-Cada una tiene lo que merece-sentenció Trudy.
-O lo que le ha tocado-susurró Catherine.
&&&&&&&&&&&&&&&
El salón del concejo era también circular, como su dormitorio, y se hallaba en el torreón más cercano a la entrada. Para llegar había que conocer bien el camino, pero Catherine parecía haber nacido en ese palacio, pues conocía cada rincón y en cada lugar le explicaba una cosa. Por eso, y porque había tardado mucho en estar lista, para cuando llegaron al salón de concejos ya todos los nobles estaban allí. Ginevra intentó entrar por la puerta, pero Catherine la cogió y se lo impidió.
-Por ahí no-la reprimió con una sonrisa-Venid, nosotras tenemos mejores asientos.
La llevó a través de unos estrechos escalones hacia la parte superior y abrió con una pequeña llave plateada que sacó del escote la pequeña puerta que les interponía el paso. Al principio no vio nada, pero Catherine le cogió la mano y la internó en las sombras. Al final de un pasillo se veía luz, y al llegar, Ginevra pudo comprobar que estaban tras unas balconadas, desde dónde ellas podían verlo todo, pero las personas de abajo no las verían. Catherine le entregó un cojín amplio.
-Sentaos-le recomendó la muchacha-La reunión se alargará más de lo que pensáis.
En efecto, tardaron un rato en terminar de venir nobles. Ginevra distinguió entre la multitud a su padre, que se sentó en uno de los primeros bancos, y a Harry, que le correspondía uno de los más altos y últimos por ser el más joven. También estaban todos sus hermanos. Draco, en cambio, se sentaba al lado de su padre, ambos por debajo de los demás. Beverly aún no había aparecido, pero el hermoso sillón tapizado de terciopelo azul y del que pendía un manto a modo de cola parecía estar hecho para ella.
-¿Cuántos son?-preguntó Ginevra, asombrada al ver a tantos nobles.
-Nunca los he contado-se sinceró Catherine-Pero han venido también hijos de nobles, caballeros y terratenientes. Algo grave debe pasar.
En esos momentos apareció un hombre vestido de guerra y detrás suya, Beverly ataviada como la reina que no era.
-¿Qué hace Blaise ahí?-exclamó Catherine asombrada.
-¿Ese es tu marido?-
-Sí, pero no debía estar aquí. Él nunca acude a las reuniones a menos que…-
-Que ¿Qué?-
Pero Beverly ya se había sentado y el padre de Draco, Lord Lucius Malfoy, comenzaba a hablar.
-Señores del concejo, nobles, terratenientes, juez Dumbledore, obispo Martín-un hombre vestido de morado y negro que se hallaba entre la multitud inclinó la cabeza- Habéis sido congregados debido a la petición de nuestra señora de Gales para deliberar sobre el precario estado en que se encuentra su marido y sus posesiones. Señora-
Beverly se levantó de la silla, y Ginevra vio detrás suya a su hijo, tan sucio y adormilado que parecía que iba a caerse.
-Buenos días, señores-comenzó a decir con su voz grave y alta-En primer lugar deseo agradecer a Lord Malfoy que se haya ofrecido tan rápidamente a hacer esta junta.
-Le habría cortado el cuello si no la hubiese hecho-murmuró Catherine. Parecía no ser muy partidaria de Beverly.
-Y en segundo lugar, vengo como mensajera de mi marido a ofreceros un pacto. Desde tiempos inmemoriales nuestras familias han estado sujetas de alguna manera, bien por guerras o alianzas de cualquier tipo. Hasta hace poco tiempo tuve la esperanza de que Lord Draco y mi hija llegasen a cumplir una de esas alianzas, pero Nuestro Señor tuvo como mejor hecho que éste se uniese a Lady Ginevra, que estoy seguro sabrá cumplir con la delegación tan importante a la que estará sometida-
-¿Cómo?-exclamó Ginevra indignada-¿Draco ya estaba prometido con una de sus hijas?
-¿No lo sabíais?-se sorprendió Catherine.
