Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de TSR o/y R.A Salvatore

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Capítulo 2. Buscando la llave. Encuentro.

Caderly estudió los pergaminos con preocupación. Nadie dijo que las profecias de Alaundo fueran fáciles de interpretar o especialmente optimistas.

Dejando a un lado los enigmáticos párrafos, Caderly meditó en el motivo que le había llevado a revolver de aquel modo en la biblioteca.

El mundo espiritual estaba agitado. No era algo facil de percibir, era una leve tensión, como electricidad estática.

Había tratado de sacar información del abismo, invocando algunos demonios. Las respuestas eran vagas cuanto menos, lo unico que había podido sacar de los diabólicos agentes era que algo estaba removiéndose, no sabían lo que era, pero incluso los demonios estaban inquietos por ello.

No era algo tranquilizador.

La puerta de la biblioteca se abrió repentinamente y un joven sacerdote entró pálido y asustado.

.- ¿Peró que..?

El discípulo no pudo explicar su comportamiento, pues una sombra se movió tras él y le apuñaló en un único y letal ataque.

Caderly se incorporó de un salto en tanto el oscuro asesino embozado avanzaba hacia él con la espada ensangrentada.

.- ¿Dónde está Artemis Entreri?


Caderly ejecutó un poderoso conjuro de curación sobre el acólito mientras dos clérigos comenzaban a interrogar al atacante. No le había resultado muy dificil derrotar al asesino, se diría que el necio no tenía la menos idea de que se enfrentaba a un alto clérigo, Elegido de Deneir.

Cuando el joven sacerdote quedó fuera de peligro, Caderly indicó que le llevaran a descansar y se dirigió a la celda donde retenían al asaltante.

.-¿Qué ha dicho?

.- Nada que tenga sentido.- Contestó el fornido inquisidor de la iglesia de Oghma.- Parece ser una especie de fanático sectario, pero no se de que religión.

Caderly entó y con un movimiento de manos estableció un círculo de verdad, el hombre no sería capaz de decir una sola mentira y se vería impelido a contestar a sus preguntas.

Se trataba de un varón de unos treinta años, un guerrro a juzgar por su musculatura y numerosas cicatrices, aunque algunas tenían aspecto ritual, Caderly se preguntó si serían autoinflingidas.

Sus rasgos eran los de un hombre del sureste, posiblemente un mulhorandino, de las tierras de las pirámides y los antiguos imperios. ¿Qué hacía tan lejos de su tierra natal?

.- ¿Cómo te llamas?

.- Mi nombre no tiene importancia.- Replicó el hombre.

Sus ojos negros eran intensos, llevaba las cejas afeitadas, dándole un aspecto extraño con la cabeza igualmente rapada y cubierta de tatuajes tribales e indefinidos.

.- De acuerdo, eso es cierto. Me interesa más saber por qué buscas a Artemis Entreri.

.- He jurado guardar silencio.- Replicó el asesino, aunque tenía la cabeza perlada de sudor por el esfuerzo de evadir la pregunta.

.- ¿A quien?.- Insistió Caderly.

.- A mis superiores.

El clérigo suspiró, a veces era mas facil sacar información de un Balrog que de un sectario maligno, estos estaban dispuestos a enfrentar lo que fuera por un ideal.

.- ¿Te mandaron tus superiores a atacarme?

El hombre se removió con cierto nerviosismo, obligado a contestar la verdad y cada vez menos capaz de resistirse al conjuro.

.- Me mandaron a buscar a Artemis Entreri, supe que había estado aquí.

Caderly asintió, teniendo en cuenta que Entreri era un asesino, y por tanto tenía numerosos enemigos bien ganados, no era de extrañar que hubiese alguien tras él, y probablemente se lo merecía.

Pero este hombre había asaltado y atacado una sagrada iglesia, la catedral de Deneir, y casi había dado muerte a un joven inocente.

.- Tu juramento no me importa, exijo que contestes¿Por qué buscas a Entreri?

.- No... no estoy seguro.- Balbució.

.- Dime entonces por qué crees que le buscas.

.- Porque... es... es portador de la llave...

Aquello empezaba a ser mas interesante, y preocupante.

.- La llave¿la llave de que?

.- La llave de la prisión de...

El final de larespuesta fue un quejido de dolor, en apenas un instante borbotones de sangre manaron por todos los orificios de su cuerpo y el hombre estaba muerto en segundos.

Caderly trató en vano curarle, ya era tarde. El conjuro, probablemente un sello de secreto, había aplastado el corazón del hombre en cuanto había tratado de decir el nombre.

Era un sello poderoso, aquello no era una simple venganza, y el comentario acerca de una llave era preocupante. Siempre lo era cuando además había sectas de por medio.

Buscó entre las pertenencias del hombre, pero apenas había nada característico, unas raciones de viaje, dos dagas, una espada mulhorandina, unas pulseras y collares...

