Título: I promise

Summary: Un viaje como ningún otro … una promesa por cumplir … Rinoa te alcanzaré …

Disclaimer: Los personajes pertenecen a squaresoft …

Autores: Hobbes y Yukina

Título del capítulo: La isla deNanchucket

La mirada de los reservados ojos miel de Squall se cernía sobre un punto entre la línea infinita del horizonte y la profundidad inalcanzable del mar por el que navegaba su barco. Su quietud en la proa de la embarcación, su mirada perdida y su falta de parpadeo le hacían parecer un ser inanimado, sin vida...

Me han arrebatado mi deseo de vida poco después de haberlo encontrado.

Había estado pensando meses sobre su meta final sobre tener una vida segura y tranquila, sobre dejar la vida de Seed y vivir una vida tranquila en la que no podría preocuparse sobre si seguiría vivo el dia siguiente o seguiría viendo a sus amigos junto a él… tener una vida segura, una mujer y… hijos. Y justo después de tomar la decisión de pedir a Rinoa una vida de seguridad, esta se desvanecía por el mismo horizonte, que, absorto, sus ojos contemplaban. Se la habían arrancado de su vida. Artemisa se la había arrancado y pagaría un alto precio por ello.

Sus sentimientos de odio se evaporaban de nuevo cuando su mente evocaba la imagen de Rinoa con su vestido azul. Cómo me gustaría compartir este momento con ella – pensó Squall – El mar tan tranquilo iluminado por un sol resplandeciente y un cielo despejado aunque suavemente anaranjado.

Un momento.

Squall se sacudió la cabeza rompiendo su quietud. ¿Desde cuándo le gustaban a él ese tipo de cosas? Verdaderamente Rinoa le había hecho cambiar. Y no le molestaba. Quería descubrir junto a ella nuevas maneras de disfrutar del mundo, que ahora no parecía un lugar tan horrible en el que vivir.

En ese momento, sin embargo, lo que más deseaba era encontrar a Rinoa, cerciorarse de que sus sentimientos eran algo más que un sueño placentero de su mente, que de verdad existía alguien que le había hecho cambiar tanto y alguien con la que tanto quería compartir por primera vez en su vida.

¿Estaría empezando a idealizar? ¿Estaría construyendo la imagen mental de una persona que no correspondía a una persona real como pudiera ser Rinoa? Sólo eran unas horas, pero cada vez que pasaba una de estas horas Squall veía a Rinoa más lejos, veía a Rinoa más irreal y su alma se desquebrajaba un poco más. Aquí también entraba en juego un poco su intuición, esta le decía que debía encontrar a Rinoa cuanto antes, de lo contrario podría ser demasiado tarde, y aquí de nuevo los sentimientos de Squall eran confusos. Con demasiado tarde su intuición no parecía referirse a la muerte. No sabía con exactitud a que se refería, simplemente sabía que no era la muerte. ¿Tortura? ¿Lavado de cerebro? O incluso… ¿Algo peor? ¿Y si Rinoa se sintiera decepcionada con él por haber permitido que la raptaran? O por haberla rescatado tan tarde ...

-¡Squall! – el grito animado de Selphie distrajo a Squall de sus pensamientos y el ver a la más pequeña del grupo levantada sobre una silla de la terraza del barco agitando la mano hizo que Squall dibujara una débil sonrisa sobre su marcado rostro.

-Ven aquí de una vez y haznos compañía – continuó Irvine, también medio apoyado en una de las sillas muy cerca de Selphie.

Squall, viéndose desprovisto de su tranquilidad para pensar, decidió darle a su mente un respiro y descansar acompañando a sus compañeros.

-No queda mucho para llegar a nuestro destino – le informó Quistis a Squall una vez este hubo tomado asiento junto a los demás – Aunque el capitán insiste en que no le hace nada de gracia tener que desembarcar en una isla como esa.