-No ¿Con cuál de ellas?-
-Con la mayor, Scarlett-
-Debe tener al menos su edad-
-Cinco años más, pero eso no es problema. A Beverly le convenía tener parentescos con los señores más poderosos de Hogwarts. Muchos creen que un heredero de Lord Draco y Lady Scarlett hubiese solventado muchos problemas-
-¿Por qué no se llevó a cabo?-
-Porque Lord Draco ya os amaba. Le dijo a su padre que no volvería a casarse como pacto-Catherine tembló- Gracias al Señor que no estuvisteis aquí. Padre e hijo sólo discutían y vuestro nombre salía en muchas conversaciones. Beverly presionaba a favor de su hija, hasta que Draco tuvo que ceder y Lady Scarlett vino a conocerlo.
-¿Era hermosa?-
Catherine rió e hizo una graciosa mueca.
-No. La que sí era bella era la más pequeña, Valery. Creo que tiene unos dieciséis años. Helen y Madison, las otras dos hijas se casarán, porque tienen poderes y son agradables a la vista, pero Scarlett…-
-¿Y qué pasó?-
-Beverly acompañó a sus hijas y todas fueron presentadas a Lord Draco, que no se quedó prendado de ninguna, aunque Madison y él tomaron amistad. Pero un día llegó un mensajero con una carta urgente. A la mañana siguiente se marcharon-
-¿Y ya está?-
-Sí. Todo fue muy extraño, porque por esa época vos ya estabais prometida a Lord Potter, pero todo cambió con esa carta. O con esa noche-
Ginevra volvió la cara y vio que Lady Beverly seguía hablando.
-…por eso os pido, señores de estos condados, que me prestéis ayuda a cambio de la independencia de Hogwarts y la formación del reino que todos deseamos que sea-
Ginevra se tensó al oír esas palabras. La posibilidad de la guerra a cambio de un reino independiente le parecía pobre pues las miles de bajas que había habido en la anterior guerra no habían sido recompensadas. Y parecía que alguien estaba de acuerdo con ella, pues Lord Lupin se había levantado y había planteado sus dudas respecto a ese pacto.
-Disculpe si le molestan mis dudas, Lady Beverly, pero nosotros ya luchamos por su familia hace apenas un año y no se nos ha recompensado de ninguna forma. Se nos prometió oro, que no hemos visto, poder propio, que no tenemos, y un parlamento ¿Usted los ve? Si todas sus promesas van a ser como esas, yo no crearé más viudas o madres deshechas por la muerte de sus hijos. No quiero volver a ver a mi pueblo sufrir-
Varios nobles aplaudieron su iniciativa, pero Lady Beverly se levantó y, con una sonrisa maligna, respondió.
-Lord Lupin, permítame recordarle que si no fuese por el beneplácito de mi marido y su buen casamiento usted ahora seguiría criando cerdos-
-¡Yo luché por vuestro marido y estuve a punto de morir por él! Me gané mi derecho a estar aquí con mi valor. Y sí, casarme con mi difunta esposa me solventó ciertos precipicios, pero usted está en la misma situación ¿O he de recordarle que antes de ser la esposa de Lord Hessingam era una simple muchacha de campo?-
-¡POR FAVOR!-exclamó el juez Dumbledore- estamos aquí para resolver el porvenir de nuestro pueblo, no para saber cómo llegó cada cual a lugar que ocupa.
Lord Lupin y Lady Beverly se sentaron, aún mirándose fijamente. Lord Dumbledore le pidió que hablara al obispo, aunque éste, como siempre, se mostró de acuerdo con la posibilidad de conseguir la independencia. Su padre se levantó y también habló.
-Señores, bien sabéis que a mí no me agrada en absoluto la guerra. Es más, la odio con todo mi corazón. Pero si de esta manera pudiese al fin ver a mis hijos y nietos vivir sin la constante atención a los ingleses, que nos tratan de una manera a veces buena, a veces mala, prefiero esa posibilidad y ver algún día, aquí en la tierra o en el cielo, un Hogwarts libre, con su rey, su parlamento y sin esclavos-
Ginevra sintió que su pecho se henchía de orgullo tras el discurso de su padre. Era la primera vez que oía uno y se sintió feliz de ser su hija. No era de extrañar que supiese ganarse a la gente con su don de la palabra. Lord Malfoy se levantó.
