Recomendaciones: El tema "My baby you", de Marc Anthony… una interpretación muy sentida, es hermosa la canción sería genial que pudiesen oírla.

Capítulo XIV

Mi razón de vivir

La llevaba de la mano hacía la salida de la cueva, el sol llevaba bastante que había comenzado a radiar su luz, algo más cálida sobre la tierra, Kagome caminaba con la mirada baja, se mordía el labio sintiendo temor de lo que debía decir, no quería que InuYasha se fuera, temía que el sueño de una noche, se convirtiera en solo eso, que él ya jamás volviese a su lado, apretó en enlace de las manos, cuando ya estaban poniendo pies fuera del lugar que los albergara, el hanyou se giró para observarla, notó en el agarré que le había dado, que se encontraba inquieta.

My baby you

Mi niña tu

Are the reason I could fly

eres la razón por la cual podría volar

And cause of you

y por ti

I don't have to wonder why

no tengo que preguntarme por qué

-¿Qué pasa?...- consultó fijando sus intensos ojos dorados en ella, con el ceño algo comprimido, Kagome negó levemente y desenfoco sus ojos de él - ¿Kagome?...- insistió, girándose completamente hacía ella, inclinándose un poco, para buscar el castaño de sus ojos.

-No es nada…- respondió, intentando sonreírle – no te preocupes.

-Kagome…- reprochó, sabía que nada no era la respuesta que debía de darle, ya la conocía lo suficiente como para saber que nada, siempre significaba mucho, la escuchó suspirar y se incorporó al sentir como sus brazos lo rodeaban por la cintura y el rostro de Kagome se adhería a su pecho.

-Es solo que no quiero alejarme de ti – confeso, cerrando los ojos, cuando sintió la mano del hanyou acariciando su cabello.

-Tienes miedo por Kikyo…- aseguró, sorprendiéndola, lo que obligó a Kagome a oprimir la tela del haori, y asentir con suavidad, no pensó que él abordara el tema con tanta facilidad.

-La última vez que me separé de ti, todo había vuelto a dar un giro doloroso, ya no quiero tenerte lejos…- decía con la voz quebrantada, recordando el enfrentamiento de ambos – ya no quiero dormirme una noche más sin ti…

Baby you

niña tu

There's no more just getting by

no hay más apenas pasando

You're the reason I feel so alive

tu eres la razón por la cual me siento tan vivo

Though these words I sing are true

Aunque estas palabras que canto son ciertas

They still fail to capture you

Todavía fallan para capturarte

As mere words can only do

como las meras palabras solamente hacen

InuYasha sonrió ante la declaración de Kagome, separó su mano del cabello azabache, para buscar el rostro de ella, acaricio con suavidad las mejillas al deslizar los dedos entre el cabello y la obligó a mirarlo, enfocó sus ojos dorados, tan profundos y con un especial brillo que le daban un toque de calma que no le había visto.

-Me cuesta pensar en que Kikyo muera…- confesó, Kagome oprimió los dedos en el agarre de las ropas masculinas, un nudo se formaba en su estómago al pensar en que InuYasha le dijera algo que la destrozaría.

-No tienes que escoger InuYasha...- susurró apenas, sintiendo que el nudo ahora subía hasta su garganta, amenazando con ahogarla.

-Claro que no tengo que hacerlo…- respondió decidido, Kagome tragó al oírlo, pero InuYasha comprendía el temor de la mujer que tenía entre sus brazos – yo te hice mi mujer esta noche, no puedo separarme más de ti…

-InuYasha…- la oyó nombrar, con el mismo temblor en la voz, los ojos cristalizándose, acarició con su pulgar la mejilla pálida, el aire aún era frió.

-Te amo Kagome… desde antes de partir, cumpliendo una absurda promesa… lo sabes…- la vio asentir con una sonrisa melancólica, notando como los pálidos dedos de ella cercaban su muñeca.

-Besáme…- le pidió intentando no llorar, era tal la emoción que albergaba en su corazón que creyó que ese beso la podía apaciguar.

-Con gusto…- respondió sonriendo ante la petición, humedeciendo sus labios, para tomar los de ella, besándola con suavidad y entrega, sabiendo que en ocasiones no se podía expresar el amor de otra manera.

How do I explain that smile

Como puedo explicar esa sonrisa?

And how it turns my world around

y como trastorna mi mundo alrededor

Keeping my feet on the ground

Manteniendo mis pies en la tierra

Se separó con delicadeza, observando que Kagome ya no parecía tan pálida, sus mejillas se habían matizada de forma leve en un tono rojizo, la vio abrir los ojos y el castaño de su mirada se clavó en él.

-Ya no seguirás viviendo con ese humano…- ordenó, con determinación – lo quiero lejos de ti, no soporto su olor en tus ropas.

-Como ordene…- respondió Kagome, notando como las mejillas de InuYasha se teñían de un leve sonrojo, lo que la hizo sonreír abiertamente.

