Capítulo V
El dolor del pasado
Kagome caminó en silencio el sendero hasta llegar a la cabaña que compartía con Shinishi, ciertamente se sentía extraña, el haber tenido frente a ella, y tan cerca a InuYasha, le parecía algo fuera de la realidad, ¡él estaba vivo!... y de alguna manera siempre lo supo, sobre todo estos últimos días en los que podía sentir su presencia … estaba bien… y si no hubiera sido, por que la salvó de aquel monstruo, ella hubiese muerto... pero, ¿dónde había estado todo este tiempo?... se detuvo en seco y sintió que las piernas se le aflojaban de solo pensar en que el hanyou hubiera pasado estos dos años en compañía de "ella"... pero era lo más lógico...
-Pasa algo Kagome...- escuchó la voz de Shinishi, que se había volteado a mirarla cuando se detuvo, ella solo se limitó a negar con la cabeza y seguir avanzando, les faltaba muy poco para llegar y ciertamente, aunque confiaba en su amigo, esto era algo que no podía compartir.
La observó caminar junto a él y luego de eso adelantarse, sabía que algo andaba mal, incluso aquel extraño vendaje que llevaba en el brazo, no le pareció hecho por un aldeano, sentía que la sangre le hervía de celos, la forma en que Kagome se había comportado cuando les habló a sus amigos de ese tal InuYasha, del que él jamás había escuchado, pero por alguna razón que no comprendía, el nombre le era desagradablemente familiar, quién diablos era, y por qué parecía tan importante para Kagome. Caminó en silencio tras de ella, apretando sus puños dentro de las mangas de su ropa.
-.-.-.-.-.-
Había sido sin lugar a dudas un día extraño, y el segundo más largo que recordaba, el primero, el día en que InuYasha se fue. Cumplió con todas sus labores a cabalidad, purificando la Perla de Shikkon, inclusive, entregándole a su cuerpo los baños que necesitaba para restar energía negativa a su ser, sentía el agua demasiado fría dada la temperatura exterior en su rostro, a pesar de que debía estar algo más tibia, gracias a un ingenioso baño que habilitaron para esta temporada…pero no era suficiente, y de alguna manera lo agradecía, necesitaba que las punzadas de hielo sobre su piel, le recordaran quien era, en que se había convertido, ahora ella custodiaba la perla de Shikkon, era una sacerdotisa y cómo la entendía a ella… a … Kikyo…no podía permitirse todos estos sentimientos, todos los que la albergaban ahora que sabía que InuYasha estaba bien…
Salió en silencio de la cabaña que compartía con Shinishi, siendo observada por los ojos ansiosos del hombre, que sintió la premura de detenerla, pero sabiendo que sería imposible, aquella era su ronda, la que daba cada noche antes de recostarse solitaria en el lecho extrañando al hombre que nunca tuvo, solo que ésta en particular, la llevó algo más lejos que de costumbre…llevaba una pequeña lámpara que alcanzaba apenas a iluminar su contorno, divisó después de mucho caminar, la entrada a aquella cueva que ya conocía prácticamente de memoria, intentó intensificar sus sentidos, sin lograr percibir a nadie a su alrededor, se quedó de pie, a metros del lugar en el que se había citado, la hora estaba notablemente avanzada, pensó en que tal vez lo encontraría ya ahí, esperando por ella, pero no fue así… finalmente decidió entrar al lugar, había mucho que InuYasha necesitaba explicarle y ella lo esperaría.
Entró alcanzando con algo de dificultad enfocar el lugar en el que solía sentarse sola en la oscuridad, unas cuantas pieles junto a una extinta fogata, que se encargaría de encender una vez más… acercó algunos maderos y los ordenó con sumo cuidado, sacando una flecha de su carcaj, para poner la punta entre las ramas secas, concentrando su energía en ella, mientras que apagaba la luz en aquella lámpara, conservando algo de su fuego para cuando regresara… la fogata comenzó a arder lentamente, iluminando a su alrededor muy perezosamente, de forma débil… Kagome a pesar de tener los ojos fijos en el fuego que comenzaba a crecer ante ella, estaba con sus pensamientos puestos en el recuerdo de las rojas vestimentas, que se cruzaron interponiéndose ante aquel monstruo, como antes, como cuando lucharon tan juntos para obtener los fragmentos de la perla, cuando él la protegía a costa de su propia vida…recordó la tristeza del día en que InuYasha partió, y el fuerte dolor que la albergó, cuando corrió en medio del bosque que mantenía algunas marcas visibles de la nieve caída la noche anterior, con los ojos nublados por las lagrimas, intentando escapar del pesar que le oprimía el corazón, tenía tan clara en su memoria la imagen de aquella oportunidad en que Kikyo había intentado llevarse al hanyou, que el solo hecho de imaginarlo atravesando la tierra, en medio de la resplandeciente luz, llevado a un lugar desconocido del que jamás regresaría, le quito por completo las fuerzas, obligándola a apoyar las rodillas en la nieve fría, cubriendo con sus manos los ojos que ya no pudieron retener más las lagrimas, dejando que estas fluyeran, permitiendo escapar el dolor en su corazón…suspirando su nombre…
-InuYasha…- susurró débilmente, recordando los últimos momentos que logro compartir con él a solas, las suaves caricias de sus manos y sus besos aún le quemaban la piel y los labios - ¿por qué?... – esa era una pregunta recurrente dentro de su cabeza, sin encontrarle una respuesta.