-¿Alguien más desea añadir algo?-la sala calló-Está bien, ruego a los que estén de acuerdo con luchar a favor de Lady Beverly firmen en este papel y aproximen el número de soldados para hacer las particiones que podrán partir en breve hacia Francia para así unirse con el ejército de Lord Hessingam-
Una muchedumbre se levantó, pero Ginevra siguió la delgada figura de Lord Lupin, que salió de la sala sin firmar.
-Vamos señora-le dijo Catherine-Debemos salir de aquí antes que los señores-
Se apresuraron por el oscuro pasillo y las escaleras y salieron corriendo hasta llegar a un pequeño patio que unía un edificio con otro. Allí Catherine frenó.
-¿Y bien? ¿Qué os ha parecido vuestro primer concejo?-
-Sin duda interesante-
-Habéis tenido suerte. El mío fue sobre los impuestos a los campesinos. Pero ya veréis como los juicios son más sorprendentes-
-¿Juicios?-
-Lord Malfoy lleva los juicios menores de su reino-
-Pensé que Lord Dumbledore los llevaba todos-
-¡No!-rió Catherine- Podría morirse el pobre hombre. Todos los nobles llevan los casos menores de su reino, y los casos mayores o las apelaciones van al juez principal, Lord Dumbledore-
-¿Cuándo podré ver uno?-
-Mañana mismo, pero en ese podréis estar presente. Ahora venid, he de presentaros a vuestras damas-
Ginevra la siguió hasta el segundo piso, cruzó una puerta y entraron en una sala enorme, dónde destacaba, entre otras cosas, una silla enorme de plata y dos más pequeñas que eran como taburetes. Encima, el estandarte de los Malfoy y los Black enlazado.
-Esta es la sala del trono o los juicios-explicó Catherine-pero también se realizan los bailes y demás festividades. Vuestro banquete de bodas se celebró en la sala de cristal, que sólo se utiliza para ocasiones muy especiales. Venid por aquí.
Se internó en una puerta muy bien disimulada tras unos tapices y subió unos escalones hasta llegar a una puerta. Detrás se escuchaban risas. Catherine se volvió.
-Quisiera deciros, antes de que entréis, que tengáis cuidado. Las mujeres que vais a ver son hijas de perra que han llegado a esa posición porque han sabido utilizar su cuerpo. No sé si me entendéis-
-Perfectamente-
-Intentarán minar vuestra relación con Lord Draco, así que os recomiendo que nos os fiéis de ninguna y las tratéis con dureza. Si tenéis problemas, comunicádmelos a mí o a vuestro marido-
Acabadas estas palabras, abrió la puerta y se encontró con siete mujeres sentadas alrededor enormes y confortables cojines que se expandían alrededor de varias alfombras. También había una cama de matrimonio con doseles rojos y un lavamanos. Era menos lujosa y más confortable que la otra.
Catherine dio dos palmadas y todas las mujeres se pusieron rectas. Algunas vestían incluso más elegantemente que ella y parecía mayores, pero eso no la amedrentó. Siguió a Catherine con el rictus serio y las observó de arriba abajo, evaluándolas.
-Lady Malfoy-era la primera vez que la llamaban así-Os presento a Marie DEssorts-señaló a una muchacha de su edad que sonreía levemente y se inclinaba en una graciosa reverencia. Era un poco más baja que Catherine y ella. Tenía un hermoso pelo rubio y ojos azules- Suzanne Eshengs-la más mayor, que tenía el pelo muy bien recogido con perlas y un hermoso vestido dorado-Anna Paquin-una joven de pelo negro-rojizo y labios gruesos y rojos-Eleanor L´Anglois-una joven muy hermosa, de pelo espeso y ojos oscuros-Rose Zabini-una mujer de ojos azules y pelo negro, que se parecía en rasgos a su marido, Blaise, y que la miraba con burla en sus ojos-Sara González-una joven de tez morena y pelo rizado y largo-y Elizabeth Joan-la última joven, que la miraba con cara de asco.
-Señora-dijeron todas a la vez.
