Capítulo VI

Ocultándo verdades

There's still a little pain in my emptiness

Aún hay un poco de dolor en mi vacío

There's still a little heart in my hollow

Aún hay un poco de corazón en mi hueco

I might sound like an infatuation

Podría sonar como un capricho

if I confess that the literature I learnt

si confieso que la literatura que aprendí

came tonight with your words spoken

vino esta noche con tus palabras habladas

Caminó silencioso por entre el bosque, en dirección a la cabaña que compartía con Kikyo por estos días, en una aldea cercana a la que antiguamente fuera su punto de partida en busca de los fragmentos, prensó en todo ello, en el día en que casi destazó a Kagome, con deseos de apoderarse de la perla que traía consigo, en lo diferente que él era entonces y en el "hombre" en que se había convertido, recordando múltiples situaciones, incluso los celos desmedido que lo albergaban cuando Kouga se acercaba a Kagome, aquello lo hizo arrugar el ceño con verdadera molestia, al menos entonces podía mantener alejados a otros de ella, ahora todo era diferente… ¿cuándo se enamoró?... suspiro, ciertamente no tenía certeza de ello, quizás fue un poco cada día, la sacerdotisa con sus cuidados, con sus sonrisas, con su entrega desmedida, incluso con su mal carácter en ocasiones, lo había cambiado… él era ahora capaz de reconocerse a sí mismo, cosa que Kagome hizo mucho antes, ya que sabía desde el comienzo que el cumplir con su promesa sería un paso equivocado, pero él entonces, no lo quiso ver…

-Kagome…- susurro su voz perdida en medio de la soledad nocturna del bosque, en un susurro tan tenue como la luz de la noche, clamando por su amor, temiendo que ya no le pertenecía…

Recorrió el resto de la distancia en un silencio absoluto, sus pensamientos vagando en hechos de su vida, como una introspectiva de sí. Notó a la distancia, las luces de las serpientes de Kikyo, comprendiendo que ella debía de estar alimentándose como solía hacerlo, siguió el sendero, a paso lento, sabiendo que lo llevaba irremediablemente hacía ella, entre los arbustos que se abrían en frente, la figura hermosa y casi noble de la antigua sacerdotisa, lo recibió, con los ojos cerrados y el cabello suelto, como solía dejarlo por las noches, las luces a su alrededor, dando la errada sensación de un paisaje celestial, tantas bellas luces que volaban a su encuentro, alojándose con suavidad en su pecho, como si se tratará se una angelical criatura que las albergaba… pero ciertamente la realidad era muy diferente, todas aquellas luces subliminales, estaban manteniéndose encarceladas dentro del cuerpo de un ser solitario y agudamente entristecido, que se negaba a desprenderse de un mundo que ya no era el suyo, aferrada a un amor que se perdió por las desconfianzas y las faltas… la observó en silencio, sintiendo el corazón comprimido al recordar lo hermoso que se había sentido amarla, y lo doloroso que era ahora permanecer a su lado, una mujer frágil después de todo, al menos para él, que era un hanyou hoy, por hoy, bastante poderoso… tenía una promesa que cumplir, que le pesaba en los hombros, como si llevara el mundo a cuestas, suspiró y notó como su ahora compañera se giraba para observarlo, con aquellos ojos cansados de la vida, endurecidos y fríos por el dolor, pero con un sentimiento más, diferente, casi nuevo… reproche…

-Vienes de verla… ¿no es así?...- comentó Kikyo, sin bajar su mirada, esperando la respuesta que sabía bien iba a recibir. InuYasha guardo silencio y se sentó a cierta distancia de ella sobre la hierba – ya veo… no me responderás…- dijo apoyando nuevamente la cabeza sobre el tronco del árbol.

-Estoy contigo…- respondió luego de una pausa, sin mirarla, sabía que no podía ofrecer más.

La vio ponerse de pie, dejando que sus serpientes mantuvieran cautivas a las almas que no utilizaría, al menos esta noche, se sentó en la hierba junto a InuYasha, de medio lado a él, entonces la observó, su piel pálida y lozana, suave al tacto, lo sabía, pero tan fría, que no pudo evitar tragar al recordarlo, algo había en ella diferente este último tiempo, había dejado de ser la mujer agresiva en que se había convertido al ser revivida dentro de ese cuerpo de barro, que él bien sabía tenía tantas limitantes…¿qué había en la mente de Kikyo?... se preguntó, pero no hubo tiempo de encontrar la respuesta, al menos no en su interior…

-Pero tu alma y tus pensamientos están con ella…- dijo con tanta calma la mujer, que lo sorprendió, acarició la hierba húmeda sobra la que se encontraban, como si se tratara de una suave cubierta.