Alguien buscaba a Artemis Entreri, probablemente desde Mulhorand o los imperios de la zona sudeste de Faerun.

¿Debía avisar a Entreri? Caderly se rascó la nuca, le gustase o no, aquel que buscase al asesino había atacado su iglesia y en cierto modo era también su enemigo.

Detestaba las situaciones en que había que elegir el mal menor. Sobre todo cuando no estaba seguro de cual era realmente el mal menor.

La vida estaba llena de decisiones difíciles.

Finalmente decidido, se dirigió a la sala de escrutamiento para localizar a la pareja de cazarrecompensas a fin de poder mandar un mensajero a buscarles y advertir a Entreri.


Escorpiones.

Entreri evitó el venenoso aguijón, que chocó contra el suelo a escasos centímetros de él. A su espalda Jarlaxle le cubría con una lluvia de dagas, eliminando a los pequeños pero numerosos escorpiones que la gran madre había echado sobre ellos.

La aparición de la sabandija había sido desconcertante, para empezar aquel escorpión parecía haber estado siguiéndoles. No era normal que un animal fuese tan insistente habiendo otras presas en los alrededores.

Entreri cercenó la pinza que chasqueaba hacia él y retrocedió previendo el contrataque. El resplandor de una llamarada a su derecha le basto para suponer que Jarlaxle había echado mano de sus múltiples artilugios mágicos para acabar rápidamente con las crias.

Entreri se lanzó hacia delante en una arriesgada maniobra, giró sobre su mismo para evitar el aguijón y clavó su daga enjoyada entre los opacos ojos de la sabandija.

En apenas unos instantes el escorpión murió y Entreri se incorporó con energías renovadas.

.- Un poco de ejercicio matutino.- Comentó Jarlaxle estirándose.

Entreri meneó la cabeza, ese drow nunca cambiaría, se inclinó juntó al gran escorpión y examinó una curiosa marca que había vislumbrado en el abdomen. Efectivamente aquella criatura estaba marcada.

.- ¿Ocurre algo?

.- Tiene una marca, este escorpión era la mascota de alguien.

Jarlaxle se acercó y examinó lo que señalaba su socio.

.- Parecen dibujos.

.- Son jeroglíficos, una escritura.

El drow asintió, haciendo memoria, aquella era la escritura antigua de los Imperios del sudeste, en la tierra del dios sol y las pirámides.

.- Mulhorand está muy lejos.- Indicó. Y en la dirección en que Misarte dejaba vagar sus pensamientos ultimamente.

El humano no añadió nada, envainó y recogió su macuto.

.- Continuemos.

.- Pero...

Entreri no se detuvo a escuchar sus quejas sino que continuó andando sin mirar atrás. Jarlaxle suspiró y salió tras él, ahora si que sabía que pasaba algo sobre lo que Entreri no soltaba prenda.

Súbitamente Entreri desenvainó y soltó su equipaje. Jarlaxle se apresuró a alcanzarle y ver la causa de la puesta en guardia.

Siete encapuchados a lomos de grandes escorpiones avanzaban hacia ellos desde el bosque, enarbolaban ballestas cargadas y sables.

.- ¡Rendíos y entregadnos la llave!

Jarlaxle echó una ojeada a Entreri, que se encogió de hombros, no tenía ni idea de a que se referían aquellos tunantes.

El día no había hecho mas que empezar.


Entreri gritó de dolor cuando el virote se clavó en su muslo y se inclinó para evitar el sable del encapuchado, mientras paraba el ataque de las pinzas del escorpión.

Eran muchos, Jarlaxle pasaba verdaderos apuros tratando de evitar a sus atacantes, tenía un feo corte en un brazo y el chaleco desgarrado por un sablazo que por poco no había dado con su torso. Habían acabado con tres escorpiones y cuatro guerreros, pero aquellos hombres no eran los típicos bandidos, eran veteranos y estaban bien equipados. Uno de ellos se había quedado rezagado y lanzaba conjuros de naturaleza clerical.

Entreri sintió el agarrotamiento de un conjuro inmovilizador, podía resistirlo, pero le costó unos segundos preciosos. El escorpión le golpeó con el dorso de la pinza y le lanzó contra el suelo con fuerza, Entreri rodó tratando de absorver el impacto y se incorporó a tiempo de ser atacado por uno de los bandidos que había desmontado.

Tras el encontronazo se separaron, el encapuchado casi destripado y Entreri con un corte a lo largo del antebrazo. Podría seguir luchando con ambas manos, pero la situación seguía siendo delicada, apenas podía moverse por el dolor de la pierna y sus movimientos eran mas lentos.

Oyó salmodiar al clérigo y Entreri le maldijo profundamente. Sin embargo el cantico clerical quedó interrumpido con un gemido y el humano echó un rápido vistazo para ver que alguien había atravesado al clérigo de lado a lado.