Incluso ahora, que de vuelta de su recuerdo, movía con algo de languidez el fuego que se formaba ya firmemente, pensando en que InuYasha había estado vivo durante todo este tiempo, tragó amargamente el comprender que no la buscó ni una sola vez, que lo más probable es que compartiera todo ese tiempo junto a …ella… cerró los ojos reprochándose el no poder nombrarla, le dolía su nombre por que recordaba la voz, suave y nostálgica con que el hanyou la llamaba, cada vez que estaba cerca, eran solo algunas letras que formaban el nombre que más dolor le ha ocasionado en la vida… abrió los ojos nuevamente, notando que el tiempo transcurría y él no llegaba, se tomó el cabello y lo puso sobre su hombro derecho, desenredándolo un poco con los dedos para luego enfocar los ojos marrones en la entrada.
Pasaré por ti esta noche
Ya conozco de memoria
El camino hacía la casa
Donde fui feliz un día
Y soy una visita más
-Finalmente no vendrás…- dejo que sus pensamientos se convirtieran en palabras, comprendiendo que lo más probable dados los hechos es que él no deseara verla, de lo contrario se habría acercado antes, y se cuestionó si valían la pena ya las preguntas…
-Ya estoy aquí…- dijo, la voz inconfundible de InuYasha, desde un rincón dentro de la cueva, tan oculto a la luz de la fogata que ahora que lo escuchaba hablar apenas lograba distinguir su roja vestimenta.
No pudo responder de inmediato, se quedó por un segundo con el sonido de la voz masculina en su oído, aquel anhelado tono que parecía sereno, pero que ella ya reconocía bien como casi una postura de batalla… sus ojos comenzaron a vislumbrar la figura que permanecía tan silenciosa sentada a metros de ella, con la espalda apoyada en la pared, fría por lo que debió suponer, sentado con aquella posición que recordaba tan bien en él, sus pies cruzados, y las manos ocultas entre las mangas de su haori, colmillo de acero, apoyada sobre su hombro, y los ojos cerrados, descubriendo poco a poco el dorado que brillaba de un modo muy especial ante las llamas de la fogata que ya se encontraba prendida en pleno, danzante ante ella… tan atractivo como lo recordaba, y aunque la luz del lugar no le permitía apreciar a cabalidad sus rostro, este se notaba más adulto, como si finalmente hubiera dejado de ser un joven , para convertirse en un hombre.
Cuando finalmente se atrevió a abrir sus ojos, pudo vislumbrar la figura femenina, envuelta en un atavío, que a la luz de la fogata se notaba anaranjado, dejando apenas notar el color violáceo original, el cabello sobre su hombro derecho, mucho más largo de lo que lo traía la última noche que estuvieron juntos en este mismo lugar, el rostro comprimido con una extraña muestra de desconfianza y tranquilidad, no pudo evitar comparar su actitud serena y casi inexpresiva, con la de Kikyo…¿será parte de ser la sacerdotisa custodia?... se preguntó…solo los ojos llenos de preguntas que Kagome mantenía fijos en él, le llevó a comprender la exacta diferencia entre ambas mujeres… por que eso era en lo que se había convertido, en una mujer…de pronto notó como ella dejaba de observarlo, volviendo su atención hasta el fuego que ya no necesitaba de más cuidados, al menos por esta noche…
-Te creí muerto…- dijo ella con un ineludible tono de reproche, permitiendo que InuYasha lo notara, disimulando perfectamente ante él su nerviosismo.
-Así debía de ser…- respondió simplemente, sin saber si valía la pena ya contar todo lo sucedido, ya que a pesar de que lo hizo creyendo que sería la mejor solución, ahora comprendía que había hecho un gran daño… pero ya estaba ahí…¿qué podía hacer?...
