Capítulo IX
En medio de mis sentimientos
Caminó por entre el bosque, aún indagando a su alrededor cualquier indicio de algo anormal, estaba demasiado inquieto, se maldecía por no permanecer al lado de Kagome, ella estaba valiéndose prácticamente sola, y él había prometido hacerlo… miró a colmillo de acero y recordó que la primera vez que dejo de ser solo una espada vieja entre sus manos, había sido para proteger a Kagome… suspiró y agudizó su oído, el agua limpia de un lago se escuchaba bajo la capa de hielo que se había formado, no quedaba nada sin congelar bajo el manto blanco que la nieve mantenía por todo el lugar, se dirigió hacía el, deseaba asear sus manos. Se agachó ante la orilla, dio un leve golpe con dos de sus dedos partiendo lo suficiente el hielo, creando un socavón pequeño, el frió era intenso, metió las manos en el liquido, luego de unos instantes, sintió las punzadas del hielo atravesando su piel.
-Maldito humano…- era lo único que se gestaba en su mente, la imagen de Kagome a su lado y una serie de otras, creadas por sus celos, que se agolpaban en su cerebro, ella envuelta en los ropajes de un futón, desnuda y dormida después del amor, o peor aún, perteneciéndole al humano detestable que la impregnaba con su olor – No…- exclamó en un gruñido profundo y lleno de furia, asestando un fuerte golpe con su puño sobre el hielo formado en el lago, una grieta se extendió por varios metros, reflejando su ira y su dolor.
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Una vez que purifico la perla nuevamente, dos veces en un mismo día, se dispuso a dejar que su cuerpo recibiera el necesario baño, tanto para eliminar de el las energías negativas, como para sacarse el cansancio de lo que había sido un largo día. Dejaba caer el agua sobre su rostro, aún estaba tibia, permitiendo que recorriera su cuello y su pecho, cayendo con libertad por su estómago, respiró profundamente al sentir por fin durante este largo día n momento de paz… aunque no fuera en su totalidad, no podía sacar de su mente los ojos de InuYasha que la miraron de ese modo tan extrañamente entristecido, cuando le pidió alejarse… por Kami, sacudió su cabeza, sacando el recuerdo de ella, molesta por sentir aún amor por él. Unos golpes suaves el la puerta de este improvisado baño, al alertaron.
-Kagome…- se escuchó llamar en tono bajo, a la voz de su compañero de vivienda, frunció el seño, algo asustada, por algún motivo el sentir cerca de Shinishi, últimamente se le hacía algo incomodo, agito un poco su cabeza intentando limpiarse de malos presentimientos, después de todo era este el mismo hombre que la había ayudado muchas veces con sus heridas incluso, por mínimas que estas fueran.
-Sí, Shinishi…- respondió, elevando con su mano la canal por la que el agua caía, su baño ya había terminado, sacó algo con que secarse desde un costado y comenzó a envolverse en el objeto.
-Pues verás… - titubeo antes de formular la pregunta, y el hecho de que Kagome saliera de su baño, envuelta en lo que asemejaba a una toalla, con el cabello mojado y la piel aún perlada por el agua, no le ayudaba mucho.
-Hablemos en la cabaña… me estoy enfriando…- pidió ella, al sentir que leves temblores la embargaban, siempre con aquella amabilidad que no al abandonaba.
-Sí…- respondió él, siguiendo los pasos de la sacerdotisa, escrutando su figura con detenimiento, al tener la ventaja de no ser visto… su rostro cambio a uno de molestia, descubrirse últimamente en estos actos lo tenía algo confundido, desde que ese InuYasha había salido, de solo el recuerdo de Kagome, él sentía una furia increíble y deseos de… ¿asesinarlo?... abrió los ojos con asombro ante sus propios pensamientos… ¿qué le estaba pasando?...
Una vez que estuvieron dentro de su hogar, Kagome se encontraba vistiendo tras su biombo, mientras que Shinishi avivaba el fuego dentro del lugar, algunos alimentos esperaban por la sacerdotisa, que terminaba de calzarse las prendas.
-¿Tenías algo que decirme?...- consultó intentando parecer calma, en sus palabras, ya que predecía lo que el hombre que la acompañaba deseaba saber, la abrupta aparición de InuYasha lo había alertado, lo sintió en el agarré que le propinó en el brazo al verlo, algo muy similar a lo que había hecho cuando le reclamó estarse viendo "con él", aunque en ese momento Kagome ignoraba a ciencia cierta que el hanyou continuaba con vida.
-Kagome… - quería preguntar, pero por alguna razón el nombre de aquel ser, que ni siquiera era un humano, se le atragantaba en le garganta, ardiendo incluso en ella – ese youkai, ese… lo que sea, él que estaba junto a ti anteriormente… ¿quién es?...
