Capítulo X

Separación

Caminaba bajo la ventisca, que le movía con violencia el cabello azabache, hundiendo los pies en la nieve que a cada paso, intentando avanzar con rapidez, le costaba visualizar el camino, producto del aire que le golpeaba los ojos y de las lagrimas que se amontonaban en ellos. Pasó el dorso de su mano por el rostro helado, limpiando las gotas antes de que estas afloraran por completo, aún tenía las palabras de InuYasha en su oído…"… Regálame esta noche… solo una de todas las que le haz regalado a tu humano…", no podía creerlo, él pensaba que ella estaba unida a Shinishi por algo más que solo amistad, y ciertamente la enfurecía el que pensara que sus sentimientos resguardados por tanto tiempo, entre las batallas, los percances, incluso el hecho de que él amara a otra mujer, que no se decidiera jamás, hasta abandonarla, a confesarle su sentir, que a pesar de todo eso, creyera que su amor por él era tan débil como para dejarse caer en los brazos de otro hombre…¿por qué jamás pudo entender que su sentimiento superaba la distancia, incluso la muerte en la que lo creyó sumido?...pues si deseaba creer aquello, ella no lo sacaría de su error…

-Kagome, ya para…- se escuchaba la voz profunda de InuYasha que caminaba pacientemente pasos atrás de ella, con la manos metidas en las mangas de su haori, recibiendo el aire frió en el rostro, y los ojos dorados fijos en la femenina figura que insistía en abrirse paso por entre la nieve – no llegarás a la aldea antes de que la tormenta se desate con mayor fuerza

-Déjame, yo sé cuidarme sola…- exclamó molesta, avanzando más por la nieve que le dificultaba demasiado el recorrido, ya estaba cansada de la lucha con el blanco manto que cubría el camino, pero no deseaba detenerse, no quería ni siquiera mirarle la cara al hanyou, sintió las lagrimas saltar desde sus ojos, con una mezcla de congoja y furia.

-No seas testaruda…- insistía, sabía por el sonido de su respiración, que en cualquier momento desistiría, ya estaba agotada, aún no lograba comprender que le había dolido tanto a Kagome, quien finalmente debía de estar molesto era él, no había accedido a su petición, a pesar de que él estaba pisoteando su propio orgullo, aceptando el hecho de que ella tenía un hombre a su lado y que eso lo convertiría en nada más que su "amante"…

-Ya te dije que me… ah…- no alcanzó a terminar la frase, cayendo de rodillas, la nieve le quemaba las manos, ante el contacto.

-Ves, no llegarás Kagome…- insistió acercándose un poco más a ella, esperando a que de una vez tomara conciencia del peligro que corría bajo el gélido ambiente que se gestaba, en tanto en la cueva, una tibia fogata los esperaba.

-Solo desiste…- dijo poniéndose de pie nuevamente, con claras intenciones de continuar avanzando -… vete, solo ve con… - la voz se le quebraba ante sus propias palabras, sintiendo como se anudaban en s garganta -… tu mujer, y sigue tu vida como hasta ahora…- se quedó de pie, aún de espalda al hanyou, que arrugó el seño dolido por las palabras de Kagome.

-No he tenido vida, desde que no te tengo…- confesó, con la voz ronca e intensa, de pie a centímetros de ella, que pareció recoger un tanto los hombros al escucharlo. El cabello oscuro, arrastrado por el viento en dirección a las montañas, al igual que las plateadas hebras de él.

-Ya no te quiero devuelta InuYasha…- dijo con el sentimiento cargado en las cuerdas vocales, que parecían roer su garganta al pasar por ella cada letra del nombre que venía -… vete con… tu querida Kikyo… - finalmente la había nombrado y con ello la estaba haciendo real entre ambos, la mujer que desde que fue resucitada con parte de sus propias almas, había significado un puñal candente clavado en su corazón -…olvídate de Kagome…

-No puedo hacer eso… - continuó, intentando declarar lo que callara dos años atrás, acercando las manos a los hombros de la mujer que tenía en frente- …Kagome yo te am...

-¡Cállate InuYasha!…- exclamó furiosa, girándose, en parte para no recibir el contacto que él intentaba y enfrentar sus ojos dorados con lágrimas fluyendo desde los castaños, saltando desde sus ojos como pequeños cristales, enmudeciendo al hanyou -… vete con ella… a la que escogiste, a la que haz amado, a la que haz tenido entre tus brazos durante estos dos años…

-Kagome…- pudo apenas nombrar, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta, no podía negar lo que había sucedido en su vida, simplemente no podía, se sabía culpable de lo que le decía, y continuó recibiendo una nueva explosión de reclamos por parte de ella.

