"Distribuidor Vial", Escena Dos, Toma Uno... ¡Acción!

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Cuando Sarah despertó, se encontró con el hecho de que Toby no estaba. Lo buscó por todas partes, incluso en el interior del retrete y de la botella de leche. Destazó metódicamente y con delicadeza un pastel y tres kilos de queso azul (por el olor, juraba que Toby estaba ahí). Entonces encontró unas huellas que iban del espejo de la pared hacia la cuna de Toby, y de regreso. Se encontró preguntándose a qué se deberían por espacio de unas tres horas, y entonces concluyó que el tipo extraño que se parecía a David Bowie y decía llamarse Jareth que además había tomado a Toby había entrado y salido por el espejo. Con decisión, caminó hacia el espejo, y se dio un buen golpe. Intentó mover el espejo, y se dio cuenta de que atrás de él había un elevador. Entró.

Dos horas después, salió a un lugar muy pero muy bonito. Claro, ella no lo sabía porque no podía ver nada porque había una gran muralla que no la dejaba ver nada de nada. Encontró una entrada, y a un guardián de dicha entrada. Bueno, más bien, encontró la entrada y se tropezó con el guardián.

—¡OYE! ¡FÍJATE POR DONDE VAS!

—¿Quién dijo eso? —preguntó Sarah.

—¡YO, ESTÚPIDA HUMANA CIEGA!

—¡¿A QUIÉN LLAMASTE CIEGA!

—¡A TI!

—¡CIEGA TU ABUELA, MALDITO PIGMEO!

—¡ENANO, NO PIGMEO!

—¡PARA EL CASO ES LO MISMO!

—...¡bien! ¡Ya me has molestado suficiente, así que ya puedes largarte!

—¡NO ME LARGO SIN TOBY!

—¿Cuál Toby? En el Distribuidor Vial no hay ningún Toby.

—Mi hermano, Toby. Jareth se lo llevó.

—Nah, estás bromeando. A Jareth no le interesaría ningún imbécil llamado Toby, porque es un nombre muy estúpido.

—¡¿Ah, sí! Y tú, ¿cómo te llamas? ¿Procopio?

—¡Claro que no! Me llamo Hoggle.

—Pues vaya nombre.

—Bueno, ¡¿A QUÉ HORAS TE PIENSAS LARGAR!

—¡QUE NO ME VOY SIN TOBY! ¡QUÍTATE!

Dicho lo anterior, Sarah empujó a Hoggle y entró. Jareth, que vigilaba la escena con una de sus esferas de cristal, se apersonó en el lugar.

—Eres un inútil, Hoggle.

—¡Señor Jareth! ¡Fue culpa de la tipa loca!

—No te hagas, si bien que te gustó.

—¿Eh?

—¡Que te gustó la tipa!

—No, le juro que no.

—Sí, te digo que sí.

—Que no.

—Que sí.

—Que no.

—Que sí.

—Que no.

—Que sí.

—Que...

—¡BASTA! Escúchame bien, inútil guardián de la puerta. Irás tras ella, y cuando la encuentres, te encargarás de que se pierda en el Distribuidor Vial, que se vaya en sentido contrario, que le quiten las placas, que la metan al corralón y que le cancelen la licencia.

—E-está bien, señor.

Sarah avanzó a través del lugar, sin darse cuenta de que estaba dando vueltas en círculos. Aburrida, intentó escalar por una enredadera de la pared, lo suficiente para que un pequeño gusano la increpara.

—¡Oye! ¿Quién te crees que eres para hurgar en mi casa y además manosearme tan lascivamente?

—Cálmate, gusano —replicó Sarah—. No sabía que era tu casa y mucho menos me siento atraída hacia los miserables insectos.

—¡¿Miserable insecto!

—Sí, miserable insecto.

—¡Qué osadía! ¡Meterse en mi casa, manosearme, y llamarme miserable! ¡Esto es de no creerse! Pero se lo diré a Jareth, oh sí, se lo diré.

—¿A Jareth? —preguntó Sarah—. ¿No será un tipo que se parece a...?

—¡Otra estúpida humana! Es ése tipo el que se parece a Jareth, y no al revés.

—Como sea... ¿cómo puedo llegar hasta donde él está?

El gusano experimentó un ataque de risa.

—¡Que te diga dónde está Jareth...! No sé que me da más gracia, si lo estúpido de la pregunta o lo estúpido de que creas que te voy a responder.

Sarah, sin hablar, le echó una rociada de insecticida.

—¡Está bien, está bien, tú ganas! —chilló el gusano entre toses—. Jareth está en su castillo, como Rey de los Goblins que es.

Sarah hizo ademán de volver a rociarlo.

—... el castillo está en el centro del Distribuidor Vial.

—¿Cómo aguanta el ruido? —se extrañó Sarah.

—... pues a mí no me consta nada... no es que me guste el chisme, pero dicen las malas lenguas que es porque está más sordo que un burócrata sindicalizado.

—¡No me digas! ¿En serio?

—Pues eso dicen...

—Y a estas, ¿cómo llego al centro del Distribuidor Vial?