-Por lo que se esa isla está deshabitada. No tiene ningún peligro – dijo Squall para todo el grupo – Tampoco hubiera dicho nunca que tuviera nada interesante – con este último comentario Squall dirigió su mirada a un Seifer alejado del resto del grupo – Entonces, ¿estás seguro de que Artemisa puede estar en la isla de Nanchucket, Seifer?

-Ya te lo he dicho – contestó con tono cansado – No creo que esté ahí, pero se que tenía ciertos asuntos que tratar ahí, por lo que visitar el lugar nos podría facilitar algunas pistas.

-¿Supongo que toda esa información la sabes de la época en la que eras su fiel caballero?

-Sí – respondió secamente Seifer.

-¿Y cómo sabemos que nos podemos fiar de ti? – gritó Zell tras saltar de su asiento y ponerse a golpear el aire con sus rápidos movimientos.

-Es muy sencillo, sino fuera por mi ahora todos estaríais muertos. Creo que eso es suficiente para que puedas confiar en mi gallina.

-Pues para mi no es suficiente – respondió Zell con una doble patada en el aire – Y ... ¿me has llamado gallina?

-Ya basta, Zell – intervino Squall – por ahora es suficiente, podemos confiar en Seifer – inclinó la cabeza hacia Seifer, que respondió inclinando la suya amablemente, y continuó – iremos a la isla de isla de Nanchucket e investigaremos. No tenemos ninguna pista mejor que seguir y es mejor que no hacer nada.

-Esa isla esta en el culo del mundo…-murmuró con desagrado Irving.

-Quizá' se trate de eso-murmuró Trueno

Todos dirijieron su mirada hacia el joven guerrero con extrañeza.

Pero justo en ese momento se comenzó a divisar en la lejanía una verde isla.

-Ya hemos llegado – informó la ex-instructora tras echar un vistazo en la cubierta del barco.

El grupo desembarcó y en pocos instantes Squall ya los había dividido en grupos para que inspeccionaran la isla. Sin embargo, la isla no era muy grande, y a pesar de su exhaustivo y minucioso análisis de todo lo que pudieron encontrar, el grupo se reencontró de nuevo en la playa un par de horas después con las manos tan vacías como al principio.

La desilusión y la tristeza se hicieron visibles en el rostro de Squall, siendo tan difícil poder contemplar a Squall exteriorizando cualquier tipo de sentimiento, cuando recibió los informes de todos los subgrupos.

El silencio se apoderó del grupo nuevamente. Nadie sabía que decir o que debía hacer en ese momento. La maldita isla había resultado ser una falsa pista pero incluso una falsa pista era mejor que lo tenían ahora, que era nada.

-Venga, fuera esas caras tan largas – dijo Seifer alegremente, tono que sorprendió a todos por lo inusual que era ver a Seifer alegre.

-¿Cómo puedes estar contento en un momento como este? – dijo Zell con uno de sus habituales botes, acompañado de unos cuantos puñetazos en el aire.

Seifer se acercó rápidamente a Zell y lo pilló desprevenido dándole un fuerte golpe en una rodilla, cosa que hizo que Zell se cayera cómicamente.

-Si utilizaras sabiamente tu ira quizás podrías ir dando saltos de isla en isla y de continente en continente y acabarías encontrando a Rinoa en alguno de tus botes – el comentario de Seifer provocó las carcajadas de todo el grupo, incluyendo a Squall pero no las de Zell, que se levantó furioso.

-Serás cabrón ... – Zell dio otro de sus saltos y empezó a correr en dirección a Seifer que ya se había alejado previendo el ataque – vas a pagar caro lo que has dicho.

La actitud de Zell y el espectáculo de cómo este perseguía a Seifer por toda la playa no hizo más que aumentar las risas de un grupo que bien las necesitaba, alcanzando su clímax cuando los dos protagonistas acabaron peleándose en el agua.

A unos cien metros de donde el grupo reía con ganas dos sombras revelaban que los seeds estaban siendo observados desde unas rocas elevadas que los ocultaban.

-Te lo dije. Te dije que no se preocuparían por ti – susurró una de las sombras.