-InuYasha…él es InuYasha, y es un hanyou…- sintió que el tono en la voz de Shinishi le molestaba profundamente, la forma tan despectiva con que se refería a quien la acompañara en infinidad de aventuras, protegiéndola del peligro tantas veces, a quien ciertamente le debía la vida, hoy, una vez más, le molestaba -… es un gran guerrero, que salvó mi vida este día… - concluyó intentando darle el lugar que se merecía, ante Shinishi.
-Veo que no me equivocaba – dijo, moviendo el fuego con algo más de insistencia, mirando luego la figura que salía de tras el biombo, Kagome, vestida pulcramente en sus atavíos de color marrón, todas aquellas prendas, que había aprendido a hacer con sus propias manos, el cabello ya algo más seco, reposando sobre uno de sus hombros, la piel pálida y los labios rosados, casi amoratados por el frió.
-¿En qué?...- pregunto denotando de inmediato algo de recelo ante la forma en que Shinishi le dirigía esas palabras.
-En qué, él es el motivo de tus escasas sonrisas y de tu nostalgia permanente…- resolvió decir de una vez el hombre, dejando de darle rodeos a la situación, sabia bien que su Kagome vestía de ese modo, no era para salir a dar sus rondas, eso lo hacía en la ropa tradicional de sacerdotisa, en cambio esta la había confeccionado para su último cumpleaños.
-Shinishi…- pronunció Kagome, arrodillándose junto a él, para tomarle una mano- sé que no te he contado todo de mi vida…- suspiró y se resignó -… InuYasha es probablemente la razón de mi melancolía… es un buen hombre…
-¿Hombre?...- dijo con algo de sorna, retirando su mano de la de Kagome, utilizándola para mover los leños encendidos.
-Hombre, youkai o hanyou, que más da…- dijo, tomando de un lado la bolsa tejida que solía llevar consigo -… él es un ser bondadoso, y capaz de arriesgar su vida por la de los demás sin reparo, incluso su propia felicidad con tal de hacer lo correcto… tiene un sentido del honor inigualable, y una entereza envidiable…- suspiró nuevamente luego de aquella palabras, notando como sus ojos amenazaban con humedecerse, no iba a llorar pro InuYasha, al menos no ahora, y no ante Shinishi, quien se quedó observando, intentando controlar su aura, para que ella no notara como crecían sus deseos de ver muerto al poseedor de tantos "atributos"…
-Ya veo…- se limitó a decir, mientras enfocaba las manos pálidas de Kagome, organizar algunas cosas dentro del la bolsa que portaría fuera de la vivienda.
-Irás con él… ¿verdad?...- consultó, sabiendo perfectamente la respuesta.
-Tenemos cosas que hablar… el demonio de esta mañana… - dudó en continuar, no estaba segura de lo que estaba sucediendo y no quería alarmar a su amigo - … bueno, solo debemos conjeturar de dónde apareció, su energía era diferente.
Shinishi, no respondió la vio tomar sus cosas y protegerse con una prenda más a la que ella llamaba abrigo, pensó en seguirla, pero apretó los puños sobre sus muslos y bufó con furia, una que se acrecentaba cada día más y se dirigía inescrutablemente hacía, el ser que le estaba arrebatando lo que él creía le pertenecía.
-InuYasha… - susurró, en un tono muy bajo, casi como si no se tratara de su voz, sonando incluso despiadado - … no me quitarás el amor de la sacerdotisa otra vez…
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Llevaba ya un tiempo dentro de la cueva en la que se habían citado, bueno ciertamente no habían acordado el lugar, pero aquello ya no era necesario, estaba de pie en la entrada intentando capturar en el aire el aroma de ella, deseaba ir, y traerla sobre su espalda, para que llegara con premura, ya que el estómago se le comprimía por la ansiedad, pero sabía que debía de esperar, tras de sí, una fogata vivaz entibiaba el aire, una suave sonrisa se dibujo en sus labios y entró nuevamente, al sentir la cercanía de Kagome. Se inclinó cerca del fuego para moverlo un poco, las pieles estaban acomodadas para recibirla resguardada del frío de la entrada, la escuchó pisar la nieve cercana al acceso, no quiso levantar la vista, permaneció en su lugar inamovible, incluso cuando Kgome se encontraba a corta distancia de él.
-Hola…- saludo tímidamente, la actitud de InuYasha apacible y segura, la amedrentó un poco, siempre había sido muy imponente para ella, y eso era algo de lo que le agradaba de él, ese porte de señor que tenía.
-Pensé que no te dejarían venir…- sonrió arrogante, y con desdén, uno que sabía que no tenía el derecho de usar con Kagome, pero a pesar de que sabía que su carácter irascible de años atrás había menguado un poco, no era lo suficiente como para tolerar verla en brazos de otro.
