Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Capítulo 1. Llamadas por responderVuelve a hacerlo, es una costumbre que mi compañero de viaje ha adquirido recientemente, lo he ido notando.
A rator, cuando cree que no presto atención, vuelve la vista hacia el este, siempre hacia el este. Se queda quieto, ensimismado. Da la impresión de que vé algo en la lejanía o escucha una llamada que solo él puede oir.
Cada vez lo hace con mas frecuencia, no le he preguntado por qué lo hace, lo mas probable es que no me conteste.
Esto me preocupa, hay algo que desasosiega a Entreri. Aunque es petreo a la hora de distinguir sus emociones, he ido percibiendo pequeñas cosas, detalles casi imperceptibles que delatan la inquietud de Entreri, la preocupación latente en sus ojos grises.
Entreri mira hacie el este con inquietud y no sé que pensar... ¿quién o qué puede alterar tanto a Artemis Entreri?
Lo siento bajo la piel, detrás de los ojos, en las puntas de los dedos.
Es como la tensión antes de una tormenta, la invisible carga que altera los nervios y el ánimo.
"¡Eres un monstruo, una aberración!"
Me estremezco¿por qué ahora? Hace años que dejé de recordar todo aquello y desterré esas voces de mi mente.
"Eres una afrenta a ojos de los dioses."
Basta. No quiero oir nada de eso, quien dijo esas palabras ya está muerto. El pasado no significa nada.
Miro al este. Hay algo allí. Como si el viento me trajera una voz silenciosa que no oigo, solo la siento. No me gusta que me den órdenes, y tampoco me gusta esta llamada. Porque eso es lo que es, una llamada, sea lo que sea lo que me habla sin voz, me está llamando. No sé por qué, ni quién... y no sé si responder a la curiosidad o a la furia. Me siento impelido a contestar y detesto la sensación de estar obligado a ello.
Entreri y Jarlaxle estaban sentados en un claro del bosque, cenando en torno al fuego. Entreri abandonó sus pensamientos para concentrarse en el presente, no quería divagar demasiado, no le gustaba estar tan introspectivo. Le tocaba cocinar al drow y Entreri echó un vistazo a la cazuela sobre el fuego.
. - ¿Otra vez?
. - ¿Otra vez qué?.- Preguntó Jarlaxle confundido.
. - Setas, echas setas en todas las comidas, aquí hay mas setas que carne.- Se quejó.
. - Son buenas, y estamos en época, no hay que desperdiciarlas.
. - Son cansinas.- Entreri bufó y se sirvió un plato.
Jarlaxle rió y se abstuvo de comentar que las comidas de Entreri eran invariablemente estofados, no parecía saber hacer otra cosa, y estaban sosos.
Raurin, el desierto de polvo.
Un yermo de piedra y arena, un triste testimonio de su antigua gloria. Antaño un gran imperio se alzaba sobre él, ahora no era mas que una amplia franja de terreno árido y esteril. Un desierto que cubría las ruinas de lo que fue y nunca podría volver a ser.
Yairshalajaresh miró las hectareas de terreno que le pertenecían y entrecerró sus reptilianos ojos con preocupación. Algo se removía bajo aquellas arenas.
El gran dragón azul era viejo, no tanto como para haber conocido el antiguo imperio que antaño cubríera el desierto, pero lo sufuciente para haber oido de boca de su madre las guerras que se habían librado allí, de los poderosos magos imaskari contra las mismísimas deidades de Mulhorand y Unzher, de los viejos templos de deidades mas viejas que el mundo, enterrados para siempre.
Algo se removía en el Raurin.
No era físico, el dragón habría notado el mas mínimo temblor en la arena y la piedra, no. El dragón lo sentía en las entrañas. En el alma. Era un remolino, algo que podía oler, sentir, en la arena, en el aire...
Yairshalajaresh frunció el ceño, cada día que pasaba había sentido aquello con más fuerza, no sabía lo que era, pero no le gustaba en absoluto. Y de pronto lo notó de nuevo... lo oyó... el dragón removió la cabeza, molesto por la intrusión en sus pensamientos y rastreó a quien pudiese ser el atrevido, sumiéndose en sus pensamientos tejió un conjuro que le permitiera dar caza al intruso que trataba de entrar en su mente y su voluntad.
Cuando encontró el origen de la perturbación su furia se convirtió en sorpresa, y la sorpresa en miedo. La enorme bestia cortó el conjuro tratando de cerrar todo contacto entre él y... aquello. Estremecido por el breve encuentro, Yairshalajaresh se retiró a lo mas profundo de su red de cuevas y se recogió en su caverna mejor protegida.
Se avecinaba un horror que no quería ver llegar.
Sangre y Carne.
Durante siglos los mortales me han ofrecido sacrificios.
Necios. Yo no ansío sangre y carne, yo quiero la libertad. ¿Cuántos siglos?. ¿Cuántos eones? Demasiado tiempo, demasiadas horas en soledad, en la oscuridad mas allá de la luz, el aire y el tiempo.
Ya no sé si estoy vivo o muerto, quizá ninguna de las dos cosas. He dormido demasiado tiempo.
Creyeron que me habían matado, necios, que no muere lo que no puede morir sino que a veces duerme mil años.
Sangre de mi sangre. Carne de mi carne.
Mi prisión fue forjada por los mismos dioses de la antigüedad. Me ha retenido durante siglos, pero esta tumba construida con lágrimas divinas se desgasta. Y puedo oir mi aliento, oir mi pulso. Realmente estoy vivo al fin y al cabo.
Sobre mí se extienden las ruinas de un imperio, aquellos que antaño susurraron mi nombre cayeron hace mucho tiempo ante sus enemigos. Sobre mí estan los restos de los Imaskar, y sobre estos, las yermas arenas de un desierto de polvo.
Los mortales derraman sangre y carne en sus altares, susurran mi nombre neciamente, suplicando mi poder. Y les hago saber que no quiero esa sangre ni esa carne. Que la llave de mi libertad camina por la faz de Faerun. Les exijo que traigan mi llave. Sangre de mi sangre. Carne de mi carne.
Nota de la autora: En realidad estoy escribiendo un fanfic de El señor de los Anillos, pero mientras lo escribía se me ocurrieron ideas para otro de los Reinos. Así, si me atasco un poco en uno, puedo probar con el otro y así no me aburro. Saludos a todos.