-¿De que te ríes?...- su voz sonaba tan mimada, que ella sintió que el corazón se le llenaba de sentimientos, de pronto vinieron a su mente los recuerdos, del InuYasha celoso y posesivo, que se resentía cuando ella defendía a Kouga.

-Nada…- negó suavemente, dejando que él notara el brillo nostálgico y amoroso que sus ojos reflejaban.

La observó y pudo ver el esplendoroso destello de los recuerdos en ellos, llevándolo de forma inevitable a rememorar el día en que finalmente se dio cuenta que la amaba, el día en que Naraku casi se la arrebata, cuando después de perder a Kikyo por segunda vez, su corazón se sumió en un pesar tan hondo que no pudo ver que Kagome era mucho más importante, lo notó, cuando ese maldito engendro estuvo a punto de arrebatársela, ella era lo más valioso que tenía, más valiosa de lo que la misma Kikyo lo fue, Kagome era su vida… capaz de perdonar y comprender lo incomprensible con tal de hacerlo feliz… y aún así debía pedir algo más…

-¿Irás con ella?...- consultó al percibir la mirada inquieta que InuYasha le daba.

-Kagome…- nombró con su tono varonil e irguiéndose ante ella, manteniendo aún el enlace, y la expectación – tienes todo el derecho a no aceptar lo que te pediré…

-.-.-.-.-

Miroku respiro silenciosamente, al fin los dos bebés dormían en paz, al menos por unos minutos, Sango parecía cansada y ciertamente él hacía todo lo posible por ayudarla, dos niños era mucho trabajo.

-¿Crees que Shinishi regrese?...- consultó Sango a su esposo, Miroku le había comentado lo sucedido en la cabaña de Kagome y el modo en que lo había despedido de la aldea, el mismo recordaba sus tiempos de mujeriego, pero siempre lo consideró a acciones relativamente sanas, lo que había presenciado en ese hombre, al que jamás pudo tenerle completa confianza, era algo que sobrepasaba sus propios limites… ¿si InuYasha se enteraba?... era capaz de perseguirlo hasta estrangularlo con sus propias manos.

-Espero que no, mi querida Sango… desde que InuYasha esta cerca ese hombre se volvió agresivo e impredecible – pronunció en voz baja preocupado.

-¿Crees que InuYasha venga pronto?... me encantaría volver a verlo…- Sango sentía un afecto muy grande por el hanyou, cuando se enteró fue tal su alegría, que su enfado con Miroku por silenciarse, duró muy poco.

-Esperemos que pueda arreglar sus diferencias con la señorita Kagome… si eso sucede, seguro lo tendremos por acá muy pronto – dijo más alentado, enfocando con una sonrisa, los ojos de su esposa.

-Sí… aunque Kagome ha sufrido mucho por ese amor que le tiene…- suspiro, notando como uno de los bebés se movía inquieto comenzando a llorar, Miroku se apresuró a mecerlo, pero ya fue demasiado tarde, su gemelo ya había despertado también.

-.-.-.-.-.-

Caminaban unidos de la mano, InuYasha unos centímetros delante de ella, la nieve se marcaba a cada paso que daban, el sonido de la naturaleza aletargada por el invierno era lo único que los rodeó durante gran parte del camino, haciéndose ahora algo más notorio el sonido de la aldea cercana, a los oídos del hanyou, una cabaña no muy grande se alzaba a metros de ellos, y Kagome oprimió con más fuerza los dedos de InuYasha que se enlazaban a los suyos.

-Tranquila, no tienes que entrar aún…- dijo posando su otra mano en el enlace, notando como ella solo asentía, extendiendo su mano sin soltarlo, cuando él intentó avanzar en solitario, la miró hacía atrás, podía comprender su incomodidad, pero ¿su temor?...- Kagome…- pronunció observando sus manos, entonces ella sonrió de forma lánguida y lo soltó.

InuYasha avanzó en dirección a la cabaña, Kagome caminó tras él sigilosa, acomodándose en un asiento que estaba a un costado de ésta, había aceptado venir junto a él e intentar convencer a Kikyo de que se fuera junto a ellos a la aldea, se sostuvo la cabeza con ambas manos, obligándose a respirar fuertemente para recuperar la compostura, ¿Por qué esta mujer lograba ponerla en ese estado?... ella era ya una sacerdotisa poderosa, más aún que Kikyo, dado el estado en el que se encontraba, podía sentir su energía desvaneciéndose poco a poco, pero llevársela, para convivir con ella día a día… le parecía insólito, pero dado que InuYasha había aceptado el hecho de que la perla no podía ser utilizada para darle una nueva vida, lo menos que podía hacer era cuidar de ella en su agonía… cuidar de Kikyo…

InuYasha ingresó en la cabaña, notando la figura femenina, tumbada sobre el futón, se inclinó cerca de ella, que en este momento el daba la espalda, sus cabellos azabaches parecían opacos, la poca vida que las almas le daban se le estaba escapando, se arrodillo junto a ella.