-Lo noté InuYasha, la madurez de tus besos y tus caricias…- su voz se fue apagando, dejó la mirada fija en la nieve, sintiendo el peso de la verdad sobre su espalda- sé que la haz amado…

Se supone que,

Mejor fue separarnos,

Que la vida debe continuar,

Se supone que ya no me importe quien te besará

Esa es mi pena, por suponer que te podría olvidar

-Creí hacer lo correcto, Kagome… pero no fue así - intentaba explicar lo inexplicable, a causa de un estúpido sentido del honor, se ató a una promesa que jamás debió existir.

-Te detesto… - aquella confesión, le produjo un escalofríos en la espalda, y fijó sus ojos con algo más que sorpresa sobre ella, ¿temor?... sentir su desprecio, era más de lo que estaba preparado para soportar - … no he hecho más que sufrir por ti… y siempre supe que la escogerías… y sin embargo te amaba…- se dejó caer en sus rodillas, las manos cubriendo el rostro y las lagrimas que se enfriaban al contacto con el aire de la noche, se filtraban entre sus dedos, InuYasha se agachó para alcanzar su altura.

-Tranquila, ya no llores - le decía, mientras que en su mente se repetía un "te amaba"… ¿es que ya no?... pensaba sintiendo el dolor en su pecho al imaginar que todo ese sentimiento que albergó en su corazón por él, se había muerto, intentando abrir las manos pálidas, que ocultaban el acongojado rostro femenino, le dolía muchísimo el pesar que le estaba causando, probablemente ella estaba lidiando en su interior con los sentimientos que poseía por él y por el humano ese que le había arrebatado su amor, arrugó el ceño con preocupación, ¿qué es lo que le estaba haciendo?... la amaba y todo lo que había logrado desde que la conoció fue dañarla… tenía tanta razón en detestarlo…comenzó a rodearla con sus brazos, sintiendo el rechazo debilitado de Kagome…

Me despido en el portal

Y me trago de un suspiro las palabras

Tú ya tienes otro amor

Yo regreso a mi dolor

Yo no tengo nada más

-Suéltame…- pidió apenas dejando que el sonido de su voz se escuchara, estaba tan dolida, tanto por el abandono que sentía por parte de InuYasha, como por permitirse seguir sufriendo por él, sabiendo que los brazos que ahora la rodeaban, habían cobijado cada noche el cuerpo de esa mujer, con la que compartía un extraño sentimiento.

Se dejó abrazar, escuchando la voz masculina y profunda de InuYasha, que comenzaba elevarla, sintió como sus pies se despejaban del piso e instintivamente, quizás como buscando la seguridad que siempre encontró en él, ocultó su rostro en el cabello plateado, no quería pensar mucho más, estaba demasiado cansada, y un susurro llegó hasta su oído.

-Hoy cuidaré de ti…- le dijo con tanto sentimiento, que parecía que el corazón amenazaba con desbordarse en su pecho - … mañana… sólo si lo deseas así…

Kagome se apretó un poco más al abrazo, ¿qué había sido eso?... tenía la sensación de que le estaba pidiendo su autorización para quedarse junto a ella, las lagrimas caían ahora más abundantes que antes, con una mezcla extraña de amor, dolor y profunda esperanza. Entraron nuevamente a la cueva e InuYasha apoyó su espalda en la pared de ésta, y acomodó a Kagome en su regazo, el fuego continuaba fielmente encendido, como si previera una fría noche…se quedó con los ojos dorados fijos en las llamas, mientras besaba a intervalos el cabello azabache, algo humedecido por las circunstancias, podía escuchar como los sollozos de ella se iban apagando poco a poco… y se armó del valor suficiente para hablar.

Se supone que por ti no sienta nada

Que el pasado no me pesa ya

Ser supone que es muy fácil repetir que bien me va

Aunque por dentro, me este muriendo

-Sé que durante estos años, haz debido hacer tu vida…- dijo intentando mantener la serenidad, le dolía el solo pensar en que Kagome compartía junto a ese humano, que le provocaba una profunda desconfianza – y no te voy a pedir que lo dejes… no tengo derecho para ello…- Kagome se aferró más dentro de los brazos de InuYasha, siendo correspondida, abrió los ojos expectante aún cubierta de la mirada dorada, ¿qué pretendía decirle?... lo escuchó tragar con dificultad – y he tomado la decisión de… romper la promesa que le hice a Kikyo… - Kagome en ese momento se incorporó y fijo sus pupilas en él, intentando procesar lo que estaba escuchando, el hanyou le sonrió de forma entristecida, pero segura -… solo quiero permanecer a tu lado Kagome… como tú me lo pediste un día…

-InuYasha…- musito tan bajito, que él tuvo que leer sus labios para saber lo que decía, no podía creer que estaba escuchando finalmente las palabras que tanto anhelo de parte de él, cuando intento persuadirlo de la decisión que tomara.