La otra de las sombras no dijo nada, pero miró tristemente la cara sonriente de Squall, de su amado Squall. Rinoa no se lo quería creer, pero ahí estaban todos, como bien le había dicho Artemisa antes de trasladarse a ese lugar remoto, un lugar donde lógicamente sus amigos no podían estar buscándola a ella.

-Admítelo. Tus amigos te han abandonado. Es el momento de que tu les abandones a ellos.

Rinoa seguía sin mirar a Artemisa. No quería mirarla a los ojos. Esos ojos de bruja la intimidaban, le daban un inmenso pavor. Ella no quería creer lo que sus ojos veían. No quería creer la evidencia de que había perdido a sus amigos. Pero quizás lo que Artemisa planeaba era lo mejor para todos, ahora ya no le importaba. Contempló durante un último instante a sus viejos amigos y retrocedió por las rocas tras darse la vuelta rápidamente, señal que Artemisa interpretó correctamente como que Rinoa se daba por vencida, de que su plan estaba funcionando a la perfección. Con lo más parecido a una sonrisa que la bruja podía reflejar en su cara, Artemisa siguió a Rinoa dejando el punto de observación vacío como lo había estado.

Cien metros más abajo Squall giró de repente su cabeza para mirar las rocas dónde pocos segundos antes se había encontrado su amada Rinoa y al verlas vacías, su corazón se despedazó un poco más.

-Vámonos, Squall, aquí no queda nada para nosotros-dijo Quistis con tristeza.

Un estremecimiento recorrió la espalda del castaño de ojos miel. Tenía un extraño presentimiento.

-Haremos una segunda exploración-ordenó haciendo que los compañeros se dispusiesen a discutir de nuevo ante la nueva orden.

-Ya hemos mirado todos los sitios, Squall-dijo Selphie con un sonido lastimero.

-Si, deberíamos aprovechar el tiempo en buscarla en otra parte-intevino Quistes.

-Ademas de investigar mas sobre el mounstruo-coreó Irvine.

-¡Squall, tío! Me duelen los pies…-dijo Zell.

-Creo que deberíamo' hacé' caso a Squall, e' nuestro jefe –convino Trueno.

Séifer bufó ante los contradictorios comentarios.

-Es una tonteria que nos marchemos porque no sabemos donde marchar, y es una tonteria aun mayor quedarse porque aquí no hay nada… yo propongo que nos quedemos aquí esta noche para descansar y reorganizar nuestras próximos pasos-dijo sabiamente.

-Bien, haremos lo que Séifer dice-dijo Squall sin admitir réplicas.

-No se como te puedes fiar de él-comentó Zell haciendo que solo Squall le escuchara.

La noche apareció rápidamente sin avisar obligándolos a montar una fogata y un campamento.

-¿Dónde están Quistis y Selphie?-preguntó de pronto Zell al darse cuenta de su ausencia.

-Se han alejado diciendo que tenían que hacer "cosas de chicas"-comentó Squall al rubio.

-"Cosas de chicas"-repitió con burla Zell.

-Deberías comprender mas a las chicas, Zell, sino nunca las conquistarías-soltó destrangis Irving.

-¿Me vas a dar lecciones pervertido?-gruñó Zell.

-Bueno, te hacen falta-comentó maliciosamente Séller.

-Nosotros nos marchamos a buscar peces al rio ¿Vale Squall?-comentó al jefe del equipo antes de marcharse corriendo con Trueno y viento esquivando la furia del rubio.

-No le hagas caso, sólo se esta divirtiendo a tu costa-dijo Irving a Zell en tono calmante.

-Ya, claro-murmuró enfadado.-¿Peces al rio?He visto escusas mejores-

Squall frunció en ceño, estas inútiles peleas debían terminar por el bien del grupo.

Pero justo cuando Squall iba a iniciar una seria conversación sobre Séifer con Zell un grito femenino retumbó en la isla.

-¡Quistis,Selphie!-exclamaron los tres chicos a la vez a la vez que apoyaban, en caso de Irving y Squall, sus manos en sus armas.

Continuará…