-Kikyo…- pronunció, notando como apenas se giraba, para incorporarse sobre su lecho.

-Haz venido con ella…- InuYasha abrió sus ojos, sorprendido de que a pesar de lo débil que se encontraba, lograra aún percibir la presencia de Kagome.

-Sí…- se limitó a responder escuetamente, tragó pensando en lo difícil que se le hacía la situación.

-¿Ya la haz hecho tu mujer?...- consultó, con los ojos castaños apagados y fijos en la mano que en este momento tenía sobre su regazo, él la observó, apretando los labios, ¿cómo responder a eso?... fácil, con la verdad… pero sabía que a ella le sería dolorosa…

-Kikyo… no…- quería decir algo, pero no le era posible, y ella tampoco se lo permitió.

-Solo responde… ¿ya la haz hecho tu mujer?...- volvió a insistir, necesitaba saberlo, respiro profundamente sabiendo que la respuesta que recibiría la causaría un gran dolor, en el alma que le había cedido esa misma muchacha y que aún consideraba como suya.

InuYasha trago, aún observándola, sintiéndose derrotado ante la visión de Kikyo, no iba a negar que Kagome era suya, eso jamás, era algo pro mucho anhelado por él, pero pensar en dañar a Kikyo, lo dejaba igualmente sin aliento, ¿por qué tuvo que existir una Urasue?... ¿por qué tuvo que dividir en dos a la mujer que él amaba?... esta Kikyo distaba tanto de la que se enamoró alguna vez, pero Kagome también distaba de esa imagen, sin embargo, para él significaba una segunda oportunidad de ser feliz…

-Sí… es mía… - su tono sonó, bajo, pero seguro y sentencioso, parecía una advertencia para cualquiera que deseara acercársele.

-Ya veo… - mencionó, con la voz apagada, mostrando una media sonrisa silenciosa - dile que entre… necesito hablar con ella.

-¿Pero qué?... – intentó preguntar, siendo interrumpido antes de terminar, y es que el estado de calma en el que permanecía la sacerdotisa lo inquietaba.

-Tranquilo, no le haré nada a tu posesión… solo necesito hablar con ella… además ahora es más poderosa que yo – dijo manteniendo la sonrisa, enfocando solo recién los ojos en el dorado de InuYasha, notando en ellos un brillo que buscó por mucho tiempo sin encontrarlo, el destello que sus ojos le mostraron esa tarde… en el lago, hace más de medio siglo, cuando le dijo que se convertiría en humano, para que ella fuera una mujer como las demás, suspiro ante el leve recuerdo, comprobando que el resplandor que le brindara a ella, se asemejaba solo levemente al que Kagome había despertado en él – ve por ella… y si quieres puedes quedarte… - aseveró derrotada ante su descubrimiento.

InuYasha salió de la cabaña, y su olfato lo llevó hasta el lugar que Kagome ocupaba, se agachó hasta dar con el rostro inquieto de Kagome, que se mordió el labio en cuanto fijó sus ojos en él.

-Desea verte…- sentenció, y Kagome respiró profundamente, sabía que el momento de enfrentar a la mujer que se había convertido en su dolor más profundo había llegado, InuYasha tomo sus manos y ella tragó con fuerza.

-¿Por qué me asusta tanto?...- consultó, notando los ojos sorprendidos del hanyou, que jamás espero que ella le confesara algo como eso, pasó su mano tras la nuca de Kagome, enlazando sus dedos en el oscuro cabello, para acercarla en un acto posesivo y protector hacía él, besando levemente sus labios.

-No debes temer… yo estoy para protegerte…

I will soothe you if you fall

Te calmaré si te caes

I'l be right there if you call

Estaré justo ahí si me llamas

You're my greatest love of all

Tu eres mi más grande amor de todos

Continuará…

Ahh… yap, un nuevo capítulo ha salido del horno, verán, ya estamos en la recta final, uno o dos capítulos más, me inclino más por que serán dos, ¿me creerán que no tengo la menos idea de que va a pasar con la perla de Shikkon?... bárbara joya no, me da dolores de cabeza incluso a mí, claro que el resto de la historia ya esta armadita en mi cabeza, así que solo falta escribirla… estoy contenta con este cap. me remonté a situaciones pasada, verán, he estado repasando la serie, he visto desde los primeros capítulos y la verdad según mi apreciación personal, MI amado hanyou descubrió quien era más importante, cuando Kagome estuvo a merced de Naraku por andar él de salva muertas… gomen Kikyo, sé que con el paso de la historia haz cambiado… en fin… digamos que esta es mi versión de lo que podría ser un buen final… claro que el final, final, de este fic, bueno… solo intenten comprenderlo… cuando lo lean lo comentamos…

Besitos y se cuidan, no sé si sea necesario decirles que sus reviews son mi sueldo?...

Siempre en amor…

Anyara