-Me alegra saber que estas bien…- susurró ella, lo suficientemente audible para sus agudos sentidos, aquello lo tomó por sorpresa, lo que menos se esperaba eran esas palabras, quizás un reproche, quizás un osuwari, que por sonso que sonara, los había extrañado, pero lo que escuchaba era una frase de descanso… probablemente el mismo que estaba experimentando él con solo saberla a salvo, pero su tono era tan lejano…
Me recibes fríamente
Todo esta tal como antes
Hasta tu cuarto tiene llave
Por si atacan los recuerdos
Y nos da por recordar
-Gracias…- respondió, sin saber que más decir… había mucho en su interior, de hecho a pesar de la calma que intentaba demostrar, su corazón parecía escapársele del pecho, un instante de silencio dejo que el único sonido que se escuchaba, fueran el crepitar del fuego, tragó saliva intentado quizás tener el valor de decir algo más -…Kagome…yo… - pero fue interrumpido, por la femenina voz que le hablo con suavidad, pero con decisión, como si voluntariamente estuviera interceptando sus palabras.
-Era la energía de Naraku…- aseguró ella, se sentía tan torpe en medio del silencio, y cuando InuYasha dijo su nombre, supo que no deseaba escuchar explicaciones, ¿para qué?... después de todo si él lo hubiese deseado le habría dicho que la sentencia que le dejo caer "ella" no se había efectuado… supo entonces, que tal vez él era incluso feliz con la antigua sacerdotisa…
-Sí…- afirmó, comprendiendo que Kagome estaba aquí solo por lo sucedido esta mañana, probablemente no deseaba escuchar sus motivos para apartarse, quizás él tenía razón y ya había sido reemplazado en su corazón - … era su detestable olor…- respondió finalmente poniéndose de pie y caminando en dirección al fuego.
-Pude notarlo…y eso me preocupó…- continuó Kagome, intentando enfocar su atención en el extraño hecho de esta mañana, sentir la presencia de Naraku en aquel monstruo, fue lo que le jugó en contra, la desconcertó, sabía perfectamente que habían terminado con él… pero…
-Sí… debemos estar alerta – respondió, y de pronto notó que hablaba de ambos, como si el tiempo no hubiese transcurrido, como si se encontraran nuevamente frente a una de las batallas que tuvieron con el detestable ser que les había ocasionado tanto pesar.
El silencio nuevamente se hizo presente, Kagome creyó que InuYasha sería capaz de oír los fuertes latidos en su pecho, cuando se puso de pie junto a ella, se reprochaba a sí, el no haber notado su presencia, algo como eso podía ser fatal si se tratará de otro ser…él por su parte olía el aire que la circundaba, llenándose del exquisito aroma que expelía, preguntándose si podría al menos tocarla levemente… el haber curado su brazo, fue el primer roce que mantuvieron en todo el tiempo que estuvo ausente, pero más presente que nunca en su mente, sin embargo, no era suficiente para saciar su sed de ella… pero sabía que no podía pedir nada, había perdido ese derecho, por más que le doliera, cuando decidió quedarse junto a Kikyo. Se agacho junto a ella, que observaba el fuego con sus ojos castaños inamovibles, ¿ni siquiera su mirada merecía?... ¿qué hacía aquí realmente?... se cuestionaba, llegando a la simple conclusión de que habían venido para poder contemplarla desde más cerca…tomo una varilla del piso y movió el fuego… el silencio aún reinaba…
-Debo irme…- dijo presurosa al sentir que InuYasha se sentaba junto a ella, puso su mano sobre el arco que estaba entre ambos, cuyas sombras oscilaban en la pared trasera de roca, que producto del juego de las llamas, parecían unirse a momentos… el tacto de unos dedos entre los suyos, la obligó a mirar…
-Espera…- se atrevió a musitar, aún sin mirarla, con los ojos dorados que se veían levemente anaranjados, sintiendo bajo su mano que a pesar del calor emanado del fuego estaban sus dedos fríos, y la rigidez de ellos…, obligándose a tragar su orgullo -… hay algo que… me pediste que te digiera cuando…
-No, InuYasha…- pidió retirando su mano del agarré, sintiendo como los dedos de él hicieron un leve intento por retenerla, quiso mostrarle la actitud de indiferencia que debía de tener con él… había tanto que deseaba preguntar, pero el solo imaginar que él nombrara a la mujer con la que había estado todo este tiempo, le quitaba las fuerzas – ya no vale la pena…- dijo poniéndose de pie.