-¿Si era para esto que me querías?... pues no estoy dispuesta a escucharte…- dijo, observándolo firmemente, mientras que él se ponía de pie y caminaba los pasos que lo separaban de ella.
-No, no lo era…-aseguró, como siempre sin una disculpa, Kagome sabía cuanto le costaban, tomó de entre su mano, al bolsa tejida que traía y la olfateo un poco -… veo que no es ramen – sonrió levemente mirándola a los ojos de un modo tan diferente al de las últimas veces, había algo en el brillo de su mirada, que la hizo sonrojar.
-No, no es ramen…- aseguró algo divertida por el comentario, había una infinidad de pequeños detalles que compartían y que no podían ser borrados, por más distancia que conservaran, ni por quienes pasaran por su vida.
InuYasha le tomó la mano, que ella no se atrevió a cerrar, y caminó dándole la espalda hasta las pieles que había dispuesto para ella, el sonrojo se avivó en sus mejillas, y le pedía a Kami que la ayudará a disimularlo, InuYasha le indicó que se sentara junto al fuego y le extendió la bolsa que antes portara.
-Estas muy fría, ponte junto al fuego- le indicó con total autoridad, lo que la hizo rememorar las veces anteriores en que preocupado pro ella, podía llegar a ser incluso algo tosco.
-Sí… - asintió agradecida, mirándolo a intervalos, notando como tomaba un lugar a un costado de ella, separados por menos de un metro, rodeando como en una media luna la fogata.
-¿Siempre ha sido igual?...- preguntó el hanyou, y Kagome se quedó mirándolo mientras que él fijaba sus ojos en las llamas anaranjadas, no comprendía muy bien.
-¿Igual?...- consultó, sacando el jarro que contenía del mismo té verde que compartieran anteriormente.
-Sí… ¿siempre haz corrido estos peligros?...- insistió, con la mirada aún en el fuego y un brazo apoyado sobre la rodilla recogida.
-Bueno… ha sido diferente estos días…- comentó una vez que entendió lo que InuYasha deseaba saber, mientras que servía una taza del humeante brebaje – la energía maligna que he percibido ha traído consigo seres muy fuertes.
-Naraku…- aseguró, observando la pálida mano que le ofrecía un caliente líquido.
-Sí… Naraku… y no sé de donde puede provenir – suspiro, enfocando sus ojos en los de InuYasha que recibía el té, para luego posarlos en el rosario que cargaba en el cuello – aún lo llevas…- dijo, algo curiosa, recordando el día en que las cuentas de aquel rosario volaron por sobre su cabeza para unirse alrededor del hanyou - pensé que lo detestabas…
-No, Kik… yo…- se quedó observando los ojos castaños, cuando el nombre de la otra sacerdotisa se pronunciaba en sus labios, esperando una reacción de su parte, pero esta no llegaba, así que decidió continuar, bajando su mirada hasta el objeto - … se ofreció a quitarlo, pero le dije que no…- enfocó nuevamente sus orbes doradas en el rostro de Kagome -… le dije que era parte de lo que soy ahora…
-Mmjj…- asintió ella, elevando los dedos hasta tocar las suaves y amoratadas cuentas, paso con delicadeza los dedos sobre ellas, como sintiendo lo que InuYasha acababa de decir, "parte de lo que soy ahora"… ¿era ella parte de eso?... ¿de lo que él era ahora?...
Vio como los dedos con garras le tomaron los suyos, reteniéndolos y tirando un poco de ella, Kagome se dejó arrastrar por la fuerza suave que él estaba utilizando, dejando la taza de té verde junto al fuego a centímetros de la que InuYasha acababa de soltar, notó que la mirada dorada se posaba fugaz en sus labios, y luego en sus ojos y el deseo en ella era evidente, la besaría… y lo deseaba tanto…
-InuYasha…- susurró algo agitada con solo sentirlo algo más cerca, inquieta, pero anhelante.
-Shhh…- le escuchó en un susurró que le pareció incluso más bajo que el que ella misma había pronunciado.
Que te quedará conmigo una vida entera
Que contigo adiós inviernos solo primavera
Que las olas son de magia y no de agua salada
Yo te creo todo y tú no me das nada
Cerró los ojos cuando sintió el roce tenue de la suave piel de los labios del hanyou, recordando como se sentía besarlo, hacía tanto de ello, y ni siquiera entonces era una experta, libero el aire que parecía retener al momento de sentir la caricia, dejando que este se colara entre los labios de InuYasha, provocando algo en él, al sentir el calido vaho. Su mano continuaba prisionera entre los dedos masculinos, y sintió como la otra se posaba sobre su cintura terminando d arrastrarla hasta él. El beso creció, percibiendo como la lengua inquieta buscaba la entrada a su boca, y escuchó una especie de gruñido ahogado en la garganta del hanyou, cuando le permitió el acceso.