-Éstas son vuestras damas-continuó Catherine, pero más que hablarle a ella, parecía hablarle a las damas-Son vuestras sirvientas fieles y deberán serviros en cualquier cosa que os plazca. Siempre estarán pendientes de las cosas que pasen en el palacio para que vos sepáis actuar de la manera que a vuestro juicio sea mejor-
Ginevra sintió ocho pares de ojos mirándola, y se sintió incómoda.
-Ahora mismo quiero ver a mi madre y cuñadas. He de decirles algo-
La joven de pelo rubio y ojos azules salió por la puerta.
-¿Dónde va?-
-Ella las llamará a vuestros aposentos. Venid que os los enseñe-
Y a través de otra puerta secreta entraron a unas salas comunicadas por breves pasillos. En primer lugar había una estancia presidida por una enorme chimenea encendida y cubierta de alfombras muy hermosas de color azul y blanco. Las ventanas estaban cubiertas por cortinas de seda blancas y las paredes con retratos familiares. Varios sillones y una mesa con sillas.
-Aquí tenéis el salón. Podréis pasar el tiempo y tenéis unas maravillosas vistas-Ginevra miró por la ventana y vio que éstas daban a los jardines traseros.
La siguiente estancia era el dormitorio, que estaba decorada con los mismos colores, blanco y azul. Apenas tenía la cama, una mesilla con una virgen muy hermosa que rezaba y una chimenea muy pequeña.
-El baño y la tina están tras esos tapices-señaló Catherine-Y también los aposentos para vuestros hijos-y apuntó- Cuando estén.
-Gracias, Catherine-
-¿Queréis esperar aquí a vuestra madre y cuñadas o preferís esperarla en el salón?-
-Ve tú y recíbelas, ahora iré yo-
-Sí, señora-
Cerró la puerta tras ella y Ginevra se tumbó en la cama, añorando la suya propia, tan lejana y cercana a la vez. Se levantó y se asomó a las otras habitaciones, pero se dio cuenta que todas estaban cerradas exceptuando una sala pequeña dónde lo único destacado era una cuna de plata con el estandarte de los Malfoy grabado. No tenía sábanas ni colchón. La contempló con tranquilidad. Era una hermosura, pero fría al no tener a alguien para que la ocupara. Y Ginevra tuvo entonces ganas de tener un hijo y poder así acostarlo en esa cuna, cuidarlo y amarlo…
-¿Ginevra?-una voz la llamó desde el pasillo.
Salió y se encontró con Hermione, que la buscaba por la estancia.
-¿Dónde estabas? Llevo un rato buscándote-
-Investigando-sonrió.
-Catherine nos ha dicho que te esperáramos, pero quería saber qué había pasado con el concejo-
-Hermione yo…-
-Sé que has ido-decretó Hermione mirándola seriamente-No intentes protegerme y dime lo que pasa. De igual forma lo sabré.
-Firmaron por la guerra-Hermione se sentó en la cama, pálida-No todos, pero casi. Beverly supo convencerlos. Lo siento.
-Yo también lo siento por ti, Ginny-
Ginevra le puso una mano en el hombro.
-Ya lo vi partir una vez, y creí que iba a morirme ¿Qué pasará ahora que estoy acostumbrada a dormir con él? No puedo pasar un día sin él, lo necesito a mi lado…-
-Hermione, quizá no vaya Ron, quizá…-
Hermione la miró con dos lágrimas a punto de caer de sus ojos.
-Sabes tan bien como yo que es imposible-sonrió tristemente-Ronald irá a la guerra y no se quedará atrás.
-Es un buen guerrero…-
-Y loco, y temerario-
Ginevra rió. Hermione la miró extrañada, pero sus facciones se relajaron.
-¿De qué te ríes?-
-Del día en que, para impresionarte, montó en el corcel que padre le había regalado a Bill-rió-Estuvo a punto de partirse la cabeza, pero no logramos convencerlo de que era un torpe montando a caballo.
-No me lo recuerdes, aún lo pienso y me echo a temblar-rió suavemente-pero gracias a eso aprendió a montar a caballo.
Se hizo el silencio, interrumpido por un piar débil. Ginevra se aproximó a la ventana.
-Se irán en un mes-sentenció-Y yo aún no conozco a mi marido.