-Pero Kikyo…- intentó decir algo, quizás una palabra que le diera al alma de la mujer con la que convivía, un consuelo, pero la voz aterciopelada, pero firme de ella, le indicó que no deseaba oírlo.

-Nunca me haz hecho el amor…- aquella afirmación lo golpeo, y sintió que inevitablemente las caretas se estaban cayendo -… cada vez que lo hacemos, es a ella a quien amas – InuYasha cerró los ojos frustrado, después de todo no había logrado ocultarlo -… cuando me tomas con aquella pasión y brío, es a ella a quien tienes en tu mente…

-No lo hagas…- pidió intentando detener las palabras de Kikyo, sentía que ella estaba hurgando en lo único que pensó haber ocultado, su necesidad de la mujer a la que amaba. Pero su acompañante parecía no escuchar. La observó ponerse de pie, de forma lánguida, incluso le pareció verla hacer un gesto de dolor, no lo miraba, parecía perdida en sus reflexiones.

-Desearía que una sola vez, dijeras mi nombre, con el fuego con que la nombras… cuando te derramas dentro de mí… - y entonces enfocó los ojos castaños y endurecidos, en él, que entre abrió los labios, para dejar el aire salir, sin poder decir nada, creyó callar, cuando sus sentidos clamaban por Kagome… pero al parecer no fue así -… quisiera dejarte ir con ella… pero no puedo... por que te amo…

Se alejó en dirección a la cabaña en la que permanecían, la miró alejarse, dos mujeres en diferentes direcciones que de alguna manera eran algo para él… suspiro pensando que lo mejor que podría sucederle en este momento, sería que la tierra se abriese y se lo tragara, perdiendo toda conciencia de sí y sus actos.

-.-.-.-.-

Estaba a pasos de la cabaña que compartía junto a su amigo Shinishi, suspiró mirando a su alrededor, era un anoche muy fría y sin embargo, hermosa, los aldeanos hacía mucho ya que dormían, guarecidos en sus chozas, y el silencio lo abarcaba todo, dejando solo de vez en cuando, llegar hasta sus oídos el sonido de alguna ave nocturna. Se sentó fuera de su hogar, en un confortable asiento que el mismo Shinishi había hecho para descansar por las tardes de primavera, cuando el árbol que se aportaba en uno de las esquinas les daba la suficiente sombra como para sentirse a gusto. Apoyó la espalda en la madera fría, sin desear entrar aún, el corazón se le había calmado durante el trayecto, pero parecía que aún su cuerpo hormigueaba, la sensación de desfallecer en cualquier momento permanecía, el tener a InuYasha ahí tan cerca después de tanto tiempo… después de creerlo muerto…y verlo ahora sentir la calidez de su mano, le avivaba por dentro un sentimiento que jamás murió, el único que la mantenía conciente de que había dejado de ser una niña cuando le pidió a él que le hiciera el amor…suspiro al sentir que todo estaba ahí, seguía ahí, incluso sus deseos de amarlo, a pesar de saber que él no estaba solo…

I still remember your kisses at night

Todavía recuerdo tus besos de noche

I have your eyes in my recollection

Tengo tus ojos en mi recuerdo

-InuYasha…- susurro, dejando que su nombre se lo llevara la brisa húmeda de la próxima tormenta, tan cansada, más que de su labor, de vivir… de estar cada día añorando por llenar su corazón de un sentimiento que no llegaba, cansada de dormirse cada noche sabiendo que él… no era para ella…

Shinishi apoyado en la puerta de la cabaña, al había visto llegar, tan hermosa y pálida como siempre, la sacerdotisa que él amaba, notó la melancolía en su rostro, esa que no la abandonaba, que parecía consumir su espíritu lentamente, tenía miedo, miedo de que ese recuerdo al que ella se aferraba, se la arrebatara, había podido soportar en silencio todo este tiempo desde que la encontró, pero el solo pensar en que se alejará de su lado lo enloquecía, tanto como escuchar ese nombre en sus labios… InuYasha…un nombre que despertaba en su interior un sentimiento que no recordaba poseer… ¿ira?…y entonces un extraño fulgor se reflejo en sus ojos marrones, pareciendo destellaron suave rojizo.