Sentía como Kagome respondía a sus besos quizás con la misma ansiedad con que él lo estaba haciendo, y aquello por si solo ya representaba un gran aliciente, la deseaba, deseaba amarla con cada pliegue de su piel, con cada extensión y con cada beso que le fuera posible depositar en ella, y su cuerpo se lo estaba reclamando, con una necesidad imperiosa de marcarla, como aquella única oportunidad en que la tuvo tan cerca como ahora, para hacerlo, apretó la mano sobre la cintura, para luego soltar y comenzar a recorrer sin preguntas su espalda, apretándola contra su pecho, sintiendo el vaivén de este al respirar y el sonido eufórico de su corazón chocando contra su pecho, como si esto fuera en realidad nuevo para ella… pero no deseaba pensar en las veces que le perteneció a ese humano, en este momento era suya…
Que si sigo tu camino llegaré hasta el cielo
Tú me mientes en la cara y yo me vuelvo ciego
Yo me trago tus palabras, tú juegas un juego
Y me brilla el mundo cuando dices luego
Sintió la presión en su espalda y el aliento caliente de InuYasha sobre su rostro, agitado intentando continuar besándola, estaba desfalleciendo y no sabía si estaba bien, pero había deseado tanto este momento, soñaba con él cada noche… como también cada noche, luego de saberlo vivo, pobló su mente de imágenes de él con la mujer con al que vivía… ¿acaso así tomaba a Kikyo?... poco le importó, dejando que sus manos subieran hasta el cabello del hanyou, enredando los dedos con suavidad entre las plateadas hebras, arrodillándose frente a él, que tuvo que hacer su cabeza hacía atrás para recibir las caricias hambrientas de los labios de Kagome.
Cuando dices siento, siento que eres todo
Cuando dices vida yo estaré contigo,
Tomas de mi mano y por dentro lloro
Aunque sea mentira me haces sentir vivo
Aunque es falso el aire siento que respiro
Sus manso masculinas se encontraron a cada lado de sus caderas, apretando en ese lugar conteniendo la energía, el corazón latiendo en sus sienes y los labios ardiendo, apretaba las yemas de los dedos y las relajaba, para efectuar el mismo movimiento otra vez. Se incorporó para quedar en la misma posición que Kagome, ambos arrodillados sobre las pieles uno ante el otro, sus manos se deslizaron por su cuello, cuidando de no dañarla con sus garras, acarició buscando el enlace con la yukata, buscando bajo ella recorrer los hombros desnudos, la piel suave y perfumada que había llevado en su recuerdo, el cuello de la vestimenta se abrió, dejando ver la palidez bajo ella, la redondez de sus senos comenzó a visualizarse e InuYasha la observó con detención, sonrojada y anhelante, los labios enrojecidos por los besos, el olor de su excitación incrementándose y el pecho subiendo bajando con rapidez por la agitación.
Mientes tan bien,
Que me sabe a verdad todo lo que me das
Ya te estoy amando
Mientes tan bien
Que he llegado a imaginar
Que en mi amor llenas tu piel
Y aunque todo es de papel
Mientes tan bien…
La estaba mirando con tanto amor, que podría haber creído que no había pasado ni un solo día desde que habían estado en esa misma cueva a punto, así como sentía ahora, de entregarse su amor, de sentirse con la piel… mordió su labio y lo vio sonreír de ese modo arrogante que tanto la incitaba, esa sonrisa que era la que en sus sueños elucubraba, como parte de su estampa varonil y admirable, de pronto sintió la presión de su cadera y la muestra física de su ardor le rozo con un movimiento, obligándola a jadear suavemente.
La observó y sus ojos brillaban tanto como aquella noche en la que dejó que se escapara de su sello, por Kami cuanto la amaba, y deseaba que fuera solo suya… ¿tal vez estaba pidiendo demasiado?... pero siempre podías pedir solo un poco, para sosegar un poco el dolor… la mantenía férrea a su cuerpo, dejando que notara como su cuerpo respondía a ella, moviéndose suavemente se inclino para besar su cuello, lamiendo su oído y de ese modo susurrarle una petición…
-Regálame esta noche…- su voz profunda, ronca por la excitación, y tan sensual, la hizo contener el aire ante sus palabras -… solo una de todas las que le haz regalado a tu humano…
Continuara…
Creo que los pobres están equivocados, ay InuYasha… tú te lo perdiste, por no cuidar tus palabras… siempre tan verdadero no?... pero me encantas… yo te regalo una nochecita, tres veces por semana…jejejeje… bueno creo que a pesar de lo rico que estaba esto, no terminará de la mejor manera, ¿o si, quien sabe, léanlo en esta mismo fic… en el próximo capítulo… pero ya es un precalentamiento, que nos servirá se los aseguro….
Besitos y dejen sus review que son mi sueldo…
Siempre en amor…
Anyara