Se supone que por ti no sienta nada
Que el pasado no me pesa ya
Se supone que es muy fácil
Repetir que bien me va
Aunque muy dentro me este muriendo
Cerró la mano sobre la tierra, arrastrando algo de ella entre sus garras, ¿cómo enfrentarla?... después de todo sabía que cualquier palabra que digiera valía tan poco ahora… él había tomado esta decisión hace tanto, para que todo estuviera bien, para cumplir con su promesa y permitirle a Kagome hacer su vida con algún humano, como el que tenía… se supone que ella ahora era feliz y con eso debería bastarle… pero no era así… la extrañaba, añoraba cada día los momentos en los que se sintieron felices y se maldecía por todo el daño que pudo causarle…se puso de pie notando que aún la pasaba por bastante en altura, aunque se veía más espigada, la observó finalmente de frente, mientras que ella evitaba su mirada, con sus manos pálidas y de dedos finos, acomodaba la correa del carcaj sobre su hombro, el cabello aún cayendo en ondas, los labios sonrosados con los que soñaba tantas veces, recordando los besos que recibió como primera y única vez, la última noche que la tuvo tan cerca como ahora… se descubrió mojando sus labios, preguntándose si aún recordaba su sabor… imaginando que otros labios los profanaban, esa boca que fue solo suya, y únicamente suya… y suspiro, notando como Kagome lo miró con algo de sorpresa, para luego tomar el arco, lista para salir del lugar…
Se supone que mejor fue separarnos
Que la vida debe continuar
Se supone que ya no me importe
Quien te besará
Esa es mi pena, por suponer que te podría olvidar…
Lo enfrentó por algunos segundos, en los que InuYasha sentía que no podría contener más los deseos de estrecharla, su corazón le oprimía dentro del pecho, pero ella era tan igual y a la vez tan diferente, no recordaba una mirada como esa de parte de Kagome, sin embargo la comparó inevitablemente con las miradas gélidas de Kikyo… ¿acaso la perla creaba un escudo alrededor del alma de las sacerdotisas?... ella rompió el contacto visual y caminaron hasta la entrada, notando como el fuego comenzaba a extinguirse debido al frío y la falta de combustible, Kagome se giró ya bajo la luz de un cielo muy estrellado, lo que hacía de esta noche, algo más fría aún enfocando nuevamente los ojos dorados, como si aquello no le costará en lo más mínimo, aunque sentía al corazón latiendo en su garganta, desbocado.
-Adiós InuYasha… - dijo como si aquello fuera una sentencia, como si significara no volver a verlo nunca más… después de todo quizás seria lo mejor.
-Mantente alerta…- le pidió el hanyou, con visible preocupación, intentando eludir la despedida, haciendo un pequeño ademán con su mano, llevándola en dirección al rostro pálido de Kagome, deseaba acariciarla, solo tocarla un poco, pero apretó los dedos cerrando su puño, y dejándolo caer a un costado frustrado y apretando los dientes – estaré cerca por si me necesitas…- ofreció, esperando por Kami que lo buscara, al menos el tenerla cerca lo consolaba.
-Estaré bien…- respondió con un todo suave, pero infinitamente severo – lo he estado estos últimos dos años, los demás me ayudan mucho, al igual que Shinishi…- no sabía por que, pero deseaba decirle que no estaba del todo sola,… después de todo el estaba con… ella…
-Jah… ¿qué puede hacer ese humano por ti?... - fue todo lo que logró decir, sintiendo el dolor de la compañía con la que ahora contaba Kagome, antes era solamente él quién la protegía.
-No discutiré eso contigo InuYasha…- respondió ella, encendiendo la lámpara que portaba, dispuesta a partir- … es solo que él no me ha dejado sola…
Me despido en el portal
Y me trago de un suspiro las palabras
Tú ya tienes otro amor
Yo regreso a mi dolor
Yo no tengo nada más…
Sus palabras le dolían…" él no me ha dejado sola…", sabía perfectamente que tenía razón… ¿dónde había comenzado su propio error?... ¿el día en que le ofreció a Kikyo irse al infierno con ella?... ¿o el día en que decidió cumplirlo?... no lo sabía… solo podía comprender que no había honor en él, ni en el modo en que se comportaba con la mujer que amó… ni en el engaño en que hizo vivir a Kagome… la vio alejarse por entre los árboles… deseaba seguirla, pero sabía bien que podía ser descubierto con facilidad, más aún siendo un hanyou… suspiró cuando su figura se perdió en medio de las sombras, escuchando un poco más, solo el sonido de la hierba bajo sus pies y el crujir suave de alguna rama… la nieve solo había dejado un manto delgado que se había derretido casi por completo… una vez más se tragó sus sentimientos, sabiendo que ya valían tan poco… Kagome, cruzaba el bosque en dirección al hogar que ahora poseía… ese que él no alcanzo a ofrecerle… el que simplemente poblaba sus sueños…
Continuara…