-Sé que es algo tarde quizás…- se sonrió nuevamente, burlándose de sus propias conclusiones – pero debía vivir tu ausencia, para saber… para crecer…

-.-.-.-.-

Horas más tarde la tormenta se había disipado, apenas algunos copos se filtraban por la entrada y faltaba ya muy poco para el amanecer, sin embargo, había una pareja que no lograba dormir, que se paso el tiempo hablando de mucho de lo sucedido en esos dos años, InuYasha ya tenía detalles precisos de lo que había sido la boda de Sango, de la cantidad de golpes con el hiraikotzu que el monje se había llevado, a causa de otras mujeres, hasta que supo que sería finalmente padre, al parecer aquello era la razón que motivaba su vida y ahora ya se sentía prácticamente completo, le contó el modo en que se esta encaminado el avance del pequeño Shippo, de lo mucho que había acompañado a Kagome cuando se sintió más sola, se contaron hábilmente todo, sin embargo, ambos omitieron detalles de las personas con las que convivían hasta que finalmente el silencio reino, escuchándose el silbido de la noche entre las hojas de los árboles, y el crepitar del fuego…

Kagome se quedó muda, observando los ojos dorados que le hablaban de pesares y tristezas, había tan poca alegría en ellos, apenas una chispa parecía asomarse cuando ella sonreía, algo que por cierto hacía mucho que no efectuaba tantas veces en una noche, acercó sus dedos con escaso calor, hasta los labios tibios de InuYasha y los dibujo con las yemas, sin dejar de mirarlos, con sus propios labios entreabiertos, deseando cobijar en ellos los de el hanyou

-Quiero que permanezcas a mi lado…- dijo Kagome, enfocando los ojos dorados que la observaba incrédulos, para sentir antes de que lograra responder a aquello que ella le decía, la boca femenina y húmeda posarse en los suyos.

InuYasha simplemente se dejó besar, sintiendo la caricia suave de los rosados labios de la mujer, contra los suyos, notando que ella mantenía sus ojos cerrados, decidió dejarse llevar por la caricia, sabiendo que no debía de negar que tenerla, así tan cerca, lo apasionaba terriblemente, pero ya habría tiempo, ahora era feliz disfrutando solo con amarle, del modo simple que Kagome le estaba ofreciendo, escuchar el sonido esperanzador de sus palabras, le estaba entregando una felicidad reconocible para su alma, solo en sus recuerdos junto a ella.

La mañana llegó, dejando que algunos suaves rayos de sol se filtraran posándose sobre los restos de una fogata extinta, una pareja se mantenía a escasos metros de la entrada a la cueva, InuYasha abrazando el cuerpo femenino, con la espalda de ella apoyada en su pecho, manteniéndose en silencio, observando el paisaje, y el horizonte que no variaba demasiado en su tono blanco.

-Hablaré con Kikyo en cuanto te deje en la aldea…- aseguró, apretando un poco más el enlace, apoyando su mentón sobre la cabellera azabache, sabía que ya era hora, de alguna manera sentía que silenciosamente Kagome le estaba dando una oportunidad, y con ello le estaba regalando nuevamente esperanza a su corazón.

-Sabes InuYasha…- pronunció algo temerosa, había algo que deseaba decirle, pero no estaba muy segura de si valía la pena.

-¿Mmmm?…- se escuchó el ronco sonido de su voz, que parecía calmo, de alguna manera la tensión conservada, se estaba liberando. Y sintió que aquello la alentaba a seguir.

-La sacerdotisa custodia… no puede dar su corazón… su amor y energía deben estar concentrados en resguardar la perla – sentía que las palabras de aquella confesión se le ahogaban en la garganta, le quemaban… era una especie de regla, que se había traspasado de boca en boca, desde que "la Perla de Shikkon", hiciera su aparición.

-No creas en ello…- pidió, girándola, para inclinarse sobre los labios que permanecían igual de rosa que durante la noche, pensando en lo que Kikyo y él vivieron hacía más de cincuenta.

Kagome se abrazó a él, dejando que su amor fluyera a través de sus labios, deseando que no hubiera verdad en aquella advertencia, anhelaba amarlo, darle a él y a sí, la oportunidad de llegar a conocer la felicidad de estar juntos, de ser solo uno.

-.-.-.-.-

Caminaba por entre la nieve, intentando buscar las palabras adecuadas para enfrentar los ojos fríos de la mujer que alguna vez amo fuertemente, sabiendo que el sentimiento que ahora alojaba en su interior, por Kagome, era muy superior en intensidad, forma, y deseos.

Antes de llegar al claro en el que se ubicaba la cabaña que compartía con Kikyo, pudo vislumbrar no muy lejos, una serie de almas, que son con las que Kikyo, se mantenía dentro de un mundo que ya no era el propios…

Se apresuró, encontrando a Kikyo tirada en el frió de la nieve, las almas ingresando con duchísima dificultad, se inclinó y la abrazó, notando que parecía inconsciente, pero contrario a eso, ella abrió con dificultad sus ojos y una vez que logró enfocarlos en él.

-Me estoy muriendo InuYasha…

Continuará…

Ufff… tengo sueñito… disculpen por las notas de autor… solo les pido, humildemente, dejen su review al terminar…