Drizzt Do'Urden.

.- ¡Bendito seas, Drizzt, ni te imaginas de lo que me alegro de verte!.- Exclamó Jarlaxle.

El vigilante no respondió mas que con un ligero cabeceo y se lanzó de cabeza al combate, atacando desde la retaguardia a los escorpiones, manteniendo ocupados a los atacantes de Entreri, que se veía en muy mala situación.

Cuando el último de los bandidos intentó huir una certera daga de Jarlaxle se hundió en su rodilla reteniéndole efectivamente.

Entreri dejó que el mercenario se ocupase del asaltante y volvió su atención a Drizzt. El drow no había cambiado nada desde su último encuentro. El hecho de que estuviese vivo no le sorprendió, ya había pillado a Jarlaxle hablando en presente del vigilante en mas de una ocasión y le había acabado por sonsacar la verdad.

.- Do'Urden.

Drizzt clavó sus ojos lavanda en los grises iris de su eterno adversario, pero no había odio allí, resentimiento si, pero no el mortal odio que siempre había estado presente.

.- ¿Qué haces por aquí?.- Preguntó el humano.

.- Te buscaba.

Entreri se tensó visiblemente, las manos sin soltar sus armas, y Drizzt se apresuró a explicarse, no había viajado hasta allí para batirse en otro esteril duelo con el ex –asesino ni mucho menos.

.- Me envía Caderly con un mensaje para ti.

Entreri no parecía satisfecho ni mucho menos, pero al menos ya no parecía dispuesto a saltar sobre él. Jarlaxle se acercó con el asaltante maniatado y dispuesto para el interrogatorio.

.- Un placer verte, Drizzt¿a que debemos tu inestimable ayuda?

Tan diplomático como siempre, Drizzt explicó a los dos cazarrecompensas el ataque a la catedral de Espíritu Elevado y como Caderly había contactado con él al ser la persona conocida mas cercana a la situación aproximada en que había situado a la pareja.

.- Aunque llego un poco tarde por lo que veo.- Finalizó.

Entreri asintió y dio una patada al prisionero.

.- Quiero respuestas, ahora.

El hombre era mulhorandino o sureño al menos, con la cabeza rapada cubierta de tatuajes y varios pendientes en las orejas. Le dijo algo en mulhorandino, probablemente un insulto, pensó Drizzt, pues Entreri pareció entenderlo y pateó la pierna herida del hombre.

El prisionero dirigió una malévola mirada a sus captores y escupió a sus pies.

.- El gran amo tendrá su libertad y os arracará la carne de los huesos y.. ¡Augh!

Entreri clavó su daga en la pierna del prisionero y comenzó a sanar sus heridas en tanto el hombre se debilitaba notablemente. Retiró la daga pues no quería matarlo, las demás heridas tendrían que sanar normalmente.

.- Tu gran amo tendrá un nombre¿no?.- Preguntó Jarlaxle.

La sonrisa del tipo era repugnante, se diría que no le importaba lo - más mínimo estar al borde de la muerte o la tortura, era lo mas insoportable de los fanáticos.

.Mi amo...

Recordando lo que le había contado Caderly acerca de la muerte del otro asaltante, Drizzt se apresuró a abalanzarse sobre el prisionero y amordazarle.

.- Podría ser como el otro, el del sello de muerte.

Jarlaxle asintió y procedió a examinar las pertenencias de los muertos, en busca de alguna pista. Entreri permaneció cerca del prisionero y Drizzt limpió de sangre sus cimitarras.

.- ¿Por qué aceptaste el encargo del clérigo?.- Preguntó Entreri.

.- Caderly es mi amigo, además solo se trataba de un pequeño desvio.

Podrían haber pasado el uno a dos kilómetros del otro sin enterarse. Resultaba casi gracioso. Entreri frunció el ceño, no le hacía ninguna gracia recibir la ayuda de Cáderly y aun menos recibirla de manos de su antigua némesis.

Jarlaxle regresó al rato con unos papeles y mapas.

.- Buenas noticias, tienen una base cercana. Podríamos ir a echar un vistazo.

Entreri asintió, quería averiguar cuanto antes quien le buscaba problemas con tanta insistencia. Y que significaba todo aquello. Se sentó un momento para tratar sus heridas antes de ponerse en camino.

.- Deberías descansar.

Dirigió una mirada fulminante a Drizzt, que no se amilanó y le pasó un ungüento. Entreri lo cogió con gesto brusco, maldito fuera el vigilante y su control fruto de su supuesta superioridad moral.

Tras vendarse, Entreri y Jarlaxle se pusieron en camino.

Drizzt salió en dirección contraria.

Nota de la autora: Obviamente sus caminos volverán a cruzarse, pero eso será en el próximo capítulo.