Entró en la cabaña, notando el cuerpo reposado de su acompañante, dormido tal como espero, se acomodó tras su biombo y comenzó a cambiar su ropa, bajo la luz tenue de una vela, sin contar con que tras su cubierta, los ojos oscuros de un hombre recorrían con intensidad las formas de su cuerpo a medio vestir. Afuera, la noche fría les auguraba días de ansiedad, la nieve cubriendo su entorno, deteniendo las actividades regulares del lugar.

Y así fue, durante unos tres días la nieve caía entregándoles pequeñas treguas, dejando el lugar cubierto de una delicada capa de nieve, que no tardaría demasiado en desaparecer, se estaban preparando todos para lo que serían unas modestas, pero alegres fiestas de navidad y año nuevo, se habían conservado algunos animales que serían sacrificados especialmente para este momento en que varias familias se reunían para celebrar algo que no comprendían muy bien, Kagome les había pedido que en estas fiestas en espacial debían de hacerse obras de buena fe, entre unos y otros, pequeños presentes se intercambiaban, incluso platos de comida eran ofrendas posibles. Kagome observaba la nieve caer suave desde su puerta, algo la inquietaba, y no podía comprender lo que era, observaba el horizonte, esperando que ya dejara al fin de nevar, quizás esta noche, pensó devolviéndose a su futón, intentando terminar con algunas cosa que estaba cosiendo para los bebes de Sango. Shinishi entró, sintiendo una indescriptible tranquilidad al saberla cerca de él, sonrió y se sentó junto a Kagome.

-¿Ya lo terminaste?...- consultó observando el objeto entre las manos de la mujer.

-Le falta un poco…- respondió con toda tranquilidad, era una situación cotidiana, la mayor parte del tiempo se llevaban bastante bien, Kagome tenía actitudes cariñosas con él al igual que con el resto de sus amigos, pero Shinishi necesitaba una diferencia.

-¿Haz pensado en tener hijos?...- consultó algo inquieto, no sabía lo que Kagome le iba a responder, o si su pregunta se estaba volviendo demasiado impertinente, la miró en el momento en que sintió los ojos de ella observarlo, deteniendo el trabajo sobre la tela.

-Soy muy joven aún…- dijo intentando no mostrar la curiosidad que le ocasionó la pregunta.

-En la aldea mujeres más jóvenes que tú ya tienen familia – argumentó él, algo intimidado.

-No era así en mi época…- aseveró, volviendo a enfocarse en su trabajo, sintiendo una leve opresión en el pecho, que la obligó a tragar…claro que lo había pensado… una familia… extraña por cierto, pero suya al fin… una humana y un hanyou – además ahora soy una sacerdotisa…- apoyó sus propias explicaciones.

La miró un poco más, su cabello azabache y algo rizado cayendo por su espalda u uno de sus hombros, la mirada dirigida a la pequeña prenda que confeccionaba, respirando con tranquilidad, intentando concentrarse en cada puntada, mordió su labio al notar un error en su trabajo, era tan hermosa como extrañamente parecía recordarla, y sin siquiera el mismo notarlo, comenzó a inclinarse buscando sus labios, deseaba robar esa boca que le entregaba hermosas palabras de aliento cuando llegó herido y casi moribundo hasta ella, la boca que le brindaba sonrisas capaces de iluminar su vida… la boca que… lo hacía soñar por las noches de forma casi lujuriosa…

-Creo que finalmente la nieve cesará esta noche…- la oyó decir, sacándolo de su embeleso y de sus intenciones, sin saber si Kagome lo había notado o no… se incorporo y algo perturbado aún por su propia reacción respondió.

-Eso creo…- dijo algo perdido, enfocando los ojos castaños en el fuego que se encontraba a punto de apagarse a un costado de él.