-Lo conocerás-replicó Hermione-La convivencia es importante.
-Hermione, hay una cosa que nunca te he contado-dijo dudosa.
Sentía la necesidad de contarle a alguien todo lo que había pasado con Draco antes de su boda, la lascivia de Mars, su miedo y el papel de ángel-diablo que había jugado él en todo, pero pensó que quizá eso la preocuparía, y no quiso hacerlo. Así que decidió mentir.
-Aún estoy enamorada de Harry-confesó, ya que no era del todo mentira.
-Ginny-dijo Hermione acercándose a ella y acariciándole el pelo-Quizá ese sentimiento nunca se vaya del todo, pero debes pensar en lo que los demás quieren que pienses. Draco sabrá cuidarte.
Ginevra rió irónicamente.
-¿De veras lo crees?-
-Al menos lo espero. Y si es otro como Mars, sólo tendrás que decírselo a tu hermano-sonrió-Y ahora vamos, tu madre está deseosa de hablar contigo.
&&&&&&&&&&&&&&&&&
Catherine no la había dejado en todo el día, acompañándola a la biblioteca, al dormitorio y a los jardines. Sólo se separaron cuando Draco le hizo una señal cuando salía del comedor y se aproximó a ella, dispuesto a compartir, sin duda, otra noche con ella.
-¿Me has echado de menos?-le preguntó, arrinconándola y oliéndole el pelo por la altura de la oreja.
-Quizá-sonrió-Tenía ganas de preguntarte un par de cosas sobre la reunión.
-Mañana-
La besó y metió su mano por los ropajes de su cintura, agarrándole con fuerza la zona baja de la espalda.
-Draco-la voz de Lucius Malfoy los sobresaltó-Tenemos que hablar. ¿Os importaría, lady Ginevra, esperad en los aposentos?
-Por supuesto que no-y se internó por los tapices hacia sus habitaciones.
Arriba la esperaba Trudy. Tenía los pelos cobrizos fuera de la cofia, y sus treinta y cinco años parecían el doble.
-Otra vez guerra-suspiró- otra vez guerra, señora.
-Para una buena causa, Trudy-le recordó Ginevra mientras se desprendía del collar y los abalorios.
-Ninguna causa es buena para la guerra, señora-
-No repliques, Trudy. Tú no vas a perder a nadie, yo puedo perderlo todo-
Trudy calló, pero Ginevra podía ver su rostro congestionado en el reflejo del espejo.
-Vete-le ordenó-y para mañana prepárame el vestido granate. Quiero sorprenderle.
-Sí, señora-
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
A la mañana siguiente todos sus hermanos se fueron. Charlie partió el primero, acompañando a Fleur y a su hijo Evan a su mansión. Bill se quedó hablando sobre la guerra con Lord Malfoy y su padre, intentando que ambos llegasen a un acuerdo sobre las particiones. Ron y Hermione también salieron temprano, pero por la cara de su cuñada, Ginevra supo que había llorado aquella noche. Angelina y Alicia también parecían haber tenido una mala noche, pero sus hermanos, al despedirse de ella, no dejaron que pensamientos como esos los entristecieran. La abrazaron como si hiciera años que no la veían, y Fred la besó en las mejillas ante el horror de Percy y la cara de incredulidad de su marido.
-Nos veremos pronto-le dijo al oído-Te lo prometo.
Sus padres la observaron durante los juicios de aquel día, pero ella apenas hizo nada. Se mostró seria y poco interesada, sentada a la derecha de Lord Malfoy mientras sus damas intentaban entretenerla con cotilleos. Catherine se mantenía a su lado, seria y recta. Aquel día se había recogido el pelo y puesto un traje negro y blanco que la hacía ver mayor. Sus ojos miraban fijamente cualquier movimiento extraño y no mostró su bella sonrisa en toda la mañana.
Draco, en cambio, si tuvo que mantenerse atento a cada cosa que los campesinos decían. Ginevra pudo notar que más que respeto, lo que tenían era puro miedo hacia esos dos hombres rubios de ojos fríos. Ella, en cambio, producía curiosidad y miradas de envidia entre las damas de la sala.