—Bueno... entras por el carril del centro, sigues hasta que ves el anuncio de refresco y das vuelta a la izquierda, te pasas al carril derecho, tomas la desviación, das vuelta a la izquierda en la segunda intersección, pasas uno, dos, tres, cuatro semáforos, al quinto das vuelta a la izquierda, tomas el retorno, das vuelta a la izquierda, te metes por la calle de la derecha, pasas por abajo del puente, sigues derecho hasta el semáforo, das vuelta a la derecha, vuelves a dar vuelta a la derecha, y ya llegaste.

—... ¿no hay otra forma menos complicada de llegar? —preguntó Sarah, mareada.

—Bueno, hay la llamada vía para peatones, aunque todos decimos que es más bien para suicidas. Simplemente atraviesas las colonias a pie, en línea hipotéticamente recta.

—¿Hipotéticamente recta?

—Es que sólo hay un camino, pero verás que tiene sus curvas, sus subidas y sus bajadas.

—Mmmh... pues mejor tomaré ésa. ¿Dónde está la entrada?

—Por aquí. Sígueme.

Sarah siguió al gusano, quien le indicó una entrada bien disimulada entre arbustos, enredaderas, señales de "Aquí está la puerta", propaganda y alambre de púas.

Así fue como Sarah entró al Distribuidor Vial.

Avanzó por las calles adoquinadas, hasta que, inopinadamente, se encontró con una horrible...

Gigantesca...

Atroz...

Incomprensible...

Furiosa...

... bestia peluda.

—OoO ¡Chewbacca!

Chewbacca sacó una espada láser y empezó a perseguir desaforadamente a Sarah, con la espuma saliendo de su boca y los ojos inyectados de sangre.

—¡Espera, Chewbacca! —llamó Han Solo, con una jeringa llena de un líquido verde—. ¡Tienes que tomar tus medicinaaaaaaaaas!

Chewbacca corrió con más ganas, arrojó la espada láser a Solo, le cortó la mano, la jeringa voló hacia Sarah, y Sarah quedó dormida.

—¡Mira lo que hiciste, Chewbacca! ¡Ahora nos la van a querer cobrar como si sirviera para algo! ¡Y mi mano! ¡¿Qué crees, que crecen en los árboles! ¡Y quítate esa espuma de afeitar, que pareces perro rabioso!

Chewbacca gimió, compungido.

—¡Ah, no! ¡No me llore! Tan grandote y tan chillón... espera aquí, voy a comprar una de esas manos de repuesto, como la de Luke... a ver si tienen de mi tono de piel, no quiero andar con la mano negra, amarilla o verde fosforescente.

Chewbacca gimió, mordió la mano de Han un rato, pisó el pasto, tocó los timbres de las casas y salió corriendo... hasta que Sarah despertó, y lo primero que vio fue a Chewbacca.

—OoO ¡Ah! ¡El monstruo peludo asesino de la muerte!

—... Ludo —dijo Chewbacca con gran esfuerzo.

—¿Te llamas Ludo?

Chewbacca movió la cabeza de arriba hacia abajo. Lo que Sarah no sabía era que, en el planeta de Chewbacca, esa señal quiere decir "no, estúpida loca".

—¿Ludo? Yo Sarah

—... Sarah —repitió Chewbacca, al tiempo que pensaba "¡Vaya estúpida loca! Hasta un Jar Jar puede estructurar mejor una oración"

—¿Amigo? —preguntó Sarah, tendiendo la mano. Chewbacca pensó que estaba aludiendo a la mano de Han Solo, así que volvió a "asentir" y dijo:

—Amigo...

Chewbacca, entonces, decidió acompañar a la estúpida loca para que no se fuera a lastimar en su estupidez. Podría perder hasta su estúpida vida en una forma estúpida, y pasar al más allá como una estúpida. (n/a: estúpido Chewbacca! Deja de pensar estupideces!)

Así, andando, llegaron hasta unas puertas.

—¡Mira, hermano puerta! ¡Es Chewbacca!

Chewbacca saludó a sus fans.

—Me encantaste en el Señor de los Anillos, y en El Aro.

Chewbacca "asintió".

—Díganme, puertas, ¿qué hay detrás de ustedes? —preguntó Sarah

—Pues bisagras, grandísima tarada —respondió la puerta que no había hablado.

—Eeeh... quiero decir... ¿a dónde llevan?

—Yo llevo a un bonito lago rodeado de árboles en el que habitan muchas lindas criaturitas —dijo la puerta estúpida (la que es fan de Chewbacca), lo que, en una traducción libre, significaría "Al Pantano Apestoso"

—Y yo llevo al despacho de Jareth —dijo la otra, lo que significa "A la ching..."

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Gusto en saludarte, BlazeVein! Y lo mismo va para Malale, y para Lara que sigue con su manía de "no estoy, no existo, y no pienso hablar ni aunque mi vida dependa de ello".

Mi muy estimada Angela, has dado en el clavo. Ésta es una historia jalada, escrita de una forma jalada para que quede jalada. La cuestión es obtener una cosa humorística del estilo de "¿Y dónde está el exorcista/el piloto?" "Los dioses deben estar locos" o "Loca academia de policía", oséase: estúpida, pero con gracia. Y tendrás que explicarme a qué te refieres con "mejor escrita", porque eso tiene una amplia gama de significados, acepciones y malentendidos (pregunta estúpida: ¿cuál esfuerzo?)

Aunque agrego una gigantesca disculpa porque hace más de un año que vi Labyrinth por última vez, así que se me cuatrapean las ideas y se me cruzan los canales.