-.-.-.-.-.-

Apoyado en el umbral de la puerta, con el cabello plateado cayendo placido por su espalda, los brazos cruzados y un solo pie sosteniéndolo, InuYasha veía como una figura femenina se acercaba cubierta con una especie de abrigo hecho de paja, al igual que un amplio sombrero, la cabeza inclinada, el cabello amarrado en esa coleta baja que usaba, el divisarla a la lejanía, con aquellas vestimentas, trajo de inmediato a su mente la imagen de la Kikyo de hace años, la mujer de la que se enamoró, en aquel invierno en que ya la amaba, en que silenciosamente deseaba permanecer a su lado y compartir junto a ella, fue una ilusión, una que se vio acrecentada logrando que su corazón se extasiara de amor, cuando estuvo a punto de convertirse en un humano por ella, para estar junto a ella, tal como se lo había pedido… "¿no te gustaría dejar de luchar y transformarte en humano?"… no había tenido que pensarlo demasiado… simplemente la amaba…

Kikyo llegó hasta la entrada de la cabaña, con algunas hierbas secas en una bolsa de género, venía de atender a algunos aldeanos, él no la acompañaba, ya que no era bien recibido entre los humanos, nunca lo había sido, y sabía que a pesar de lo mucho que ambos desearon unirse, jamás lo aceptó como hanyou, quizás aquello fue lo que terminó de embriagarle el alma de Kagome, y lo orillo a sentirse complementado con ella, su incondicional amor...

-La nieve cesará esta noche…- dijo a pasos de la figura masculina, con la voz aterciopelada y calma.

-Sí, ya me estaba cansando…- comentó intentando llevar una conversación trivial, observando los ojos de Kikyo, cuando se posaron en él, antes de entrar, y aquella mirada castaña tan carente de emociones, pareció la punta de una flecha, intentando dañarle el corazón, entrando por la cicatriz que dejo su sello en él.

-Esta noche podrán disfrutar una hermosa luna llena…- dijo, sin dar espacio para que InuYasha respondiera nada, entrando en la cabaña y ciertamente no sabía que decirle… claro que estaba ansioso, deseaba verla, espiarla al menos, pero estaba Kikyo, y se sentía tan culpable por ella… se rió debilitado, parecía tan absurdo… años antes la que le reclamaba era Kagome…

-.-.-.-.-

Se encontró caminando hasta la cueva en la que noches antes se había encontrado con Kagome, la nieve había finalizado hacía muy poco y ya era tarde, pensó en caminar hasta la aldea donde ella vivía, pero el solo verla cerca de ese humano lo llevaba hasta límites insospechados para él,¿y si un día ya no podía contener sus deseos de partirle la cara?...no, negó con la cabeza, lo mejor era conformarse con el tibio aroma que podía rescatar de ella en este lugar, que parecía impregnado de el. Notó que un fuego ardía en el interior, primero pensó en que algún extraño estaba utilizando aquel sitio que él sentía tan suyo, pero de pronto una oleada del inconfundible aroma de Kagome, llegó hasta su sentido, no podía equivocarse, debía ser ella. Se apresuró y se detuvo a pasos de la entrada, quería contemplarla, pero…

I thought you were tough and treacherous

Pensé que eras duro y traidor

and I'm scared to recognize that I'm opposite

y estoy asustada de darme cuenta que soy el opuesto

like the feelings you had and never were told

como los sentimientos que tenías y nunca fueron dichos

-¿InuYasha?...- susurró la voz, perteneciente a la figura femenina que se asomaba desde el acceso, su sombra bailando sobre la blanca nieve que cubría el prado, el cabello cayendo largo y oscuro, su yukata ajustándose con gracia en la cintura que, era cercada por el cinto de una larga falda, el rostro pálido, y los ojos castaños… tan llenos de vida…

-Kagome, yo no pensé que estarías aquí…- dijo, sin atreverse a dar ni un paso, ni para avanzar, ni para irse, sintiendo que el corazón se aliviaba levemente al poder complacerlo y contemplarla.

-No importa… - respondió ella con calma – ven, esta frío afuera…

The worst cliché in the world can define me

El peor cliché del mundo puede definirme

I know one day you will come back

Sé que un día tu regresarás

I could offer you my every night dream

Podría ofrecerte mi sueño de cada noche

Continuará…

AGRADECIMIENTOS: A mi amiga Séfiro, por las hermosas líneas que he puesto en este capítulo, unos versos muy sentidos que ella escribió y que amablemente me cedió para ponerlos en este cap… aunque no esta completo, pero poco a poco lo utilizaré.

Ayyy… puchas que me cuesta escribir cosas buenas de Kikyo… y no es que no este bien, si ella tuvo sus cosas buenas, y eso es lo malo… pufff… quien me entiende ¿no?...

Solo espero que este capítulo les haya gustado… anoten, anoten, que siempre hay pistas por ahí… cuídense…

Siempre en amor…

Anyara