Todos los nobles menores y los grandes terratenientes que debían tributo y lealtad a Lord Malfoy y a su hijo habían ido como cada semana para asistir a los juicios. Pero esa vez se añadía el atractivo de volver a ver, o ver por primera vez, a la que sería su señora cuando Lord Malfoy muriese.
Pero Ginevra pensaba que ese día nunca llegaría. Lord Malfoy parecía tener una salud de hierro, y además se rumoreaba que estaba pensando en volver a contraer matrimonio, sin duda con alguna de las damas de su joven nuera.
Ginevra miró a su alrededor, pensando en quién sería la mujer que conseguiría casarse con aquel hombre tan frío. Ella había oído decir que Lady Narcisa había sido una de las mujeres más hermosas que habían vivido en Hogwarts, aunque su corazón estuviese frío como el hielo.
Las trompetas sonaron y los campesinos que habían ido a pedir justicia se retiraron. Lord Malfoy se levantó, y Draco le cogió la mano para ayudarla a levantarse, pero cuando ya iban a salir de la sala, una mujer vestida con harapos se arrodilló delante de ella y, cogiéndole la zona baja del vestido, le suplicó.
-Señora, por favor, escuche usted mi ruego como mujer noble que es-exclamó.
-¡¡Guardias!!-gritó Draco cogiéndola y alejándola de la mujer-¡Prendedla y echadla del castillo!
-¡No!-pidió la mujer con u grito desgarrador-¡Por favor, señora, escuche mis súplicas! ¡Por favor!
Pero Ginevra apenas pudo hacer nada. Draco la arrastró hacia la antesala del comedor y le preguntó si se encontraba bien.
-Mejor estaría si no hubieses echado a esa mujer como si fuese un perro-le reprendió.
-Temía que te hiciese daño-se excusó.
-¿Con qué? ¿Con su delantal?-
Se deshizo de él y subió a sus aposentos, seguida de sus damas y de Catherine. Sólo la última entró en su alcoba, mientras Ginevra se deshacía de los abalorios.
-¿Por qué?-preguntó al aire, mientras miraba cómo Catherine recogía lo que ella había tirado.
-¿Por qué, qué, señora?-
-Ni siquiera ha dejado que se explicara-suspiró-La ha tratado como si fuese algo inmundo, y ella tan solo quería hablarme.
-Señora, no sé en su condado, pero aquí está muy mal visto que los campesinos traen así a sus señores-
-Catherine ¿La has visto? Apenas podía mantenerse en pie-
-Estará bien, señora-
-¿Cómo lo sabes?-
-No es la primera vez que viene-
Ginevra se dio la vuelta y la miró.
-¿Cómo?-
-Se llama Gertrudis y viene desde hace un par de meses todos los sábados-explicó Catherine sentándose en una de las butacas cercanas al fuego apagado-Al parecer su hija fue seducida y violada por el hijo de uno de los terratenientes más poderosos de Lord Malfoy.
-Santo cielo-
-Desde entonces viene reclamando una justicia que no encontrará-susurró Catherine-Lord Malfoy tiene demasiado miedo, o más bien respeto, por Pierce Mc Row y su hijo Alex-
-Entonces, todo, al final, es política-
-Exacto-
-Quiero verla-
-¿A quién, señora?-
-A Gertrudis y a su hija. Traédmela mañana a primera hora-
-Pero… ¿Dónde?-
-A la sala verde-decretó Ginevra-Quiero que estén presentes todas mis damas. Sin excepción.
-¿Y Lord Draco?-
-No tiene por qué enterarse-
&&&&&&
Azazel: Ya hemos hablado, pero sólo quería volver a agradecerte tus reviews. En serio, eres una de las que más me animan a seguir y eso te alegra mucho. Espero volver a verte pronto en pantalla, y que prepares la continuación de tus fics. Un beso.
Sthefany Weasley: Será feliz, pero todavía le falta sufrir a los dos. Espero que te guste este capítulo.
a-grench: Siento decirte que sí que va a haber problemas, pero no te preocupes, no mataré a ninguno de los dos, xD.
Andy: ¡¡¡Muchas gracias por tu review!!!
Una última cosa….
REVIEWS!!!
